Nacionales - 15-11-2025 / 09:11
PATRIA NO, COLONIA SÍ: LOS COMPROMISOS QUE TOMÓ EL LIBERTARIO PARA FAVORECER A LOS YANQUIS
Miserable sumisión del gobierno del cipayo Javier Milei a Donald Trump
En una sincronía que se ha repetido en la historia, al tiempo que en Naciones Unidas el representante del gobierno argentino acusaba de corruptas a las víctimas de la dictadura y a sus familiares, en Washington se anunciaba un acuerdo con el gobierno de Javier "el Loco" Milei de subordinación y entrega. En Argentina, la violación de los derechos humanos, o su negación como en este caso, siempre tuvo su correlato con una relación de sumisión abyecta con Estados Unidos. La injerencia yanqui sobre su colonia argentina se profundiza.
En una sincronía que se ha repetido en la historia, al tiempo que en Naciones Unidas el representante del gobierno argentino acusaba de corruptas a las víctimas de la dictadura y a sus familiares, en Washington se anunciaba un acuerdo con el gobierno de Javier "el Loco" Milei de subordinación y entrega. En Argentina, la violación de los derechos humanos, o su negación como en este caso, siempre tuvo su correlato con una relación de sumisión abyecta con Estados Unidos. La injerencia yanqui sobre su colonia argentina se profundiza.
El miserable discurso pronunciado en la Comisión contra la Tortura de la ONU generó rechazo entre los demás presentes. En general, revictimizar a personas que han sufrido las peores aberraciones en torturas, violaciones, secuestros y desapariciones, genera repugnancia.
El funcionario al que le tocó jugar ese papel denigrante fue el subsecretario de Derechos Humanos, el siniestro Alberto Baños. Acusó a los organismos de derechos humanos, a las víctimas de la represión y a sus familiares de inventar la cifra de los 30 mil desaparecidos "para hacer negocio".
Este personaje tenía que responder preguntas sobre la represión del gobierno de Javier Milei a la protesta social y por el cercenamiento de políticas de derechos humanos. Pero eligió el papel más repulsivo para desacreditar a los organismos de derechos humanos que han sido quizás el aporte más democratizador que tuvo el proceso de transición democrática en la Argentina.
Baños es un exponente típico de un amplio sector del Poder Judicial. Se incorporó al fuero civil de la ciudad de Buenos Aires durante la dictadura y fue designado juez en el gobierno de Carlos Menem. Tuvo a su cargo algunos casos de resonancia, como la desaparición del policía de la Ciudad Arshak Karshanyan, en la que estaban sospechados miembros de esa institución. Baños hizo que la misma policía sospechada participara en la investigación y después de un tiempo dejó el caso sin resolver.
En otro caso, declaró prescripta la corrupción por el vaciamiento de Aerolíneas, lo que después tuvo que ser reconsiderado por otro tribunal. Y cuando se reabrió la investigación por la desaparición de las manos de Perón, la carpeta donde estaban los resultados de la investigación fue misteriosamente sustraída de su despacho.
No sería el sujeto más indicado para hablar de corrupción o para ser la cara de los derechos humanos de un gobierno que los respete. Más bien, su función ha sido hasta ahora liquidar las políticas de derechos humanos que la sociedad construyó laboriosamente desde la retirada de la dictadura.
Y en su presentación en Ginebra ante la Comisión contra la Tortura intentó ocultar la violencia institucional del gobierno del estafador Milei que todos los miércoles es pública y notoria cuando reprime con violencia a los jubilados.
La presentación tan sucia de Baños coincidió con el anuncio del gobierno de Estados Unidos del acuerdo con Milei que levanta aranceles aduaneros a los productos de ese país, elimina controles de calidad, así como controles sanitarios y se compromete a obstaculizar el ingreso de productos de otros países.
La contrapartida es cero. Estados Unidos no se compromete a nada que favorezca a los productos argentinos. Lo que se conoce del acuerdo afectará gravemente a la industria local como advirtió el gobierno de la provincia de Buenos Aires, donde se asienta gran parte de esa actividad. Hay una regla invariable en la historia moderna del país: la violación sistemática de los derechos humanos ha estado siempre relacionada con gobiernos que al mismo tiempo entregaron soberanía.
En la segunda mitad del siglo XX, enfrascado en la Guerra Fría, Washington abrió las puertas a los golpes militares, muchos de los cuales habían recibido formación en West Point o en la funesta Escuela de las Américas.
Y puso siempre al ministro de Economía, que por lo general fueron funcionarios de organismos financieros controlados por Estados Unidos, como Álvaro Alsogaray, o Krieger Vasena o José Alfredo Martínez de Hoz. Mucho nacionalismo militar de pico, pero entreguistas en lo concreto.
No se puede esperar nada bueno de un acuerdo cuando Estados Unidos está en plena ofensiva para retener o capturar mercados con más argumentos militares que económicos. No puede ofrecer nada porque su propia economía está en problemas. Ha puesto una flota en el Caribe y proferido amenazas contra Venezuela y Colombia.
La advertencia del gobierno bonaerense salió en defensa de la industria y la fuente de trabajo. Pero es la provincia más atacada, junto con Tierra del Fuego, por las políticas de Milei. La realidad argentina tiene situaciones paradójicas.
El gobierno macrista de María Eugenia Vidal sobreendeudó a la provincia en dólares por lo cual el gobierno de Axel Kicillof tendría que pagar vencimientos de 1500 millones de dólares al año. El gobernador renegoció y redujo los pagos casi a la mitad. Además de lo que tiene que pagar, la Casa Rosada le debe miles de millones de pesos que le corresponden y que no le entregan.
Junto con el proyecto de Presupuesto, envió al Congreso provincial un pedido de endeudamiento por tres mil millones de dólares, y los que sobreendeudaron a la provincia en el gobierno anterior le retacean el respaldo, aconsejados por Hernán Lacunza que fuera el ministro de Vidal que encabezó el sobreendeudamiento.
El desfinanciamiento de los hospitales ya produjo la salida de profesionales, deterioro edilicio y problemas con los equipos tecnológicos. La falta de mantenimiento de los trenes ya produjo dos descarrilamientos que por suerte no tuvieron víctimas fatales, como sí ocurrió en el de la estación Once.
Hay un círculo vicioso donde los que destruyen los bienes públicos, después acusan por las consecuencias de lo que ellos hicieron a los gobiernos subsiguientes que deben hacer grandes esfuerzos para reconstruir.
Con los trenes se dio un proceso de ese tipo. Se habló mucho de una falta de mantenimiento crónico, pero la responsabilidad central fue del menemismo que los malprivatizó y terminó de destruir lo que quedaba. Y cuando el kirchnerismo quiso arreglarlo, costaba lo mismo que la deuda con el FMI.
Los funcionarios kirchneristas fueron condenados por no controlar cómo se usaban los subsidios, como Juan Pablo Schiavi o por comprar material que iba a ser refaccionado reactivando talleres propios, como sucedió ahora con el exministro de Obras Públicas, Julio De Vido. El verdadero responsable de esa tragedia fue la privatización precaria que hizo el menemismo.
Están los que destruyen los bienes públicos y por las consecuencias de esa destrucción, como accidentes y otros desastres, critican a quienes tratan de construir lo que ellos destruyeron. Argentina tiene que romper ese círculo vicioso. Cuando salga Milei habrá que reconstruir todo, mientras se sufran las consecuencias de esa destrucción.
El ex CEO de Fiat y mileísta militante, Cristiano Rattazzi, afirmó que con este gobierno los habitantes del conurbano, que hasta ahora se dedicaban, según él, solo al narcotráfico, a robar o a recibir planes, a partir de la reforma laboral tendrán la posibilidad de dejar todo eso y dedicarse a trabajar. Mucha gente del conurbano votó ese concepto que los tiene de vagos.
Luis Bruschtein
Fuente: Página 12