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“Si alguna vez llega el fascismo al poder lo hará en nombre de la libertad”. Thomas Mann, premio Nobel 1940.
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Sociedad e Interés General - 08-06-2024 / 09:06
EL 8 DE JUNIO DE 1970 ES DERROCADO EL DICTADOR DE FACTO

Un golpe de Estado interno destrona al general Juan Carlos Onganía

Un golpe de Estado interno destrona al general Juan Carlos Onganía
La junta de comandantes remueve a Juan Carlos Onganía de la presidencia de la Nación. El dictador que soñó con gobernar veinte años no llega al cuarto aniversario del golpe que derrocó a Arturo Illia e instauró el régimen militar conocido como Revolución Argentina. Debilitado por la crisis que eclosionó con el Cordobazo y por el secuestro y asesinato de Pedro Eugenio Aramburu, Onganía pierde el apoyo de las Fuerzas Armadas.
El exdictador Juan Carlos Onganía fue el exponente del ala nacionalista-católica del Ejército, que emergió como figura dominante en el conflicto de azules y colorados en 1962. Fue jefe del Ejército desde ese año hasta fines de 1965, cuando pasó a retiro y el presidente radical Arturo Illia pensó que se desactivaba la posibilidad de un golpe en su contra. El derrocamiento de Illia se produjo el 28 de junio de 1966.
 
La dictadura militar del general Onganía llevó adelante una ofensiva contra las conquistas sociales de la clase trabajadora para asegurar la liquidación de la industria nacional, la entrega del patrimonio económico del país a los grandes monopolios yanquis y europeos y la sumisión a los dictados económicos de los organismos financieros internacionales, como el FMI.
 
El Cordobazo acabó con sus sueños de eternizarse en el poder, a lo que se sumó el cimbronazo de la Operación Pindapoy, el secuestro y muerte del general Pedro Eugenio Aramburu a manos de Montoneros, tras lo cual fue removido y el 08 de junio de 1970 se produce un golpe de estado en que resulta derrocado el dictador de facto. El todopoderoso general, que quería perpetuarse el poder, debió renunciar de modo humillante al dejar su renuncia de forma personal en la sede del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.
 
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Escribe: Blas García


La dictadura militar del general Juan Carlos "la Morsa" Onganía, instalada el 28 de junio de 1966, llevó adelante una ofensiva contra las conquistas sociales de la clase trabajadora para asegurar la liquidación de la industria nacional, la entrega del patrimonio económico del país a los grandes monopolios yanquis y europeos y la sumisión a los organismos financieros internacionales.
 
En una reunión con los altos mandos militares, Onganía fue consultado por los plazos estimados para la concreción de su mandato y el general respondió: "Es un proceso muy largo. No se puede reestructurar la sociedad en 10 o 20 años".
 
Muchos hicieron cuentas rápidas y pensaron en 1990, pero Onganía fue más lejos diciendo: "Si es preciso se debe modificar la constitución, se debía pensar en un período transcurrido entre la Revolución de Mayo y la sanción de la constitución Argentina, lo que es equivalentes a 43 años para 2013".
 
Resistiendo esa política, conflictos gremiales, paros activos, y puebladas como elCordobazo se manifestaban en todo el país. También empiezan a surgir las guerrillas urbanas como el ERP y Montoneros.
 
El secuestro y muerte del general Pedro Eugenio Aramburu terminó de debilitar su gobierno y el 08 de junio de 1970 se produce un golpe de estado en del que resulta derrocado el dictador de facto. El poder lo asumen provisionalmente el teniente general Alejandro Agustín Lanusse, el brigadier Carlos Alberto Rey y el almirante Pedro Gnavi.
 
El todopoderoso general, que quería perpetuarse el poder, debió renunciar de modo humillante al tener que llevar su renuncia, de forma personal, a la sede del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.
 
La Junta de Comandantes en Jefe de las tres fuerzas armadas (órgano supremo de la llamada "Revolución Argentina") designó al general Roberto Marcelo Levingston para ocupar el cargo de presidente. 

El 08 de junio de 1995, exactos 25 años después de su caída, el exdictador Onganía deja de existir a los 81 años.
 
Escribe: Blas García

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26-07-2024 / 08:07
El 26 de julio es un día de recordación para todos los sectores populares, porque ese día murió de cáncer y a los 33 años,  esa gran revolucionaria que fue María Eva Duarte, Eva Duarte, Eva Perón, o Santa Evita y que quiso ser llamada simplemente Evita.

Querida por el Pueblo hasta el misticismo y odiada por la oligarquía hasta la profanación de su cadáver, legó a su Patria una extraordinaria obra de justicia social, los derechos de los trabajadores y de la mujer, y el ejemplo de su fuerte compromiso militante por el bienestar de los pobres.

Tuvo el derrotero de vida de una heroína predestinada a la grandeza, que consiguió sobreponerse al espanto de la niñez y la juventud para alcanzar la cima rompiendo con todos los mandatos sociales de la época. De origen humilde, migró a la ciudad de Buenos Aires a los 15 años donde se dedicó a la actuación, alcanzando renombre en el teatro, el radioteatro y el cine. En 1943 fue una de las fundadoras del sindicato de la Asociación Radial Argentina (ARA), siendo elegida presidenta. En 1944 conoció a Juan Perón, entonces secretario de Estado.

Participó activamente en la generación de la histórica movilización revolucionaria del proletariado argentino el 17 de octubre de 1945 y en la campaña electoral de 1946 que permitió el triunfo popular. Con el Pueblo en el Gobierno, impulsó y logró la sanción en 1947 de la ley de sufragio femenino. Tras lograr la igualdad política entre los hombres y las mujeres, buscó luego la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida con el artículo 39 de la Constitución de 1949.

En 1949 fundó el Partido Peronista Femenino, el que presidió hasta su muerte. Desarrolló una amplia acción social a través de la Fundación Eva Perón, dirigida a los sectores más pobres. La Fundación construyó hospitales, asilos, escuelas, impulsó el turismo social creando colonias de vacaciones, difundió el deporte entre los niños, otorgó becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promocionó a la mujer en diversas facetas. Adoptó una posición activa en las luchas por los derechos sociales y laborales y se constituyó en vínculo directo entre Perón y los sindicatos. 

Los gorilas oligarcas la despreciaron tanto que no lograron más que agigantar sus logros y volver más férrea la defensa popular. Su voz, sus discursos, su joven belleza y su rebeldía quedaron para siempre en el corazón de todo un pueblo. Inmortal, intocada por la muerte, agigantada en su martirio por el cáncer y el robo su cuerpo, es un mito que el tiempo se encarga de tener siempre vigente, aquí en su Patria y en el mundo.
 
Como a todos los grandes líderes populares de la historia, el odio la envolvió y la siguió más allá de la muerte. Sus enemigos, la antipatria y la oligarquía, ejecutaron la macabra y enfermiza venganza de profanar y secuestrar su cadáver.

Ni siquiera así, y prohibiendo nombrarla, sus enemigos pudieron arrancarla de la memoria y el cariño popular. El odio de la oligarquía y el amor del pueblo son parte del mismo fenómeno, escindido en dos efectos antagónicos; uno y otro se alimentan recíprocamente.

Evita sigue viva, mas revolucionara, más mujer, más combativa que nunca. Ya volvió, en los albores de los años ´70, como símbolo y bandera revolucionaria, en un periodo de grandes transformaciones políticas y sociales, en Argentina y en toda Latinoamérica, para sumar a vastos sectores juveniles a la militancia por el retorno de Juan Perón.

Evita reaparece siempre en su ejemplo, para que pongamos en práctica los valores que nos legó, como bien lo recordara el poeta José María Castiñeira de Dios en "Volveré y seré millones".

Reivindicando a Néstor Kirchner
Escribe: Blas García 

26-07-2024 / 08:07
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