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Sociedad e Interés General - 09-10-2024 / 09:10
PERECE EN SAN SALVADOR DE JUJUY, EL 9 DE OCTUBRE DE 1841

La misteriosa muerte del valiente Juan Lavalle

La misteriosa muerte del valiente Juan Lavalle
Juan Galo de Lavalle, el aguerrido héroe de las guerras de independencia, fue uno de los hombres más controvertidos de la historia nacional. "La espada más valiente" en las campañas de San Martín y Bolívar, respondió a la ideología unitaria, que defendió ciegamente hasta el fin de sus días.
Juan Galo de Lavalle, el aguerrido héroe de las guerras de independencia, fue uno de los hombres más controvertidos de la historia nacional. "La espada más valiente" en las campañas de San Martín y Bolívar, respondió a la ideología unitaria, que defendió ciegamente hasta el fin de sus días.
 
El 09 de octubre de 1841 muere en San Salvador de Jujuy cuando huía de las fuerzas federales con un pequeño grupo de seguidores. Sólo el valeroso guerrero podría decir lo que ocurrió en el zaguán del caserón de Zenarruza. Los testimonios abundan en datos que no concuerdan y un historiador lanzó la hipótesis, para nada inverosímil, de un suicidio.
 
José María Rosa, el gran historiador revisionista, desarrolla una atrapante investigación sobre la muerte de Lavalle y contradice puntillosamente la versión oficial sobre la misma.
 
El corajudo Lavalle, el héroe de tantas batallas, es el cóndor cegado por los hábiles argumentos de los oligarcas unitarios porteños, los "notables", quienes lo convencen de cometer dos colosales errores: el asesinato de Manuel Dorrego en 1828 y la conducción del ejército cipayo invasor que colaboró con el bloqueo francés a nuestra Patria en 1838.
 
El indulto a Lavalle por parte de la historia oficial responde a haber combatido a Juan Manuel de Rosas, el maldito de la historia consagrada, lo que lo lavó de pecados.
 
De la redacción de La Opinión Popular

 
En 1840, se constituyó, bajo el liderazgo de Tucumán, la Liga del Norte, que desconocía al gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, como jefe de la Confederación Argentina. Las esperanzas militares de ese pronunciamiento se apoyaban en dos fuerzas: el "Primer Ejército Libertador", al mando de Juan Lavalle, y el "Segundo Ejército Libertador", que conducía el tucumano Gregorio Aráoz de La Madrid. Es conocido que las desinteligencias entre ambos jefes, traducidas en maniobras desacertadas, perjudicaron profundamente la campaña.
 
 
Derrota en Famaillá 
 
Las definiciones darían perfil dramático al año que siguió.
 
La fuerza de Lavalle se enfrentó con el "Ejército Unido de Vanguardia de la Confederación Argentina", enviado por Rosas al mando de Manuel Oribe, al amanecer del 19 de septiembre de 1841, en Famaillá.
 
Fue un combate de curso veloz. Se desbandó la izquierda del ejército de la Liga, grave pérdida que no pudo ser conjurada por la escolta que Lavalle lanzó sobre el flanco de la derecha enemiga. Al no ser apoyado por los escuadrones, el movimiento terminó también en desbande. Y cuando el general ordenó a su derecha cargar sobre la izquierda de Oribe, "toda esa ala se disolvió al moverse", según narraría el general en carta a José María Paz. Y los infantes, pésimamente armados, no tardaron en huir a refugiarse en la arboleda.
 
En suma, la acción concluyó en desastre para el "Primer Ejército". Antes de las ocho de la mañana, todo estaba concluido. Al tener la evidencia de la derrota, Lavalle abandonó el campo. Lo mismo hizo, aunque por separado, el líder civil de la Liga, Marco Manuel de Avellaneda. Mientras tanto, Oribe degollaba a cuanto oficial podía pescar.
 
 
Escape al Norte
 
A Avellaneda y a Lavalle los esperaba la muerte. El primero trató de llegar a Jujuy, pero fue traicionado por uno de sus hombres y entregado a Oribe, quien lo degolló dos semanas después de la batalla, el 3 de octubre, en Metán. En cuanto a Lavalle, viviría seis días más que su compañero. Dos semanas antes, muchos kilómetros más allá, en la zona de Cuyo, el "Segundo Ejército" había sido destrozado (24 de setiembre) por las fuerzas rosistas en Rodeo del Medio, marcando el final sangriento de la coalición que integraban Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja.
 
El baqueano Alico, "por sendas que sólo él conocía", sacó a Lavalle del territorio tucumano. Así pudo llegar a Salta, donde se reunió con unos cuatrocientos soldados, que pudieron escapar luego de la derrota de Famaillá. Se redujeron pronto a la mitad: los jinetes de la Legión Correntina consideraron que su presencia ya no tenía sentido y decidieron volver a su provincia, atravesando el Chaco. La imprevista deserción esfumó la fantasiosa idea que había alentado Lavalle, de reforzar sus hombres con las caballadas de Orán y San Carlos y caer sobre Oribe.
 
 
Agobiado y ausente
 
Además, era notorio que la personalidad de Lavalle había sufrido extraños cambios. Durante la batalla, según el coronel Mariano de Gainza, se colocaba tan cerca de la línea de tiro de los cañones, que parecía buscar la muerte. Antes, durante la campaña, había perdido días preciosos enamorando a Solana Sotomayor, la mujer del gobernador riojano Tomás Brizuela. Después, se había prendado de la salteña Damasita Boedo, quien no titubeó en seguirlo a Tucumán.
 
Como toleraba todo, en su ejército cundía la indisciplina. El héroe de tantas batallas, una de las primeras espadas de San Martín, era como una sombra de sí mismo, agobiado, ausente: ni siquiera vestía ya el uniforme.
 
Cuando se alejó la división correntina, con los hombres que le quedaban y con Damasita, siguió a Jujuy. Su secretario Félix Frías cuenta que lo llamaba para hacerle comentarios risueños sobre incidencias del camino. "Esta alegría tan extraña en momentos tan críticos, era para mí el anuncio de una grandísima desgracia", testimonia Frías.
 
 
De noche, en Jujuy
 
Llegaron a San Salvador de Jujuy al anochecer del 8 de octubre, para recibir una nueva carga de malas noticias. El gobernador Roque Alvarado y la mayor parte de su gente habían resuelto escapar a Bolivia, por lo que la ciudad estaba prácticamente en poder de los rosistas. Frías era partidario de seguir de largo hacia Bolivia, pero Lavalle resolvió acampar. Eligieron los Tapiales de Castañeda, a una decena de cuadras de la ciudad. Pero luego el general Lavalle se obstinó en dormir en una cama, y para eso se dirigió al centro con Damasita, Frías, el edecán Pedro Lacasa, el teniente Celedonio Alvarez y ocho soldados.
 
Tras golpear muchas puertas "que no se abrieron", arribaron, hacia las dos de la madrugada, a la casa de Zenarruza. Hasta el día antes, en esa vivienda se alojaban Alvarado y el delegado del ejército, Elías Bedoya, pero su partida presurosa la había dejado vacía y entraron. Se dispusieron a dormir: Lavalle y Damasita en el dormitorio que enfrentaba el segundo patio; Frías y Lacasa en una habitación junto al zaguán, mientras los soldados se tendían en el primer patio. Los caballos quedaron atados en el fondo de la casa.
 
 
Muerte en el zaguán
 
Al amanecer, un grupo de tiradores "federales" se detuvo ante la casa e intimó rendición al centinela. Este cerró la puerta y dio aviso a Lacasa. El edecán, seguido por Frías, irrumpió en la habitación de Lavalle. "General, los enemigos están en la puerta", le dijo. "¿Qué clase de enemigos son?", preguntó Lavalle. "Son paisanos", fue la respuesta de Lacasa: calculaba que eran unos veinte o treinta. "No hay cuidado. Vaya usted, cierre la puerta y mande ensillar, que ahora nos vamos a abrir paso", indicó Lavalle mientras empezaba a calzarse las botas.
 
Lacasa y Frías caminaron hacia el fondo, para buscar los caballos. De pronto, oyeron un estruendo de disparos. Volvieron hacia la entrada y, espantados, encontraron que Lavalle estaba tirado en el zaguán, en las convulsiones de la muerte, con la garganta destrozada y entre un mar de sangre. Sólo pensaron entonces en ponerse a salvo, aunque ya los tiradores se habían alejado.
 
 
Llevando el cadáver
 
A todo galope llegaron a los Tapiales de Castañeda, e informaron del hecho al segundo jefe, coronel Juan Esteban Pedernera. Acordaron seguir de inmediato el viaje a Bolivia. Pero no podían abandonar el cadáver del general para trofeo de los rosistas. Un grupo volvió a la casa de Zenarruza: cubrieron el cuerpo de Lavalle con un poncho, taparon su rostro con un pañuelo y lo cargaron a caballo.
 
Es sabido que, muchas horas más tarde, detuvieron la penosa marcha en Huacalera. El calor abrasador estaba descomponiendo el cadáver y hubo que descarnarlo. Los despojos se enterraron en ese lugar; los huesos, lavados, se acomodaron en una caja, envolvieron la cabeza en un pañuelo muy ajustado y guardaron el corazón en un barrilito de aguardiente. Huesos, cabeza y corazón se sepultaron en Potosí. De allí serían llevados en 1842 a Valparaíso, y los repatriaron en 1861. Hoy están en el cementerio de La Recoleta.
 
 
¿Acaso suicidio?
 
Nadie estaba junto a Lavalle en el momento en que murió, de modo que el hecho sigue, hasta la fecha, rodeado de misterios y de conjeturas. La versión clásica es que un disparo atravesó la puerta e hizo impacto en la cabeza del general, quien en esos momentos se acercaba al zaguán: pero parece dudoso que la débil bala de tercerola atravesara esa madera gruesa y maciza.
 
Otra especie dice que la bala entró por el agujero de la llave, lo que suena difícil si se lo compara con el diámetro de los proyectiles de la época. Se sostiene asimismo que Lavalle, en realidad, abrió la puerta para enfrentar a los tiradores, y que lo alcanzó el disparo hecho al azar por uno de ellos. Y no son los únicos interrogantes. No se entiende, por ejemplo, porqué la partida se limitó a disparar tres tiros y luego abandonó el lugar. Además, los testimonios de Frías y de Lacasa no concuerdan en varios puntos.
 
Finalmente, el historiador José María Rosa, en su libro de 1967, "El cóndor ciego", tras estudiar detenidamente los documentos, lanzó otra versión. Consideró que Lavalle, agobiado por las derrotas y devastado psicológicamente, habría decidido de pronto suicidarse. Y que sus soldados, en un pacto de silencio que cumplieron religiosamente, acordaron aferrarse a la tradicional versión del tiro casual en el zaguán. En fin, sólo el bravo e infortunado general podría decir lo que realmente ocurrió esa mañana en el caserón de Zenarruza.
 
 
Damasita, después
 
En lo que a Damasita Boedo respecta, a pesar de que Pedernera ofreció devolverla a su familia, en Salta, optó por seguir con los soldados. No podía regresar a la casa de los padres, tras haberse fugado con un hombre casado. El historiador Bernardo Frías informa que residió un tiempo en Bolivia y que luego, convertida en amante del embajador Billinghurst, pasó a Chile, para vivir como una reina.
 
Años después, todavía bella y lujosamente vestida, se dio el gusto de regresar a Salta, y pasear por la ciudad para escándalo de sus conocidos. Luego, partió de vuelta a Chile, donde murió.
 
Autor
Carlos Páez de la Torre H
 
Fuente: La Gaceta

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15-10-2025 / 19:10
Juan Perón había surgido a la vida política dos años antes, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, y había dignificado al obrero otorgando derechos vulnerados desde siempre. Unidos en el odio a Perón y defendiendo sus intereses, el frente oligárquico logra aislarlo, despojarlo de todos su cargos forzando su renuncia y recluirlo en la isla de Martín García. Parecía que una vez más en nuestra historia, los que más tenían, los que hacían las  leyes, los que vivían del trabajo ajeno, imponían su voluntad omnipotente.
 
Pero los trabajadores argentinos reaccionan y en la mañana del lunes 16 de octubre de 1945, los dirigentes de la CGT se entrevistan con presidente Edelmiro J. Farrell, al cual le trasmite su preocupación por la situación del coronel Perón, así como que algunos gremios han empezado a salir a la calle reclamando por su libertad. También le expresan la preocupación reinante en la clase trabajadora ante las versiones de los diarios acerca del nuevo gabinete que estaría integrado por hombres de la oligarquía y del conservadorismo.
 
Por su parte, la Unión Obrera Local- expresión sindical del Partido Comunista-sostiene que "desautoriza las versiones a favor de una huelga inminente lanzadas por un grupo afecto al gobierno desplazado y por elementos nazis que pretenden obstruir el camino de las elecciones libres".
 
A su vez, el Partido Socialista denuncia "la maniobra encaminada a confundir la opinión de los trabajadores y crear factores de perturbación y anarquía...tentativa de los dirigentes entregados a la dictadura implantada por el ex secretario de Trabajo y Previsión".
 
Los partidos de "izquierda" de la oligarquía, más que confundidos, no saben de donde sale esa "chusma" peroniana, como la denominan despectivamente, que nada tiene que ver con el modelo de obrero de sus libros y manuales, pulcro y atildado, con el que están acostumbrados a tratar.
 
A la tarde se conoce la decisión de la Central Obrera: por 16 votos contra 11, "la CGT, en defensa de las conquistas obtenidas y las por obtener y considerando que éstas se hallan en peligro ante la toma del poder por las fuerzas del capital y la oligarquía, declara un Paro General en todo el país por el término de 24 horas, que se hará efectivo el día jueves 18 de octubre, a partir de la cero hora".
 
Comienza así, el devenir histórico por el cual los trabajadores argentinos se introducen por primera vez y para siempre en la escena política nacional, para terminar con la semicolonia pastoril y construir una nación moderna e independiente, y lo hacen con un movimiento popular que tiene como eje al proletariado. En nuestro país nada volvería a ser igual.
 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista 
Escribe Blas García 

15-10-2025 / 09:10
Encabezando la reacción oligárquica, el general Eduardo Jorge Ávalos y el almirante Héctor Vernengo Lima, de Ejército y Marina respectivamente, pidieron al presidente Edelmiro J. Farrell que destituyese a Juan Perón por su política popular y obrerista. Este fue detenido y llevado a la isla prisión de Martín García.
 
El 15 de octubre de 1945, el capitán Miguel Ángel Mazza, médico y amigo personal de Perón, entrevista al presidente Farrell y le entrega su informe acerca del deterioro de la salud de Perón"lo cual obliga imprescindible e impostergablemente a un examen clínico y de laboratorio en un ambiente hospitalario". Farrell asiente, en principio, a la solicitud, pero envía a Mazza para que formule la misma petición ante el ministro de Guerra, general Ávalos.
 
El médico sabe que su argumento es un arma poderosa: las Fuerzas Armadas no pueden cargar con la responsabilidad, frente al pueblo, de que Perón enferme gravemente, con peligro de muerte, a causa de su detención, la cual, según los informes oficiales, procura protegerlo ante amenazas contra su vida.
 
Horas después, ya en su consultorio, Mazza es citado por el almirante Vernengo Lima quien opone reparos a lo que considera excesiva buena voluntad de Farrell. A la Armada le disgusta la posibilidad de flexibilizar el control sobre Perón y además, mantiene dudas acerca de la veracidad de la información médica. El traslado de Perón provoca diversas reuniones y tarda en definirse.
 
Por su parte, la embajada yanqui celebra la detención del Coronel: "Perón está fuera del juego políticamente hablando, sin apoyo palpable en el Ejército y muy poco del sector gremial colaboracionista".
 
Pero los imperialistas yanquis se equivocan. Disconformes con la medida, amplios sectores populares comienzan a movilizarse en todo el país para exigir y reclamar la libertad del que comenzaba a ser su Líder. Lo hicieron como clase obrera, utilizando el medio de lucha de los proletarios: la paralización de actividades.
 
El 15 de octubre se declara la huelga revolucionaria por tiempo indeterminado en todos los ingenios tucumanos. Asimismo, en Berisso, al impulso combativo de Cipriano Reyes, los trabajadores de la Carne comienzan a movilizarse. Y la cúpula de la Central Obrera, ante los reclamos de los gremios del interior, convoca al Comité Central Confederal para el martes 16 de octubre, a las 18 horas, en Buenos Aires, organismo al cual proponen declarar una huelga general en todo el país.
 
Va madurando el histórico 17 de octubre.
 
Escribe Blas García

Las jornadas de Octubre: Hasta el 18 de octubre, relataremos, día por día, los acontecimientos y eventos más importantes acaecidos en octubre de 1945, y que culminarán en el histórico 17.     

13-10-2025 / 20:10
13-10-2025 / 20:10
13-10-2025 / 19:10
El domingo 14 de octubre de 1945, la situación del coronel Juan Perón es incierta. Se encuentra detenido en la prisión de la isla de Martín García, traicionado por sus camaradas de armas, los militares nacionalistas, y cuando aún no se ha producido la reacción obrera y popular en su defensa.
 
El diario "La Época" informa que el planteo de la dirigencia política "democrática" de entregar el gobierno a la Corte Suprema significaría la asunción, como presidente, de Roberto Repetto, gran amigo del oligarca Robustiano Patrón Costas y de otros fuertes empresarios azucareros del Norte.
 
Ese mismo día 14, el general Eduardo Jorge Ávalos visita al dirigente comunista Victorio Codovilla en el Departamento de Policía. Pocas horas antes de que el jerarca stalinista recuperase la libertad, Avalos mantuvo una larga plática con él, de la cual sólo trascendió esta información: El dirigente comunista habría dicho: "Hemos cometido un error en no haber apoyado antes a este gobierno. Temo que ya sea tarde".
 
El historiador Rodolfo Puiggros se refiere a esta entrevista y comenta que, por supuesto, "al decir este gobierno, Codovilla se refería al que representaba Avalos, es decir, que para el secretario general del Partido Comunista los militares dejaban de ser nazifascistas por el mero hecho de haber detenido a Perón". 
 
Mientras, en Martín García, Perón escribe dos cartas. La primera, al general Avalos, donde afirma que "soy todavía un oficial superior del Ejército en actividad y desconozco el delito de que se me acusa".  La segunda es una nueva carta a Eva, caracterizada por las expresiones cariñosas hacia su compañera, donde le habla de su proyecto de alejarse de la acción pública. Lo que constituiría, según algunos ensayistas peronistas, un nuevo intento de despistar a quienes revisasen la correspondencia.
 
Escribe Blas García

Las jornadas de Octubre: Hasta el 18 de octubre, relataremos, día por día, los acontecimientos y eventos más importantes acaecidos en octubre de 1945, y que culminarán en el histórico 17.    

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