EL 13 DE SEPTIEMBRE DE 1847, SEIS CADETES MEJICANOS MUEREN DEFENDIENDO MEXICO DE LA INVASIÓN DE EE.UU.
Los yanquis asesinan a niños soldados de Chapultepec, que defendían su Patria de la invasión extranjera
Niños Héroes.
Durante la Guerra de Intervención Norteamericana declarada a México con el fin de apropiarse de los territorios de Alta California y Nuevo México, el ejército yanqui, bajo el mando del General Winfield Scott, atacó el Castillo de Chapultepec.
Los norteamericanos toman la ciudad de México, pese a la heroica resistencia de los cadetes mexicanos que son virtualmente aniquilados. Como ha escrito Eduardo Galeano: "El pueblo, encogido, gruñe. Desde las azoteas, llueven piedras".
El 13 de septiembre de 1847, los Niños Héroes, que fueron seis cadetes militares, todos entre 13 y 20 años de edad, murieron en combate defendiendo el Castillo de Chapultepec y su Patria, del ejército yanqui que los invadía.
Por Carlos Morales
Justo cuando los invasores estadounidenses estaban a punto de tomar la capital del país, un pequeño reducto del ejército mexicano soportó la incursión desde un castillo-guarnición que se encontraba en la cima del cerro Chapultepec.
Durante la guerra declarada a México por Estados Unidos con el fin de obtener los territorios de Alta California y Nuevo México, el ejército estadounidense, bajo el mando del General Winfield Scott, atacó el Castillo de Chapultepec donde se encontraba situado el colegio militar. Los jóvenes cadetes, niños y adolescentes casi todos, que formaban el batallón a cargo de Nicolás Bravo, dieron muestra de valentía al resistir la agresión y peleando inclusive cuerpo a cuerpo.
Sin embargo al final, los norteamericanos tomaron el castillo. Sus comandantes, General Nicolás Bravo, jefe del punto y el General José Mariano Monterde, Director del colegio, les habían ordenado que se retiraran pero los cadetes, en lugar de obedecer, resistieron a los invasores hasta la muerte.
El último sobreviviente de los niños cadetes saltó del Castillo de Chapultepec envuelto en la bandera mexicana para impedir que el enemigo la obtuviera; dicho cadete fue Juan Escutia, aunque durante un tiempo se discutió si se trataba de Agustín Melgar o Fernando Montes de Oca.
Según los testimonios oculares e investigaciones objetivas subsecuentes, únicamente Agustín Melgar fue acogido nuevamente por el colegio como alumno agregado. El general Monterde sufrió un dolor estomacal y no estuvo presente en la batalla por lo que los cadetes quedaron al mando de un teniente profesor de artillería.
En el fragor de la batalla el teniente pidió permiso al General Nicolás Bravo para huir con los cadetes, pero el general no quiso o no pudo decidir un curso de acción, principalmente por el estado tan crítico en que se encontraba la defensa después de la deserción en masa de la mitad de los efectivos de línea. Lo único que parece que pudo hacer fue asignar a los remanentes del Batallón Activo de San Blas a los dormitorios y a la protección de los cadetes.
Sin órdenes que cumplir y viendo al enemigo avanzar, los cadetes líderes junto con el teniente trataron de decidir el curso a seguir. El teniente era de la opinión de salir todos por el lado del jardín botánico pero varios cadetes preferían quedarse a pelear con los otros soldados del Batallón de San Blas, entre ellos Teófilo Noris y Agustín Melgar.
La decisión fue dividir el grupo y el cabo del San Blas Juan Escutia con el teniente y los cadetes Vicente Suárez y Fernando Montes de Oca saldrían por el lado del jardín botánico protegiendo a los cadetes más jóvenes, entre ellos Francisco Márquez y Miguel Miramón. Cuenta Noris que Montes de Oca, a la sazón uno de sus mejores amigos, le contó que había soñado que ese día moriría, a lo cual Noris repuso que tuviera fe y saldrían bien del incidente.
La decisión de salir por el jardín botánico fue errada ya que provocó que los cadetes estuvieran a tiro fácil de los soldados estadounidenses; no obstante las muertes de Juan Escutia, Vicente Suárez y Fernando Montes de Oca, (este último muerto al saltar por la ventana, una vez protegida la salida de los demás), los cadetes lograron huir siendo protegidos en la retaguardia por un aguerrido Francisco Márquez que a sus 14 años logró mantener a raya al enemigo hasta perecer.
El teniente Juan de la Barrera murió defendiendo el Hornabeque en la falda sur del cerro. Los restantes 37 cadetes fueron hechos prisioneros de guerra. La historia cuenta que la expresión Niños Héroes surgió cuando un oficial norteamericano observando el rostro de los cadetes muertos, sorprendido exclamó: "¡Pero si son apenas unos niños!".