Nacionales - 16-06-2025 / 11:06
GRACIAS A ELLOS, REAPARECIÓ EL NOSOTROS
La injusta e ilegal detención de Cristina: El factor que renovó la mística del peronismo
Las movilizaciones de los sectores sociales agredidos por Milei persisten hace largos meses, pero hasta ahora no habían sucedido en torno a un nombre propio de la dirigencia política. El mapa tal vez rediseñado por la detención de Cristina obliga a un esfuerzo, grande, para saber separar los aspectos emocionales de los estrictamente analíticos. Y aun si eso se logra, algo subsistirá: nadie está en aptitud de pronosticar con certeza lo que puede ocurrir. Sobran tanto los síntomas como las incógnitas.
Las movilizaciones de los sectores sociales agredidos por Milei persisten hace largos meses, pero hasta ahora no habían sucedido en torno a un nombre propio de la dirigencia política. El mapa tal vez rediseñado por la detención de Cristina obliga a un esfuerzo, grande, para saber separar los aspectos emocionales de los estrictamente analíticos. Y aun si eso se logra, algo subsistirá: nadie está en aptitud de pronosticar con certeza lo que puede ocurrir. Sobran tanto los síntomas como las incógnitas.
Está fuera de discusión que el tema reintrodujo una épica y una estética a las que el territorio físico se había desacostumbrado. Sí persisten las luchas por reivindicaciones sectoriales. Pero hace rato que no había registro en torno a un nombre propio de la dirigencia política.
Cuando ya todo parecía discurrir exclusivamente por los entornos digitales, reapareció la calle con una fuerza imprevista en la que el aspecto numérico (¿cuántos miles son?) no es lo primordial. Se trata de lo significativo. A casi cualquier hora. Con marchas y concentraciones espontáneas u organizadas de modo repentino. Con gente de abajo y de los sectores medios. Con dolor, rabia y sensación de derrota. A la par, con entusiasmo. Con ganas de pelearla. Con la historia. Con el factor que renovó la mística.
Podría decirse que reapareció un Nosotros gracias al Ellos. ¿Cuánto es Nosotros? ¿Mucho menos que una mayoría silenciosa convencida de que Cristina es culpable, sin tener la menor idea sobre una falta de pruebas escandalosa que más tarde que temprano, como sucedió con Lula, podría volvérsele en contra al Ellos? Fallaron por una conjetura. Avalaron que una Presidenta debe estar al tanto de adjudicaciones provinciales respaldadas por mecanismos parlamentarios. No dejaron ni un solo disparate por cometer.
¿El Nosotros es mucho menos que el efecto en las urnas de la estabilidad inflacionaria? ¿Mucho menos que la inopia acerca de un país que no para de endeudarse en dólares a tasas extravagantes, para que por los tiempos de los tiempos deba seguir pagando y pagando a cambio de exactamente nada que no sea la dependencia?
¿Cuánto importa que ese Nosotros sea menor al Ellos si, en una de ésas, se descubre al Ellos como los presos que, de tanto odio sembrado, tan ancestral, deben refugiarse en los vómitos de sus canales, sus escritos, sus descorches de champagne, sus adefesios que comparan a Cristina con Videla?
Presos de que nunca serán una remera estampada, más que para defenestrarlos. Presos de estiletes como el de Sebastián Fernández, Rinconet, quien posteó la imagen del fiscal Luciani exigiendo la detención de Cristina por felicidad manifiesta en situación de balcón, por dolo eventual.
Presos de la opereta surrealista de que ella quiere escaparse a Cuba. Presos de que si quieren mentar prófugos están condenados a su macrista Pepín Rodríguez Simón. A sus Abrojos macristas. A sus jueces sempiternos, cuyo origen de aprobación no cuenta porque como poder monárquico de la oligarquía acaban, invariablemente, por servir al patrón constante. Presos de su armazón de servicios y espionaje erigidos por quien fue reemplazado por el que hace lo mismo pero más rápido, pero manteniendo su estructura mafiosa.
Cabe continuar admirando la entereza con que Cristina afronta su situación y, mientras hablemos de la furia que eso le representa al gorilaje, da para cierto goce político. Pero el cuerpo lo pone ella, enclaustrada en lo que vaya a ser su eventual prisión domiciliaria, por una causa carente de pies y cabeza que no consistan en el revanchismo.
No es apenas un slogan que se apunte a Héctor Magnetto y al "periodismo de guerra" que, como admitió Julio Blanck, desataron cuando se promovió la Ley de Medios. Fue entonces cuando se la juraron, a ella y a lo que ella implicaba, junto con la estatización de las AFJP. Y el kirchnerismo o peronismo, como se quiera, no tuvo la potencia requerida cuando había que acentuar lo impulsado. Ahora le pasan la factura. Y qué factura.
Hay una relación inversamente proporcional entre el enloquecimiento odiador que se les desata y la envidia que ella les despierta. Pueden personificar eso, el odio. Pero carecen por completo de un magnetismo semejante en sentido inverso.
Al fin y al cabo, nada distinto a lo que les ocurre desde el fondo más profundo de la historia argentina. O un poco más acá, si prefieren.
No disponen de liberales o conservadores de estatura considerable. Y si acaso los hubiera, en lo intelectual, ninguno tiene volumen de conducción. Cuando consiguieron sustituir al partido militar por una opción tilinga respaldada electoralmente, Macri se estrelló. Y acabado Macri, parecería no quedarles más chances que un personaje que no juega en las grandes ligas. No incidió en la ratificación de la condena a Cristina. Al contrario. En Casa Rosada, tal como coinciden todas las fuentes, se sorprendieron como el que más por la decisión del trío.
Esto es asunto de mandantes de la economía. Del Poder real. La Corte, Comodoro Py, el Fondo Monetario, AmCham, las grandes cámaras corporativas, sus rutas, son otro nivel, muy distanciado de los tejes y manejes de cabotaje del Mago del Kremlin y de La Hermanísima. Concurren en sus macro-intereses, pero serán descartables a la primera de cambio si es que consiguen algún suplente mejor. Como bien tituló el colega Hugo Muleiro en uno de sus sumarios semanales sobre las andanzas mediáticas: "Enojados con Milei, encantados con el modelo".
Lo que sigue es medir si la parte emocional de lo que suscita Cristina presa tendrá correlato con el armado de alguna alternativa.
Ahí es donde puede estar el riesgo de confusiones.
Las imágenes de unidad o unión que se muestran en el amplísimo rango del peronismo, donde conviven referentes de todo color y pelaje, son una cosa. Se juntaron las tribus bien que con la ausencia impactante de Axel Kicillof, no invitado porque, dijeron, ya habrá reunión con los gobernadores...
Fueron una foto que, hasta la resolución de la Corte, era prácticamente inimaginable. Más todavía, es impecable la actitud de una izquierda troskista que no dudó ni el más mínimo segundo en salir a repudiar la proscripción. Es un gesto de solidaridad, anti-sectario, que merece aplauso sin ambages.
Otra cosa es si la constitución de un peronismo-progresismo competitivo en lo electoral, en La Provincia, para salvar las papas de aquello a lo que propendería la división, es capaz de producir idea de contraste efectivo. No de bronca y chau.
A esa franja se le viene el desafío de armonizar una opción que no sea de corto plazo, aunque rija la urgencia de resolverlo.
¿Qué se vendrá, entonces?
¿Que la centralización de Cristina presa impondrá lapicera de cómo armar las listas? ¿O que se articulará una sucesión desprendida de individualismos? ¿Está mal hablar de que esa sucesión es indefectible?
¿Se vendrá que sólo es cuestión del espíritu resistencial? ¿O que se proyectará desde allí un programa de gobierno -sí, de gobierno- apto para hacerse cargo cuando estalle la bomba de endeudamiento que hoy se pierde entre las brumas de que baja la inflación oficial y el dólar sigue planchado?
¿Cristina libre como única convocatoria es un disparador atractivo?
Está en danza a quiénes les hablará el peronismo. Cómo. Con qué. Para qué. Ella misma advirtió que los desencantados, los que ya no van a las urnas, no volverán porque sí al regazo. Puede agregarse, siempre con riesgo de equivocación: ni siquiera volverían con ella presa como elemento conmovedor.
La oposición nucleada en el peronismo "combativo", por ponerle una definición con aspiraciones de síntesis, le habla a la reivindicación del pasado. Uno mismo hace eso, en cuanto a la seguridad de que estábamos mejor cuando "el populismo". Pero es difícil creer que esa apelación será suficiente en las circunstancias actuales.
Con todo el salvajismo que debe adjudicárseles, con toda la prevención de que su modelo no resistirá porque la experiencia demuestra que no resistió jamás, los libertaristas vienen arreglándoselas para convencer o resignar acerca de que le hablan al futuro. De que vale aguantar en nombre de él.
Nos guste o no, si la opción queda planteada entre pasado y futuro, entre volver y tolerar porque quizás esta vez sí se puede, no hace falta mayor inteligencia para deducir qué se impondría.
¿Quién lideraría la alternativa de "volver" si no es con proyección concreta? ¿Lo haría la emoción de que Cristina unificó sentimientos y acción de una parte popular, opuesta a la otra parte igual de estimable?
Todas son preguntas antipáticas cuando, y lo bien que está, primero es necesario seguir canalizando la bronca. Amucharse. Agarrarse, apasionados, de un vehículo.
El rencor es el Ellos. No el Nosotros.
La dialéctica impone una cosa y la otra. La bronca y la construcción. Sin lo segundo, lo primero se termina ahí.
Por el momento, sin perder de vista lo anterior, algo pasó cuando parecía que no pasaba más nada. Una marca orgullosamente argentina.
Por Eduardo Aliverti
Fuente: Página 12