Nacionales - 01-09-2010 / 21:09
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL DE LOS ÚLTIMOS DÍAS. KIRCHNER VS. CLARÍN Y LA NACIÓN, LOS K PELEAN CONTRA LA REALIDAD
Con la “historia oficial” sobre Papel Prensa, a Kirchner, se le escapó la tortuga
Kirchner está convencido de que perdió las elecciones de 2009 por culpa de Clarín y cree que, si se tiene que retirar derrotado del poder en 2011, Clarín lo va a hacer meter preso por las denuncias de corrupción, como a Carlos Menem.
El escabroso contrapunto entre el kirchnerismo y los dos conglomerados mediáticos más fuertes del país fue la noticia de la semana. Alegando supuestos delitos de lesa humanidad, los Kirchner pretendieron quedarse con la empresa Papel Prensa, para premiar a los medios "amigos" que subvenciona o los del Estado que ellos administran y excluir a los críticos. La artimaña zozobró 48 horas después, porque la historia oficial que los K expresan sobre los periodistas y la prensa no se lo traga nadie; ni siquiera ellos mismos.
Las contradicciones del informe, la falta de evidencias, la negativa inmediata de varios mencionados en la "historia oficial", la desaprobación de importantes empresarios a confirmar con su presencia una fábula que les sonaba equívoca y la inquietud que se creó en varias embajadas importantes, obligaron a los K a pisar el freno y parar el "linchamiento" de los directivos de Clarín y La Nación.
El problema no es el papel para los diarios, sino la pauta publicitaria. A ningún medio la falta el papel, pero varios han dejado de existir por falta de pauta publicitaria del Estado, como recientemente le ocurrió al diario "Crítica de la Argentina". Y esto no lo manejan Clarín y La Nación, sino que lo manipulan Néstor y Cristina Kirchner.
De la redacción de La Opinión Popular
"Historia oficial" sobre Papel Prensa
El empresariado hurtó el cuerpo, al igual que muchos gobernadores, y apenas un poco más que la flor y nata de los embajadores. Y escoltada exclusivamente por partidarios k, Cristina de Kirchner capitaneó un show para hablarle al país.
Por cadena nacional, informó de las consecuencias de una pesquisa teatralmente titulada "La verdad", que condujo el inefable Guillermo Moreno, en una investigación de dudosa objetividad y legalidad, lejos de las formas que tiene la Justicia para garantizar los derechos de los acusados.
Así, el kirchnerismo imputó a los dueños de los diarios "Clarín" y "La Nación", compradores de Papel Prensa en 1976, de "complicidad" con la dictadura, de haber "extorsionado" a la familia de David Graiver -muerto en un accidente en México ese mismo año- para que vendiera las acciones de esa empresa a un precio vil, bajo presión de los compradores o, como afirmaron el canciller Héctor Timerman y Osvaldo Papaleo, en una mesa de torturas.
Lo cierto es que el comportamiento de los grandes medios, como Clarín y La Nación, durante la dictadura en 1976, fue complaciente con el Gobierno militar.
Del mismo modo que Cristina y Néstor Kirchner, en lugar de defender los derechos humanos cuando eran avasallados en 1976, se dedicaron a enriquecerse aprovechando una ley confiscatoria de la dictadura. Ni Clarín, ni La Nación, ni los Kirchner estuvieron al frente de la lucha contra la dictadura militar.
No sabemos todo lo que hicieron los dueños de los multimedios durante la dictadura, pero maliciamos que unos querubines no son. Pero haber hecho negocios en esos tiempos no los convierte en represores.
De igual manera que los Kirchner hayan utilizado una norma de la dictadura para embargarles casas a deudores en apuros económicos y beneficiarse con ello, tampoco significa que sean represores.
Porque una cosa es criticar una conducta reprochable, y otra cosa muy distinta es acusar a los dueños de medios como Héctor Magnetto y Bartolomé Mitre de haber participado activamente de la tortura y la represión.
Quedó en evidencia que Néstor y Cristina remueven en los años del genocidio militar para usar lo que encuentren para ensuciar disidentes, opositores o enemigos.
Refutación de los multimedios
Inmediatamente, los multimedios aludidos publicaron entrevistas al hermano del accidentado Graiver, Isidoro Graiver y a Gustavo Caraballo, ex embajador argentino ante la UNESCO, y María Sol Graiver, hija de David, en las que éstos destruyeron el intento kirchnerista de vincular la venta de Papel Prensa "con la represión de la dictadura" y confirmaron el carácter lícito de la operación.
Graiver y Caraballo aseveraron que jamás Lidia Papaleo de Graiver, esposa de David, que en 1977 fue detenida, torturada y mantenida en cautiverio, vinculó su detención con las presuntas maniobras de Papel Prensa, cuya venta se había realizado el año anterior. La misma Lidia Papaleo manifestó, ante el fiscal de La Plata, que se encontraba en libertad al transferir la empresa.
¿Quienes eran los Graiver?
Lo real es que, en 1976, los Graiver eran unos empresarios picaros que se pasaban de "vivos", banqueros muy "rápidos" que negociaban con los militares y le manejaban el dinero de los secuestros al grupo Montoneros. Terminaron mal, hostigados por ambos.
Así fue secuestrada por la dictadura, varios meses después de la venta de Papel Prensa, la familia Graiver sometiéndola, a todo tipo de vejámenes. Y los Graiver transitaron por la tortura no por su vínculo político sino por la exigencia de los militares de encontrar el dinero que Born había pagado por su secuestro a los Montoneros.
En un escrito, Isidro Graiver enfatizó en las presiones soportadas por el grupo Graiver por parte de la organización Montoneros, que le había entregado 17 millones de dólares en custodia a David Graiver para que los blanqueara e invirtiera, fruto del secuestro de los hermanos Juan y Jorge Born, en septiembre de 1974.
Los guerrilleros exigían el reintegro de los recursos que administraban los Graiver, porque creían que el banquero no había muerto en el accidente aéreo, en agosto de 1976, sino que había huido con todo el dinero.
Durante 34 años se consideró que esa coacción de los guerrilleros habría influido en la necesidad que tenían los Graiver de vender rápidamente las empresas, más que la fantasiosa historia, plagada de errores y falsedades, del kirchnerismo, sobre la venta, bajo presión y torturas, de Papel Prensa.
La maniobra de acusar por delitos de lesa humanidad a los dueños de los multimedios y no prever que habría alegatos y pruebas en contra, como los de Isidoro y María Sol, dejaron la "historia oficial" en el bochorno y desmontada en menos de 48 horas.
Es indudable que Néstor Kirchner dejó pasar la oportunidad y cometió un error imperdonable. Como dijo Maradona: "se le escapó la tortuga". Justo cuando venían subiendo de a poco en las encuestas.
Los K pisan el freno
La maniobra pensada por los K se frustró, porque el kirchnerismo especulaba intervenir la empresa, para separar a los accionistas privados y que algún juez, como Oyarbide, enviara a prisión al CEO de Clarín, Héctor Magnetto, y al director de La Nación, Bartolomé Mitre, por delitos de lesa humanidad.
Lo que se encaminaba a ser un "episodio revolucionario" contras las "siniestras" corporaciones monopólicas, que motivara y movilizara a la "tropa propia" para ganar las elecciones en 2011, terminó en una denuncia judicial que llevará mucho tiempo investigar y en un proyecto de ley de incierto destino en un Congreso que los K no controlan más.
Las contradicciones del informe, la falta de evidencias, la negativa inmediata de varios mencionados en la "historia oficial", la desaprobación de importantes empresarios a confirmar con su presencia una fábula que les sonaba equívoca y la inquietud que se creó en varias embajadas importantes, obligaron a los K a pisar el freno y parar el "linchamiento" de los directivos de Clarín y La Nación.
Faltaron tantos que ...
Parafraseando a Macedonio Fernández, podemos decir que "esta vez faltaron tantos que, si faltaba uno más, no entraba".
El vacío de la embajadora de EE.UU., Vilma Martínez, y la ausencia casi total de empresarios (los presentes se contaron con los dedos de una mano) manifestó un duro golpe a la capacidad kirchnerista de someter voluntades.
Durante toda la semana, el secretario de Comercio Guillermo Moreno había ejercido presión sobre los empresarios para que asistieran al acto presidencial. El resultado fue demasiado exiguo. Las arbitrariedades por Fibertel, los bloqueos a las plantas de Siderar y la embestida por Papel Prensa, marcaron un límite en el ánimo de los empresarios.
El faltazo de los patrones de la UIA y la AEA, y el cambio de conducta que significó el comunicado de la UIA, la entidad políticamente más importante del empresariado, dado a conocer una hora y media antes del acto central, marcó un antes y un después en la tradición de sometimiento de los empresarios con el poder oficial. Minutos después, la Cámara de la Construcción, de Enrique Wagner, decidió no concurrir y la mayoría de los banqueros de Adeba tomaron igual camino. Dicen que "el capital es cobarde", pero esta vez se plantó.
Por su parte, el canciller Timerman viajó a Washington para informar lo que haría el Gobierno y buscar apoyo. Pero Vilma Martínez, la embajadora yanqui en Buenos Aires, no concurrió al show que montó la Casa Rosada después de recibir un llamado del Departamento de Estado.
Un portavoz de esa misma oficina, por primera vez en los ocho años de kirchnerismo, hizo público el interés de EE.UU. por el destino de la libertad de prensa en nuestro país. Timerman replicó a Washington que la libertad de prensa escasea en EE.UU., donde habría periodistas detenidos.
El problema no es el papel, sino la pauta publicitaria
Con una retórica agresiva y su estilo autoritario que nos recuerda a los setentas, pero no a la gloriosa JP, sino al gobierno de Isabel Perón, los Kirchner parecen resuelto a romper definitivamente las escasas relaciones que todavía pueden ligarlos con los sectores medios argentinos, y que necesitan imperiosamente para ganar en la segunda vuelta en 2011.
Kirchner ha resuelto instalar su candidatura en contra de los funestos pronósticos de todas las encuestas, y nadie tiene dudas que detrás del proyecto sobre el papel para los diarios se esconde la intención de los K de controlar la prensa, como una pieza clave en su estrategia electoral para el 2011.
El control de la información y la buena marcha de la economía son los elementos que tienen los pingüinos para esconder el hartazgo político de importantes sectores sociales, de la clase media urbana y rural, con ellos.
Kirchner dice que pelea contra los poderes monopólicos, pero lo único que busca, como ya lo mostró en su provincia y en el resto del país, es quitarle poder a la prensa independiente que no se somete a sus designios de perpetuarse en el poder.
Lo cierto es que Kirchner está convencido de que perdió las elecciones de 2009 por culpa de Clarín y cree que, si se tiene que retirar derrotado del poder en 2011, Clarín lo va a hacer meter preso por las denuncias de corrupción, como a Carlos Menem.
Pero el problema esencial no es el papel para los diarios, sino la pauta publicitaria. A ningún medio la falta el papel, pero varios han dejado de existir por falta de pauta publicitaria del Estado, como recientemente le ocurrió al diario "Crítica de la Argentina". Y esto no lo manejan Clarín y La Nación, sino que lo manipulan Néstor y Cristina Kirchner.
De la redacción de La Opinión Popular