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“Si alguna vez llega el fascismo al poder lo hará en nombre de la libertad”. Thomas Mann, premio Nobel 1940.
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Sociedad e Interés General - 27-03-2024 / 09:03
27 DE MARZO DE 1945

El día que la Argentina le declaró la guerra a la siniestra Alemania nazi

El día que la Argentina le declaró la guerra a la siniestra Alemania nazi
La Argentina entra en la Segunda Guerra, catorce meses después de haber roto relaciones con la Alemania nazi. El ministro de Guerra, Juan Perón, hace el anuncio, que se hace extensivo a Japón, en nombre del gobierno de Edelmiro Farrell.
La Argentina entra en la Segunda Guerra, catorce meses después de haber roto relaciones con la siniestra Alemania nazi. El ministro de Guerra, Juan Perón, hace el anuncio, que se hace extensivo a Japón, en nombre del gobierno de Edelmiro Farrell.
 
La decisión de declararle la guerra a la Alemania nazi de Adolf Hitler llegaba tardíamente y era el resultado de una larga puja interna que se había desarrollado en el seno del gobierno militar en los últimos dos años desde la revolución de junio de 1943. Aquel 27 de marzo de 1945 el presidente Farrell decretó el estado de guerra entre la Argentina y la Alemania nazi y el Imperio del Japón, en adhesión al Acta de Chapultepec.
 
La contienda bélica terminará a las pocas semanas. La declaración de guerra busca que la Argentina, como país beligerante, pueda formar parte de la Organización de las Naciones Unidas, de cuya fundación participará.
 
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La decisión implicaba para Farrell una "humillación" que lo debilitó en su consideración popular. "Equivocada o no, inoportuna o no, la posición independiente de la Argentina era una compadrada criolla que se había mantenido durante casi cinco años contra los poderosos del mundo", explicó Félix Luna años después, en el que acaso sea su mejor obra, El 45: crónica de un año decisivo (1971).
 
"La claudicación del 27 de marzo sólo podía tener una secuela lógica: el llamado a elecciones". Fue entonces cuando Arturo Jauretche escribió en La Víspera: "General Farrell, queremos morir acá".
 
Sin embargo, como es sabido, la Argentina había desafiado a la gran potencia del norte cuando, en la conferencia hemisférica de Río de Janeiro de enero de 1942, se había negado a declarar la guerra a las potencias del Eje tras el ataque japonés a Pearl Harbour semanas antes.
 
El pedido del secretario de Estado yanqui Cordell Hull de que las naciones de las Américas acompañaran a Washington fue rechazado por las autoridades argentinas encabezadas por el presidente conservador Ramón Castillo y el canciller Eugenio Ruiz Guiñazú.
 
Factores externos habían contribuido a mantener esa política de neutralidad. Fundamentalmente, la presión británica destinada a garantizar la llegada de exportaciones argentinas al Reino Unido durante el conflicto.
 
La política de neutralidad se mantuvo incolumne tras la revolución del 4 de junio de 1943, cuando el exhausto sistema político se derrumbó, como dijera un diplomático extranjero, como un castillo de naipes, y recién enero del año siguiente el presidente Pedro Ramírez se vio obligado a romper relaciones con el Eje, con el objeto de disipar el aislamiento internacional que a la Argentina le estaba resultando crecientemente insostenible.
 
Lo cierto es que la declaración de guerra de la Argentina al Eje, decretada un día como hoy, hace 75 años, había llegado demasiado tarde y fue vista como el fruto de un acto desesperado. La historia suele ser cruel con quienes no comprenden -o lo hacen tardíamente- el sentido de los acontecimientos.
 
Fuente: Infobae

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26-07-2024 / 08:07
El 26 de julio es un día de recordación para todos los sectores populares, porque ese día murió de cáncer y a los 33 años,  esa gran revolucionaria que fue María Eva Duarte, Eva Duarte, Eva Perón, o Santa Evita y que quiso ser llamada simplemente Evita.

Querida por el Pueblo hasta el misticismo y odiada por la oligarquía hasta la profanación de su cadáver, legó a su Patria una extraordinaria obra de justicia social, los derechos de los trabajadores y de la mujer, y el ejemplo de su fuerte compromiso militante por el bienestar de los pobres.

Tuvo el derrotero de vida de una heroína predestinada a la grandeza, que consiguió sobreponerse al espanto de la niñez y la juventud para alcanzar la cima rompiendo con todos los mandatos sociales de la época. De origen humilde, migró a la ciudad de Buenos Aires a los 15 años donde se dedicó a la actuación, alcanzando renombre en el teatro, el radioteatro y el cine. En 1943 fue una de las fundadoras del sindicato de la Asociación Radial Argentina (ARA), siendo elegida presidenta. En 1944 conoció a Juan Perón, entonces secretario de Estado.

Participó activamente en la generación de la histórica movilización revolucionaria del proletariado argentino el 17 de octubre de 1945 y en la campaña electoral de 1946 que permitió el triunfo popular. Con el Pueblo en el Gobierno, impulsó y logró la sanción en 1947 de la ley de sufragio femenino. Tras lograr la igualdad política entre los hombres y las mujeres, buscó luego la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida con el artículo 39 de la Constitución de 1949.

En 1949 fundó el Partido Peronista Femenino, el que presidió hasta su muerte. Desarrolló una amplia acción social a través de la Fundación Eva Perón, dirigida a los sectores más pobres. La Fundación construyó hospitales, asilos, escuelas, impulsó el turismo social creando colonias de vacaciones, difundió el deporte entre los niños, otorgó becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promocionó a la mujer en diversas facetas. Adoptó una posición activa en las luchas por los derechos sociales y laborales y se constituyó en vínculo directo entre Perón y los sindicatos. 

Los gorilas oligarcas la despreciaron tanto que no lograron más que agigantar sus logros y volver más férrea la defensa popular. Su voz, sus discursos, su joven belleza y su rebeldía quedaron para siempre en el corazón de todo un pueblo. Inmortal, intocada por la muerte, agigantada en su martirio por el cáncer y el robo su cuerpo, es un mito que el tiempo se encarga de tener siempre vigente, aquí en su Patria y en el mundo.
 
Como a todos los grandes líderes populares de la historia, el odio la envolvió y la siguió más allá de la muerte. Sus enemigos, la antipatria y la oligarquía, ejecutaron la macabra y enfermiza venganza de profanar y secuestrar su cadáver.

Ni siquiera así, y prohibiendo nombrarla, sus enemigos pudieron arrancarla de la memoria y el cariño popular. El odio de la oligarquía y el amor del pueblo son parte del mismo fenómeno, escindido en dos efectos antagónicos; uno y otro se alimentan recíprocamente.

Evita sigue viva, mas revolucionara, más mujer, más combativa que nunca. Ya volvió, en los albores de los años ´70, como símbolo y bandera revolucionaria, en un periodo de grandes transformaciones políticas y sociales, en Argentina y en toda Latinoamérica, para sumar a vastos sectores juveniles a la militancia por el retorno de Juan Perón.

Evita reaparece siempre en su ejemplo, para que pongamos en práctica los valores que nos legó, como bien lo recordara el poeta José María Castiñeira de Dios en "Volveré y seré millones".

Reivindicando a Néstor Kirchner
Escribe: Blas García 

26-07-2024 / 08:07
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