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Sociedad e Interés General - 08-02-2024 / 07:02
EL 8 DE FEBRERO DE 1785 NACE EN SALTA

Martín Miguel de Güemes y la Guerra Gaucha en nuestra Independencia

Martín Miguel de Güemes y la Guerra Gaucha en nuestra Independencia
Martín Miguel Juan de Mata Güemes Montero de Goyechea y la Corte, nació el 08 de febrero de 1785, en la ciudad de Salta. Fue un militar que cumplió una destacada actuación en la Guerra de Independencia de la Argentina. Participó en la lucha contra los invasores ingleses de 1806 y 1807, donde se destacó, entre otras cosas, por el singular abordaje de un barco ingles por parte de la caballería patriota.
 
Al estallar la revolución de mayo de 1810, Güemes se incorpora el ejército patriota como teniente del cuerpo de caballería, tomando parte de la acción en la batalla de Suipacha. Manuel Belgrano pidió su traslado a la Banda Oriental, donde Güemes toma contacto con los comandantes del caudillo oriental José Artigas. San Martín lo reintegra al ejército del Norte en 1813 con el grado de teniente coronel.
 
Durante seis años ejerció la gobernación de la provincia de Salta y con muy escasos recursos libró una constante guerra defensiva, conocida como Guerra Gaucha, que mantuvo al resto del territorio argentino libre de invasiones realistas. Parte de la clase "principal" y mercantil de Salta era opuesta o reticente a la revolución, pero las clases bajas, tanto urbanas como rurales, se plegaron con entusiasmo a la resistencia.
 
Como volvería a ocurrir muchas veces en nuestra historia, la causa de la soberanía nacional se encarnaba en los estratos más humildes, numerosos y explotados de la población, mientras la oligarquía - la clase "decente" como entonces se decía, el vecindario "distinguido" que formaba el "pueblo" de los cabildos abiertos- ligaba su destino a la balcanización y el vasallaje.
 
El asesinato de Güemes por la oligarquía salteña, en connivencia explícita y directa con las armas del Rey de España, apuñaló por la espalda la empresa liberadora de San Martín en Perú, y significó la pérdida definitiva, para la Argentina, de las provincias del Alto Perú (actual Bolivia), que habrían de ser liberadas y erigidas en Estado independiente por Bolívar y Sucre.

El diario oficial "La Gazeta de Buenos Ayres", cuando dominaban los unitarios rivadavianos, celebrará: "Murió el abominable Guemes al huir de la sorpresa que le hicieron los enemigos con el favor de los comandantes Zerda, Zabala y Benítez, quienes se pasaron al enemigo. Ya tenemos un cacique menos".

La empresa revolucionaria americana de la generación de la Independencia sufría así un colapso decisivo por el lado argentino, ya que dejaba a San Martín en inferioridad operativa frente a los españoles y le obligaba a ceder al libertador Bolívar la parte final de la campaña.
 
Pero estos alcances no fueron tenidos en cuenta por los autores del complot oligárquico salteño para quienes se trataba, exclusivamente de producir una contrarrevolución social, un golpe de Estado contra el gauchaje y la democracia militar del barbudo comandante de la guerrilla patria, ejemplo de patriotismo, paradigma individual, social, militar y político que es injusto olvidar.

Batalla de Caseros: Triunfo de la Oligarquía y Derrota de la Patria 
Por Blas García  

Martín Miguel de Güemes y la Guerra Gaucha en nuestra Independencia 
 Martín Miguel de Güemes y el Escudo de armas de su familia.


Martín Miguel de Güemes
 
Hijo de un alto funcionario y nieto de un general español, Martín Miguel de Güemes nació en Tucumán en 1783. Inició su carrera militar como cadete en el "Fijo" de la guarnición de Buenos Aires, y con él participó en la lucha contra los invasores ingleses de 1806 y 1807, donde se destacó, entre otras cosas, por el singular abordaje de un barco ingles por parte de la caballería patriota, en lo que se conoce como el "abordaje de la caballería"
 
Al estallar la revolución de mayo de 1810, Güemes se encontraba con licencia en Salta. Se incorpora el ejército patriota como teniente del cuerpo de caballería, tomando parte de la acción en la batalla de Suipacha.
 
Disgustado con Balcarce se separó del ejército, siendo repuesto después de la derrota de Huaqui, con el grado de capitán.
 
Belgrano pidió su traslado a la Banda Oriental, donde Güemes toma contacto con los comandantes del caudillo oriental José Artigas. San Martín lo reintegra al ejército del Norte en 1813 con el grado de teniente coronel.
 
San Martín fija su cuartel general en inmediaciones de Tucumán, en un campo atrincherado que llama "la Ciudadela". Allí instruye a la tropa y oficiales mientras espera pertrechos solicitados a Buenos Aires, que nunca le llegaron.
 
La frontera norte estaba desguarnecida y amenazada por las fuerzas españolas de Lima, del general Pezuela, y San Martín designa a Manuel Dorrego jefe de la vanguardia, para hacer una guerra de desgaste con dos destacamentos; uno al mando de José Saravia, y otro al mando de Martín Güemes.
 
Parte de la clase "principal" y mercantil de Salta era opuesta o reticente a la revolución, pero las clases bajas, tanto urbanas como rurales, se plegaron con entusiasmo a la resistencia.
 
Con el avance limeño, los patriotas desalojaron al ciudad de Salta llevándose hasta los badajos de las campanas para que los españoles no festejaren el triunfo, y comenzaron una "guerra guerrillas", de desgaste, con escaramuzas y sorpresas de gran movilidad, llevadas a cabo por los gauchos salteños, "hombres extraordinarios, diestros, altivos e incansables" - según el general español García Camba.
 
Güemes mantuvo el sitio de Salta. Pezuela intentaba el avance hacia Tucumán pero se vio detenido en Jujuy por la presión de los gauchos. La derrota de los españoles en la Florida por las fuerzas de Arenales, la derrota de la escuadra montevideana por la escuadra del Almirante Brown el 16 de mayo de 1814, y la noticia de la caída de Montevideo, decidieron a Pezuela a retroceder, abandonando Salta y Jujuy.
 
 
Fuentes:
 
- Reyes Abadie, Washington. Artigas y el federalismo en el Río de la Plata
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar
- Jorge Enea Spilimbergo: Güemes y la "gente decente" de Salt 

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26-07-2024 / 08:07
El 26 de julio es un día de recordación para todos los sectores populares, porque ese día murió de cáncer y a los 33 años,  esa gran revolucionaria que fue María Eva Duarte, Eva Duarte, Eva Perón, o Santa Evita y que quiso ser llamada simplemente Evita.

Querida por el Pueblo hasta el misticismo y odiada por la oligarquía hasta la profanación de su cadáver, legó a su Patria una extraordinaria obra de justicia social, los derechos de los trabajadores y de la mujer, y el ejemplo de su fuerte compromiso militante por el bienestar de los pobres.

Tuvo el derrotero de vida de una heroína predestinada a la grandeza, que consiguió sobreponerse al espanto de la niñez y la juventud para alcanzar la cima rompiendo con todos los mandatos sociales de la época. De origen humilde, migró a la ciudad de Buenos Aires a los 15 años donde se dedicó a la actuación, alcanzando renombre en el teatro, el radioteatro y el cine. En 1943 fue una de las fundadoras del sindicato de la Asociación Radial Argentina (ARA), siendo elegida presidenta. En 1944 conoció a Juan Perón, entonces secretario de Estado.

Participó activamente en la generación de la histórica movilización revolucionaria del proletariado argentino el 17 de octubre de 1945 y en la campaña electoral de 1946 que permitió el triunfo popular. Con el Pueblo en el Gobierno, impulsó y logró la sanción en 1947 de la ley de sufragio femenino. Tras lograr la igualdad política entre los hombres y las mujeres, buscó luego la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida con el artículo 39 de la Constitución de 1949.

En 1949 fundó el Partido Peronista Femenino, el que presidió hasta su muerte. Desarrolló una amplia acción social a través de la Fundación Eva Perón, dirigida a los sectores más pobres. La Fundación construyó hospitales, asilos, escuelas, impulsó el turismo social creando colonias de vacaciones, difundió el deporte entre los niños, otorgó becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promocionó a la mujer en diversas facetas. Adoptó una posición activa en las luchas por los derechos sociales y laborales y se constituyó en vínculo directo entre Perón y los sindicatos. 

Los gorilas oligarcas la despreciaron tanto que no lograron más que agigantar sus logros y volver más férrea la defensa popular. Su voz, sus discursos, su joven belleza y su rebeldía quedaron para siempre en el corazón de todo un pueblo. Inmortal, intocada por la muerte, agigantada en su martirio por el cáncer y el robo su cuerpo, es un mito que el tiempo se encarga de tener siempre vigente, aquí en su Patria y en el mundo.
 
Como a todos los grandes líderes populares de la historia, el odio la envolvió y la siguió más allá de la muerte. Sus enemigos, la antipatria y la oligarquía, ejecutaron la macabra y enfermiza venganza de profanar y secuestrar su cadáver.

Ni siquiera así, y prohibiendo nombrarla, sus enemigos pudieron arrancarla de la memoria y el cariño popular. El odio de la oligarquía y el amor del pueblo son parte del mismo fenómeno, escindido en dos efectos antagónicos; uno y otro se alimentan recíprocamente.

Evita sigue viva, mas revolucionara, más mujer, más combativa que nunca. Ya volvió, en los albores de los años ´70, como símbolo y bandera revolucionaria, en un periodo de grandes transformaciones políticas y sociales, en Argentina y en toda Latinoamérica, para sumar a vastos sectores juveniles a la militancia por el retorno de Juan Perón.

Evita reaparece siempre en su ejemplo, para que pongamos en práctica los valores que nos legó, como bien lo recordara el poeta José María Castiñeira de Dios en "Volveré y seré millones".

Reivindicando a Néstor Kirchner
Escribe: Blas García 

26-07-2024 / 08:07
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24-07-2024 / 08:07
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