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Sociedad e Interés General - 24-01-2025 / 08:01
UN ATAQUE QUE TERMINÓ CON MÁS DE 40 MUERTOS

Copamiento al regimiento de La Tablada: la última batalla de la guerrilla argentina

Copamiento al regimiento de La Tablada: la última batalla de la guerrilla argentina
El 23 de enero de 1989, militantes de la agrupación Movimiento Todos por la Patria (MTP), deficientemente armados y encabezados por el ex guerrillero Enrique Gorriarán Merlo, ocupan los cuarteles del Regimiento de Infantería Mecanizada 3 General Belgrano.

Copamiento al regimiento de La Tablada: la última batalla de la guerrilla argentina
Los militares atacaron sin piedad a quienes tomaron el regimiento.
 
El copamiento del cuartel de La Tablada es un intento de ocupación de los cuarteles del Regimiento de Infantería Mecanizado 3 General Belgrano del Ejército Argentino en La Tablada, provincia de Buenos Aires, el 23 y 24 de enero de 1989 por parte de miembros del Movimiento Todos por la Patria (MTP). Resultaron muertos 32 guerrilleros, 9 militares y 2 policías.
 
Al momento de realizarse el ataque en la conducción del MTP se encontraban, además de Enrique Gorriarán Merlo, otros que como él habían militado en el Ejercito Revolucionario del Pueblo ERP pero que habían estado en la cárcel hasta el retorno de la democracia a la Argentina en diciembre de 1983, como Francisco Provenzano, Roberto Felicetti Carlos Samojedny, que participaron en La Tablada.
 
Por otra parte, en diciembre de 1987 habían abandonado el MTP algunas personalidades notorias de la dirección como Rubén Dri y Manuel Gaggero, quienes habían participado allí desde el primer momento, así como grupos importantes de militantes, sobre todo en Buenos Aires, Gran Buenos Aires y Córdoba, disconformes con el rumbo abiertamente vanguardista y el cariz conspirativo que tomaba el MTP, y con la presencia cada vez más determinante de la figura de Gorriarán Merlo.
 
El 23 de enero de 1989, durante el gobierno de Raúl AlfonsínGorriarán Merlo (ex jefe del grupo guerrillero ERP) lideró un grupo armado de integrantes del MTP que atacó y ocupó parcialmente el Regimiento de Infantería Mecanizado 3 con asiento en La Tablada.
 
El MTP, que desde el primer momento presentó la toma como el intento de impedir un supuesto golpe de Estado planeado por el entonces candidato a presidente Carlos Saúl Menem y el coronel Mohamed Alí Seineldín, al iniciarse el ataque arrojó en las cercanías del cuartel volantes atribuibles a un supuesto comando llamado «Nuevo Ejército Argentino» que pretendía derrocar al presidente Alfonsín.
 
Desde el primer momento, los militares conocían que el ataque era realizado por elementos de la izquierda e, incluso, inteligencia conocía previamente que un movimiento rebelde iba a atacar a alguna unidad militar del área metropolitana y que por eso el entonces titular del Ejército Argentino, teniente general Francisco Gassino, dispuso reforzar la infantería.
 
Inmediatamente después del copamiento, efectivos policiales de la Provincia de Buenos Aires, rodearon el cuartel a modo de primera línea de emergencia para repeler a los guerrilleros hecho que confundió a la población ya que se pensó que la Policía era la que atacaba las instalaciones militares, dado que no se tenía conocimiento del grupo.
 
Finalmente, efectivos pertenecientes al Ejército consiguieron la recuperación del cuartel, tras ser auxiliados y apoyados por la Policía de la Provincia de Buenos Aires, sin aceptar las tres solicitudes de rendición de los guerrilleros y atacando con fósforo blanco, arma prohibida por las Naciones Unidas. Además, se habrían realizado ejecuciones extrajudiciales, tortura y desaparición de guerrilleros.
 
La Opinión Popular



Copamiento al regimiento de La Tablada: la última batalla de la guerrilla argentina
 
EL ASALTO AL CUARTEL POR EL MTP FUE PARTE DE UN ENTRAMADO POLÍTICO. UNA HIPÓTESIS HABLA DE LA MANO DE LOS SERVICIOS
 
La Tablada: ¿una operación de la inteligencia militar?
 
Aquel lunes 23 de enero de 1989, hace 25 años, se presentaba casi tan caluroso como estos días. A primera hora de esa mañana veraniega el país se sobresaltó con la noticia: un camión había embestido contra el portón de acceso del Regimiento de Infantería Mecanizado 3 del Ejército, en la localidad bonaerense de La Tablada. Tras él, ingresa una caravana de vehículos.
 
Sus ocupantes, al grito de "¡Viva Rico! ¡Viva Seineldín!", armados y a los tiros, se proponen copar la unidad militar.
 
Con el transcurso de las horas, el aparente alzamiento militar "carapintada" -uno más de los varios que ya había sufrido el gobierno de Raúl Alfonsín- mostrará ser en realidad una operación planeada y ejecutada por dirigentes y militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP), organización que nucleaba a ex guerrilleros del ERP y jóvenes militantes de izquierda.
 
Al desconcierto y estupor inicial le sigue el baño de sangre, y casi cuarenta horas de enfrentamientos que dejarán un saldo de 47 muertos, varias decenas de heridos, dos desaparecidos, y repercusiones políticas de larga duración.
 
En "La Tablada. A vencer o morir" (Aguilar), Felipe Celesia y Pablo Waisberg reconstruyen paso a paso los sucesos de lo que describen como "la última batalla de la guerrilla argentina", una acción que aparecía como enajenada de la realidad, pero estaba inscripta en una trama de intereses. Los numerosos testimonios ofrecidos en libros, actuaciones judiciales e investigaciones periodísticas permiten entrever que algo se venía preparando a fuego lento.
 
El antecedente inmediato había sido el último levantamiento carapintada de Villa Martelli, el 2 de diciembre del 88, encabezado por el coronel Mohammed Alí Seineldín, que provocó tres muertos y 40 heridos y estuvo plagado de desplazamientos de confusa filiación.
 
"Era posible observar maniobras que obedecían a los diseños clásicos de la acción directa cruzada entre grupos de extrema izquierda y extrema derecha que, enfrentados sobre el terreno, tenían un enemigo en común: el gobierno democrático y sus mandos militares. Allí estaban los fermentos de lo que poco tiempo después íbamos a vivir en La Tablada", recordará el entonces ministro de Defensa Horacio Jaunarena.
 
Entre quienes se negaron a reprimir aquel alzamiento carapintada estaba el entonces capitán César Milani, que había pasado por el Batallón de Inteligencia y revistaba en la Escuela Superior de Guerra. Milani será sancionado con 8 días de arresto por ese acto de indisciplina.
 
Por esos días, un grupo que hasta ese momento se identificaba con la defensa de los Derechos Humanos y la democracia, el Movimiento Todos por la Patria (MTP), denunciaba que en pocos días más iba a manifestarse un nuevo episodio de desestabilización protagonizado por elementos cercanos a Seineldín, con la complicidad y el apoyo de sectores del peronismo, complotados en un intento de golpe de Estado.
 
Acaso el MTP actuó sin saberlo por interpósitas personas, haciéndole el juego a quienes desde uno y otro sector del Ejército -aquellos que se definían como "nacionalistas" y aquellos que eran definidos como "liberales"-, y desde los sectores allegados al candidato del justicialismo Carlos Menem, querían demostrar que "la subversión marxista" seguía siendo una amenaza.
 
Un dato es cierto: los principales actores involucrados provenían de la inteligencia militar o tenían experiencia en materia de insurgencia y contrainsurgencia.
 
Además de Seineldín y Rico, el propio Enrique Gorriarán Merlo, cerebro de la operación, y los generales Francisco Gassino y Alfredo Arrillaga, al frente de la brutal represión del copamiento.
 
El general Martín Balza, por entonces Director de Institutos Militares, abona la hipótesis de una intervención de los servicios de inteligencia: "Hasta el día de hoy me pregunto: ¿Conocía la SIDE o el propio Ejército la probabilidad del ataque del MTP? Es difícil que lo ignorara. En caso afirmativo, y analizando la forma de la recuperación del cuartel, no descarto la intención de presentar ante la sociedad la necesidad de que las Fuerzas Armadas participaran en la Seguridad Interna".
 
Norberto Ceresole, ideólogo de Seineldín y nexo con el candidato Carlos Menem, escribirá un opúsculo ("La Tablada y la Hipótesis de guerra", con prólogo de César Arias) en el que define los sucesos del 23-1 como "una operación ad hoc montada por servicios gubernamentales (civiles y militares) con personal reclutado, sin ningún tipo de uniformidad ideológica y con un doble objetivo: interferir en la coyuntura electoral e implementar un plan estratégico regional/continental".
 
Una frase del presidente Raúl Alfonsín, perplejo y absorto al momento de producirse el ataque, dejará flotando las sospechas: "Esto -repetirá- está hecho por encargo". "Fue un suceso -reconocerá luego Alfonsín- que asestó un golpe devastador a mi gestión y alentó a los sectores más recalcitrantes y retardatarios".
 
La batalla de La Tablada será un montaje extemporáneo, una reverberación trágica, de los años 70. Consecuencia al fin, no sólo de la polarización ideológica en la lucha por el poder, la politización de los militares y la militarización de la política, sino también, de las pretensiones de encolumnar al Ejército con uno u otro "proyecto nacional", en lugar de fortalecer su papel profesional.
 
Eso no atenuará la responsabilidad del grupo de jóvenes y ex militantes de la lucha armada que confundieron el compromiso político con la acción criminal y traspasaron la línea que separa la movilización política y la resistencia civil de la violencia artera y asesina.
 
De las piezas del rompecabezas que faltan, sería bueno saber por qué el entonces capitán César Milani, hoy jefe del Ejército, que fue a negociar con Herminio Iglesias y Aldo Rico en Semana Santa del 87, según declaró, "cumpliendo órdenes", se negó a cumplir un año más tarde, la orden de reprimir a quienes se habían levantado contra el orden democrático en Villa Martelli.
 
Por Fabián Bosoer


 
Copamiento al regimiento de La Tablada: la última batalla de la guerrilla argentina 
Para dar a entender que no había negociación posible, se desplegaron tanques.

Fuente: Clarí

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17-10-2025 / 18:10
17-10-2025 / 18:10
17-10-2025 / 09:10
El coronel Juan Perón estaba preso. Nada se oponía a la restauración oligárquica y al retorno a la fraudulenta y corrupta Década Infame, interrumpida por la irrupción de la Revolución de Junio de 1943. Pero en ese momento la clase obrera se movilizó y desde ese instante se convertiría en un actor determinante del proceso político nacional.
 
Nadie la conocía aun. Carecía de antecedentes. Venía de abajo, del subsuelo de la Patria, y su marcha fue irresistible. Si había demorado en aparecer, lo cierto es que nadie pudo, desde entonces, olvidarlo jamás.
 
En la madrugada del 17 de octubre de 1945 comenzó una movilización de la clase trabajadora en los barrios populares del oeste de Capital Federal así como de las zonas industriales de sus alrededores.
 
Los obreros no ingresaban a trabajar en las fábricas y talleres e iban recorriendo los establecimientos vecinos, incitando a abandonarlos a quienes se encontraban en ellos, para luego marchar coreando consignas en favor de Juan Perón, por las calles principales hacia el centro de la Capital Federal.
 
Aquel 17 de octubre los trabajadores dejaron sus herramientas, apagaron las máquinas de sus talleres y fabricas, se subieron al tranvía o al ómnibus y se fueron a la Plaza de Mayo. Estaban dispuestos a dar la vida por Perón. Un nuevo ciclo histórico se iniciaba en la Argentina.
 
El 17 de octubre de 1945 marcó un antes y un después en la historia de nuestro país: más de un millón de trabajadores, coparon la Plaza de Mayo para exigir la liberación del que ya entonces consideraban su líder: el coronel Perón, quien desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, había instrumentado numerosas medidas que favorecieron a los obreros, sentando las bases de la movilidad social ascendente y permitiéndoles integrarse a un país que, hasta entonces, no los reconocía.
 
Setenta y ocho años después, recordamos aquella expresión de lealtad mutua: de los trabajadores hacia su líder, pero también de Perón hacia ellos, al visibilizarlos y, una vez en el poder, haber seguido defendiendo sus derechos. Sin arriar nunca las banderas del trabajo, la dignidad y la justicia social.

 
Escribe Blas García  

17-10-2025 / 09:10
El 17 de Octubre de 1945, Juan Perón fue rescatado de la cárcel por la masiva movilización de la clase trabajadora, exponiendo así la falencia del anciano régimen oligárquico antinacional -rapaz y parasitario- y la caducidad de los viejos partidos políticos seudo democráticos, sobrepasados por el proletariado, que de ahora en más, podía obtener reivindicaciones que ya no se pedían, se reclamaban, porque ya no se confiaba en la buena voluntad de los sectores dominantes sino en la propia fuerza de los trabajadores.

Ese día resurge la Argentina profunda, el subsuelo de la Patria sublevado, y reaparece para continuar escribiendo la historia de las masas populares, una secuencia que va desde las lanzas primero -con las montoneras federales del interior-, el voto después -con el radicalismo yrigoyenista- y por último los sindicatos obreros -con el peronismo-. Tres momentos en los que el Pueblo lucha para realizarse con el federalismo, la soberanía política y la democracia social.

Como consecuencia de la actuación revolucionaria de las masas populares el 17 de octubre de 1945, el justicialismo llega al poder y produce transformaciones en todos los ámbitos de la realidad del país. La Revolución Nacional, de Eva y Juan Perón, rompió con el modelo semicolonial dependiente, logrando la independencia económica, la justicia social y permitiendo importantes conquistas a los sectores populares. Una Nueva Argentina con el Pueblo de protagonista.

La terrible reacción gorila de la vieja Argentina oligárquica y autoritaria, en el golpe de septiembre de 1955, dan la medida de la trascendencia revolucionaria del peronismo. Cómo los movimientos nacionales antecesores: el federalismo de Rosas y el radicalismo de Yrigoyen; solo se alcanzaron conquistas transitorias y fueron derrotados por la estructura de la injusticia y la dependencia. Revolución y contrarrevolución.

A partir de 1955, la exclusión política del peronismo produjo un proceso de Resistencia que ampliaría su perfil. Aglutinó, representó y canalizó a todas las rebeldías y críticas contra el sistema económico, social y político, crecientemente ineficaz y en el cual era el único actor apartado. En esta lucha, el peronismo constituyó el agrupamiento de las fuerzas populares y proletarias, mientras que el régimen militar se identificaba con los intereses de la oligarquía, la burguesía entreguista y los partidos liberales.

Todos estos esfuerzos son partes de un mismo combate, en la que todavía no se han alcanzado triunfos definitivos. Corsi e ricorsi, la Patria aparece como un proyecto inacabado que debemos realizarlo plenamente hoy cuando el capitalismo globalizado pretende desembarazarse de las limitaciones que, a lo largo del siglo XX, le impusieran los Estados Nacionales y los movimientos sociales encabezados por la clase trabajadora, para aplicar sus políticas neoliberales de injusticia social.

Las medidas económicas impulsadas por Javier Milei y Luis Caputo están inspiradas en el más crudo neoliberalismo, que fue iniciado durante la Revolución Fusiladora, continuadas por la dictadura de Jorge Rafael Videla y por los votos en los gobiernos de Carlos MenemFernando de la Rua, Mauricio Macri y Javier Milei. Este tipo de recetas conservadoras y reaccionarias, que aumentan la injusticia quitando derechos sociales y agrandan la dependencia con el fuerte endeudamiento, siempre fracasaron, provocando resistencias populares y revueltas sociales. 


Por eso, como integrantes del Movimiento Nacional y Popular que cambió la historia política argentina, volvemos a levantar, como en 1945, el cuestionamiento del sistema neoliberal económico y social injusto y la necesidad de dar la pelea para cambiarlo. Con el peronismo, seremos una Nación independiente, y si nos sacamos la dependencia del capital financiero y del FMI volveremos al desarrollo económico. Caso contrario, podría retornar el neoliberalismo apátrida y seguiremos hundiéndonos aun más en la pobreza y la dependencia. 
La cuestión sigue siendo la misma, patria o colonia. El legado de la lucha continúa, hoy contra una de las formas mas crueles, brutales y salvajes de capitalismo, la de Javier Milei.


 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista 
 Escribe: Blas García 

 

15-10-2025 / 19:10
Juan Perón había surgido a la vida política dos años antes, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, y había dignificado al obrero otorgando derechos vulnerados desde siempre. Unidos en el odio a Perón y defendiendo sus intereses, el frente oligárquico logra aislarlo, despojarlo de todos su cargos forzando su renuncia y recluirlo en la isla de Martín García. Parecía que una vez más en nuestra historia, los que más tenían, los que hacían las  leyes, los que vivían del trabajo ajeno, imponían su voluntad omnipotente.
 
Pero los trabajadores argentinos reaccionan y en la mañana del lunes 16 de octubre de 1945, los dirigentes de la CGT se entrevistan con presidente Edelmiro J. Farrell, al cual le trasmite su preocupación por la situación del coronel Perón, así como que algunos gremios han empezado a salir a la calle reclamando por su libertad. También le expresan la preocupación reinante en la clase trabajadora ante las versiones de los diarios acerca del nuevo gabinete que estaría integrado por hombres de la oligarquía y del conservadorismo.
 
Por su parte, la Unión Obrera Local- expresión sindical del Partido Comunista-sostiene que "desautoriza las versiones a favor de una huelga inminente lanzadas por un grupo afecto al gobierno desplazado y por elementos nazis que pretenden obstruir el camino de las elecciones libres".
 
A su vez, el Partido Socialista denuncia "la maniobra encaminada a confundir la opinión de los trabajadores y crear factores de perturbación y anarquía...tentativa de los dirigentes entregados a la dictadura implantada por el ex secretario de Trabajo y Previsión".
 
Los partidos de "izquierda" de la oligarquía, más que confundidos, no saben de donde sale esa "chusma" peroniana, como la denominan despectivamente, que nada tiene que ver con el modelo de obrero de sus libros y manuales, pulcro y atildado, con el que están acostumbrados a tratar.
 
A la tarde se conoce la decisión de la Central Obrera: por 16 votos contra 11, "la CGT, en defensa de las conquistas obtenidas y las por obtener y considerando que éstas se hallan en peligro ante la toma del poder por las fuerzas del capital y la oligarquía, declara un Paro General en todo el país por el término de 24 horas, que se hará efectivo el día jueves 18 de octubre, a partir de la cero hora".
 
Comienza así, el devenir histórico por el cual los trabajadores argentinos se introducen por primera vez y para siempre en la escena política nacional, para terminar con la semicolonia pastoril y construir una nación moderna e independiente, y lo hacen con un movimiento popular que tiene como eje al proletariado. En nuestro país nada volvería a ser igual.
 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista 
Escribe Blas García 

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