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Sociedad e Interés General - 16-04-2024 / 11:04
16 DE ABRIL DE 1987

Primer alzamiento carapintada de Semana Santa de 1987

Primer alzamiento carapintada de Semana Santa de 1987
El mote carapintada alude al uso de crema de enmascaramiento facial mimética por parte de los insurrectos, que tomaron bases militares y se batieron contra las fuerzas leales al gobierno en busca de la finalización de los procesos judiciales iniciados contra los represores durante el Terrorismo de Estado.
El 16 de abril de 1987, el ignoto teniente coronel Aldo Rico se sublevó con otros camaradas en el Regimiento de Campo de Mayo en solidaridad con el mayor Ernesto Barreiro, acusado por violaciones a los derechos humanos que el día anterior no se presentó a declarar en Córdoba y busco refugio en un cuartel de Córdoba. Durante cuatro días mantuvieron en vilo al pueblo argentino con una velada amenaza de golpe militar, nunca confesada, pero que siempre estuvo latente.
 
La motivación principal de esos militares que se levantaron a tres años y medio después del retorno de la democracia -mientras gobernaba el radical Raúl Alfonsín- era intentar desactivar los innumerables procesos judiciales que los acosaban por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.
 
La Justicia, que ya había condenado a las cúpulas de las Juntas militares, inició causas contra los oficiales de segunda y tercera línea que tenían denuncias en su contra y que no consiguieron cobijarse bajo el paraguas de la ley de Punto Final, que había cerrado el plazo para querellas en febrero.
 
La actitud intempestiva de los "carapintadas" -llamados así porque en su rol de comandos se habían pintado la cara de negro- fue rechazada por gran parte de la ciudadanía que salió a las calles en forma espontánea en apoyo al sistema democrático. El presidente Raúl Alfonsín regresa de urgencia de Chascomús, donde descansaba, y habla al país desde el Congreso, donde afirma que "no hay nada que negociar".
 
En ese marco, se desarrollaron marchas diarias a partir del Jueves Santo, que concluyeron con una gran manifestación, el domingo de Pascuas en la Plaza de Mayo. Esa tarde, Alfonsín viajó hasta Campo de Mayo para hablar con Rico con el fin de intentar superar esta crisis. Culminado el motín, Alfonsín emitió la célebre frase: "Felices Pascuas, la casa está en orden".
 
Por Carlos Morales para La Opinión Popular
 

El motín se llamó "Operación Dignidad" y tuvo como génesis la decisión del mayor Ernesto "Nabo" Barreiro de no concurrir a una convocatoria judicial y recluirse en el Batallón de Infantería de Córdoba, que fue el primer cuartel que se sublevó.
 
Inmediatamente, desde Posadas, donde estaba cumpliendo funciones, llegó a Campo de Mayo el entonces teniente coronel Rico, quien con camaradas de promoción como Enrique Venturino, Arturo González y Gustavo Breide Obeid, entre otros, coparon el tradicional regimiento.
 
En este contexto, el ex presidente Alfonsín consultó con el jefe del Estado Mayor, el general Héctor Ríos Ereñú, quien le garantizó al jefe de Estado que "todo estaba en orden" y habilitaba al descanso que se proponía el primer mandatario en la residencia presidencial de Chapadmalal.
 
Nada de eso se pudo hacer y ya en el mediodía del Jueves Santo la situación era compleja, con tres regimientos más que se habían plegado al levantamiento (Neuquén, Monte Caseros en Corrientes y Río Gallegos).
 
Con muy poca información propia, Alfonsín sólo tenía como aliado en las Fuerzas Armadas a la Fuerza Aérea, además de un servicio de inteligencia nulo. Alfonsín le reclamó al titular del Segundo Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario, Ernesto Alais, que llegara a Buenos Aires para reprimir la sublevación.
 
El ex presidente creyó en el juramento a la Constitución de Alais, pero no contó con el andar "tortuga" que realizó el militar, quien tardó -adrede- una eternidad en recorrer los 300 kilómetros que separaban a Rosario de Buenos Aires.
 
 
Comité de crisis y "Felices Pascuas"
 
En tanto, en Casa de Gobierno el clima de incertidumbre y sensanción de ataque a las instituciones se hacía cada vez más evidente, y en ese marco un grupo de dirigentes del "Alfonsinismo puro", entre ellos Leopoldo Moreau, Enrique Nosiglia, el secretario general de la presidencia, Carlos Becerra, y el diputado César Jaroslavky, conformaron el "comité de crisis".
 
Estos dirigentes, además, hasta se prepararon para un posible asalto a la Casa Rosada y en la noche del sábado al domingo hasta se armaron ante esa posibilidad que se palpitaba inminente.
 
En ningún momento el gobierno radical intentó poner a los medios de comunicación en cadena nacional, pero en cambio, las radios y los canales desde sus propias programaciones fueron claves a la hora de convocar a la gente a salir a las calles a defender la democracia.
 
En ese escenario, el domingo pasó a ser un día clave y con el correr de las horas se palpitaba que una extensión de la crisis desataría una situación represiva muy grave. Por ese motivo, el ministro de defensa, Horacio Jaunarena, había estado en Campo de Mayo más de cinco horas con Rico llegando a un acuerdo para encauzar las demandas de los "carapintadas".
 
La masiva manifestación en la Plaza de Mayo -se calculó la presencia de cerca de 100 mil personas- más las que se registraban en el interior del país frenaron las apetencias militares de salir a "sangre y fuego" a las calles, a la vez que trabó las negociaciones.
 
Cuando a las 15:30 Alfonsín estaba dispuesto a salir al balcón, acompañdo por dirigentes del PJ y de otros partidos, Jaunarena les informó que el acuerdo "se había caído" a último momento. En esa circunstancias, el ex presidente decidió viajar él mismo a campo de Mayo para hablar con Rico, a pesar de los consejos de sus allegados, que temían que lo tomasen prisionero o inclusive lo mataran.
 
La charla duró casi una hora y media, y en helicóptero Alfonsín volvió al balcón de la Rosada para pronunciar el discurso que registró una de sus frases políticas menos felices, pero que luego se hizo popular y cada vez que se la usa es para morticiar a su autor o para ironizar acerca de algún desorden: "Felices Pascuas, la casa está en orden".
 
Sin ningún tipo de explicaciones sobre lo acordado con los militares sublevados, la muchedumbre sintió desazón y decepción por las acotadas palabras de Alfonsín, una situación que, se comprobó luego, no fue casual.
 
Con una rapidez asombrosa, dos meses después, el Congreso sancionó la Ley de Obediencia Debida, que cerró automáticamente todas las causas contra estos oficiales e hilvanó, junto a la Ley del Punto Final, un pacto de impunidad.
 
Nada desde allí fue igual para el gobierno de Alfonsín: ese quiebre con la sociedad se materializó con la derrota en las elecciones legislativas de ese año, y dos levantamientos más de militares, en enero de 1988, a cargo de Rico en Monte Caseros y en diciembre de 1988, con la toma del cuartel de Villa Martelli por parte de Mohamed Ali Seineldín.
 
Fuente: minutouno.com

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26-07-2024 / 08:07
El 26 de julio es un día de recordación para todos los sectores populares, porque ese día murió de cáncer y a los 33 años,  esa gran revolucionaria que fue María Eva Duarte, Eva Duarte, Eva Perón, o Santa Evita y que quiso ser llamada simplemente Evita.

Querida por el Pueblo hasta el misticismo y odiada por la oligarquía hasta la profanación de su cadáver, legó a su Patria una extraordinaria obra de justicia social, los derechos de los trabajadores y de la mujer, y el ejemplo de su fuerte compromiso militante por el bienestar de los pobres.

Tuvo el derrotero de vida de una heroína predestinada a la grandeza, que consiguió sobreponerse al espanto de la niñez y la juventud para alcanzar la cima rompiendo con todos los mandatos sociales de la época. De origen humilde, migró a la ciudad de Buenos Aires a los 15 años donde se dedicó a la actuación, alcanzando renombre en el teatro, el radioteatro y el cine. En 1943 fue una de las fundadoras del sindicato de la Asociación Radial Argentina (ARA), siendo elegida presidenta. En 1944 conoció a Juan Perón, entonces secretario de Estado.

Participó activamente en la generación de la histórica movilización revolucionaria del proletariado argentino el 17 de octubre de 1945 y en la campaña electoral de 1946 que permitió el triunfo popular. Con el Pueblo en el Gobierno, impulsó y logró la sanción en 1947 de la ley de sufragio femenino. Tras lograr la igualdad política entre los hombres y las mujeres, buscó luego la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida con el artículo 39 de la Constitución de 1949.

En 1949 fundó el Partido Peronista Femenino, el que presidió hasta su muerte. Desarrolló una amplia acción social a través de la Fundación Eva Perón, dirigida a los sectores más pobres. La Fundación construyó hospitales, asilos, escuelas, impulsó el turismo social creando colonias de vacaciones, difundió el deporte entre los niños, otorgó becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promocionó a la mujer en diversas facetas. Adoptó una posición activa en las luchas por los derechos sociales y laborales y se constituyó en vínculo directo entre Perón y los sindicatos. 

Los gorilas oligarcas la despreciaron tanto que no lograron más que agigantar sus logros y volver más férrea la defensa popular. Su voz, sus discursos, su joven belleza y su rebeldía quedaron para siempre en el corazón de todo un pueblo. Inmortal, intocada por la muerte, agigantada en su martirio por el cáncer y el robo su cuerpo, es un mito que el tiempo se encarga de tener siempre vigente, aquí en su Patria y en el mundo.
 
Como a todos los grandes líderes populares de la historia, el odio la envolvió y la siguió más allá de la muerte. Sus enemigos, la antipatria y la oligarquía, ejecutaron la macabra y enfermiza venganza de profanar y secuestrar su cadáver.

Ni siquiera así, y prohibiendo nombrarla, sus enemigos pudieron arrancarla de la memoria y el cariño popular. El odio de la oligarquía y el amor del pueblo son parte del mismo fenómeno, escindido en dos efectos antagónicos; uno y otro se alimentan recíprocamente.

Evita sigue viva, mas revolucionara, más mujer, más combativa que nunca. Ya volvió, en los albores de los años ´70, como símbolo y bandera revolucionaria, en un periodo de grandes transformaciones políticas y sociales, en Argentina y en toda Latinoamérica, para sumar a vastos sectores juveniles a la militancia por el retorno de Juan Perón.

Evita reaparece siempre en su ejemplo, para que pongamos en práctica los valores que nos legó, como bien lo recordara el poeta José María Castiñeira de Dios en "Volveré y seré millones".

Reivindicando a Néstor Kirchner
Escribe: Blas García 

26-07-2024 / 08:07
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