Nacionales - 15-11-2025 / 10:11
DE MAL EN PEOR: LOS ERRORES QUE GOLPEAN AL GOBIERNO Y LAS PROMESAS QUE QUEDARON EN EL CAMINO
La falacia de los precios y la pobreza: la inflación sigue subiendo, pero el Indec no refleja la realidad
Desde mayo la tendencia inflacionaria es al alza pero el IPC del Indec está lejos del sufrimiento de los bolsillos argentinos. Fuertes subas sub representadas que marcan un pulso en la calle muy distinto al que registra la estadística oficial. Es la mentira de las canastas de pobreza e indigencia. En ese marco, el Gobierno de Javier "el Loco" Milei atraviesa un momento de creciente desgaste político y social, marcado por una serie de errores estratégicos, decisiones económicas controvertidas y promesas de campaña que se han diluido con el paso del tiempo.
Desde mayo la tendencia inflacionaria es al alza pero el IPC del Indec está lejos del sufrimiento de los bolsillos argentinos. Fuertes subas sub representadas que marcan un pulso en la calle muy distinto al que registra la estadística oficial. Es la mentira de las canastas de pobreza e indigencia. En ese marco, el Gobierno de Javier "el Loco" Milei atraviesa un momento de creciente desgaste político y social, marcado por una serie de errores estratégicos, decisiones económicas controvertidas y promesas de campaña que se han diluido con el paso del tiempo.
Aunque el presidente continúa sosteniendo su discurso de reformas estructurales y combate contra la "casta", distintos sectores señalan falencias de gestión, inconsistencias doctrinarias y retrocesos que han afectado tanto su imagen como el rumbo de la administración. Uno de los principales focos de crítica apunta a la política económica. Pese a haber prometido libertad absoluta de mercados, el oficialismo implementó un esquema de devaluaciones administradas que contradice su discurso inicial.
Mientras se aplicó un crawling peg que deterioró salarios, jubilaciones y capacidad de consumo, también se produjo un reacomodamiento financiero que impactó sobre pymes y sectores productivos. El desarme de instrumentos financieros, como las letras estatales, generó un clima de incertidumbre que especialistas atribuyen a errores propios de gestión más que a herencias recibidas.
La gobernabilidad es otro frente de debilidad. Sin una base legislativa sólida y con tensiones internas, el oficialismo se apoyó recurrentemente en decretos, lo que debilitó la capacidad de negociación y profundizó la distancia con fuerzas aliadas y opositoras. A ello se sumó un episodio político costoso: la fallida estrategia de forzar un plebiscito anticipado, que derivó en una derrota y dejó al Presidente expuesto en su momento de mayor fragilidad.
La estructura de poder extremadamente concentrada, especialmente en el círculo íntimo más reducido, manejado autoritariamente por su hermana Karina, también es señalada como un factor que limita la capacidad de reacción ante crisis. Otro golpe duro llegó con el escándalo de la criptomoneda LIBRA, impulsada desde sectores cercanos al oficialismo y que terminó desplomándose abruptamente.
La polémica, bautizada como "Cryptogate", dañó la credibilidad presidencial, instaló dudas sobre el rol corrupto de funcionarios vinculados al proyecto y abrió interrogantes sobre eventuales responsabilidades políticas. A esto se suman los efectos sociales del ajuste. Los recortes profundos en salud pública redujeron programas, afectaron personal y dejaron en situación crítica a áreas sensibles, lo que despertó fuertes cuestionamientos desde organizaciones médicas y sociales. La contradicción entre el discurso de eficiencia estatal y la caída de prestaciones esenciales alimenta críticas sobre la orientación del ajuste.
En paralelo, varias promesas centrales de campaña quedaron inconclusas. La privatización de Vaca Muerta y de empresas estatales no avanzó; la ruptura de vínculos comerciales con países catalogados como "comunistas" quedó en declaraciones simbólicas más que en acciones concretas; y el supuesto desmantelamiento del sistema de planes sociales no llegó acompañado de mejoras sostenibles en la asistencia. Incluso afirmaciones erróneas sobre vacunas, como en el caso de la prevención del dengue, generaron malestar por la falta de precisión en cuestiones de salud pública. Con este panorama, Milei enfrenta un desgaste que combina problemas económicos, errores políticos y promesas que no lograron materializarse.
La Opinión Popular
CRISIS ECONÓMICA
La inflación sigue subiendo, pero no refleja la realidad: la falacia de los precios y la pobreza
Por Nicolás Baccaro
Este miércoles se conoció el dato de inflación del mes de octubre que, por quinto mes consecutivo, marcó una tendencia alcista de los precios. Sin embargo, la suba registrada por el Indec desde el mes de mayo en adelante parece muy lejana a los números reales que enfrentan los bolsillos argentinos, cada vez menos alimentados por salarios estancados y depreciados. Los dibujos de Milei no alcanzan para tapar la realidad cada vez más angustiante que atraviesa la mayoría de la población argentina.
Quizás los datos que se conocieron ayer que con mayor crudeza reflejen esa distancia entre la estadística y la calle sean los referidos a las canastas básica y alimentaria. Según el instituto de estadística, la canasta básica alimentaria que indica la barrera para que una persona adulta no sea considerada indigente se ubicó en el mes de octubre en los $176.150. Dicho de otra manera, con ese monto una persona adulta tendría sus necesidades alimentarias cubiertas en un mes. La canasta básica total, que incluye además de los alimentos ítems como vivienda, salud, servicios y transporte, fue de $392.815. Esto quiere decir que para el Indec a un adulto sin nadie a cargo le alcanzaría un sueldo mensual de $400.000 para no ser considerado pobre.
Llevado a una familia cinco integrantes el número sigue siendo una tomada de pelo. Según el Indec, un hogar compuesto de una pareja y tres hijos de entre uno y cinco años necesitó en octubre solamente $572.488 para cubrir todas sus necesidades alimentarias y no caer en la indigencia. Mientras que para no ser pobres, el mismo grupo familiar necesitó de un ingreso de $1.276.649, con los que se supone que podría cubrir salud, educación, vivienda y servicios. En ambos casos, dividiendo ese total por cada uno de los cinco integrantes, da un monto mensual de $114.497 y $255.329 por persona respectivamente.
Pareciera una falta de respeto a una sociedad que sufre la crisis que el Gobierno comunique que en un grupo familiar alcanza con menos de $115.000 por persona para no ser indigente y con menos de $255.330 por integrante para no ser pobres. Lo peor incluso es que ambas canastas, a pesar de resultar tan inverosímiles, registraron en octubre la tercera suba más alta del año y la más fuerte desde el mes de marzo. Las dos aumentaron un 3,1%, casi un punto por encima del nivel general de aumento de los precios registrado por el Indec.
Otra cuestión pasa por cómo compone el Indec su estadística de precios y cómo evolucionan en la realidad. Sólo entre la primera semana de octubre, y por citar algunos ejemplos, el litro de nafta pasó de $1391 a $1453 (+3%), el kilo de nalga pasó de $15.500 a $17.300 (+10%), el puré de tomate de 500 gr creció de $930 a $1.000 (+18%), una Coca Cola de 600 ml. pasó de $2.000 a $2.200 (+10%).
El caso de la carne es ejemplificador. Durante algunos meses los precios estuvieron retenidos hacia abajo, y en las últimas semanas están sufriendo disparadas preocupantes, aún con las fiestas todavía lejos en el tiempo. El kilo de novillo en pie subió casi un 14% sólo en la última semana de octubre, pasando de los $3.112 a $3.542.
Otro rubro sensible que aumentó muy por encima de la inflación del Indec es el de los alquileres. Este ítem marcó una suba en octubre del 3.4%, un punto porcentual por encima del nivel general de precios. Pero incluso si se toman todas las subas en lo que va del año y los últimos doce meses, el cuadro empeora. Inquilinos Agrupados, una organización civil que sigue la problemática habitacional en el país, informó que frente al 25% de la suba general de la inflación entre enero y octubre de este año, los alquileres subieron un 62%. Comparando octubre 2024 con octubre 2025, el IPC creció un 32% mientras que los alquileres subieron un 87.3%.
Quien viene realizando un seguimiento pormenorizado de algunos precios es el consultor de la Celag, Alfredo Serrano Mancilla. Luego de que se conociera el IPC de octubre, Masilla afirmó que la inflación acumulada de la gestión Milei ya escaló al 241%, y comparó precios de artículos de primera necesidad en su valor actual contra el que tenían en noviembre del 2023. La sal fina por 500 gr, por ejemplo, pasó de $302 a $1.334 (+342%); el pan de mesa por 390 gr., trepó de $805 a $3.345 (+316%); el aceite de girasol de un litro subió de $1.273 a $5.012 (+294%); un sachet de litro de leche entera aumentó de $457 a $1.592 (+248%); el kilo de carne picada común pasó de $2.346 a $7.312 (+212%); la docena de huevos trepó de $1397 a $4050 (+190%); y el kilo de harina de trigo común 000 pasó de $323 a $915 (+183%).
A este preocupante cuadro de aumentos de precios se le suma el estancamiento, en el mejor de los casos, y las caídas de los salarios. Con el último dato del Indec (septiembre) se evidencia que con la suba del 1,4% de salario privado registrado y del 1,1% del salario en el sector público, los trabajadores continuaron perdiendo frente a la inflación, que en el mismo mes fue del 2,1%. Mientras que en el sector privado los salarios están apenas en el nivel de noviembre del 2023, los trabajadores públicos sufrieron una pérdida que ronda el 30%.
En este contexto se explica la persistente caída del consumo masivo, que parece no tener fondo desde que asumió el gobierno de Javier Milei. Incluso considerando que para sostener los paupérrimos niveles de consumo actuales, las familias argentinas deben recurrir cada vez más al endeudamiento o a gastar sus ahorros.
Así lo expresó el propio Indec en un informe reciente en el que expuso que el 37,4% de los hogares gasta sus ahorros para sostener sus consumos, un 14,2% lo hace recurriendo a préstamos y el 50,9% compra en cuotas o pide fiado. Lo más interesante del informe del Indec es que realiza una comparación con la situación en 2003, año de crisis económica tras la salida de la convertibilidad, con indicadores socioeconómicos trágicos y en el que, sin embargo, la población recurría mucho menos a sus ahorros o al crédito para consumir lo que necesitaba.
En 2003 el 19,9% de la población manifestaba gastar ahorros para sostener sus niveles de consumo, prácticamente la mitad de quienes lo hacen hoy. Sólo el 3,4% se endeudaba para hacerlo, frente al 14,2% de la actualidad, y tan sólo el 22% compraba en cuotas o de fiado, menos de la mitad de quienes recurren hoy a esa estrategia. Sin embargo, la pobreza ese año superaba el 57% según la propia medición del Indec, contra el 31% que el organismo registra en la actualidad.
Los números no cierran. La inflación oficial no se condice con lo que sufren los bolsillos argentinos cada vez que van a comprar lo que necesitan con su salario cada vez más depreciado. La caída en la pobreza que festeja el Gobierno, y que se calcula en base a estos números disociados de la realidad, no refleja lo que cualquier ciudadano experimenta cuando camina por calles cada vez más llenas de excluidos. La reivindicación que la sociedad le dio al oficialismo en las urnas no debería aislarlo de lo que vive realmente su pueblo. Aunque pareciera estar sucediendo todo lo contrario.
Fuentes: Diagonales.com y Agencia Nova