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Internacionales - 26-12-2024 / 10:12
26 DE DICIEMBRE DE 2004

El tsunami en el sudeste asiático

El tsunami en el sudeste asiático
El 26 de diciembre de 2004, en Indonesia, se produce una de las mayores catástrofes de la historia: el tsunami que le costó la vida a más de 250 mil personas.
El 26 de diciembre de 2004, en Indonesia, se produce una de las mayores catástrofes de la historia: el tsunami que le costó la vida a más de 250 mil personas. Un terremoto submarino provoca olas gigantescas en el Océano Índico. Se vieron afectadas las costas de Indonesia, Sri Lanka, India, Tailandia, Maldivas, Sumatra, las islas Andamán y el sureste de China. Entre las víctimas hay miles de turistas que habían llegado para sus vacaciones de fin de año. Gobiernos de todo el mundo colaboraron con la ayuda humanitaria.
 
La Opinión Popular
 
 
El día que la naturaleza demolió todo
 
El sismo, 8.9 en la escala de Richter, tuvo lugar bajo el lecho del océano Indico, a 66 kilómetros de Sumatra. Fue el peor en 40 años. Siete países sufrieron sus consecuencias. Cientos de miles de heridos y refugiados. La zona no contaba con un sistema de alarma contra los pavorosos tsunamis.
 
Primero fue un aterrador rugido, un escalofrío que estremeció desde lo más profundo del suelo. Después, una pared de agua, una pared gigante que se elevó de la nada, para arrasar con todo lo que encontró a su paso a la increíble velocidad de 900 kilómetros por hora. En lo profundo del océano Indico, 25 kilómetros por debajo del lecho submarino y a 66 kilómetros de la costa de Indonesia, tuvo lugar el peor terremoto de que se tenga registro desde hace décadas, con 8.9 en la escala de Richter y más de diez repercusiones de alta intensidad.
 
Todo se desató a las 7.59 de ayer (21.59 del sábado, hora de Argentina) durante la Navidad y dejó un saldo incierto pero horroroso: anoche las cifras de muertos por el terremoto y arrastrados por el gigantesco tsunami superaban los 12 mil (aunque todo hacía prever que la cifra aumentaría), y cientos de miles de heridos y refugiados en Indonesia (especialmente Sumatra), India, Sri Lanka, Maldivas, Malasia, Tailandia y Bangladesh. La zona no se encuentra protegida por el sistema de alarmas de olas gigantes.
 
La población de Banda Aceh, en la isla de Sumatra, fue la primera en enterarse de que, en segundos, todo cambiaría brutalmente. Temprano en la mañana del sábado, el terremoto movió durante varios minutos el piso de los pobladores. E inmediatamente, una ola gigantesca arrasó con las poblaciones costeñas. En segundos, los edificios se desplomaron mientras la gente huía despavorida a las calles donde se encontraría con la muralla de agua que superaba los diez metros de altura.
 
Pescadores, turistas, surfers, hoteles, viviendas, automóviles, vías ferroviarias, todo fue arrancado de su sitio y revuelto como si se tratara de maquetas de cartón. Segundos después, la primera e inmensa ola llegó hasta la costa de Sigli, conocida por el circuito de surfistas y próxima a Banda Aceh. Algunos sobrevivientes describieron que antes de la ola vieron crecer de una forma nunca vista el nivel del mar. Apenas segundos después, sobre ellos avanzaba el tsunami. De inmediato, a lo largo de las costas de Indonesia comenzaban a caerse los sistemas de comunicaciones, mientras los aeropuertos eran cerrados y las ciudades empezaban a vaciarse.
 
En Jakarta, las autoridades inicialmente mencionaron que el terremoto había alcanzado el nivel de 6.4 de la escala de Richter; más tarde, el Instituto Geológico estadounidense, en Colorado, informó que había alcanzado los 8.9 en la misma escala y que era el quinto terremoto más potente desde 1900, y el primero desde 1964, cuando ocurrió el de Alaska. La onda expansiva del sismo, seguida por la pared de agua, y las diez repercusiones que alcanzaron valores muy altos en la escala de Richter (hasta 7.5), fue recorriendo las costas de cinco países y derribando poblaciones como castillos de naipes.
 
"El terremoto ha sido totalmente impredecible", aseguró el sismólogo Rainer Kind, del Centro de Investigaciones Geológicas de Potsdam. "En la región que rodea Sumatra las placas del fondo marino desaparecen debajo del continente en forma muy abrupta. Cuando la tensión supera la capacidad de enganche de las dos placas que se superponen, se produce una rotura y el fondo marino se desploma hacia abajo, mientras que el continente se eleva en forma muy brusca. Ese movimiento provoca la ola gigante conocida como tsunami."
 
El tsunami se desplaza a la velocidad de un avión de pasajeros. Existen sistemas de alarma contra tsunamis, aunque, según el experto, el océano Indico "no está dotado de alarmas".
 
El sistema da aviso a las naciones asociadas entre 3 y 14 horas antes de que llegue a sus costas un tsunami. Países como Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Australia, Filipinas, Japón, Nueva Zelanda están cubiertos por el sistema. También Tailandia, pero no en su costa oeste, que sufrió las consecuencias del desastre. El sistema de alarmas sí detectó, en una estación al sur del epicentro, la actividad de olas menores: una onda de apenas 60 centímetros de altura que se dirigía hacia Australia.
 
De acuerdo con datos aún provisionales, la región más afectada fue Sri Lanka con 4300 muertos, en tanto Indonesia sumaba 4185 e India 3000. Tailandia registró 310 muertos, Malasia 29 y Maldivas y Myanmar 10 cada uno. Una de las zonas más golpeadas fue el estado de Tamil Nadu, en el sur de la India, donde murieron al menos 1625 personas.
 
Fuente: Página 12

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El 20 de enero de 2017 entrevisté en la explanada frente al Capitolio de Washington a un hombre solo que daba vueltas silencioso con una pancarta colgada al cuello. A diferencia de las decenas de miles de personas que se concentraban en Washington para protestar durante la toma de posesión de Donald Trump, Dave Bojanowski me llamó la atención porque no gritaba ni enarbolaba caricaturas o grandes eslóganes. El mensaje de su letrero era sencillo: "Really?" ("¿de verdad?").
 
La incredulidad de aquel momento se reflejaba bien en la pancarta de este hombre de mediana edad dedicado a la conservación rural en un valle del noroeste del estado de Nueva York. Había llegado a ese mensaje con la ayuda de su hija, Julie: "Intentamos encontrar la manera más simple de expresar el desconcierto que sentimos por haber elegido a Donald Trump como presidente sin ser agresivo o despectivo... No creo que Trump sea una persona viable para ser presidente de Estados Unidos", me decía entonces.
 
Un rato más tarde, el expresidente George W. Bush resumió el estado de ánimo tras escuchar el discurso de la primera toma de posesión de Trump: "Menuda mierda tan rara". De hecho, las palabras de Trump, que había ganado por los pelos y a pesar de haber perdido el voto popular por casi tres millones, fueron inusualmente agresivas, un mensaje oscuro y nacionalista y la visión de un país que, según él, era "una carnicería" de terror, drogas y pobreza.
 
Lo que vendría después serían cuatro años de caos en la Casa Blanca, corrupción y conflictos de interés, mentiras, persecución de minorías, violencia supremacista y una pandemia que dividió todavía más a la sociedad. Pero también fueron años en los que los miembros del gabinete de Trump -su secretario de Defensa, el jefe del Estado Mayor, el jefe del FBI o su vicepresidente- pararon ocurrencias del presidente de atacar a Irán o China, disparar armas nucleares a los huracanes, hacer pruebas inyectándose lavandina contra el COVID o no reconocer el resultado de las elecciones.
 
Esos cuatro años terminaron con dos procesos de impeachment contra Trump: uno por intentar chantajear al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para que buscara trapos sucios contra el hijo de Joe Biden; y otro por animar al asalto al Capitolio en 2021 e intentar revertir el resultado de las elecciones presidenciales de 2020 que perdió.
 
Pese a todo lo que ocurrió entre 2017 y 2020, Trump tenía entonces frenos dentro de su propio equipo y su propio partido y no contaba con una mayoría conservadora tan clara en el Tribunal Supremo ni con más de 200 jueces nombrados por él dentro del sistema. Para empresarios, periodistas e incluso votantes demócratas parecía un accidente que pasaría.
 
Esto facilitará la confirmación del gabinete de Trump, que ha propuesto para los cargos a hombres y mujeres con poca experiencia, trayectorias erráticas, problemas con la justicia, conflictos de interés y a menudo una carrera en Fox News. Son nombres conocidos y controvertidos, pero en puestos menos prominentes Trump también quiere colocar a personas menos conocidas pero igualmente dispuestas a aplicar sus ideas más extremistas. 
 

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