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Internacionales - 10-01-2025 / 07:01
10 DE ENERO DE 1981

En El Salvador, comienza la guerra civil con la ofensiva del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional

En El Salvador, comienza la guerra civil con la ofensiva del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
En El Salvador, el 10 de enero de 1981, comienza la guerra civil en el que se enfrentaron el ejército gubernamental -la Fuerza Armada de El Salvador, (FAES)- en contra de las fuerzas insurgentes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
En El Salvador, el 10 de enero de 1981, comienza la guerra civil, el conflicto bélico interno ocurrido en el país centroamericano, en el que se enfrentaron el ejército gubernamental -la Fuerza Armada de El Salvador, (FAES)- en contra de las fuerzas insurgentes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
 
La Ofensiva fue liderada por el FMLN y sus tropas guerrilleras, mientras la insurrección fue organizada por fuerzas populares provenientes de la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM).
 
La insurrección llevaba la plataforma programática del Gobierno Democrático Revolucionario (GDR) en el cual se establecía no sólo derrocar a la dictadura neofascista sino establecer un gobierno socialista-revolucionario.
 
El conflicto armado nunca fue declarado en forma oficial, pero se considera usualmente que se desarrolló entre 1980 y 1992, aunque el país vivió un ambiente de crisis política y social durante la década de 1970.
 
El número de víctimas de esta confrontación armada ha sido calculado en 75 000 muertos y desaparecidos. El conflicto armado concluyó, luego de un proceso de diálogo entre las partes, con la firma de un acuerdo de paz, que permitió la desmovilización de las fuerzas guerrilleras y su incorporación a la vida política del país.
 
La Opinión Popular


En El Salvador comienza la guerra civil con la ofensiva del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
 
El 10 de enero de 1981 fuerzas guerrilleras del FMLN lanzaron la llamada "Ofensiva Final". El evento no fue final ni fue ofensiva únicamente, sino un híbrido de ofensiva militar e insurrección.
 
La Ofensiva fue liderada por el FMLN y sus tropas guerrilleras, mientras la insurrección fue organizada por fuerzas populares provenientes de la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM).
 
La insurrección llevaba la plataforma programática del Gobierno Democrático Revolucionario (GDR) en el cual se establecía no sólo derrocar a la dictadura neofascista sino establecer un gobierno de corte socialista-revolucionario.
 
La Ofensiva de 1981 se llevó a cabo en ciudades principales del país como Santa Ana, Sonsonate, el Gran San Salvador, Santa Tecla, San Vicente, Usulután, San Miguel, y secundarias del país como Metapán, Chalatenango, Ciudad Arce, Sensuntepeque y Zacatecoluca.
 
La derrota de la insurrección fue atribuida a la inmadurez y a la insuficiente experiencia en cuestiones militares prevaleciente en las fuerzas revolucionarias.
 
Un ejemplo de esta observación fue el levantamiento al interior del cuartel de la Segunda Brigada de Infantería en Santa Ana dirigido por el Capitán Francisco Mena Sandoval, quien logró el apoyo de una compañía completa, pero luego se declararon en retirada al verse copados.
 
Este episodio es particularmente trágico debido a que Sandoval y su compañía sublevada fueron perseguidos y acorralados a la altura del Cantón Cutumay Camones, un lugar ubicado al norte de Santa Ana. Como resultado del acorralamiento murieron 97 combatientes. Jorge sobrevivió la cruenta batalla para integrarse al ERP.
 
Un ejemplo de la combinación de fuerzas populares y revolucionarias es la ocurrida en Chalatenango donde las fuerzas populares contaban con alrededor de 300 personas mientras que la tropa del FMLN consistía más o menos en 200. Esa fue la fuerza popular-revolucionaria que condujo la insurrección en Chalatenango: 500 personas.
 
En El Salvador, comienza la guerra civil con la ofensiva del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
Afiche del FMLN.
 
Fuente: Wikipedia

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El 20 de enero de 2017 entrevisté en la explanada frente al Capitolio de Washington a un hombre solo que daba vueltas silencioso con una pancarta colgada al cuello. A diferencia de las decenas de miles de personas que se concentraban en Washington para protestar durante la toma de posesión de Donald Trump, Dave Bojanowski me llamó la atención porque no gritaba ni enarbolaba caricaturas o grandes eslóganes. El mensaje de su letrero era sencillo: "Really?" ("¿de verdad?").
 
La incredulidad de aquel momento se reflejaba bien en la pancarta de este hombre de mediana edad dedicado a la conservación rural en un valle del noroeste del estado de Nueva York. Había llegado a ese mensaje con la ayuda de su hija, Julie: "Intentamos encontrar la manera más simple de expresar el desconcierto que sentimos por haber elegido a Donald Trump como presidente sin ser agresivo o despectivo... No creo que Trump sea una persona viable para ser presidente de Estados Unidos", me decía entonces.
 
Un rato más tarde, el expresidente George W. Bush resumió el estado de ánimo tras escuchar el discurso de la primera toma de posesión de Trump: "Menuda mierda tan rara". De hecho, las palabras de Trump, que había ganado por los pelos y a pesar de haber perdido el voto popular por casi tres millones, fueron inusualmente agresivas, un mensaje oscuro y nacionalista y la visión de un país que, según él, era "una carnicería" de terror, drogas y pobreza.
 
Lo que vendría después serían cuatro años de caos en la Casa Blanca, corrupción y conflictos de interés, mentiras, persecución de minorías, violencia supremacista y una pandemia que dividió todavía más a la sociedad. Pero también fueron años en los que los miembros del gabinete de Trump -su secretario de Defensa, el jefe del Estado Mayor, el jefe del FBI o su vicepresidente- pararon ocurrencias del presidente de atacar a Irán o China, disparar armas nucleares a los huracanes, hacer pruebas inyectándose lavandina contra el COVID o no reconocer el resultado de las elecciones.
 
Esos cuatro años terminaron con dos procesos de impeachment contra Trump: uno por intentar chantajear al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para que buscara trapos sucios contra el hijo de Joe Biden; y otro por animar al asalto al Capitolio en 2021 e intentar revertir el resultado de las elecciones presidenciales de 2020 que perdió.
 
Pese a todo lo que ocurrió entre 2017 y 2020, Trump tenía entonces frenos dentro de su propio equipo y su propio partido y no contaba con una mayoría conservadora tan clara en el Tribunal Supremo ni con más de 200 jueces nombrados por él dentro del sistema. Para empresarios, periodistas e incluso votantes demócratas parecía un accidente que pasaría.
 
Esto facilitará la confirmación del gabinete de Trump, que ha propuesto para los cargos a hombres y mujeres con poca experiencia, trayectorias erráticas, problemas con la justicia, conflictos de interés y a menudo una carrera en Fox News. Son nombres conocidos y controvertidos, pero en puestos menos prominentes Trump también quiere colocar a personas menos conocidas pero igualmente dispuestas a aplicar sus ideas más extremistas. 
 

20-01-2025 / 07:01
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