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“Un país que destruye la Escuela Pública no lo hace nunca por dinero, porque falten recursos o su costo sea excesivo. Un país que desmonta la Educación, está gobernado por aquellos que pierden con la difusión del saber”. Ítalo Calvino
Por La Opinión Popular - 13-11-2024 / 10:11
PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL

La sociedad entrerriana defiende la universidad pública y gratuita

La sociedad entrerriana defiende la universidad pública y gratuita
Es evidente que Milei vino a destruir la educación pública en la Argentina. Las universidades han hecho realidad la movilidad social ascendente. Y con ella, han llenado de contenido el concepto de igualdad ante la ley: el origen de una persona no es su destino. Sin universidades públicas, la Argentina sería una verdadera sociedad de castas, con el inmovilismo social como norma fatalista. Como dijo el contraalmirante Arturo Rial en 1955: "Sepan ustedes que la Revolución Libertadora se hizo para que, en este bendito país, el hijo del barrendero muera barrendero". Es que la oligarquía no quiere saber nada con que la gente que no es rica se eduque en la universidad. Así desfinanciar la educación no es el camino para combatir a "la casta". Es, más bien, la alternativa para constituir una sociedad totalmente desigual, privilegiando a la casta de los ricos.
En medio de tomas de Facultades y asambleas en todo el país, en defensa de la universidad pública, gratuita y de calidad, estudiantes y docentes de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) y la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER) se congregaron frente a la Casa Gris en Paraná para realizar una protesta, que se llevó a cabo luego de que la Cámara de Diputados ratificara el nefasto veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario.
 
Las multitudinarias marchas en Paraná y en todo el país, en defensa de la universidad pública, y en contra del veto de Javier Milei, demuestran el apoyo de la sociedad y desnudan las precariedades y salvajadas de las políticas anarco capitalistas. Que Milei haya degradado el Ministerio de Educación de la Nación reduciéndolo a Secretaría no significa que la educación pública como valor social haya sido degradada por los entrerrianos. Quienes observaron las multitudinarias manifestaciones, ya sea como participantes o como testigos, pudieron observar que además de docentes, no docentes, estudiantes y referentes gremiales del mundo universitario había familias enteras marchando en su apoyo.
 
El triunfo pírrico de Milei instaló un conflicto que puede complicarlo. Es que, muchos advierten que las universidades no son el mejor rival para un Gobierno y con este veto se inició una pelea capaz de erosionar al Presidente hasta su último día en la Casa Rosada. Varios referentes habían advertido a los funcionarios sobre la inconveniencia de elevar el conflicto, que no terminará con el veto. Las universidades no son enemigas para tener. Están en todos lados y llegan a mucha gente. La mayoría tiene prestigio y todas movilizan sus comunidades. El conflicto universitario no terminó con el veto. La pulseada que se viene ahora es el debate por el Presupuesto 2025 que incluirá una nueva batalla por el financiamiento, al que Milei destinó solo la mitad de lo que piden los rectores.
 
Lejos de desanimar la participación, el veto despertó la movilización estudiantil en todo el país. Ya le señalaron cuán difícil le resultará gobernar contra una sociedad dispuesta a tomar las calles para expresar su disidencia con el ataque a las universidades. El libertario intentó desacreditar la protesta tildándola de "política", lo que es inadmisible. Si Milei define un recorte arbitrario de gastos en un área determinada del Estado y la sociedad entiende que debe manifestar su oposición a ese recorte, ¿por qué la decisión oficial no sería "política" pero sí lo sería la protesta que se le opone? Milei fue votado por una mayoría, pero de ello no se deduce que haga lo que le venga en ganas y que la sociedad avale cualquier medida.
 
La universidad pública puede mejorar y debe hacerlo. Pero esos cambios no pueden transformarse en un argumento para desacreditarla y recortarle el presupuesto. Desfinanciarla para cerrarlas, privatizarlas, arancelarlas o tirársela a las provincias, estos métodos siniestros no son la solución. La educación pública es un factor central en la movilidad social ascendente, valorados por la sociedad, que sabe por experiencia propia o de sus antepasados lo que han implicado para sus familias. La universidad es parte indisoluble de la identidad de la sociedad argentina, que no está dispuesta a sacrificarla como ofrenda al "déficit cero" de Milei.
 
¿No es hora de que Frigerio se empiece a diferenciar del extremismo anti estatista, cipayo y agresivo de Milei? ¿No es hora que Frigerio salga a defender las ideas del Estado presente, la promoción social, la obra pública para el desarrollo provincial y la ratificación del subsidio en temas críticos, sea el transporte público o las jubilaciones provinciales? Entre la dirigencia entrerriana mayoritaria -peronismo, macrismo, UCR- se impone la idea de mejorar lo que está mal en el Estado, sobre la finalidad libertaria de destruir el Estado o reducirlo a su mínima expresión. Lo que se vio en la votación de los diputados entrerrianos. Es una paradoja que habiendo ganado Milei sean tan pocos los dirigentes que sostienen su discurso en la provincia. Es que, cualquier modelo económico debe cerrar "con la gente adentro".
En el imaginario social, muchas familias entrerrianas encontraron que, ante los problemas de la escuela pública, podían contar con la educación privada. O de gestión privada. Aunque no haya mucha diferencia entre una y otra, la distinción se impuso. Eso no ha ocurrido con la universidad pública, que sigue siendo más valorada. Además, no se la aprecia sólo por las carreras, sino también por lo que produce en investigación científica y de extensión social.
 
Para la educación pública, dentro de la cual la formación universitaria es sólo un capítulo, hace falta una política específica. El "déficit cero" es una meta económica en la Argentina inflacionaria. Sin embargo, se trata de un fin económico: de ningún modo ese objetivo puede ser entronizado como único norte de una gestión. O en todo caso: con independencia de si se puede o no, al cruel gobierno libertario no le alcanza. Gobernar es más que presupuestar.
 
La obcecación libertaria que a todo le recusa con el "no hay plata" y la invocación del "déficit cero" es insuficiente e inconducente. Al reducir el universo de los intereses sociales a la unidimensionalidad de una discusión de caja, el oficialismo enfrenta una complicación. El equilibrio fiscal perfila con claridad una "Argentina deseada" en el plano de las variables económica, pero no tiene correlato alguno con el diario sufrir de entrerrianos y argentinos.
 
En primer término, Milei no puede explicar por qué el "déficit cero", entronizado como panacea macroeconómica, es tan "bueno" si no sirve para darles un aumento a los jubilados equivalente a dos kilos de milanesas; ni para mejorar el financiamiento de las universidades. En segundo lugar, la gestión libertaria tampoco aclara para qué los ciudadanos pagan sus impuestos, con una enorme presión fiscal agravada por los tarifazos, si sus ingresos no van a servir para cubrir los medicamentos de los ancianos ni la educación de los jóvenes.
 
Donde hay un insulto falta un argumento. Y a Milei le sobran los agravios y le faltan las razones para enfrentar las marchas universitarias que desautorizan su relato. Milei redondeó un planteo de mecha corta e incoherencia larga. En un mensaje a los jóvenes escribió: "No permitan que los usen políticamente los golpistas". Después de que un grupo de diputados nacionales libertarios visitó en la cárcel a Alfredo Astiz, hallado culpable de perpetrar delitos de lesa humanidad en la última dictadura tanto por la Justicia de la Argentina como por la de Francia, si algo debiera vetar este Gobierno es el uso del sustantivo "golpista" en los textos oficialistas. Hay muchos golpistas, de los de verdad, que lejos de estar en contra la gestión libertaria, se ven representados por sus dirigentes.
 
Es cierto que la educación pública (incluyendo la superior) tiene problemas. Pero en lugar de que Mieli asuma su responsabilidad, van a la carga contra la universidad con argumentos remanidos, tales como contabilizar cuántos alumnos tiene el sistema y cuántos se reciben: el Estado no financia las universidades por su número de estudiantes. Ni hablar de la nueva mentira libertaria en torno de la supuesta falta de controles del gasto universitario. Pregonar que las universidades deben ser auditadas es una redundancia: claro que deben ser y de hecho lo son, pero ese control es responsabilidad del Gobierno libertario. Controles hubo siempre. Inacción por parte de los Gobiernos, también.
 
Es evidente que Milei vino a destruir la educación pública en la Argentina. Las universidades han hecho realidad la movilidad social ascendente. Y con ella, han llenado de contenido el concepto de igualdad ante la ley: el origen de una persona no es su destino. Sin universidades públicas, la Argentina sería una verdadera sociedad de castas, con el inmovilismo social como norma fatalista. Como dijo el contraalmirante Arturo Rial en 1955: "Sepan ustedes que la Revolución Libertadora se hizo para que, en este bendito país, el hijo del barrendero muera barrendero". Es que la oligarquía no quiere saber nada con que la gente que no es rica se eduque en la universidad. Así desfinanciar la educación no es el camino para combatir a "la casta". Es, más bien, la alternativa para constituir una sociedad totalmente desigual, privilegiando a la casta de los ricos.
 
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