Paraná - 03-11-2025 / 11:11
CONCEJAL PERONISTA DE PARANÁ
Emiliano Gómez Tutau: El futuro no se hereda, se pelea
Una generación entera dejó de creer en la política tradicional, y el desafío ya no es reorganizar estructuras sino recuperar el sentido. Lo que estamos discutiendo hoy no es un nombre ni una interna. Estamos discutiendo si seguimos mirando hacia atrás o si de una vez por todas empezamos a mirar para adelante.
Una generación entera dejó de creer en la política tradicional, y el desafío ya no es reorganizar estructuras sino recuperar el sentido. Lo que estamos discutiendo hoy no es un nombre ni una interna. Estamos discutiendo si seguimos mirando hacia atrás o si de una vez por todas empezamos a mirar para adelante.
Esa es la línea que separa a los que quieren cuidar un recuerdo de los que queremos volver a construir un futuro. Y hoy el peronismo, por más doloroso que suene, ya no puede explicar el país que habitamos.
Quedamos atrapados en el espejo retrovisor. Discutimos nombres cuando deberíamos discutir sentidos. Negamos la autocrítica, resistimos la renovación y confundimos identidad con nostalgia. Y ese vacío (el vacío de imaginación) no queda quieto: alguien más lo ocupa. Milei lo entendió antes que nosotros.
Por eso el desafío real no es Cristina, ni el armado, ni la estructura. Lo que nos desafía es la realidad, que es la única verdad, es evidente nuestra desconexión en la vida cotidiana y común de la gente.
Nuestra tarea no es "reordenar el movimiento": es reconstruir sentido. Volver a preguntarnos para qué militamos, para qué estamos en el Estado, para qué construimos poder, cuál es su propósito. Porque sin propósito, la política se vuelve un ritual sin razón.
No motiva, y un movimiento sin razón deja de ser movimiento.
El peronismo fue una revolución de sentido, de motivo y de propósitos, no un culto a la historia. Nuestro desafío no es conservar un mito, sino reencender una esperanza convocante, una razón de ser.
Ya no alcanza con repetir lo que fuimos: hay que atreverse a decir lo que podemos ser. Volver a representar el deseo de progresar, la voluntad de levantarse, la idea de comunidad. Entrar en contacto con la cotidianidad de la gente, y no con grandes explicaciones metafísicas.
No necesitamos templos partidarios: necesitamos territorios vivos. Esos que nosotros marginamos, recordamos sólo para las elecciones, son los que le dan vida a la realidad.
Hace meses lo dijimos: más de 190.000 gurises y gurisas podían definir el futuro de Entre Ríos. Y lo hicieron. De 1.160.000 habilitados, votaron 819.000. El 49% eligió a Milei. A nosotros, el 33%. El voto en blanco, un 10%.
No es una derrota electoral: es un síntoma cultural. La política tradicional perdió su magnetismo. El lenguaje del enojo y la frustración se volvió más convincente que el del recuerdo. No fue el miedo a la crisis, ni el mensaje de Trump, dejemos de repetir lo que dicen los consultores, Milei ofrece un horizonte distinto, nuestro pueblo no se asusta. Eso hay que leerlo sin miedo: una generación dejó de razonar sobre el sistema de valores nuestros, y sus imaginarios no los expresamos nosotros, y nosotras. Y menos aún los representamos.
Tenemos que animarnos a razonar distinto, a repensar nuestra manera de vincularnos al nuevo sujeto social, no con desprecio, ni superioridad, sino con humildad, reconociendo que no sabemos.
Esa generación que cree que la reforma laboral lo puede salvar, ese laburante que piensa que elegir su destino es ser libre, otro que entiende que la reforma previsional no le cambia nada porque de todas maneras va tener que laburar hasta su último aliento, ese ciudadano que siente que el Estado le da la espalda, esa familia que no consigue un crédito para su vivienda. Milei no los creó: los interpretó. Y nosotros dejamos de hacerlo.
Dejamos de ser vehículo para explicar la Argentina, para expresar deseos y nuevos imaginarios, no ofrecemos una idea clara de futuro. Ya no alcanza con decir "justicia social" si esa justicia no llega. Ya no sirve hablar de derechos si no garantizamos oportunidades.
Si queremos que el peronismo siga vivo, tenemos que asumir la responsabilidad generacional que nos toca: primero construir ámbitos, pelear el sentido del poder, ocupar los espacios, dar el debate, construir futuro. El futuro no se hereda: se pelea.
El peronismo no nació para conservar lo que hay. Nació para alterar el orden establecido. Tenemos que animarnos. Tal vez la buena o mala noticia, es que está en nuestras manos.