Nacionales - 04-12-2025 / 08:12
TANTAS VECES ME MATARON, TANTAS VECES ME MORÍ. SIN EMBARGO, ESTOY AQUÍ, RESUCITANDO
Las 11 muertes del peronismo
Martillar el último clavo en el ataúd que encierra el cadáver del peronismo es una causa nacional que pronto cumplirá 80 años. Ahí, en 1946, radica la “cifra redonda”, el año fundacional, tanto del peronismo como movimiento de masas como del antiperonismo como irrenunciable leit motiv de buena parte de la sociedad argentina. Y así venimos desde hace décadas, matando al peronismo, dándolo por finiquitado, y asistiendo a sus múltiples y polifacéticas resurrecciones.
Martillar el último clavo en el ataúd que encierra el cadáver del peronismo es una causa nacional que pronto cumplirá 80 años. Ahí, en 1946, radica la "cifra redonda", el año fundacional, tanto del peronismo como movimiento de masas como del antiperonismo como irrenunciable leit motiv de buena parte de la sociedad argentina. Y así venimos desde hace décadas, matando al peronismo, dándolo por finiquitado, y asistiendo a sus múltiples y polifacéticas resurrecciones.
Como un destino nacional inexorable; "el hecho maldito del país burgués" que definió John William Cooke. En ese itinerario pueden indentificarse 11 muertes del peronismo, 11 episodios que el antiperonismo festejó como un Mundial para, poco después, volver a empezar.
Pero, ¿qué sería del antiperonismo, buceando ya en profundidades ontológicas, si el peronismo realmente muriera? Si combatir al peronismo en todas sus formas -rechazarlo, denostarlo y condenarlo- es la razón de ser de tantos argentinos, ¿qué vendría después? ¿Qué verían al asomarse a ese abismo nietzscheano que nos habita y nos acecha cuando el monstruo de afuera ya no esté?
La flamante victoria de La Libertad Avanza generó todo tipo de conjeturas sobre el futuro de un peronismo enredado en la miseria de sus internas y carente de una propuesta alternativa, capaz de seducir a una ciudadanía desencantada. Lo llamativo es que este contexto crítico se replicó en varias ocasiones desde los años 50 a la fecha y generó los mismos efectos.
"Ahora sí, este es el fin del peronismo", es un título redactado en numerosas ocasiones, siempre listo y nunca definitivo. Será porque los intentos por "matar" al peronismo han adoptado distintas formas: la proscripción, la represión, la fragmentación interna, la debacle económica, la derrota electoral. Cada uno de esos embates reforzó, de una manera u otra, su condición de fenómeno político persistente.
Los siguientes 11 episodios -las 11 muertes- lo ejemplifican.
1) 26 de julio 1952. La que fallece es Eva Duarte, "Jefa Espiritual de la Nación" y estandarte del "primer peronismo", cuando el país -al decir de Félix Luna- era una fiesta. Después de Evita, ¿qué?, era la pregunta. Las pintadas celebratorias repartidas por Buenos Aires ("viva el cáncer") expresaban el anhelo de que esa muerte de carne y hueso fuera el simbólico inicio de otra muerte, la de Perón, la de su gobierno y la de todo lo que el peronismo representaba. Muchos lo creyeron así.
2) 16 de septiembre de 1955. Golpe de Estado. Revolución Libertadora (para los peronistas, la "fusiladora"). Es el comienzo de una gigantesca operación cultural: la desperonización de la Argentina. La proscripción del peronismo y el exilio de 18 años de su líder son la punta del iceberg. Se demuelen estatuas, se destruyen bustos, se queman cuadros, se borra todo vestigio de peronismo al punto de prohibir, por ley, que se lo nombre en público. Pero en lugar de matarlo, lo que lograron fue fortalecer la identidad, al punto de que el sólo hecho de ser peronista se convirtió en un acto de resistencia.
3) 18 de marzo de 1962. El presidente Arturo Frondizi permite -sin levantar la proscripción- que distintas variantes del peronismo, camufladas con toda clase de eufemismos, presenten candidatos en las elecciones de medio término. Es una avalancha de victorias comarcales del peronismo, entre ellas la de Fernando Riera en Tucumán. Pero a Riera nunca le permitirían asumir la gobernación y, como cuenta la historia, se quedaría esperando bajo un naranjo de la plaza Independencia. Presionado por los militares, Frondizi anula las elecciones. Al peronismo se lo mataba cuando apenas asomaba la cabeza.
4) 2 de diciembre de 1964. Otro presidente radical, Arturo Illia, gobierna la Argentina. Perón está decidido a romper el exilio y regresar al país, por lo que -casi de incógnito, en plena noche madrileña- toma un vuelo de Iberia. El avión hace escala en Río de Janeiro poco después de las 9 de la mañana, pero las autoridades brasileñas están alertadas y -tras veloces gestiones del Gobierno argentino- le impiden seguir viaje. Hasta allí llegó la aventura, con un mensaje implícito: por más que lo intenten, no habrá más peronismo en la Argentina.
5) 1 de julio de 1974. Muere Juan Domingo Perón, a los 78 años, en ejercicio -por tercera vez- de la Presidencia de la Nación. Lo sucede su viuda, cabeza de un Gobierno caótico, tironeado por los extremos de un movimiento acostumbrado ya a resolver sus diferencias a los tiros. ¿Habrá peronismo sin Perón? Las dudas, más bien vaticinios negativos, se acumulan en infinidad de artículos y debates de la época.
6) 24 de marzo de 1976. El golpe no sólo corta de cuajo al peronismo en el poder; sume a la Argentina en la más oscura y espantosa de las noches. María Estela Martínez, la Presidenta derrocada, quedará presa durante años; idéntico destino sufren numerosos dirigentes peronistas. Otros son asesinados o desaparecidos. La película no deja de parecerse, en múltiples secuencias de su guión, a la de 1955. Es una nueva clase de desperonización, no menos cruenta.
7) 30 de octubre de 1983. El peronismo sufre su primera derrota en elecciones limpias e incuestionables. Es más bien una paliza la que Raúl Alfonsín le propina a Ítalo Luder, tan potente que deja groggy (¿vendría el nocaut?) a un movimiento que se percibía invencible en las urnas. La de ese peronismo del 83 es una foto rancia, colmada de personajes cuestionados, y por sí sola explica por qué se dudaba de su supervivencia. Salvando distancias y contextos, hay mucho de eso en la foto del peronismo de 2025. Claro que lo que vino después del 83 fue la renovación.
8) 24 de octubre de 1999. Uno de los efectos de la mutación neoliberal menemista fue la ruptura del peronismo. Muchos de sus cuadros emigraron al Frepaso y terminaron en el fallido experimento de la Alianza. Menem conservó el sello y su (no del todo querido) delfín Eduardo Duhalde perdió las elecciones. El fin de ciclo estaba claro por todos lados, en especial la sensación de que el peronismo, tal como se lo conocía, ya era historia.
9) 28 de junio de 2009. "El kirchnerismo ha dejado de existir". Así comienza el análisis que un connotado periodista (tucumano) firmó en un medio nacional. ¿A qué se debió la sentencia? A la derrota sufrida por Néstor Kirchner a manos de Francisco de Narváez en las elecciones de medio término celebradas en la Provincia de Buenos Aires. La gestión de Cristina Fernández venía azotada desde el año anterior por el enfrentamiento con las centrales agropecuarias, producto de la famosa "125" de Martín Lousteau y del voto "no positivo" del vicepresidente Julio Cobos en el Senado. La derrota de Kirchner se leyó, claramente, como el principio del fin.
10) 25 de octubre de 2015. Por primera vez la centro-derecha llega al poder en la Argentina por la vía electoral, sin proscripciones ni fraudes de por medio. Y lo hace de la mano de un candidato -Mauricio Macri- que desafía abiertamente al peronismo y lo derrota en el cuarto oscuro. Daba toda la sensación de que una nueva etapa se abría en el país, un tiempo en el que el peronismo, a la luz de la modernidad y de los desafíos del siglo XXI, había agotado el discurso y perdido su lugar. "El fin del peronismo", se dijo en voz alta. No fue hace tanto.
11) 26 de octubre de 2025. El electorado renueva su confianza en todo lo que Javier Milei promete, cruzando los dedos para que el sacrificio realizado a causa del ajuste empiece a traducirse en mejores condiciones de vida. El peronismo, derrotado una vez más, se lame las heridas. ¿Derrotado una vez más o para siempre?
Contextos cambiantes
"Cada vez que el peronismo parece haber llegado a su fin, termina reinventándose -explica la politóloga María Esperanza Casullo, autora de "Por qué funciona el populismo"-. Eso tiene que ver con su capacidad de adaptarse a contextos cambiantes y con una base cultural y emocional que excede a los liderazgos coyunturales. No es solo un partido: es una forma de entender la política y de organizar la sociedad".
El historiador Carlos Altamirano, coautor de "Los orígenes del peronismo", brinda su punto de vista: "hay una tendencia a dar por muerto al peronismo cada vez que parece perder el rumbo, pero esa predicción ignora que el movimiento no depende de un solo liderazgo. Si cayó Perón, surgió Menem; si se agotó Menem, apareció Kirchner; si se debilitó Cristina, surgirá otra figura. Esa capacidad de reemplazo es lo que lo mantiene vivo".
Esa plasticidad -que para algunos es una virtud y para otros una forma de oportunismo- ha permitido que el peronismo asuma gobiernos de signo ideológico muy diferente, desde el desarrollismo del primer Perón hasta el neoliberalismo de Menem y el estatismo kirchnerista. Sin embargo, todos se inscribieron en una narrativa común: la defensa del "pueblo" frente a las elites. En ese sentido, el peronismo no sólo sobrevive a sus enemigos, sino también a sí mismo.
Conviene seguirle el hilo al politólogo Marcos Novaro, autor de "Historia del peronismo" (1943-2019), y a su mirada más crítica. "Las nuevas generaciones no vivieron los mitos fundacionales. Para ellos, el peronismo es parte del sistema, no una alternativa. Si no logra conectar con los problemas contemporáneos, como la precarización laboral y el desencanto con la política, su capacidad de resurgir podría empezar a agotarse". Ese diagnóstico apunta a un dilema central, que es el permanente desgaste en un contexto de polarización ideológica, crisis económica crónica y fragmentación social. De allí que su principal fortaleza, la identidad popular, se vea en riesgo.
"Se ha dicho muchas veces que el peronismo es como el Ave Fénix -advierte Novaro-. Pero en realidad, más que renacer de las cenizas, nunca termina de morir. Es un movimiento que habita la crisis, se alimenta de ella y la transforma en oportunidad". ¿Será lo que viene? ¿O se cumplirá la profecía antiperonista por excelencia y, como todo llega a su fin, el peronismo accederá a acomodarse en el sarcófago y extinguirse de la vida política nacional?
Pr Guillermo Monti
Fuente: LA GACETA