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Internacionales - 14-12-2024 / 09:12
14 DE DICIEMBRE DE 2008

El periodista iraquí Muntazer al Zaidi revolea sus zapatos contra el presidente yanqui Bush

El periodista iraquí Muntazer al Zaidi revolea sus zapatos contra el presidente yanqui Bush
Muntazer al Zaidi lanza a George W. Bush su zapato en una conferencia de prensa en Bagdad.
El 14 de diciembre de 2008, en una conferencia de prensa conjunta del Primer Ministro de Irak Nuri al-Maliki y del Presidente de los Estados Unidos, el periodista iraquí Muntazer al Zaidi capturó la atención mundial al lanzar sus zapatos (sin éxito), uno tras otro, al presidente saliente de Estados Unidos George W. Bush.
 
Al lanzarle el primer zapato, Zaidi insultó al presidente yanqui diciéndole «este es el beso de despedida del pueblo iraquí, perro» y enseguida le lanzó el segundo zapato diciendo «esto es por las viudas y por los huérfanos y por todos los asesinados en Irak». Tanto el acto de arrojarle los zapatos como el insulto de «perro» son considerados ofensas graves en el mundo árabe.
 
Inmediatamente después, al Zaidi fue aprehendido violentamente y permaneció detenido hasta el 15 de septiembre de 2009. Su familia denunció en repetidas ocasiones que había sufrido maltratos, lo cual fue negado inicialmente por las autoridades iraquíes, pero aceptado finalmente por un juez, aunque minimizando el alcance de las lesiones.
 
La Opinión Popular


 
El periodista iraquí Muntazer al Zaidi revolea sus zapatos contra el presidente yanqui Bush 
Muntazer al Zaidi (en árabe: ????? ??????).


El apoyo internacional al «periodista del zapatazo» se hizo sentir fuerte, realizándose manifestaciones en muchas partes del mundo. Para muchos, el gesto de al Zaidi expresó el sentimiento de rechazo a la política sostenida por la administración Bush.
 
Dentro de Irak, además de manifestaciones públicas, se producen discusiones en el parlamento y arrestos en el Ministerio del Interior bajo rumores de un intento de golpe de estado, al tiempo que miembros de facciones rivales se unen pidiendo la libertad de Muntazer al Zaidi.
 
Los abogados de al Zaidi presentaron una apelación a los cargos de "ataque a un oficial extranjero", emitidos por el gobierno, alegando que "el acto de Zaidi se enmarca en la libertad de expresión". "Al Zaidi expresó simplemente su rechazo a la ocupación y la política de represión contra los iraquíes", declaró su abogado, quien basa su argumento en el Derecho Internacional.
 
Durante el breve juicio, Al-Zaidi le dijo a la corte: «Mientras él [Bush] hablaba, yo repasaba sus logros en mi mente. Más de un millón asesinados, la destrucción y humillación de las mezquitas, violaciones contra mujeres iraquíes, ataques contra los iraquíes cada día y cada hora. Todo un pueblo está entristecido por su política, mientras que él hablaba con una sonrisa en su cara y, bromeando con el primer ministro, le decía que iría a cenar con él después de la conferencia de prensa ... Así es que reaccioné a este sentimiento tirándole mis zapatos. No pude detener esta reacción dentro de mí... fue espontánea.»
 
 
Juicio
 
El juicio, previsto para el día 31 de diciembre de 2008, fue aplazado mientras la Corte toma una decisión sobre la apelación interpuesta.
 
El juicio comenzó el 19 de febrero de 2009, y en él, Al Zaidi rehusó disculparse. El 12 de marzo se reabrió el juicio, tras un receso de 3 semanas. Al Zaidi se declaró nuevamente inocente, y fue condenado aquel mismo día a tres años de prisión.
 
El 7 de abril, la Primera Corte de Apelaciones de Irak redujo la condena de tres a un año. Los cargos fueron reducidos de "asalto a un jefe de estado" a "insulto a un líder extranjero". Este último cargo, conlleva una pena de doce meses. Según la ley iraquí, se cumplen nueve meses de prisión por cada año, por lo que Muntaner Al Zaidi salió libre el 14 de septiembre. Denunció entonces torturas que fueron negadas por el gobierno iraquí.
 
El periodista iraquí Muntazer al Zaidi revolea sus zapatos contra el presidente yanqui Bush 
George W. Bush (izquierda) esquiva un zapato arrojado por al Zaidi. El primer ministro iraquí Nuri al-Maliki extiende un brazo para intentar rechazar el zapato, sin éxito.

Fuente: Wikipedia

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El 20 de enero de 2017 entrevisté en la explanada frente al Capitolio de Washington a un hombre solo que daba vueltas silencioso con una pancarta colgada al cuello. A diferencia de las decenas de miles de personas que se concentraban en Washington para protestar durante la toma de posesión de Donald Trump, Dave Bojanowski me llamó la atención porque no gritaba ni enarbolaba caricaturas o grandes eslóganes. El mensaje de su letrero era sencillo: "Really?" ("¿de verdad?").
 
La incredulidad de aquel momento se reflejaba bien en la pancarta de este hombre de mediana edad dedicado a la conservación rural en un valle del noroeste del estado de Nueva York. Había llegado a ese mensaje con la ayuda de su hija, Julie: "Intentamos encontrar la manera más simple de expresar el desconcierto que sentimos por haber elegido a Donald Trump como presidente sin ser agresivo o despectivo... No creo que Trump sea una persona viable para ser presidente de Estados Unidos", me decía entonces.
 
Un rato más tarde, el expresidente George W. Bush resumió el estado de ánimo tras escuchar el discurso de la primera toma de posesión de Trump: "Menuda mierda tan rara". De hecho, las palabras de Trump, que había ganado por los pelos y a pesar de haber perdido el voto popular por casi tres millones, fueron inusualmente agresivas, un mensaje oscuro y nacionalista y la visión de un país que, según él, era "una carnicería" de terror, drogas y pobreza.
 
Lo que vendría después serían cuatro años de caos en la Casa Blanca, corrupción y conflictos de interés, mentiras, persecución de minorías, violencia supremacista y una pandemia que dividió todavía más a la sociedad. Pero también fueron años en los que los miembros del gabinete de Trump -su secretario de Defensa, el jefe del Estado Mayor, el jefe del FBI o su vicepresidente- pararon ocurrencias del presidente de atacar a Irán o China, disparar armas nucleares a los huracanes, hacer pruebas inyectándose lavandina contra el COVID o no reconocer el resultado de las elecciones.
 
Esos cuatro años terminaron con dos procesos de impeachment contra Trump: uno por intentar chantajear al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para que buscara trapos sucios contra el hijo de Joe Biden; y otro por animar al asalto al Capitolio en 2021 e intentar revertir el resultado de las elecciones presidenciales de 2020 que perdió.
 
Pese a todo lo que ocurrió entre 2017 y 2020, Trump tenía entonces frenos dentro de su propio equipo y su propio partido y no contaba con una mayoría conservadora tan clara en el Tribunal Supremo ni con más de 200 jueces nombrados por él dentro del sistema. Para empresarios, periodistas e incluso votantes demócratas parecía un accidente que pasaría.
 
Esto facilitará la confirmación del gabinete de Trump, que ha propuesto para los cargos a hombres y mujeres con poca experiencia, trayectorias erráticas, problemas con la justicia, conflictos de interés y a menudo una carrera en Fox News. Son nombres conocidos y controvertidos, pero en puestos menos prominentes Trump también quiere colocar a personas menos conocidas pero igualmente dispuestas a aplicar sus ideas más extremistas. 
 

20-01-2025 / 07:01
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