Por Valeria Migueles - 06-05-2010 / 19:05
1919- 7 de mayo -2010: El 91º Aniversario del Natalicio de Evita
Génesis política de Eva Perón
Eva Perón.
Esa gran revolucionaria conocida como Evita o María Eva Duarte de Perón, nació en Los Toldos, Provincia de Buenos Aires, el 7 de mayo de 1919.
Llegó a lo más alto partiendo desde muy abajo, murió joven y en el esplendor de su vida, promovió el reconocimiento de los derechos de los trabajadores y de la mujer argentina, entre ellos el sufragio femenino, y realizó una amplia obra social desde la Fundación que llevaba su nombre.
Su presencia, amada por el pueblo hasta el misticismo y odiada por la oligarquía hasta la profanación de su cadáver, marcó los orígenes, la consolidación y la perdurabilidad del peronismo, tal como la recuerda el gran poeta José María Castiñeira de Dios:
"Yo he de volver como el día
para que el amor no muera
con Perón en mi bandera
con el pueblo en mi alegría.
¿Qué pasó en la tierra mía
desgarrada de aflicciones?
¿Por qué están las ilusiones
quebradas de mis hermanos?
Cuando se junten sus manos
volveré y seré millones".
Marginación y pobreza
Eva fue hija natural de Juan Duarte y Juana Ibarguren, ambos hijos de inmigrantes vascos-franceses. Juan Duarte, conocido como "el Vasco" por los vecinos, era un estanciero e importante político conservador de Chivilcoy, una ciudad cercana a Los Toldos y Juana Ibarguren era una mujer sencilla de pueblo.
Juan Duarte mantenía dos familias, una legítima en Chivilcoy y otra ilegítima, en Los Toldos, con Juana Ibarguren. Se trataba de una costumbre generalizada en el campo, para los hombres de clase alta, antes de los años '40 que aún es frecuente en algunas zonas rurales del país. Juntos tuvieron cinco hijos, pero Juan Duarte no reconoció a ninguno de ellos: Blanca, Elisa, Juan Ramón, alias Juancito, Erminda Luján y Eva María.
Eva viviría en el campo hasta 1926, cuando el padre falleció y la familia quedó desprotegida completamente, debiendo abandonar la estancia en la que vivían. Estas circunstancias de su niñez, en las condiciones de gran discriminación de los primeros años del siglo XX, marcaron profundamente a Eva.
Una vez en el gobierno, el peronismo en general y Evita en particular, impulsarían avanzadas leyes antidiscriminatorias para igualar a las mujeres con los varones y a los niños entre sí, sin importar la naturaleza de las relaciones entre sus padres, proyectos que fueron muy resistidos por la oposición, la Iglesia y las Fuerzas Armadas.
Finalmente en 1954, dos años después de la muerte de Eva, el peronismo logró sancionar una ley eliminando las discriminaciones más infamantes (hijos adulterinos, sacrílegos, mánceres, naturales, etc.), aunque manteniendo la diferencia entre hijos legítimos e ilegítimos. El propio Perón había sido registrado como hijo ilegítimo.
Cuando falleció su padre en 1926 la familia entera viajó a Chivilcoy para asistir al velorio, pero la familia "legítima" le prohibió la entrada en medio de un gran escándalo. Debido a la intervención de un hermano político del padre, quien era por entonces intendente de Chivilcoy, pudieron acompañar el cortejo hasta el cementerio y asistir al entierro.
Ahí aprendió lo que era la marginación y la pobreza. Una marginación que fue luego la causa de su crecimiento político y una pobreza que le proporcionó la oportunidad de hacer justicia.
Para Evita el hecho tuvo una honda significación emocional vivenciado como una suma de injusticias. Ella misma hará alusión a ello en La razón de mi vida:
Para explicar mi vida de hoy, es decir lo que hago, de acuerdo con lo que mi alma siente, tuve que ir a buscar, en mis primeros años, los primeros sentimientos... He hallado en mi corazón, un sentimiento fundamental que domina desde allí, en forma total, mi espíritu y mi vida: ese sentimiento es mi indignación frente a la injusticia. Desde que yo me acuerdo cada injusticia me hace doler el alma como si me clavase algo en ella. De cada edad guardo el recuerdo de alguna injusticia que me sublevó desgarrándome íntimamente.
Infancia en Los Toldos
Muerto Juan Duarte, la familia de Eva quedó completamente desprotegida y Juana Ibarguren debió trasladarse con sus hijos a Los Toldos, que fue originalmente una toldería mapuche, es decir un pueblo indígena.
Durante la infancia de Evita, los Toldos era una pequeña población pampeana, de tipo rural, vinculada a la actividad agro-ganadera, específicamente trigo, maíz y ganado vacuno. La estructura social estaba controlada por el estanciero, propietario de grandes extensiones de tierra, que establecía relaciones de tipo servil con los peones de campo y con los arrendatarios.
La muerte del padre agravó seriamente la situación económica de la familia. Al año siguiente Eva ingresó a la escuela primaria, la que cursó con dificultades. Sus hermanas han contado que ya por entonces gustaba de mostrar su gusto por la declamación dramática y sus habilidades como malabarista.
Adolescencia en Junín
En 1930, su madre decidió mudar a la familia a la ciudad de Junín. Evita tenía por entonces 11 años. Allí la familia Duarte comenzó a prosperar sobre la base del trabajo de Juana, y sus hijos. Evita ingresó a la escuela Nº 1 de la que egresaría con su educación primaria completa.
A medida que la situación económica de la familia fuera mejorando debido al trabajo de los hijos mayores, sobre todo el de Juan, los Duarte se mudarían primero a una casa más amplia, donde Juana organizó un comedor hogareño para el almuerzo.
En Junín afloró la vocación artística de Eva. En la escuela se destacaba abiertamente por la pasión que mostraba por la declamación, la actuación y la participación en cuanto espectáculo se organizase en la escuela, en el Colegio Nacional, en el cine del pueblo o en las audiciones radiales.
En esta época Eva muestra también sus condiciones para el liderazgo, acaudillando a uno de los grupos de su grado. El 3 de julio de 1933, día de la muerte del ex presidente Hipólito Yrigoyen, derrocado tres años antes por un golpe de Estado, Eva fue a la escuela con un moño negro sobre el guardapolvo.
El 2 de enero de 1935, Eva, con tan solo 15 años, migró definitivamente a Buenos Aires. La película Evita y algunas biografías sostienen que Eva Duarte viajó en tren a Buenos Aires con el famoso cantor de tango Agustín Magaldi, luego de que este realizara una presentación en Junín.
Sin embargo, los biógrafos de Eva, Marysa Navarro y Nicholas Fraser, han destacado que no hay registros de que Magaldi haya cantado en Junín en 1934 y su hermana relata que Eva viajó a Buenos Aires acompañada de su madre, quien permaneció con ella hasta que obtuvo un empleo.
Llegada a la Capital y carrera como actriz
Eva Duarte fue parte del gran proceso migratorio interno, del campo a las ciudades, que comenzó luego de la crisis económica de 1929. Esta gran migración tuvo como protagonistas a los llamados cabecitas negras, un término despectivo y racista utilizado por las clases media y alta de Buenos Aires para referirse a esos migrantes no europeos, diferentes de los que habían caracterizado la inmigración en Argentina hasta ese entonces.
La gran migración interna de los años '30 y '40 y los llamados cabecitas negras constituyeron la mano de obra que impulsó el desarrollo industrial en Argentina y fueron la base social del naciente peronismo a partir de 1943.
A poco de llegar Eva Duarte obtuvo un empleo para actuar en un papel secundario en la compañía teatral de Eva Franco, una de las principales de la época. El 28 de marzo de 1935 debutó profesionalmente en la obra La Señora de los Pérez, en el Teatro Comedias. Al día siguiente el diario Crítica realizó el primer comentario público que se conoce sobre Evita: Muy correcta en sus breves intervenciones Eva Duarte.
Durante los siguientes años Eva transitará un camino de pobrezas y humillaciones, viviendo en pensiones baratas, y actuando esporádicamente para las compañías de teatro. Su acompañamiento principal en Buenos Aires fue su hermano Juancito Duarte, cinco años mayor que ella, el hombre de la familia, con quien mantuvo siempre una estrecha relación y que también había migrado a la capital pocos meses antes de que lo hiciera Eva.
Eva es recordada por la gente que la conoció entonces como una jovencita morocha, muy flaca y débil, que tenía el sueño de convertirse en una actriz importante, con una gran alegría, fuerza y sentido de la amistad y la justicia.
El avance personal
Lentamente Eva fue logrando reconocimiento, participando primero en películas como actriz de segunda línea, también como modelo, apareciendo en la tapa de algunas revistas de espectáculos, pero sobre todo comenzó una carrera exitosa como locutora y actriz de radioteatros. En agosto de 1937 obtuvo su primer papel en un radioteatro. La obra, que se transmitía por Radio Belgrano, se llamaba Oro blanco y estaba ambientada en la vida cotidiana de los trabajadores del algodón en el Chaco.
A fines de 1938, con 19 años, Eva logró encabezar el elenco de la recién creada Compañía de Teatro del Aire. El primer radioteatro que puso en el aire la compañía fue Los jazmines del ochenta, de Héctor P. Blomberg, por Radio Mitre, de lunes a viernes.
Paralelamente comenzó a actuar más habitualmente en películas como El más infeliz del pueblo, con Luís Sandrini, La carga de los valientes y Una novia en apuros.
En 1942 dio el salto definitivo a la estabilidad económica al ser contratada por la Compañía Candilejas, auspiciada por la empresa Jabón Radical, que difundiría todas las mañanas por Radio El Mundo un ciclo de radioteatros.
Ese mismo año Eva fue contratada por cinco años para realizar diariamente por la noche, un radioteatro llamado Grandes Mujeres de todos los tiempos, en el que se dramatizaban las vidas de mujeres famosas. Se transmitió por Radio Belgrano y se hizo sumamente popular.
Entre el radioteatro y las películas Eva finalmente logró una situación económica estable y cómoda. De este modo, en 1942 pudo abandonar las pensiones y comprarse su propio departamento, frente a los estudios de Radio Belgrano, ubicado en el exclusivo barrio de Recoleta, en la calle Posadas 1567, el mismo donde tres años después comenzaría a vivir con Juan D. Perón.
El 3 de agosto de 1943 Eva comenzó a intervenir sindicalmente y fue una de las fundadoras de la Asociación Radial Argentina (ARA), primer sindicato de los trabajadores de la radio.
Los cabecitas negras
En 1944 la Argentina atravesaba un momento crucial de transformaciones económicas, sociales y políticas. Económicamente, el país había cambiado completamente su estructura productiva debido a un gran desarrollo de la industria por el proceso de sustitución de importaciones. En 1943 la producción industrial había superado a la producción agropecuaria por primera vez.
Socialmente, el país estaba viviendo una gran migración interna, del campo a las ciudades, empujada por el desarrollo industrial que requería de mano de obra. Ello llevó a un amplio proceso de urbanización y un notable cambio de la población en las grandes ciudades, especialmente Buenos Aires debido a la irrupción de un nuevo tipo de trabajador y trabajadora no europeos.
Fueron llamados despectivamente cabecitas negras por las clases medias y altas, debido a que usualmente tenían el pelo, la piel y los ojos más oscuros que el de algunos inmigrantes europeos. La gran migración interna se caracterizó también por la presencia de una gran cantidad de mujeres buscando ingresar al nuevo mercado de trabajo asalariado que estaba creando la industrialización.
Políticamente, el país vivía una crisis profunda de los partidos políticos tradicionales que habían convalidado un sistema corrupto y abiertamente fraudulento. Ese período es conocido en la historia argentina como Década Infame (1930-1943).
La oligarquía ganadera
Gobernaba el país, gracias al escandaloso fraude electoral, la más rancia oligarquía ganadera, que se desentendía de los dramas sociales de la mayoría de la población y se dedicaba a aprovechar los beneficios de la crisis: compraba por monedas campos que antes valían millones; monopolizaba los créditos que los bancos oficiales les negaban a los chacareros, peones y trabajadores; rebajaba los sueldos de sus asalariados y aumentaba notablemente sus márgenes de ganancia, predicando el sacrificio ajeno "para salir de la crisis" y practicando el despilfarro propio gracias a aquel sacrificio.
Ante la corrupción escandalosa del gobierno conservador el 4 de junio de 1943 se produjo un golpe de Estado militar que abrió un confuso período de reorganización y realineamiento de las fuerzas políticas.
Juan Perón y el peronismo
Al producirse el golpe militar el teniente coronel Juan D. Perón era un joven integrante de la tercera fila del nuevo gobierno.
En 1943, poco tiempo después de comenzado el gobierno militar, un grupo de sindicatos mayoritariamente socialistas y sindicalistas revolucionarios, encabezados por el dirigente sindical más importante de la década del '30, el socialista Ángel Borlenghi, tomó la iniciativa de establecer contactos con oficiales jóvenes que tuvieran simpatía por los reclamos de los trabajadores.
Del lado militar, fueron los coroneles Juan Perón y Domingo Mercante quienes encabezaron el grupo militar que resolvió hacer una alianza con los sindicatos para impulsar el programa histórico que el sindicalismo argentino venía proponiendo desde 1890.
Perón entendió que había que ocuparse del movimiento obrero emergente que crecía al calor de las migraciones internas de los años 30 y del desarrollo de la industria.
La alianza militar-sindical encabezada por Perón y Borlenghi fue imponiendo grandes conquistas laborales (convenios colectivos, Estatuto del Peón de Campo, jubilaciones, etc.) y ganando en consecuencia un apoyo popular que le permitió comenzar a ocupar posiciones importantes en el gobierno.
El primer cargo lo obtuvo Perón, cuando fue designado al frente del insignificante Departamento de Trabajo. Poco después obtenía que el departamento fuera elevado a la importante jerarquía de Secretaría de Estado.
Paralelamente al avance de las conquistas sociales y laborales obtenidas por el grupo sindical-militar dirigido por Perón y Borlenghi, y al creciente apoyo popular al mismo, comenzó a organizarse también una oposición encabezada por los grupos patronales oligárquicos, militares y estudiantiles tradicionales, con la conducción abierta de la embajada de Estados Unidos, que fue ganando apoyo en la clase media y alta.
Encuentro de Eva con Juan Perón
Eva, con 24 años, conoció a Perón el 22 de enero de 1944 en un acto realizado en el estadio Luna Park por la Secretaría de Trabajo y Previsión con el fin de condecorar a las actrices que más fondos habían recaudado en la colecta de solidaridad con las víctimas del terremoto que asoló la ciudad de San Juan.
Su encuentro con el Coronel Perón signa sus vidas por el amor que se despierta entre ambos y la pasión compartida por la justicia social. En plena juventud Eva uniría su vida a la del hombre que transformaría los destinos de la Argentina moderna.
Eva siguió desarrollando su carrera artística y ese año resultó elegida presidenta de su sindicato, la Asociación Radial Argentina y colabora con la labor de la Secretaría de Trabajo y Previsión.
Comenzaba una época destinada a marcar definitivamente la historia argentina. Plena de cambios revolucionarios en el terreno social y donde se logró la mayor redistribución del ingreso de la historia argentina en sentido progresivo equiparando por primera y única vez la distribución de la renta entre los que la producían -los trabajadores- y los que la disfrutaban -los patrones-.
El 17 de octubre de 1945
Eva y Perón ya estaban viviendo juntos en el departamento de esta última, de la calle Posadas, en el año 1945, que fue clave para la historia argentina.
La confrontación entre sectores sociales se agudizó y el conflicto se transformó en peronismo y antiperonismo, pueblo vs oligarquía terrateniente.
El 8 de octubre se produjo un golpe de Estado dirigido por el general Eduardo Avalos que exigió y obtuvo la renuncia de Perón. Durante una semana los grupos antiperonistas tuvieron el control del país pero no pudieron hacerse con el poder.
El 13 de octubre Perón fue detenido y confinado en la Isla Martín García. Parecía que Perón había sido definitivamente desplazado de la actividad política y que, en el mejor de los casos, se retiraría con Eva, para vivir en la Patagonia.
Sin embargo a partir del día 15 de octubre los sindicatos comenzaron a movilizarse para exigir la libertad de Perón, hasta desencadenar la histórica manifestación del 17 de octubre que finalizó con su liberación, provocó la recuperación de las posiciones en el gobierno que tenía la alianza militar-sindical y abrió el camino para la victoria en las elecciones presidenciales de 1946.
Los sucesos del 17 de octubre la encuentran tratando de convencer a los trabajadores y militares nacionalistas para que pidan la libertad de quien impulsó todas las reformas sociales en esa época.
La actividad de Eva el 17 de octubre de 1945 es discutida por algunos historiadores. Pero en la historia del peronismo existe un reconocimiento unánime sobre el hecho de que Evita realizó una tarea decisiva en la movilización de los trabajadores que ocuparon Plaza de Mayo. Los testimonios son abundantes en señalar que el movimiento que liberó a Perón fue organizado por los sindicatos en todo el país y la CGT, pero el impulso que le dio Evita para lograr la liberación del Perón detenido desempeñó un papel político protagónico.
Eva, en las jornadas de octubre de 1945, encarnó, como nadie, la rebeldía popular que significó el surgimiento del peronismo. No se resigna, no abandona ni rehuye el cumplimento de su misión. Fue una militante, una agitadora de masas que buscó, y consiguió, transformar el curso de la historia, con la autentica cara del peronismo, la que perdurara por siempre, la del pueblo movilizado y la acción de las masas como protagonistas del cambio.
Valiente, decidida, sin vacilaciones en las horas difíciles que tuvo que afrontar ese día, María Eva Duarte comenzó a ser Evita, la revolucionaria, la abanderada de los humildes. Porque si Eva Duarte ha trascendido como "Evita" es precisamente por haber levantado su voz contra las estructuras injustas del privilegio.
Escribe: Valeria Migueles
Secretaria General del Consejo Departamental del PJ de Paraná