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Entre Ríos - 13-02-2024 / 08:02
CANDIDATO A LA CONDUCCIÓN DEL PJ PROVINCIAL

Marcelo Casaretto: El peronista entrerriano que más confrontó al porteño Frigerio

Marcelo Casaretto: El peronista entrerriano que más confrontó al porteño Frigerio
El ex diputado nacional Marcelo Casaretto fue propuesto para presidir el PJ de Entre Ríos. Su eventual llegada a la conducción partidaria haría presumir un alto perfil opositor del partido que estuvo en el poder 20 años. Sin embargo, es impulsado por quienes menos criticaron a Frigerio dentro del partido.
 
En los últimos 20 años, cada vez que el radicalismo entrerriano discutía su conducción partidaria aparecía este argumento: la presidencia del partido no podía estar en manos de un intendente. Los intendentes -se decía en la UCR- están condicionados por los intereses de su gestión, se ven obligados a morder su lengua a la hora de criticar el rumbo del gobierno provincial peronista, con el que están obligados a negociar.
 
Ese argumento no siempre prosperó. Varias veces el centenario partito fue presidido por un intendente. Y se notó. Las críticas más severas a las gestiones peronistas no vinieron articuladas por el Comité Provincial sino de las distintas líneas de la UCR, cada una jugando su propio juego interno.
 
El paso del peronismo a la oposición, luego de 20 años en el poder, hace que ahora aquella discusión que ocupaba a los radicales pase a ser centro de debate para la renovación de autoridades del PJ de Entre Ríos, esa maquinaria electoral que empieza a parecerse a un partido político cuando sus dirigentes no están en el gobierno.
 
El peronismo entrerriano viene con la inercia de ser oficialista. El poder en el PJ se venía ordenando por los votos que arrojaban las elecciones generales. El gobernador fue, en estas dos décadas, el presidente del Consejo Provincial del PJ de Entre Ríos. Con esta lógica, si se perdió el gobierno provincial la conducción partidaria debería quedar en manos de un intendente.
 
Fue por eso que se propusieron los nombres de Rosario Romero (Paraná), Eduardo Laurito (Concepción del Uruguay), entre los dirigentes con más historia; Adrián Fuertes (Villaguay) como generación intermedia; o Gustavo Bastián (San José) como recambio generacional.
 
También entra en esa lógica la postulación de Daniel Rossi (Santa Elena), como cabeza de un polo partidario que ha sido crítico a la conducción política de Gustavo Bordet en los últimos ocho años.
 
Pero bajo el argumento de la gestión, Rossi está tan limitado como Romero o Lauritto o Fuertes para encabezar una oposición sin ataduras al gobierno de Rogelio Frigerio. El cargo de intendente es el más condicionado de todos en este sentido.
 
La postulación de Marcelo Casaretto por parte del oficialismo partidario encuentra lógica en el argumento que por dos décadas ocupó a los radicales. El perfil del ex diputado nacional puede dar la idea de un PJ con un fuerte rol opositor a Frigerio.
 
 
Como en el 2000
  
Para entender el nuevo escenario hay que situarse más de dos décadas atrás, cuando el que gobernaba la provincia era Sergio Montiel y el peronismo era oposición. Casaretto ocupaba una banca en el Senado provincial y desde allí emitía las más agudas críticas del peronismo a la gestión del último caudillo radical. El manejo técnico del contador que había sido ministro de Economía de Jorge Busti levantaba el nivel de la discusión política de aquellos años.
 
Se podrá decir que era más fácil oponerse al estilo cerrado y confrontativo de Montiel que a un gobernador como Rogelio Frigerio, que en el comienzo de su gobierno se ha mostrado abierto al diálogo con el peronismo y los gremios del Estado (habrá que ver hasta qué punto bancan los sindicatos ajustar salarios por una recaudación que, recesión mediante, tenderá a la baja).
 
Pero Casaretto -que no lidera dentro del PJ a una agrupación de peso y carece de territorialidad- destacó en las dos últimas campañas electorales (2021 y 2023) como uno de los pocos peronistas que confrontó a Frigerio.
 
Sin embargo, será el candidato para el partido de un sector del peronismo, el oficialista, que fue muy moderado en la crítica al actual gobernador.
 
Lo mismo hizo Frigerio, que siempre criticó al "kirchnerismo" y nunca al peronismo de Entre Ríos y mucho menos al gobernador Gustavo Bordet, su figura de mejor imagen.
 
En los últimos años, Casaretto sólo fue superado en la crítica a Frigerio por el ex gobernador Sergio Urribarri, quien en 2022 -y en medio de una notable quietud electoral del peronismo, mientras Juntos por el Cambio consolidaba sus candidatos- lideró un proceso de movilización que abruptamente canceló en 2023, urgido por sus problemas con el Código Penal. El protagonismo electoral de un gobernador condenado por corrupción le haría un flaco favor a un peronismo que venía de caer en las elecciones de medio término. El instinto de supervivencia del entonces oficialismo funcionó y Urribarri cerró su boca, de las pocas que carecían de pelos en la lengua a la hora de criticar a Frigerio.
 
 
El antecedente de 2003
  
En los albores del kichnerismo, julio de 2003, Casaretto desafió a Jorge Busti por la candidatura a gobernador. Por entonces las internas partidarias se realizaban junto con las de cargos electivos. Busti propuso para la presidencia del PJ a Sergio Urribarri y Casaretto a Faustino Schiavoni.
 
El 25 de mayo de ese año Néstor Kirchner había asumido la presidencia de la Nación y en Entre Ríos el gobernador Sergio Montiel había convocado a elecciones provinciales para el 23 de noviembre. Con las internas de julio, el PJ ordenó su oferta para el proceso electoral: Busti se impuso como candidato a gobernador y Urribarri quedó al frente de la conducción partidaria. La lista de Casaretto-Schiavoni obtuvo un 23 % de los votos.
 
Por: Pablo Bizai
 
Fuente: Página Política
 

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El próximo 26 de octubre, Entre Ríos elegirá senadores y diputados nacionales. El destino de un proyecto político-electoral no es menor. Compromete la vida cotidiana de ciento de miles de entrerrianos. Lo que está en juego requiere que se trate la campaña electoral con profesionalidad y respeto. Los elementos claves de una campaña bien realizada parten de tener en claro: el análisis del escenario competitivo y el manejo de las estrategias de ataque y defensa.
 
Las estrategias de ataque y defensa, están basadas en los pensamientos de Karl Von Clausewitz (general prusiano que escribió el famoso libro titulado "De La Guerra", publicado en 1832) quien suministró las bases de la estrategia militar de Occidente. Se aplica en el sistema competitivo electoral, donde es fundamental considerar la estrategia y el modo de competir de cada candidato u organización, quienes, si la ejecutan adecuadamente tienen más posibilidades alcanzar los objetivos.
 
En todas las competencias electorales siempre existen un nº 1, un nº 2, un nº 3 y varios nº 4. Qué estrategia vaya a utilizar cada uno, depende del escalón que ocupe en la escalera. Hoy por hoy, Rogelio Frigerio lidera, porque ganó las últimas elecciones y ostenta la mayor participación en el contexto, pero no va a ser candidato. El peronismo es el retador (nº 2) y está cerca. La estrategia competitiva es altamente dependiente de las ganas de luchar y de ganar, del "instinto asesino" del candidato. Javier Milei lo demostró en 2023.
 
¿Qué debe hacer el nº 1? Frigerio debería ocuparse de hacer crecer "la torta" y no el tamaño de su rebanada, porque liderando, crecerán sus votos si cada vez hay más electores que compran su candidato y propuesta. No debería ocuparse directamente de la competencia (el que va adelante no mira hacia atrás) aunque cualquier acción que se considere peligrosa del retador será bloqueada de inmediato.
 
La consigna general del nº 1 es protegerse. Está a la cima y debe resguardar su posición. Su estrategia suele ser defensiva y bloquear el movimiento de algún competidor fuerte. La campaña mediática sucia de desprestigio contra Gustavo Bordet, un posible candidato de peso, es una muestra de ello. Sergio Urribarri, desde que salió del presidio, se ha dedicado a profundizar la interna peronista. Raro si se tiene en cuenta que la provincia está en manos del PRO, a los que no le dedica ninguna embestida. Y el intendente Domingo Daniel Rossi, condenado por corrupción, es el principal "operador" de Frigerio quien se beneficia, en pleno año electoral, de la permanente maniobra del intendente santaelenense en contra del justicialismo entrerriano tendiente a sembrar la desunión y el caos.
 
Si el peronismo es el que ocupa el segundo puesto, su estrategia está determinada por Frigerio. Debe apoyarse en la fortaleza de él para convertirla en debilidad, y se tiene que descubrir el punto fuerte del Frigerio y luego presentar a los electores lo opuesto. En otras palabras, no pretender ser mejor, sino diferente. Así parece entenderlo el gualeguaychense Guillermo Michel, dirigente del PJ entrerriano y una referencia no solo provincial sino nacional, especialmente por estar en el equipo titular de Sergio Massa.
 
Michel advirtió que Frigerio en lugar gestionar, de solucionar los problemas de la gente, intenta dividir el PJ "buscando fotitos con pseudos-dirigentes justicialistas". Fustigó a los tránsfugas peronistas que negocian con Frigerio y aseveró: "Un tipo que se vende por un pancho y una coca no es un dirigente político". "Frigerio se va poniendo las camisetas de acuerdo a la conveniencia. Ahora se pone la violeta", disparó además.
 
¿Qué debe hacer el peronismo en estos comicios? Debe ser agresivo, retador, desafiante. En EE.UU. se lo denomina challenger y, como en el boxeo, tiene que salir a buscar la pelea si pretende triunfar. Sí no se comporta así, y hace una campaña apocada como la de Adán Bahl en 2023 será derrotado. En esa situación, los candidatos peronistas en 2025 no se pueden dar el lujo de ser timoratos ni miedosos en medio de un marco anarco capitalista que estimula la competencia, el enfrentamiento y la polarización constante. Hoy parecería que hay una especie de pacto de silencio, porque son muy pocos -4 o 5- del PJ que salen a hablar y entre ellos, está Michel.
 

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