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Sociedad e Interés General - 03-03-2024 / 06:03
NACE EL 3 DE MARZO DE 1897, EN MONTEROS, PROVINCIA DE TUCUMÁN

Mate Cosido, un bandido rural que ayudaba a los pobres

Mate Cosido, un bandido rural que ayudaba a los pobres
El 03 de marzo de 1897 nace David Segundo Peralta, conocido como Mate Cosido. Fue un bandolero y por eso calificado de "delincuente" por algunos y de "benefactor" o "rebelde" por otros, que pasó a ser un célebre personaje del folclore regional del Norte argentino.
El 03 de marzo de 1897, en Monteros, Provincia de Tucumán, nace David Segundo Peralta, conocido como Mate Cosido. Fue un bandolero y por eso calificado de "delincuente" por algunos y de "benefactor" o "rebelde" por otros, que pasó a ser un célebre personaje del folclore regional del Norte argentino.
 
Su personalidad era la de un hombre culto, se comportaba con humildad y educación, pagando generosamente el más mínimo servicio recibido, y así ganó aprecio y popularidad. Armaba los robos detalladamente. Las poderosas empresas que robaba (Bunge y Born, Dreyfus, La Forestal), daban lo imposible a las fuerzas de seguridad para su captura.
 
La leyenda urbana afirmaba que robaba a las empresas ricas -la mayor parte, extranjeras- para ayudar a los pobres. A su vez, la leyenda redondeaba su proceder aseverando que la espantosa manera de su accionar era articulada por las propias empresas que "robaban al pueblo chaqueño".
 
Mate Cosido se auto titulaba el bandido de los pobres, escribiendo artículos en revistas de la época, allanándose sobre los motivos de sus exacciones, que jamás robaba a los pobres para dárselo a los ricos. Así se hizo valer en los grupos anarquistas.
 
La Opinión Popular  

 

La leyenda de Mate Cocido
 
"Cuando la leyenda supera a la verdad publicamos la leyenda". John Ford
 
Se llamaba Segundo David Peralta, pero para el mito fue Mate Cocido. Había nacido en Monteros, Tucumán, el 3 de marzo de 1897. La leyenda lo presenta como el bandido que robaba a los ricos y ayudaba a los pobres; otros afirman que en realidad vengaba a los pobres, y no faltan los que aseguran que los representaba políticamente. Se habla de su coraje, su inteligencia y generosidad, de sus ideas anarquistas y de su prédica solidaria. Demás está decir que la competencia entre leyenda e historia, la gana de punta a punta la leyenda.
 
Un célebre chamamé escrito por Nélida Argentina Zenón, canciones firmadas por Adrián Abonizio y León Gieco, relatos orales de quienes lo conocieron, tejieron una trama que ningún historiador pudo deshacer. Mate Cocido fue y será para siempre el bandido romántico, el Robin Hood de los pobres, el enemigo de la Forestal, Dreyfus, Clayton o Bunge y Born, el delincuente que ni la policía, ni los gendarmes, ni las promesas de recompensas cada vez más altas, lograrán derrotar.
 
Se dice que la Gendarmería se creó a pedido de Bunge y Born para perseguirlo. Puede ser. Se dice que para los gerentes de las multinacionales era una pesadilla. Tal vez. Yo sinceramente, no creo que haya sido para tanto, aunque sí me atrevería a decir que entre Mate Cocido y Galimberti, me quedo toda la vida con Mate Cocido. Más leal, más derecho, más hombre.
 
La leyenda se transforma en mito cuando el personaje vence las leyes de la lógica. Algo así ocurrió con nuestro héroe. No murió, no lo mataron; desapareció sin dejar huellas. Una delación, un tiroteo a orillas de las vías del ferrocarril, una ametralladora que se traba y Mate Cocido se pierde en la espesura. Para esa fecha tenía cuarenta y dos años. Era relativamente joven y estaba en la plenitud de sus energías.
 
La Gendarmería y en particular el comisario Guillermo Solveyra Casares lo rastrearon por cielo y tierra. Siguieron sus huellas -o los rumores sobre sus huellas- por Añatuya, Corrientes, Asunción, Villarica, Lambaré, hasta que se dieron por vencidos. Mate Cocido murió en el monte como consecuencia de las heridas o se lo tragó la tierra o está en el Olimpo donde moran los grandes dioses de la historia.
 
Su mujer, Ramona Romano y su hijo Mario vivieron hasta hace pocos años y, según sus palabras, nunca más supieron nada de él. A partir de allí todos son rumores y leyendas. Se dijo que vivió y murió en Asunción protegido por un militar; se dijo que lo vieron en un prostíbulo de Salta; se dijo que estuvo en Rosario y fue puntero del peronismo; se dijo que vivió en Santa Fe; se dijo que murió abatido por el cáncer; se dijo y se dijo, pero pruebas concretas, ninguna.
 
Se sabe que tres meses después de su huida mandó una carta a la revista Ahora, explicando sus puntos de vista. La carta está firmada por uno de sus apellidos truchos: Manuel Bertolotti. Allí explica los motivos que lo arrastraron al delito y se luce hablando mal de la policía. En algún momento dice: "No soy un delincuente nato. Soy una fabricación por las injusticias sociales y por las persecuciones gratuitas de una policía inmoral y sin escrúpulos".
 
La carta fue publicada por Ahora, en la edición del 29 de marzo de 1940. ¿Es auténtica? Los editores aseguran que sí, pero como se dice en estos casos, nadie está en condiciones de poner las manos en el fuego acerca de su veracidad. A las afirmaciones de los editores les caben las generales de la ley, ya que a nadie se le escapa que una carta de Mate Cocido, real o no, atraía a los lectores como a las moscas el dulce.
 
Que el final haya quedado abierto, que nunca se haya sabido a ciencia cierta qué pasó con el bandolero más famoso de la Argentina, es otro de los factores que contribuyen a afianzar el mito. Para el paisanaje, para los trabajadores de los obrajes, para las sufridas mujeres de la servidumbre, Mate Cocido no murió, está vivo, anda por allí perdido en el monte, en algún momento va a retornar a defender a los pobres, a hacerle la vida imposible a los ricos. El rumor circula desde el campo a la ciudad, desde el Chaco montaraz y salvaje a las grandes ciudades.
 
Eric Hobsbawm alguna vez escribió sobre los bandidos rurales, los bandidos a quienes a diferencia del delincuente común se les atribuye una sensibilidad especial, una capacidad para representar sentimientos, deseos primarios de justicia de las clases populares en sociedades donde la tensión entre tradición y modernidad es particularmente intensa.
 
No viene al caso ahora explicar las hipótesis del historiador inglés, sino recordar que alguna vez estuvo en la Argentina y, según se cuenta, acompañado de José Nun, ocasión en la que viajaron hasta un caserío del Chaco donde vivía un policía que había participado en una balacera contra Mate Cocido.
 
En algún momento de la improvisada entrevista, Hobsbawm le explicó a su asombrado interlocutor cómo operaban los bandidos sociales que él había estudiando en Europa. El hombre, que seguramente nunca leyó los libros de su pintoresco visitante y jamás viajará a Europa, le dijo que exactamente así actuaba Mate Cocido.
 
¿Y cómo actuaba? En principio, el bandolero rural no nació dotado de esos méritos. Como Hormiga Negra o su contemporáneo y amigo Juan Bautista Bairoletto, un encontronazo con la policía, una bronca por polleras con algún comisario prepotente y el inicio del drama queda abierto.
 
Mate Cocido alguna vez fue obrero gráfico, hasta que los maltratos, las necesidades, su propia elección y eso que se llama destino, lo volcaron al camino del delito. Sus andanzas se desplegaron por Tucumán, Córdoba, Santa Fe y Santiago del Estero. Estuvo preso un montón de veces y en algún momento decidió irse al Chaco, entonces territorio federal y espacio propicio para asaltos a bancos, trenes pagadores y, más adelante, secuestros de gerentes y estancieros.
 
El chamamé dice que el hombre fue terror de los argentinos del 1918 al 42. No fue exactamente así, pero un chamamé no tiene la obligación de ser riguroso con las fechas. La leyenda de Mate Cocido, empieza en el Chaco y su momento de esplendor es la década del treinta. Antes había sido un delincuente más, conocido por su abundante prontuario y sus reiteradas temporadas en la cárcel.
 
¿Fue la sensibilidad social lo que lo llevó a ser generoso con los pobres o, por el contrario, la conveniencia? Buscado por la Policía y luego por la Gendarmería, Mate Cocido se refugia en los rancheríos, se las ingenia para ganarse la simpatía de quienes le pueden dar una mano. En el camino ayuda a enfermos y reparte plata. Cuando asalta la agencia de Dreyfus de Machagay, deja sin un peso la caja fuerte, pero no toca los sobres donde está el dinero de los sueldos de la peonada.
 
De lo demás se encarga la leyenda. Lo que ocurre es que a diferencia de otros delincuentes, Mate Cocido dispone de una notable capacidad de reflexión. Roba porque ése es su oficio, pero prepara los operativos a conciencia y siempre se esfuerza para que no haya víctimas innecesarias. No es un ideólogo de izquierda, pero sabe que robarle a las empresas multinacionales le brinda, como se dice hoy, buena prensa.
 
Por supuesto, sus precauciones para que no haya víctimas no impide que mueran inocentes; sus códigos de lealtad periódicamente son traicionados por sus compinches que están muy lejos de ser carmelitas descalzas. Eusebio Zamacola, Antonio Rossi, el Tata Miño le van a ser leales, pero abundan las traiciones. Sin ir más lejos, en su último operativo, cuando secuestran al encargado de la estancia de los Fuken, Jacinto Berzón, el operativo fracasa porque Julián Centurión, encargado de la custodia del rehén, lo libera por una recompensa.
 
También en este punto, la leyenda parece repetirse. Los héroes siempre son entregados por una mujer o un amigo. Así fue con Mate Cocido, así fue con su heredero veinte años después, Isidro Velázquez. Es que, como diría Jorge Luis Borges, "cuentan que una mujer fue y lo entregó a la partida, a todos tarde o temprano nos va entregando la vida".
 
Por Rogelio Alaniz
 
Fuente: ellitoral.co

 
 

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17-10-2025 / 18:10
17-10-2025 / 18:10
17-10-2025 / 09:10
El coronel Juan Perón estaba preso. Nada se oponía a la restauración oligárquica y al retorno a la fraudulenta y corrupta Década Infame, interrumpida por la irrupción de la Revolución de Junio de 1943. Pero en ese momento la clase obrera se movilizó y desde ese instante se convertiría en un actor determinante del proceso político nacional.
 
Nadie la conocía aun. Carecía de antecedentes. Venía de abajo, del subsuelo de la Patria, y su marcha fue irresistible. Si había demorado en aparecer, lo cierto es que nadie pudo, desde entonces, olvidarlo jamás.
 
En la madrugada del 17 de octubre de 1945 comenzó una movilización de la clase trabajadora en los barrios populares del oeste de Capital Federal así como de las zonas industriales de sus alrededores.
 
Los obreros no ingresaban a trabajar en las fábricas y talleres e iban recorriendo los establecimientos vecinos, incitando a abandonarlos a quienes se encontraban en ellos, para luego marchar coreando consignas en favor de Juan Perón, por las calles principales hacia el centro de la Capital Federal.
 
Aquel 17 de octubre los trabajadores dejaron sus herramientas, apagaron las máquinas de sus talleres y fabricas, se subieron al tranvía o al ómnibus y se fueron a la Plaza de Mayo. Estaban dispuestos a dar la vida por Perón. Un nuevo ciclo histórico se iniciaba en la Argentina.
 
El 17 de octubre de 1945 marcó un antes y un después en la historia de nuestro país: más de un millón de trabajadores, coparon la Plaza de Mayo para exigir la liberación del que ya entonces consideraban su líder: el coronel Perón, quien desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, había instrumentado numerosas medidas que favorecieron a los obreros, sentando las bases de la movilidad social ascendente y permitiéndoles integrarse a un país que, hasta entonces, no los reconocía.
 
Setenta y ocho años después, recordamos aquella expresión de lealtad mutua: de los trabajadores hacia su líder, pero también de Perón hacia ellos, al visibilizarlos y, una vez en el poder, haber seguido defendiendo sus derechos. Sin arriar nunca las banderas del trabajo, la dignidad y la justicia social.

 
Escribe Blas García  

17-10-2025 / 09:10
El 17 de Octubre de 1945, Juan Perón fue rescatado de la cárcel por la masiva movilización de la clase trabajadora, exponiendo así la falencia del anciano régimen oligárquico antinacional -rapaz y parasitario- y la caducidad de los viejos partidos políticos seudo democráticos, sobrepasados por el proletariado, que de ahora en más, podía obtener reivindicaciones que ya no se pedían, se reclamaban, porque ya no se confiaba en la buena voluntad de los sectores dominantes sino en la propia fuerza de los trabajadores.

Ese día resurge la Argentina profunda, el subsuelo de la Patria sublevado, y reaparece para continuar escribiendo la historia de las masas populares, una secuencia que va desde las lanzas primero -con las montoneras federales del interior-, el voto después -con el radicalismo yrigoyenista- y por último los sindicatos obreros -con el peronismo-. Tres momentos en los que el Pueblo lucha para realizarse con el federalismo, la soberanía política y la democracia social.

Como consecuencia de la actuación revolucionaria de las masas populares el 17 de octubre de 1945, el justicialismo llega al poder y produce transformaciones en todos los ámbitos de la realidad del país. La Revolución Nacional, de Eva y Juan Perón, rompió con el modelo semicolonial dependiente, logrando la independencia económica, la justicia social y permitiendo importantes conquistas a los sectores populares. Una Nueva Argentina con el Pueblo de protagonista.

La terrible reacción gorila de la vieja Argentina oligárquica y autoritaria, en el golpe de septiembre de 1955, dan la medida de la trascendencia revolucionaria del peronismo. Cómo los movimientos nacionales antecesores: el federalismo de Rosas y el radicalismo de Yrigoyen; solo se alcanzaron conquistas transitorias y fueron derrotados por la estructura de la injusticia y la dependencia. Revolución y contrarrevolución.

A partir de 1955, la exclusión política del peronismo produjo un proceso de Resistencia que ampliaría su perfil. Aglutinó, representó y canalizó a todas las rebeldías y críticas contra el sistema económico, social y político, crecientemente ineficaz y en el cual era el único actor apartado. En esta lucha, el peronismo constituyó el agrupamiento de las fuerzas populares y proletarias, mientras que el régimen militar se identificaba con los intereses de la oligarquía, la burguesía entreguista y los partidos liberales.

Todos estos esfuerzos son partes de un mismo combate, en la que todavía no se han alcanzado triunfos definitivos. Corsi e ricorsi, la Patria aparece como un proyecto inacabado que debemos realizarlo plenamente hoy cuando el capitalismo globalizado pretende desembarazarse de las limitaciones que, a lo largo del siglo XX, le impusieran los Estados Nacionales y los movimientos sociales encabezados por la clase trabajadora, para aplicar sus políticas neoliberales de injusticia social.

Las medidas económicas impulsadas por Javier Milei y Luis Caputo están inspiradas en el más crudo neoliberalismo, que fue iniciado durante la Revolución Fusiladora, continuadas por la dictadura de Jorge Rafael Videla y por los votos en los gobiernos de Carlos MenemFernando de la Rua, Mauricio Macri y Javier Milei. Este tipo de recetas conservadoras y reaccionarias, que aumentan la injusticia quitando derechos sociales y agrandan la dependencia con el fuerte endeudamiento, siempre fracasaron, provocando resistencias populares y revueltas sociales. 


Por eso, como integrantes del Movimiento Nacional y Popular que cambió la historia política argentina, volvemos a levantar, como en 1945, el cuestionamiento del sistema neoliberal económico y social injusto y la necesidad de dar la pelea para cambiarlo. Con el peronismo, seremos una Nación independiente, y si nos sacamos la dependencia del capital financiero y del FMI volveremos al desarrollo económico. Caso contrario, podría retornar el neoliberalismo apátrida y seguiremos hundiéndonos aun más en la pobreza y la dependencia. 
La cuestión sigue siendo la misma, patria o colonia. El legado de la lucha continúa, hoy contra una de las formas mas crueles, brutales y salvajes de capitalismo, la de Javier Milei.


 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista 
 Escribe: Blas García 

 

15-10-2025 / 19:10
Juan Perón había surgido a la vida política dos años antes, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, y había dignificado al obrero otorgando derechos vulnerados desde siempre. Unidos en el odio a Perón y defendiendo sus intereses, el frente oligárquico logra aislarlo, despojarlo de todos su cargos forzando su renuncia y recluirlo en la isla de Martín García. Parecía que una vez más en nuestra historia, los que más tenían, los que hacían las  leyes, los que vivían del trabajo ajeno, imponían su voluntad omnipotente.
 
Pero los trabajadores argentinos reaccionan y en la mañana del lunes 16 de octubre de 1945, los dirigentes de la CGT se entrevistan con presidente Edelmiro J. Farrell, al cual le trasmite su preocupación por la situación del coronel Perón, así como que algunos gremios han empezado a salir a la calle reclamando por su libertad. También le expresan la preocupación reinante en la clase trabajadora ante las versiones de los diarios acerca del nuevo gabinete que estaría integrado por hombres de la oligarquía y del conservadorismo.
 
Por su parte, la Unión Obrera Local- expresión sindical del Partido Comunista-sostiene que "desautoriza las versiones a favor de una huelga inminente lanzadas por un grupo afecto al gobierno desplazado y por elementos nazis que pretenden obstruir el camino de las elecciones libres".
 
A su vez, el Partido Socialista denuncia "la maniobra encaminada a confundir la opinión de los trabajadores y crear factores de perturbación y anarquía...tentativa de los dirigentes entregados a la dictadura implantada por el ex secretario de Trabajo y Previsión".
 
Los partidos de "izquierda" de la oligarquía, más que confundidos, no saben de donde sale esa "chusma" peroniana, como la denominan despectivamente, que nada tiene que ver con el modelo de obrero de sus libros y manuales, pulcro y atildado, con el que están acostumbrados a tratar.
 
A la tarde se conoce la decisión de la Central Obrera: por 16 votos contra 11, "la CGT, en defensa de las conquistas obtenidas y las por obtener y considerando que éstas se hallan en peligro ante la toma del poder por las fuerzas del capital y la oligarquía, declara un Paro General en todo el país por el término de 24 horas, que se hará efectivo el día jueves 18 de octubre, a partir de la cero hora".
 
Comienza así, el devenir histórico por el cual los trabajadores argentinos se introducen por primera vez y para siempre en la escena política nacional, para terminar con la semicolonia pastoril y construir una nación moderna e independiente, y lo hacen con un movimiento popular que tiene como eje al proletariado. En nuestro país nada volvería a ser igual.
 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista 
Escribe Blas García 

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