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Sociedad e Interés General - 09-09-2024 / 06:09
EN ROSARIO, EL 9 DE SEPTIEMBRE DE 1930

Joaquín Penina, albañil anarquista, es fusilado sin juicio previo por la dictadura de Uriburu

Joaquín Penina, albañil anarquista, es fusilado sin juicio previo por la dictadura de Uriburu
El 09 de septiembre de 1930, la dictadura fusiló clandestinamente a Joaquín Penina, posiblemente en las barrancas del Paraná, por orden del jefe de policía de facto de la ciudad de Rosario, el teniente coronel Lebrero. Foto del archivo tomada cuando Penina es fichado por la policía, antes de su asesinato.
El 7 de septiembre de 1930, un día después del golpe militar de José Félix Uriburu, se publicó un bando que disponía "pasar por las armas" a quienes participaran de la difusión de propaganda opositora al gobierno y a las autoridades de facto. En los meses que siguieron al golpe, y aún durante buena parte del año siguiente, comunistas y anarquistas, afiliados o dirigentes gremiales muchos de ellos, serían perseguidos, capturados, torturados, y luego fusilados formalmente y según lo establecido por el decreto.
 
Dos días después del golpe, el obrero anarquista Joaquín Penina es detenido de manera ilegal (sin registro escrito) junto a dos compañeros, Porta y ConstantiniPenina recibió un único cargo: la distribución de unos panfletos contra el dictador Uriburu.
 
El Poder Judicial -cómplice de la dictadura- rechazó los hábeas corpus y los recursos de amparo presentados por los compañeros de Penina. A Penina lo sacaron de la cárcel con una ambulancia de la Asistencia Pública. El 09 de septiembre de 1930, la dictadura lo fusiló clandestinamente, posiblemente en las barrancas del Paraná, por orden del jefe de policía de facto de la ciudad de Rosario, el teniente coronel Lebrero.
 
El capitán Sarmiento, que dirigió el fusilamiento, murió en un atentado en el año 1932 cuando viajaba por una ruta provincial de San Juan hacia El Marquesado. El auto del Capitán fue interceptado por dos personas que lo apuntaron con armas y le gritaron: "¡Acordate de Penina!".
 
Este secuestro inauguraría la "tradición argentina" de las desapariciones forzadas de personas, que alcanzaría su más brutal expresión en los años setenta y que se continua hasta nuestros días con Santiago Maldonado.
 
La Opinión Popular



Joaquín Penina, albañil anarquista, es fusilado sin juicio previo por la dictadura de Uriburu 
Dictador José Félix Uriburu.


Joaquín Penina
 
Joaquín Penina era oriundo de Gironella, una aldea de la comarca de Berguedá, provincia de Barcelona (Cataluña), España. Nació el 14 de abril de 1905. Cuando llegó a Rosario, en 1925, ya militaba en el Movimiento Obrero Anarquista de la FORA. Se dedicaba a la albañilería, concretamente a la colocación de mosaicos en pisos y paredes.
 
En Rosario, la industrializada ciudad del sur provincial, el movimiento anarquista ganaba cada vez más espacios; impulsado por los obreros que llegaron de España y de Italia, un cambio radical atravesó a las estructuras sindicales incipientes y muchas de ellas estuvieron dominadas por el anarquismo hasta entrados los años cuarenta.
 
Se cree que el joven albañil viajó a Argentina por problemas que pudo haber tenido con la dictadura de Primo de Rivera, ya que en su región natal no eran épocas de desocupación, y ya había pasado la época de las migraciones masivas de España a Argentina. Otras investigaciones sobre su vida afirman que llegó a ese país para eludir el servicio militar obligatorio en España.
 
En el año 1924 (a los 19 años de edad), siendo ya un militante anarcosindicalista llegó a la ciudad de Buenos Aires. Poco después de llegar entró en contacto con los anarquistas del gremio de la construcción. Un año después, en 1925 (a los 20 años de edad) por motivos que se desconocen se trasladó a vivir a Rosario (a 300 km al noroeste de Buenos Aires). Se afilió al gremio de los albañiles y, más tarde, comenzó a militar en la Federación Obrera Local Rosarina, que nucleaba a varios sindicatos.
 
En 1927 conoció por primera y única vez las cárceles del sur provincial: fue detenido en medio de las protestas (mundiales) disparadas tras los asesinatos de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti.
 
Para entonces, Penina era un activo propagandista: fue uno de los promotores de las huelgas de 1928, que paralizaron casi todas las actividades productivas y comerciales desde Villa Constitución hasta el norte de Rosario. Ello le ganó el respeto y el afecto de sus compañeros.
 
 
La detención de Penina
 
El 6 de septiembre de 1930, el general José Félix Uriburu perpetró el primer golpe de Estado en la historia de la joven democracia argentina. En ese momento el joven albañil Joaquín Penina, de 25 años, vivía en una habitación de pensión en calle Salta n.º 1581 (entre calles Presidente Roca y Paraguay).
 
Poseía una biblioteca en la que convivían obras literarias con diarios y revistas políticas. El albañil catalán prestaba esos textos a sus compañeros o se los vendía a precios de ganga. Esa militancia subterránea, camuflada por una improvisada (aunque no impensada) actitud de bibliotecario, le permitió a Penina entrar en contacto con los cuadros más lúcidos o instruidos del anarquismo rosarino.
 
Trabajó como «canillita» (vendedor de diarios) del periódico La Protesta y como integrante de la Guilda de Amigos del Libro oficiaba de distribuidor en Rosario de literatura anarquista proveniente de España y de Buenos Aires.
 
El 7 de septiembre de 1930, un día después del golpe de Uriburu, se publicó el bando que disponía «pasar por las armas» a quienes participaran de la difusión de propaganda opositora al gobierno y a las autoridades de facto.
 
En los meses que siguieron al golpe, y aún durante buena parte del año siguiente, comunistas y anarquistas, afiliados o dirigentes gremiales muchos de ellos, serían perseguidos, capturados, torturados en algunas ocasiones, y luego fusilados formalmente y según lo establecido por decreto.
 
El 9 de septiembre de 1930 Penina fue detenido de manera ilegal (sin registro escrito) junto a dos compañeros suyos, Porta y Constantini. Quizá había un cuarto detenido, de apellido González, desvinculado de toda actividad política.
 
Penina recibió un único cargo: la distribución de unos panfletos contra el dictador Uriburu. Le adjudicaron la autoría del panfleto y hasta la responsabilidad de imprimirlo. Penina tenía un mimeógrafo, pero estaba roto desde al menos dos meses antes del golpe.
 
 
El fusilamiento de Penina
 
Por motivos que no fueron esclarecidos (la policía no llevó ningún registro), el 11 de septiembre de 1930, la Policía libera a Porta y a Constantini. En cambio, a Joaquín Penina lo llevaron a los barrancos del río Paraná junto al Puente de Saladillo donde lo fusilaron. El Poder Judicial -cómplice de la dictadura- rechazó los hábeas corpus y los recursos de amparo presentados por los compañeros de Penina.
 
A Joaquín Penina lo sacaron de la cárcel con una ambulancia de la Asistencia Pública. Sus compañeros pudieron reconstruir el trayecto: calle Moreno, dos cuadras al este por Santa Fe, Dorrego hacia el sur varios kilómetros hasta calle Ayolas, San Martín al sur, avenida Arijón hacia el río Paraná; después de cruzar el arroyo Saladillo, tomaron un camino de tierra de Pueblo Nuevo hacia el sureste (hacia el río Paraná). Posiblemente lo fusilaron en las barrancas del Paraná.
 
El cuerpo de Penina nunca apareció, aunque dos años después una investigación del diario Democracia averiguó dónde fue sepultado como cadáver NN. Este secuestro inauguraría la tradición argentina de las desapariciones forzadas de personas, que alcanzaría su más brutal expresión en los años setenta.
 
Joaquín Penina, albañil anarquista, es fusilado sin juicio previo por la dictadura de Uriburu 
El 6 de septiembre de 1930, fuerzas del Escuadrón de Seguridad impiden el avance de manifestantes hacia Plaza de Mayo.

 
Los verdugos
 
Las autoridades militares que se encontraban a cargo de la Jefatura de Policía al momento del fusilamiento de Penina eran: el teniente coronel Rodolfo Lebrero es quien dio la orden, el capitán Luis Sarmiento, comandante de la quinta compañía del regimiento 11 de Infantería, fue quien comandó directamente el fusilamiento y el subteniente Jorge Rodríguez el que dirigió al pelotón y disparó el tiro de gracia a la cabeza del fusilado.
 
El capitán Sarmiento, que dirigió el fusilamiento, murió en un atentado en el año 1932 cuando viajaba por una ruta provincial de San Juan hacia El Marquesado. Según la investigación de Quesada, el auto del Capitán fue interceptado por dos personas que lo apuntaron con armas y le gritaron: «¡Acordate de Penina!».
 
Después del asesinato de Penina, su prontuario fue eliminado del Departamento de Investigaciones de la Policía de Rosario.
 
 
La investigación
 
Abierta la compuerta que controlaba la dictadura, comenzaron a trascender hechos y recursos legales. Interesa destacar una nota del corresponsal del diario La Provincia, enviada desde Rosario:
 
A raíz de la minuta de comunicación sancionada, por la que se disponía solicitar de la Asistencia Pública y de la Oficina de Defunciones, la participación que tuvieran en el sepelio de los restos del obrero Penina, ajusticiado por orden del teniente coronel Lebrero, en cumplimiento del bando del gobierno provisional, concurrió a la municipalidad un sepulturero de La Piedad, declarando que él había intervenido en la inhumación de los restos.
 
Nota del diario La Provincia (Santa Fe), 5 de marzo de 1932.

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Como cada 9 de Julio reivindicamos la lucha de las masas populares contra la permanente agresión política, económica y cultural neocolonial e imperialista, que busca disolver la identidad nacional y condenar a nuestra Patria a la condición de colonia dependiente como factoría de las metrópolis imperiales, mera proveedora de materias primas y alimentos baratos. 

El 09 de julio de 1816, el histórico Congreso, reunido en Tucumán, declara la independencia de las Provincias Unidas del Sur, que así rompe los lazos de dependencia con España y proclama la existencia de una nueva nación, libre e independiente. Lo hacía cuando la Santa Alianza, de Austria, Rusia y Prusia, promovía en Europa la restauración monárquica y combatía los movimientos liberales y democráticos.

Es el momento culminante de la gesta revolucionaria iniciada en 1810 y se realizó en Tucumán por el creciente malestar de los pueblos del interior contra Buenos Aires. Desde la supresión de la Junta Grande por el Primer Triunvirato en 1811 y hasta el Directorio de Carlos María de Alvear, la elite porteña había impuesto sus criterios centralistas, desconociendo el sentimiento federal de la mayoría del interior. La independencia, que se proclama en la sesión presidida por el sanjuanino Francisco Narciso de Laprida, es el fundamento a partir del cual José de San Martín impulsará la campaña para liberar Chile y luego Perú, consolidando la independencia argentina.

Las masas populares, con sus lanzas y su fuerte sentimiento de libertad, construyeron la Patria independiente con San Martín, las montoneras bravías del interior que nos legaron el federalismo, los ciudadanos revolucionarios de don Hipólito Irigoyen que cimentaron la democracia del Pueblo y las multitudes obreras movilizadas por Juan Perón que combatieron por la Justicia Social.
 
Invariablemente, la alternativa histórica fue siempre: independencia económica o subdesarrollo y miseria, e implica optar entre aceptar resignadamente la dependencia del país al FMI o luchar por la Liberación, por una Nación Justa, Libre y Soberana.
 
Tomamos el valiente ejemplo de San Martín que, para la Declaración de la Independencia, se impuso militarmente a los españoles y políticamente a aquellos sectores vinculados a la elite porteña que ya estaban negociando, tanto con el Imperio español como con el Reino Unido de Gran Bretaña, una nueva dependencia.
 
La nuestra es una historia de caudillos y masas populares. Los líderes pesaron profundo en los procesos. En 1816, San Martín, Belgrano, Güemes, Pueyrredón, Artigas, Juana Azurduy... Y la participación de las masas populares es una herencia del período independentista revolucionario, por la importancia que tempranamente tuvo la movilización popular, política y militar, en nuestra historia, desde la formación de las milicias urbanas para derrotar a los invasores británicos, y la voluntad del Pueblo que jugó un papel sin precedentes en la destitución de un virrey y el nombramiento de su sucesor.
 
Como decía don Arturo Jauretche"La historia es la política del pasado y la política es la historia del presente". Hoy, como siempre, peleamos por nuestra única, verdadera e irrenunciable independencia, evidenciando el aparato de colonización mental montada por los países centrales y sus operadores internos, como el macrismo y el mileismo, para perpetuar la dependencia.
 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista
Escribe: Blas García 

07-07-2025 / 19:07
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