“Un país que destruye la Escuela Pública no lo hace nunca por dinero, porque falten recursos o su costo sea excesivo. Un país que desmonta la Educación, está gobernado por aquellos que pierden con la difusión del saber”. Ítalo Calvino
EL 14 DE FEBRERO DE 1898, NACE UN DEFENSOR PERMANENTE DE LA NACIÓN CONTRA LOS PROYECTOS DE DOMINACIÓN EXTRANJERA
Raúl Scalabrini Ortiz Contra la Dominación Británica en la Argentina
Nace en Corrientes Raúl Scalabrini Ortiz. Uno de los puntales del revisionismo histórico, fue autor de Política británica en el Río de la Plata e Historia de los ferrocarriles argentinos, además del ensayo El hombre que está solo y espera. Se aproximó a Forja y apoyó al peronismo. Murió en 1959.
Escribe Blas García
Lúcido intelectual y luchador por la formación de la Conciencia Nacional, Popular y Antimperialista del Pueblo Argentino, comprometido con su tiempo, Raúl Scalabrini Ortiz desempeñó un papel clave en el descubrimiento de la dominación ejercida por el neocolonialismo sobre la Argentina, así como sus mecanismos de sojuzgamiento.
Scalabrini Ortiz descubre la dominación británica. La división internacional del trabajo se había impuesto entre la potencia industrializada y poderosa, por un lado y el país semicolonial, subyugado y succionado, por el otro. "Argentina, la granja; Inglaterra, el taller", habían dicho los hombres del imperio y estructuraron la economía complementaria, en acuerdo con la oligarquía vacuna argentina.
Scalabrini desentrañó las causas económicas de nuestra dependencia, explicó lo que estaba frente a la vista de todos los argentinos pero que nadie quería o podía ver: el encadenamiento argentino a los dictados ingleses. Fue el maestro, el que permitió pasar del antiimperialismo abstracto al antiimperialismo concreto, descubriendo la verdadera realidad de la Argentina dependiente.
Con los jóvenes radicales de FORJA denunció el carácter colonial de la política británica en el Río de la Plata, y fue el autor de una obra ya clásica que develaba los oscuros manejos de la construcción de los ferrocarriles argentinos como red de dominación.
Escribe Blas García para La Opinión Popular Raúl Scalabrini Ortiz. Dibujo de Caras y Caretas Raúl Ángel Toribio Scalabrini Ortiz (Corrientes, 14 de febrero de 1898 - Buenos Aires, 30 de mayo de 1959), fue un pensador, historiador, filósofo, periodista, escritor, ensayista y poeta argentino, agrimensor de profesión. Perteneció a una generación que hizo propias las consignas del desarrollo de la industria nacional y la lucha contra el neocolonialismo y la dependencia. Fue amigo de Arturo Jauretche y Homero Manzi, con quienes formó parte de FORJA ("Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina") desde donde surgieron los elementos básicos de la conciencia nacional y cuyas ideas constituyeron un aporte substancial para la conformación del pensamiento del primer peronismo. Además, adhirió a la corriente revisionista de la historiografía argentina.
Fue hijo del naturalista Pedro Scalabrini quién dirigió el museo de la ciudad de Paraná, Entre Ríos. Llegó a Buenos Aires para estudiar Ingeniería en la Facultad de Ciencias Exactas y temprano se acerca al círculo de intelectuales y escritores que se reunían en torno a la figura de Macedonio Fernández.
Su primera publicación fue una colección de cuentos breves reunidos en el libro La Manga en 1923. En 1931, publicó El hombre que está solo y espera, con el que obtuvo reconocimiento de los círculos intelectuales y el premio Municipal. Luego de este reconocimiento, se dedicó de lleno a la investigación socioeconómica e histórica nacional. Toda su obra estará relacionada con estas investigaciones.
El radicalismo
Scalabrini es apresado en Buenos Aires en enero de 1934 por haber apoyado la insurrección armada radical de Paso de los Libres el 28 de diciembre de 1933, donde se jugaban la patriada sus amigos Arturo Jauretche y Luis Dellepiane en contra del régimen conservador y entreguista de Agustín P. Justo.
Luego se exilió en Alemania, donde comenzó a escribir sobre su visión sobre la Cuestión Nacional. Esos artículos formarán la base de lo que posteriormente será su libro "Política Británica en el Río de la Plata".
En 1935, regresó a la Argentina y se aproximó a la Fuerza de Orientación Radical de la Juventud Argentina, de Arturo Jauretche, Gabriel del Mazo, Luis Dellepiane, Homero Manzi, Julio Darío Alessandro y otros, aunque mantuvo su independencia (se afiliará recién en 1940, cuando la agrupación se separó del partido Radical). Como parte de su acción dentro del movimiento escribirá y publicará numerosos estudios en los Cuadernos de FORJA.
Dará numerosas conferencias sobre temas relacionados con la dependencia Argentina y sobre cómo se mueven los hilos del poder económico del país. Su tema principal serán los ferrocarriles ingleses, los que considera claves para el funcionamiento colonial. Dirá que los rieles del ferrocarril... "son una inmensa tela de araña metálica donde está aprisionada la República".
Más tarde, defenderá desde un punto de vista nacional, la neutralidad en la Segunda Guerra Mundial ante la lucha interimperialista que se lleva a cabo en Europa para que el capitalismo se reparta el mundo.
Scalabrini y el "granero del mundo"
El historiador Norberto Galasso, en honor a Sacalabrini, concibió dos libros, uno lleva simplemente su apellido y el otro se tituló: "Raúl Scalabrini Ortiz y la lucha contra dominación inglesa". Allí relata que Scalabrini descubre que la Argentina estaba convertida en semicolonia británica: los ferrocarriles ingleses, trazados en abanico hacia el puerto de Buenos Aires, sellaban la dependencia.
Toros ingleses, frigoríficos anglo-yanquis, comercio de exportación e importación copado por el imperialismo, bancos y servicios públicos de propiedad extranjera, seguros y fletes para "su majestad" e incluso grandes casas de comercio, inglesas, en Buenos Aires, configuraban el panorama de ese vasallaje que la oligarquía pretendió disimular bajo el nombre ostentoso de "granero del mundo".
La división internacional del trabajo se había impuesto entre la potencia industrializada y poderosa, por un lado y el país semicolonial, subyugado y succionado, por el otro. "Argentina, la granja; Inglaterra, el taller" habían dicho los hombres del imperio y ahora, ya estructurada la economía complementaria, de acuerdo con la oligarquía vacuna, crearon una superestructura cultural para colonizar ideológicamente a los argentinos.
A falta de ejército de ocupación, el imperio ocupó las mentalidades nativas con libros europeos que impedían la formación de una auténtica conciencia nacional.
Varios factores se conjugan para que Raúl Scalabrini rompa la trama del pensamiento colonial. Por un lado, su militancia juvenil en un grupo llamado "Insurrexit", de ideología marxista, le permite descubrir la importancia de los factores económicos y sociales en el desarrollo histórico.
Por otro, su permanente deambular por el país (por razones de trabajo viaja a La Pampa, Entre Ríos y Catamarca) lo salvan de encerrarse en una visión porteña y le enseñan cómo viven y cómo sueñan sus compatriotas.
Scalabrini se pregunta en primer lugar ¿cómo es posible que en un país como la Argentina, productor de carnes y cereales, haya hambre? De allí pasa a inventariar nuestras riquezas (ferrocarriles, frigoríficos, puertos, etc.) estudiando en cada caso quién es el propietario de los mismos y así llega a la conclusión de que los argentinos nada poseen, salvo la vergüenza para renovar empréstitos en el exterior, mientras el imperialismo inglés se lleva nuestras riquezas a precios bajísimos y nos venden sus productos encarecidos; mientras los ingleses nos succionan a través de seguros, fletes, dividendos, jugosa renta producto de su dominio sobre los resortes vitales de nuestra economía.
El subsuelo de la patria sublevada
Poco después conoce personalmente a Juan Perón, a quien ya le sugiere la nacionalización de los ferrocarriles. El 17 de octubre de 1945, Scalabrini Ortiz forma parte de la multitud que irrumpe en nuestra historia para iniciar una Argentina Nueva.
Ese día, se convence de que esos hombres, a los que llama "esos de nadie y sin nada", son los que conducirán al país hacia su nuevo destino: ".... Era el subsuelo de la patria sublevada. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba por primera vez en su tosca desnudez original....Eran los hombres que estaban solos y esperaban, que iniciaban sus tareas de reivindicación".
Pocos meses después, Perón derrota en las urnas a los viejos partidos representantes de una Argentina que moría irremediablemente. Scalabrini acompaña el proceso de la campaña electoral desde las columnas del diario "Política" y mantiene estrecho contacto con Perón, ya siendo éste presidente.
Presenta entonces varios trabajos atinentes a la nacionalización de los ferrocarriles, pero no acepta cargos en el gobierno. Considera que su lugar está en el llano, opinando, fiscalizando, apoyando, pero, después de tantos años de oposición, no se considera un "hombre de construcción".
La Revolución Nacional
Participa así del proceso de la Revolución Nacional y ve caer uno a uno los eslabones de la cadena con que el imperialismo nos sojuzgaba y que él había denunciado sin descanso: los ferrocarriles, los teléfonos, los bancos, la exportación y la importación, el transporte marítimo y el aéreo, los seguros, el gas, etc.
Y ve también crecer a ritmo intenso a la industria liviana, asfixiada tantos años por la mercadería importada por los ingleses. Así transcurre esos años estudiando, elaborando ideas.
Una nación económicamente libre, socialmente justa y políticamente soberana deja atrás, como un triste recuerdo, a aquella colonia de los años treinta. Las consignas lanzadas por FORJA, a veces casi con las mismas palabras, son coreadas ahora por la multitud.
El retorno oligárquico
El golpe militar del 16 de setiembre de 1955 propicia el retorno oligárquico. Han vuelto los hombres del imperialismo, los mismos del los años treinta. Otra vez los amigos de los ingleses, los personeros de la oligarquía, los pactos claudicantes. De nuevo los bancos privados, los tratados vergonzosos, las devaluaciones para engordar las arcas de los ganaderos.
Scalabrini estuvo en contra del derrocamiento de Perón y fue un ferviente opositor de la Revolución Libertadora en la cual veía el retorno al poder las oligarquías que se favorecían de la dependencia económica de la Argentina.
Y Scalabrini plantea como única y absoluta prioridad: la Revolución Nacional. Todo parece volver hacia el pasado y sus ideas se afirman en la vieja lucha. Desde "El Líder", "De Frente" y "El Federalista" se constituye en crítico implacable. Cerrados estos periódicos, escribirá desde mediados de 1956 en la revista "Qué".
Esa posición lo lleva a colaborar con Frondizi y Frigerio entendiendo que debe usar a "Qué" como vocero de sus ideas, más allá de sus diferencias que pueda tener con los teóricos de la burguesía nacional.
Todo el año 1957 Scalabrini ataca semana a semana las medidas retrógradas y pro imperialistas del gobierno. Puede decirse que a través suyo se expresa la Argentina auténtica que se niega a volver al pasado.
El 23 de febrero de 1958 el Frente Nacional, que lleva a Frondizi para presidente, aplasta a la reacción en las urnas, pero la entrega del poder es condicionada. Por eso Scalabrini entiende que debe seguir apoyando, aún disintiendo en muchos aspectos, al gobierno frondizista. Por eso también acepta la dirección de la revista "Qué", convertida ahora en revista oficialista.
La revista Qué llegó a convertirse en órgano oficial del gobierno desarrollista bajo la dirección de Scalabrini Ortiz, sin embargo luego de 3 meses renunció por diferencias con Frondizi a partir de las concesiones petroleras del gobierno a las empresas extranjeras. Se mantuvo alejado de toda actividad pública y falleció el 30 de mayo de 1959.
Bibliografía
El pensamiento nacional y popular se vio ampliamente enriquecido por los aportes de este intelectual, entre cuyas obras, se inscriben: "El hombre que está solo y espera"; "Los ferrocarriles deben ser del pueblo argentino"; "Bases para la reconstrucción nacional", "Política Británica en el Río de la Plata", "Historia de los Ferrocarriles Argentinos"; entre otras.
La vigencia de su pensamiento a más 50 años de su desaparición puede resumirse en las palabras que Arturo Jauretche pronunciara en su homenaje: "...más allá del estrecho límite de los partidos y de las fracciones, de los perecederos gobiernos, de la transitoriedad de los éxitos y las derrotas. Somos vencedores en esta conciencia definitiva que los argentinos hemos tomado de lo argentino".
Scalabrini tuvo la lucidez de entender y denunciar la farsa organizada de un sistema de entrega, dominación extranjera y explotación que sin embargo se vestía con los símbolos patrios en cada efeméride nacional.
Acusaba como cómplice del despojo a "la oligarquía vernácula" y a los que consideraba "personeros intelectuales puestos a su servicio" y, realizando una extraordinaria y paciente labor, expuso con claridad su visión desde dónde y como se manejaban los hilos del destino de nuestro país.