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Sociedad e Interés General - 20-02-2024 / 09:02
20 DE FEBRERO DE 1813

Los patriotas revolucionarios, al mando de Belgrano, derrotan a los colonialistas españoles en la Batalla de Salta

Los patriotas revolucionarios, al mando de Belgrano, derrotan a los colonialistas españoles en la Batalla de Salta
Después de la batalla de Salta, hecho glorioso que tuvo lugar el 20 de febrero de 1813, el ejército realista se rindió en masa a las tropas del general Manuel Belgrano.
Los patriotas revolucionarios, al mando de Belgrano, derrotan a los colonialistas españoles en la Batalla de Salta
Manuel Belgrano.
 
La batalla de Salta fue un enfrentamiento armado librado el 20 de febrero de 1813 en la pampa de Castañares, lindante con la ciudad de Salta, en el curso de la Guerra de Independencia de la Argentina.
 
El Ejército del Norte, al mando del general Manuel Belgrano y de Eustaquio Díaz Vélez como segundo jefe, derrotó por segunda vez a las tropas realistas del brigadier Juan Pío Tristán, a las que había batido ya el 24 de septiembre anterior en la batalla de Tucumán.
 
La rendición incondicional de los realistas garantizó el control del gobierno revolucionario patriota rioplatense sobre buena parte de los territorios del antiguo Virreinato del Río de la Plata y aseguró temporariamente la región, desbaratando así el peligro de una invasión realista desde la frontera norte.

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Los patriotas revolucionarios, al mando de Belgrano, derrotan a los colonialistas españoles en la Batalla de Salta
La batalla de Salta afianzó la soberanía nacional.


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El 24 de marzo de 1976 una sublevación cívico-militar derrocó a la presidenta constitucional, María Estela Martínez, instalando una dictadura de tipo permanente autodenominada "Proceso de Reorganización Nacional", gobernada por una Junta Militar integrada por tres jerarcas militares, uno por cada fuerza. La junta designó como presidente de facto a Jorge Rafael Videla.

El gobierno militar suprimió los derechos civiles de los ciudadanos y las libertades públicas, anuló las garantías constitucionales, suspendió la actividad política, vedó los derechos de los trabajadores, intervino los sindicatos y la CGT, prohibió las huelgas, disolvió el Congreso y los partidos políticos, y destituyó la Corte Suprema de Justicia.

La dictadura impuso el terrorismo de Estado como método sistemático, un régimen de represión ilegal, violencia indiscriminada, persecuciones, tortura sistematizada y desaparición forzada de personas, en el que se violaron masivamente los derechos humanos y se produjeron, en un verdadero genocidio, decenas de miles de desaparecidos.

Pero la dictadura no se instaló sólo para torturar y matar gente, sino para posibilitar una transferencia masiva de riquezas hacia los núcleos más concentrados de la economía, quienes se apropiaron además de buena parte de los negocios públicos. Durante el proceso militar, por ejemplo, el grupo Macri pasó de tener 7 a 47 empresas, mostrando que el golpe no fue solo accionar de fuerzas represivas. Y los empresarios que mandaban en 1976, siguen mandando.

Para imponer un régimen alejado de los intereses nacionales y populares, el golpe militar fue ejecutado en contra del Pueblo y del peronismo en su conjunto, institucional, política e individualmente. Pensado en función del molde agro exportador de fines del siglo XIX que, dados los cambios internacionales, derivó en el programa pro financiero y desindustrializador, el modelo neoliberal. Hoy Javier Milei y Victoria Villaruel expresan muchos de esos ideales de Videla y Martínez de Hoz, pero también de los grandes empresarios, eternos dueños del país.

El Terrorismo de Estado produjo miles de desaparecidos. Hubo 30.000 luchadores sociales barridos por la represión, de todos los sectores políticos populares y revolucionarios. La inmensa mayoría de las víctimas fueron jóvenes, la inmensa mayoría fueron cuadros y militantes de la clase trabajadora, la inmensa mayoría fueron peronistas.

El Proceso puso fin al "Estado de Bienestar" fundado por Juan Perón y al Proyecto Nacional y Popular concebido por el justicialismo desde la década del 40, dejando en lamentable estado la convivencia democrática, la economía, la sociedad y las instituciones, abriendo profundas grietas que recién después de más de cuatro décadas empiezan a ser curadas.

A 48 años de aquel infausto 24 de marzo, en el contexto de un gobierno anarco capitalista que niega, justifica o exalta los crímenes cometidos por las fuerzas represivas, convocamos a mantener viva la memoria del Pueblo en apoyo a la continuidad de la búsqueda de memoria, verdad y justicia por los crímenes de lesa humanidad cometidos y en defensa de los Derechos Constitucionales, los Derechos Humanos y las Libertades individuales de ayer, de hoy y de siempre.
 
Carlos Morales para La Opinión Popular 

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