Nacionales - 07-09-2025 / 11:09
ELECCIONES BONAERENSES 2025: MARCARÁ SI LLA LOGRA SOSTENER UN EXPERIMENTO DE GOBIERNO CORROÍDO POR LA CRISIS ECONÓMICA, LAS INTERNAS SALVAJES Y LOS ESCÁNDALOS DE CORRUPCIÓN
Con cualquier resultado se abre un horizonte de ingobernabilidad con consecuencias inmediatas para la estabilidad política y el futuro de Milei
El resultado de las elecciones bonaerenses definirá mucho más que un reparto de bancas: marcará si el peronismo puede quebrar dos décadas de derrotas en medio término o si La Libertad Avanza logra sostener, aunque sea por un voto, un experimento de gobierno corroído por la crisis económica, las internas y los escándalos de corrupción. En cualquiera de los dos escenarios -triunfo oficialista o derrota- se abre un horizonte de ingobernabilidad con consecuencias inmediatas para la estabilidad política y el futuro del ciclo libertario.
El resultado de las elecciones bonaerenses definirá mucho más que un reparto de bancas: marcará si el peronismo puede quebrar dos décadas de derrotas en medio término o si La Libertad Avanza logra sostener, aunque sea por un voto, un experimento de gobierno corroído por la crisis económica, las internas y los escándalos de corrupción. En cualquiera de los dos escenarios -triunfo oficialista o derrota- se abre un horizonte de ingobernabilidad con consecuencias inmediatas para la estabilidad política y el futuro del ciclo libertario.
El peronismo ganó por última vez una elección de medio término en la provincia de Buenos Aires hace veinte años. Luego no pudo hacerlo aunque llevó como candidatos a Néstor Kirchner (en 2009 fue derrotado por Francisco De Narváez) y a Cristina Fernández de Kirchner (en 2017 terminó perdiendo contra Esteban Bullrich); ni como oficialismo (en 2009, 2013 y 2021) ni como oposición (en 2017).
Una nueva derrota, esta vez bajo el nombre de Fuerza Patria, que no puede descartarse, aunque la mayoría de los sondeos le asignen cierto favoritismo, estaría lejos de ser una sorpresa o un evento excepcional. El recuerdo de la experiencia fallida del Frente de Todos aún es reciente y, para peor, la oferta política de este año no difiere demasiado de aquella.
El acceso de más dirigentes, como Axel Kicillof y Juan Grabois, a la mesa de decisiones, ganado con pulso político y apoyo en las bases, es un camino en la dirección correcta pero no ha sido suficiente hasta ahora para darle al espacio una nueva identidad que pueda atender una demanda que vas más allá de la trinchera contra los avances de la topadora anarcocapitalista.
Las internas, lejos de haber amainado, sólo están contenidas por mérito de los propios hermanos Milei. En ese contexto, haber llegado al día de las elecciones bonaerenses en condiciones competitivas es un mérito que comparten algunos aciertos propios con muchos errores y horrores ajenos. Nadie sabe qué va a pasar.
Pero si el peronismo tiene chances de hacer un papel decoroso es exclusivamente porque se llega al día de la elección con un oficialismo que se está cayendo a pedazos en todos los frentes: la macro, la micro, sus alianzas en el Congreso, en las provincias, en el empresariado local y hasta con el gobierno de Estados Unidos, los escándalos de corrupción y las internas que en las horas previas a los comicios escalaron a velocidad vertiginosa.
Si La Libertad Avanza gana, todos esos problemas seguirán allí el lunes por la mañana. Un triunfo puede darle un poco de aire, pero el premio no se paga en efectivo y el problema del gobierno nacional es que no hay plata. Dólares, para ser más específicos.
Ya se fumaron una megadevaluación, un blanqueo histórico, un acuerdo con el Fondo, un espaldarazo del Tesoro yanqui, ya intervino en las cotizaciones paralelas, en el mercado de futuros y finalmente esta semana reventó 500 palos para sostener la cotización por debajo de los 1400 pesos. A este ritmo tienen plata para aguantar una semana o diez días más, tope.
Por supuesto, un triunfo del oficialismo, aunque sea por un voto, será esgrimido por Milei como patente de corso para profundizar el saqueo de las arcas públicas, el ajuste en beneficio de los más adinerados y sobre todo la violencia, la represión y el autoritarismo. Lo usará como excusa para escalar su conflicto con otros poderes, la persecución a la prensa y la criminalización de cualquier forma de disidencia política.
Mientras el bolsillo del ciudadano de a pie no sienta una mejora significativa, y eso es algo que no está en los planes del gobierno, será un escape hacia adelante con fecha de vencimiento pero con mucha capacidad de daño.
Ahora bien, si finalmente el peronismo derrota a La Libertad Avanza, así fuera por un voto, el panorama se torna incierto. La economía puede volverse ingobernable y es la variable que manda.
Las herramientas que podía brindar la política para reducir daños fueron pulverizadas metódicamente por el propio gobierno durante los últimos dos años: cada alianza que se quebró, cada promesa que se rompió, fue un paso en esta dirección que los Milei tomaron voluntariamente, por decisión propia.
Los escenarios que contemplan una vacancia ya formaban parte de las mesas de arena desde hace meses pero en las últimas horas adquirieron mayor volumen.
El jueves el Senado daba dos nuevos reveses al Poder Ejecutivo en temas sensibles al músculo fiscal, porque por un lado se puso un límite al veto presidencial y por el otro se avanzó en limitar la discrecionalidad de los DNU.
Tras bambalinas, figuras importantes de varios bloques, incluso algunos que cooperaban hasta hace poco con el gobierno, comenzaron a tejer hipótesis para una salida en conjunto si se llega a la instancia de una Asamblea Legislativa que deba designar a alguien para que complete el mandato. La premisa es que la situación que dejaría La Libertad Avanza sería ingobernable para cualquier fuerza por sí sola.
Hay un dato que deberá tenerse en cuenta para analizar el resultado y entender sus posibles consecuencias. Desde 1983 hubo seis ciclos políticos que llegaron por el voto popular a la Casa Rosada: el de Alfonsín, el de Menem, el de De La Rúa, el de los Kirchner (que incluye los períodos 2003-2015 y también 2019-2023), el de Macri y el de Milei.
Como regla, los argentinos siempre respaldaron a un nuevo ciclo en su primera reválida electoral con triunfos contundentes: Alfonsín en 1985, Menem en 1991, los Kirchner en 2005 y Macri en 2017. La única excepción fue De La Rúa, que perdió en octubre de 2001. Dos meses más tarde se tuvo que ir.
Por Nicolás Lantos
Fuente: El Destape