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Entre Ríos - 12-02-2024 / 09:02
PANORAMA POLÍTICO ENTRERRIANO

Libertarios vs Federales: ¿Qué hará Frigerio en la guerra de saqueo de Milei contra las provincias?

Libertarios vs Federales: ¿Qué hará Frigerio en la guerra de saqueo de Milei contra las provincias?
¿Qué hará Frigerio ante esta guerra de saqueo que Milei le declaró el interior federal? Nada. La posición de Frigerio deja muy en claro que el PRO es parte esencial de la gestión libertaria: perdieron las elecciones, salieron terceros, pero ahora cogobiernan. Es evidente también que lo peor de la casta macrista está en el poder: Luis "Toto" Caputo, Patricia Bullrich y Federico Sturzenegger, por nombrar algunos. Legisladores nacionales del PRO participan activamente en el canje de votos por favores o prebendas sectoriales y la mayoría de los funcionarios designados ya fueron parte de la gestión anterior del macrismo. La casta sigue viva y gobierna a pleno.
Atontado por el naufragio de la Ley Ómnibus, Javier Milei, con el apoyo de Mauricio Macri que le maneja los hilos de su gestión, salió a atacar desmesuradamente, con furia y por venganza, a los mandatarios provinciales. Destruyó los puentes con todos los que plantean alguna disidencia, se dispone a gobernar de espaldas al Congreso y en contra de las provincias, que son señaladas como traidoras y extorsionadoras. Lo insólito es que, apenas se cayó la ley, la fuerte maquinaria de trolls y bots de Milei empezó a acusar a gobernadores y legisladores de felonía. "Es ridículo cómo ven las cosas, se negaron a negociar y hacer un acuerdo y ahora acusan de traición ¿Traición de qué acuerdo?", reflexionó uno de los escrachados por el Presidente.
 
Rogelio Frigerio y los legisladores nacionales de Juntos por Entre Ríos enfrentaron una situación que nunca creyeron que iban a tener que vivir, por las peligrosas agresiones de Milei. Inmediatamente salieron a intentar justificarse. "No me gusta que nos ponga a todos en la misma bolsa. Le voté todo a favor y solo rechacé tres incisos de un artículo", lloriqueó el diputado nacional frigerista Francisco Morchio. Como él, el radical Atilio Benedetti repite ante quien se le cruza: "No ponga a todos en la misma bolsa. Somos muchos los que estamos dispuestos a ayudar a Milei". El silencio de Frigerio, que sigue considerando que la Ley debía ser aprobada, encontró palabras en Morchio y Benedetti, quienes sostuvieron que no estaba en duda el acompañamiento político de Frigerio al plan neoliberal centralista y anti federal de Milei.
 
Ahora bien, el dilema de Frigerio es sencillo: libertarios o federales, la pelea es por la distribución de los recursos: que no se suba las retenciones que no se coparticipan y que sí coparticipe el impuesto PAIS. Lo que no cierra es que los impuestos que aumentaron son los que van solamente a la Nación, mientras que a las provincias les toca el rigor del ajuste. Aquí no hay ideología, sino simplemente una cuestión de subsistencia.
 
Con la eliminación de Ganancias las provincias dejaron de percibir 3.500 millones de dólares. Con la coparticipación del Impuesto para una Argentina Inclusiva y Solidaria (PAIS), recuperarían unos 1.400 millones. No resolvía todo el problema pero alcanzaba para pagar los sueldos, que en varias provincias empiezan a estar en riesgo y ya se habla de volver a los pagos en cuotas o con bonos. Otro gran interrogante es si empezarán las clases porque se cortó el giro del Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid), justo antes del inicio del ciclo lectivo. No obstante, el apoyo de Frigerio a Milei, no estaría en discusión, aunque es cada vez más evidente que el libertario quiere saquear el interior federal para juntar recursos y pagar la brutal deuda que contrajo Macri, cumpliendo las exigencias del FMI.

Frigerio y sus pares de Juntos por el Cambio, en un zoom con el ministro del Interior, Guillermo Francos, habían retirado el requerimiento de coparticipar el Impuesto PAÍS para aprobar los artículos de la polémica ley. Entregaron algo que habían consensuado los otros gobernadores, para asegurarse alguna fuente de financiamiento para las provincias, teniendo en cuenta la casi eliminación del Impuesto a las Ganancias y la reducción de la coparticipación nacional, por la caída de la actividad económica.


Milei ordenó "no desguazar más" la ley ómnibus, por lo que los gobernadores no consiguieron asegurar, hasta ahora, ninguna fuente nueva de financiamiento, de impuestos que se recaudan en las provincias y se los queda la Nación. El Presidente había hablado en ese sentido en la reunión de gabinete en la que prometió "fundir" a las provincias. El resultado es conocido: se cayó la ley y el Presidente detonó la hostilidad frontal con los gobernadores. 
Es que Milei no necesita del apoyo de los gobernadores, porque a él lo bancan los empresarios más poderosos, los grandes medios porteños y la embajada yanqui. Tiene un poder considerable.


¿Qué hará Frigerio ante esta guerra de saqueo que Milei le declaró el interior federal? Nada. La posición de Frigerio deja muy en claro que el PRO es parte esencial de la gestión libertaria: perdieron las elecciones, salieron terceros, pero ahora cogobiernan. Es evidente también que lo peor de la casta macrista está en el poder: Luis "Toto" Caputo, Patricia Bullrich y Federico Sturzenegger, por nombrar algunos. Legisladores nacionales del PRO participan activamente en el canje de votos por favores o prebendas sectoriales y la mayoría de los funcionarios designados ya fueron parte de la gestión anterior del macrismo. La casta sigue viva y gobierna a pleno.


 

El problema es que Milei ya engrupió a los gobernadores. Después de enloquecerlos con las inexistentes negociaciones sobre la coparticipación del Impuesto PAIS, sepultó el Fondo Compensador del Interior e incumplió su promesa de reponer en febrero aportes nacionales para hacer frente a los subsidios provinciales luego de encargarles a los mandatarios que afrontaran esos gastos con recursos propios durante enero. Les pidió a los gobernadores que financien los subsidios con recursos provinciales, cosa que hicieron, y en febrero, el gobierno volvería a poner la plata para cubrirlo, pero rompió el acuerdo que había establecido. Otra mentira más.
 
Milei, un centralista porteño, que no tiene gobernadores ni intendentes, redujo durante enero un 98% las transferencias discrecionales a las provincias y anunció que disminuirá el subsidio a las empresas de transportes de pasajeros, ambas decisiones impactan en las provincias y despertaron el rechazo generalizado. La desatinada eliminación de subsidios de transporte para el interior del país, que afecta a trabajadores, jubilados y estudiantes, pero sosteniendo los del AMBA, incumple el Pacto Fiscal de 2017. Se mantienen así las fuertes asimetrías entre el Puerto de Buenos Aires y el interior federal.
 
La pregunta del millón es, ¿qué se viene ahora? En la Casa Gris admiten que con Milei puede pasar cualquier cosa, en cualquier momento "se le salta la cadena", afirman. Por eso, el porteño Frigerio prefirió el silencio, para evitar ponerse en la línea de fuego del intolerante presidente. Su consigna es "esperar", por su cercanía ideológica con el ajuste fiscal neoliberal. Aunque, hasta ahora, no siente que le recompensaran el apoyo. Si le garantizaran recursos para salarios, servicios y alguna que otra obra pública, esa alianza para él sería positiva. Lo que abre otra discusión. ¿Vale la pena semejante apoyo a Milei para tan poco premio? Quienes le cuestionan su decisión aseguran que no, porque está atando parte de su futuro al de un Gobierno tan impredecible como disruptivo y le resultará muy difícil despegarse del anarco capitalista.
 
La estrategia libertaria no repara en matices: siempre es a todo o nada. Es que Milei pretende tener a los gobernadores de rodillas, por eso tampoco está transfiriendo a las provincias el Fondo de Incentivo Docente. Si Milei está decidido a saquear a las provincias, debería considerar que el 85% de los recursos presupuestarios que tienen se destinan a solventar educación, seguridad y salud, lo que va a fundir son los sistemas públicos más importantes que tiene el Estado y estará perjudicando a todos los entrerrianos. Entonces, ¿qué hará Frigerio con su "dialoguismo" si ata su suerte a la de Milei?
 
La realidad es que Milei ganó el balotaje con 14.554.560 votos de los 35.394.425 de los electores habilitados para votar en todo el país. El 41% de los ciudadanos argentinos. Y ganó con una mayoría volátil e impaciente por soluciones concretas a sus problemas. Además no todos esos votos son a favor de su plan, porque muchos lo votaron sólo para que no ganara el peronismo. También, en la campaña electoral, su propuesta de cambio nunca pasó de un eslogan efectista y unas pocas medidas concretas, nada comparables con una mega ley de más de 600 artículos, muchos de ellos inconstitucionales.
 
Por eso, nunca tuvo los votos para aprobar los artículos referidos a las privatizaciones de las empresas públicas, las reformas a la ley de sostenimiento de la deuda y el agravamiento de penas para limitar y reprimir las protestas sociales, entre otros tópicos fundamentales de su alocado proyecto. Como Jean-Claude Van Damme en la película "Retroceder nunca, rendirse jamás", Milei prefirió perder antes que negociar, y convirtió a los opositores dialoguistas en sus enemigos.
 
Milei dijo desde Israel que de manera personal ordenó bajarle el pulgar a la ley tras la faena de desguace que le propinaron los "corruptos" opositores. Sin embargo, la realidad fue otra. Le asignan a Cristian Ritondo, titular del bloque del PRO -que en el Congreso ofician de aliados directos de los libertarios y les votan hasta la última coma-, un rol central en el pase a comisión de la Ley Ómnibus. Ritondo tienen en Macri, su jefe político. A la conducción del PRO que responde a Macri y que tiene terminales en el Ministerio de Caputo también se le asigna la determinación férrea de oponerse a cualquier tipo de reparto de recursos con las provincias, eje central de la discrepancia que terminó con el fracaso de la ley.
 
El problema es que el gobierno de Milei es una runfla de lo peor de los halcones de Macri, es un gabinete totalmente porteño, que no conoce y desprecia el país, que no entiende cómo funciona la relación Nación, provincias, municipios, que se creen que las saben todas y encima son muy soberbios. El objetivo del desfinanciamiento va en contra del interior y detrás está la mano invisible de Macri, en una maniobra para ponerlo en crisis a Milei y tomar el control del Gobierno. ¿Frigerio está en esa jugada? El porteño pasaría los días con esa duda, porque esta unión ubica a la gran mayoría de los gobernadores en la vereda de enfrente.

Muy mal asesorado por Sturzenegger y otros representantes del extremismo neoliberal, Milei pagó con su capital político. Sturze finalmente perpetró el tercer desastre, luego de fracasar con Cavallo y Macri. El problema es que en el camino, Milei se desquitó con los gobernadores adoptando medidas que perjudicarán de manera directa a la gente, dinamitó la relación con los diez mandatarios de Juntos y los tres bloques aliados, sufrió su primer derrota seria y quedó en estado de debilidad política, en el preciso momento que todos los sondeos indican una permanente caída del apoyo por la mega devaluación, la ley de alquileres, el descontrol de los precios y el aumento del transporte, que destruyeron los ingresos del pueblo. 
Se le acaba la "luna de miel". 

 
La Opinión Popular
 
Libertarios vs Federales: ¿Qué hará Frigerio ante la guerra total de Milei contra las provincias? 
 
CONTEXTO NACIONAL
 
En menos de 60 días, el experimento libertario sufrió su primera gran derrota
  
Con el objetivo de construir un enemigo a quien cargarle el costo del ajuste, Javier Milei pregona un relato épico que empuja a la sociedad a una guerra de facciones. Sabe lo que quiere y derrocha decisión política. En eso se diferencia de los dos gobiernos que lo precedieron, que se diluyeron entre marchas, contramarchas y pasos al costado. Lo que está mucho menos claro es su habilidad para llevar a la práctica eso que quiere hacer y si los resultados serán los que él espera.
 
Los sucesos de las últimas semanas alimentaron las dudas respecto a la capacidad de construcción política de este gobierno nacional. El asunto no es menor, porque la política es la única herramienta para producir cambios, al menos dentro de un sistema democrático.
 
Milei sufre la paradoja de ser un cultor de la antipolítica puesto a hacer política. La tarea de buscar acuerdos no solamente lo aburre, sino que la considera amoral y antiética. Pero su posición de absoluta minoría en el Congreso y la ausencia de gobernadores que respondan a su partido lo obligan a negociar y eso lo enfurece.
 
La ineptitud política de los libertarios quedó de manifiesto durante las negociaciones de la Ley Ómnibus. El presidente y su círculo íntimo incurrieron en todos los errores posibles: desautorizaron sistemáticamente a los negociadores que ellos mismos habían designado y se dedicaron a atacar con inusitada violencia a prácticamente todos los espacios políticos que estaban abiertos a aprobar el proyecto.
 
La impericia legislativa del oficialismo fue escandalosa. Convocaron a sesionar antes de tener preparado un dictamen y, merced al generoso apoyo de la oposición dialoguista, lograron que la ley se aprobara en general a pesar de que nadie sabía muy bien qué era lo que se estaba votando.
 
Pasar a la votación de cada artículo en particular exigía un texto y para tenerlo, antes había que acordar con los dialoguistas algunos puntos respecto a los cuales no había consenso.
 
Cinco días tuvo el oficialismo para cumplir esa tarea. Se empeñaron bastante poco, la sorpresa los invadió cuando la votación no se desarrollaba como esperaban y se paralizaron. Entonces el maestro supremo de la rosca política, Miguel Ángel Pichetto, se apiadó y les avisó que estaban perdiendo. El oficialismo acusó recibo y pidió cuarto intermedio. Como el jefe del bloque libertario, Oscar Zago, no sabía muy bien qué hacer, llamó a Milei que estaba en Israel, quien ordenó patear el tablero.
 
Zago mocionó que el proyecto volviera a comisión y después evidenció su desconocimiento en materia legislativa al punto de que le tuvieron que explicar en medio de una entrevista televisiva que, al mandar el proyecto de nuevo a comisión, quedaba sin efecto la aprobación en general. El mismo papelón hizo minutos más tarde el ministro del Interior, Guillermo Francos.
 
El presidente sí sabía que estaba abortando el proyecto que él mismo había considerado fundamental para su plan de gobierno. Entregó la ley a cambio de un argumento para radicalizar su discurso. A Milei, sostener el relato le importa más que obtener un resultado práctico y concreto.
 
Cómo si se tratara de un tuitero anónimo y no de un líder de Estado, el presidente descargó su ira a través de las redes sociales. Calificó de traidores y de delincuentes a los legisladores y gobernadores que le habían puesto el hombro a la aprobación en general, pero no estaban dispuestos a votar en contra de los intereses de sus provincias en el tratamiento en particular.
 
Reposteó y le dio "me gusta" a posteos extremadamente violentos, como uno que catalogaba a los radicales como "putitas de los peronistas".
 

Libertarios vs Federales: ¿Qué hará Frigerio ante la guerra total de Milei contra las provincias? 
 
Venganza y reconfiguración
 
De la amenaza al hecho, el trecho fue más bien corto. Incapaz de lidiar con un fracaso y mucho menos con una disidencia, aunque fuera mínima, Milei incendió los puentes con todos los impuros de espíritu que no se inclinaron dispuestos a cumplir a rajatabla con sus designios y se desquitó con los gobernadores adoptando medidas que perjudicarán de manera directa a la gente.
 
Empujado por la naturaleza dicotómica de su pensamiento, deja en claro que ya no está dispuesto a distinguir entre aliados eventuales, opositores moderados, partidos independientes con vocación de diálogo y opositores absolutos.
 
Su discurso ahora acepta solo dos categorías, los que están a favor del cambio y los que se oponen. Invariablemente, lo que se oponen lo hacen por motivos espurios, generalmente porque buscan defender sus privilegios y "sus curros".
 
Esta etapa de radicalización llevó al libertario a reconfigurar su gobierno. Menos de dos meses duró el intento de alianza con sectores del "cordobesismo" y su inclinación por conservar buenas migas con gobernadores ajenos a la órbita del kirchnerismo (si es que esa categoría todavía representa algo) con el objetivo de fortalecer al oficialismo en el Congreso.
 
En el camino fueron eyectados de sus cargos Osvaldo Giordano (ANSES) y Flavia Royón (secretaría de Minería), dos funcionarios que fueron designados por su probada capacidad de gestión, no por su afiliación política. Se espera que en los próximos días también sean desplazados Franco Mogetta (Transporte), Daniel Tillard (Banco Nación) y Luis Giovine (Obras Públicas). La lista se cierra con Guillermo Ferraro (Industria), presentó su renuncia el viernes, 15 días después de que el Gobierno la anunciara.
 
Que el gobierno de Milei aplique su primera purga de funcionarios a apenas dos meses de iniciado no es un buen indicio para una gestión que en muchos aspectos todavía no arranca y que está a cargo de un espacio en el que no abundan cuadros técnicos.
 
Quebradas las endebles alianzas que había ensayado el nuevo Gobierno, vuelve al ruedo la posibilidad de cerrar filas con los halcones del PRO, con Mauricio Macri a la cabeza. Habrá que ver si el expresidente está dispuesto a integrar un espacio que no lo tenga como líder, algo que nunca ocurrió.
 
La venganza del presidente con los gobernadores a los que calificó como traidores no se hizo esperar y tendrá un impacto directo en amplios sectores de la población.
 
El gobierno nacional que ya había cortado las transferencias no automáticas a las provincias y los fondos para la obra pública, ahora eliminó el subsidio al transporte del interior, lo que repercutirá en un incremento en las tarifas de servicios urbanos y de media distancia, y dejó caer el Fondo de Incentivo Docente, que se deposita directamente en las cuentas de maestros y profesores.
 

Libertarios vs Federales: ¿Qué hará Frigerio ante la guerra total de Milei contra las provincias? 
 
No es la ideología, son los recursos
 
En este punto hay que tener muy en claro que la disputa entre la Nación y las provincias no tiene nada que ver con cuestiones ideológicas, de supuesta oposición al cambio o defensa de hipotéticos privilegios. La pelea es por la distribución de los recursos.
 
El objetivo principal del plan económico de Milei, al menos en su primera etapa, es eliminar el déficit fiscal, a pleno shock y sin lugar a gradualismos. Lo intenta por la doble vía de suba de impuestos y recorte en los gastos.
 
Lo que no les cierra a los gobernadores es que los impuestos que aumentaron son los que van solamente a la billetera de la Nación, mientras que a las provincias les toca el rigor de la tijera.
 
El balance fiscal de las provincias se empezó a complicar cuando Sergio Massa eliminó la cuarta categoría de Ganancias, tributo que se coparticipa en más de 60%, y luego no cumplió con la promesa de coparticipar parte del impuesto PAIS para compensar.
 
Milei profundizó el sesgo centralista del esquema impositivo al incrementar la alícuota del impuesto PAIS de 7% a 17% y generalizarlo a todas las importaciones y al aumentar las retenciones a las exportaciones. Ninguno de esos dos impuestos se coparticipa. Renglón seguido, redujo drásticamente el envío no automático de fondos, que incluye entre otros ítems el mencionado FONID.
 
De hecho, una de las cuestiones que empantanó la negociación de la Ley Ómnibus fue la negativa de las provincias "dialoguistas" de ceder ante la pretensión del gobierno nacional de disponer libremente de la plata de fideicomisos y fondos fiduciarios que se destinan a fines específicos, como el "Procrear" para la construcción de viviendas familiares o "de Infraestructura Hídrica", de "Integración Socio Urbana" o el de "Manejo del Fuego".
 
El último golpe a las provincias fue la eliminación de los subsidios al transporte y la no renovación del FONID, cuya última actualización venció en enero último y el gobierno de Milei no muestra interés en renovarlo.
 
Se trata de dos medidas que no impactarán en las finanzas públicas de los gobiernos provinciales sino directamente en la economía doméstica de los ciudadanos, puntualmente de los usuarios de servicios de transporte público de pasajeros y de los docentes.
 
La Opinión Popular
 
Fuente: Misiones Online
 

 

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