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Sociedad e Interés General - 18-01-2024 / 07:01
18 DE ENERO DE 2020

El demencial crimen clasista, racista y derechista de Báez Sosa

El demencial crimen clasista, racista y derechista de Báez Sosa
Máximo Thomsen; Luciano, Ciro y Lucas Pertossi; Ayrton Viollaz; Enzo Comelli; Matías Benicelli y Blas Cinalli, ocho jóvenes ostentando una frialdad monstruosa. En el juicio, el país entero contempla sus rostros imperturbables, con los ojos reflejando un vacío oscuro. Parecen no entender nada, ni siquiera pueden darse cuenta de que, aunque no lo sintieran, les convendría mostrar algún dolor, dar alguna señal de arrepentimiento, argumentar algo que pudiera atenuar lo aberrantes que resultan las imágenes del crimen cometido, lo estremecedoras que son las descripciones de la violencia que descargaron en ese ataque de los ocho contra Fernando Báez Sosa, un desconocido que no los estaba atacando ni resultaba una amenaza para ellos.
Este 18 de enero se cumple un nuevo aniversario del demencial asesinato de Fernando Báez Sosa, golpeado hasta la muerte por un grupo de jugadores de rugby a la salida de un boliche de Villa Gesell. Hay aniversarios que no merecen pasar desapercibidos, porque pueden servir de estímulo para que la sociedad reflexione. ¿Por qué asesinan a Fernando? ¿Por qué su piel era oscura, por qué su tonada era distinta, por qué era paraguayo, por qué venía de una familia trabajadora? Existe en este crimen un marcado sesgo clasista, racista y derechista, que tuvo como trágica consecuencia la muerte de un chico que tenía 18 años y se preparaba para estudiar abogacía.
 
Esta violencia sin causa tiene nombre y apellido: Máximo Thomsen; Luciano, Ciro y Lucas Pertossi; Ayrton Viollaz; Enzo Comelli; Matías Benicelli y Blas Cinalli, todos de entre 21 y 23 años. Son todos "pibes bien", musculosos, jóvenes, bronceados y con las mejores pilchas, que golpean hasta matar a un muchacho al que le gritan "negro de mierda". Un crimen cobarde y monstruoso de quienes tienen todos los privilegios sociales, culturales y de género. Son chicos de clase alta o media alta deshabitados de cualquier vestigio de conciencia y sensibilidad, la empatía yace tapada en algún lugar recóndito de sus cerebros. "A este negro me lo voy a llevar de trofeo", le escuchó decir la testigo Tatiana Caro a uno de los Pertossi.
 
Los asesinos pertenecen a los sectores más pudientes, forman parte del "ABC 1" de la sociedad, y desataron todos los grados conocidos de violencia en contra de un chico que estaba más abajo en los escalones sociales: Fernando era hijo de un portero de edificio y de una cuidadora de ancianos, que dejaron su Paraguay natal por falta de oportunidades, las cuales vinieron a buscar a la Argentina. Aquí nació Fernando. Y aquí, en un hecho tan bestial como antinatural en términos etarios, murió Fernando antes que ellos.
 
Estos rugbiers planificaron la golpiza. Viajaron cientos de kilómetros y alquilaron casas en la costa para pegar. Pegaron, ocho contra uno,  con saña y odio. En lo que se manifiesta como una soberbia de clase alta, de machismo violento de un ambiente medieval y derechista, el desprecio por lo otro, por el pobre, se sintieron habilitados a pegar. Y lo hicieron hasta matar a Fernando. No hay atenuante alguno: lo asesinan gritando "matalo al negro". Le estamparon un lema anti peronista, racista y clasista, por ser morocho y pobre. En Argentina, las clases acomodadas asocian el color de la piel con la condición social, relacionan ser pobre con ser "negro" y peronista.

En la ejecución del asesinato, hacen una barrera para que amigos o personas ajenas no puedan acceder y auxiliar a Fernando. Tienen rencor y odio. Filman mientras pegan y solo frenan para sumarse a "pegar al negro". Hay una clara responsabilidad compartida de todos ellos: hacen un cerco para que nadie pueda defenderlo, niegan lo sucedido, buscan falsos culpables y mantienen el silencio cómplice, la "omertá", ante lo que hicieron.
La furia patotera de algunos rugbiers, que transforma la agresividad del deporte regulada por el fair play en violencia imbécil y criminal, ha causado muertes en Argentina, sin contar los miles de jóvenes lesionados que milagrosamente se salvaron del asesinato, aunque no de la internación y el padecimiento de graves secuelas, a veces de carácter irreversible. El fenómeno es recurrente y representa un mal endémico de nuestra sociedad. ¿Quién no recuerda ejemplos locales de este flagelo, de experiencias personales sin trascendencia mediática donde se ha sido víctima o testigo? En ningún otro deporte se reitera con tanta asiduidad esta praxis de muchos golpeando a uno solo, casi siempre en forma indefensa.
 
A esta altura, queremos aclarar que no estamos generalizando y reconocemos que no todos los jóvenes que practican rugby son clasistas, racistas y violentos, propensos a salir de parranda en patota, emborracharse y drogarse, acosar o violar mujeres y propinar palizas bestiales - muchas veces letales - a quienes se les antoja. Para nada. No corresponde hacer generalizaciones. Tampoco afirmamos que el rugby sea violento, racista o clasista en sí, per se. Pero algo pasa en el rugby que no pasa en otros deportes. La sociabilidad rugbier - con su culto de la virilidad agonal y gregaria, de la fuerza física y la rudeza, con la repetición de prácticas de borracheras y bromas pesadas, las disputas y bravuconadas - es en muchos casos violenta, no hay vuelta que darle. Aunque hay muchas excepciones y la mayoría de quienes juegan este deporte no salen de noche a golpear a la gente, lo cierto es que algo pasa en el rugby que no pasa en otros deportes.
 
El crimen brutal de Fernando debería servir para discutir estas prácticas sociales que cobijan un trasfondo discriminador y violento, del mismo modo que contribuir a cortar una racha de impunidad y desinterés social frente a hechos similares, que siempre nacen acompañados por comunicados anodinos y cómplices de clubes de rugby que avalan o encubren el derecho al desprecio social de los que se creen dueños de todo. Esta vez estos rugbiers fueron demasiado lejos y el crimen brutal no quedará impune. Hay conciencia social de que no es deseable, ni normal, ni tolerable que estos rugbiers golpeen y maten, por el solo hecho de ser violentos con plata a un pibe por el solo hecho de ser pobre y de piel oscura.
 
Finalmente, estos rugbiers expresan y ejemplifican con sus praxis la ideología política violenta de la derecha instalada en sectores de la sociedad, que en parte se originan en colegios privados y clubes de zonas residenciales acomodadas, donde los prejuicios conservadores prevalecen sobre las ideas progresistas y la sensibilidad social, lugares en los que lo económico y la procedencia familiar tiene más peso, en las argumentaciones y construcciones sociales, que los valores democráticos y el Estado de Derecho. 

 
La Opinión Popular

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26-07-2024 / 08:07
El 26 de julio es un día de recordación para todos los sectores populares, porque ese día murió de cáncer y a los 33 años,  esa gran revolucionaria que fue María Eva Duarte, Eva Duarte, Eva Perón, o Santa Evita y que quiso ser llamada simplemente Evita.

Querida por el Pueblo hasta el misticismo y odiada por la oligarquía hasta la profanación de su cadáver, legó a su Patria una extraordinaria obra de justicia social, los derechos de los trabajadores y de la mujer, y el ejemplo de su fuerte compromiso militante por el bienestar de los pobres.

Tuvo el derrotero de vida de una heroína predestinada a la grandeza, que consiguió sobreponerse al espanto de la niñez y la juventud para alcanzar la cima rompiendo con todos los mandatos sociales de la época. De origen humilde, migró a la ciudad de Buenos Aires a los 15 años donde se dedicó a la actuación, alcanzando renombre en el teatro, el radioteatro y el cine. En 1943 fue una de las fundadoras del sindicato de la Asociación Radial Argentina (ARA), siendo elegida presidenta. En 1944 conoció a Juan Perón, entonces secretario de Estado.

Participó activamente en la generación de la histórica movilización revolucionaria del proletariado argentino el 17 de octubre de 1945 y en la campaña electoral de 1946 que permitió el triunfo popular. Con el Pueblo en el Gobierno, impulsó y logró la sanción en 1947 de la ley de sufragio femenino. Tras lograr la igualdad política entre los hombres y las mujeres, buscó luego la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida con el artículo 39 de la Constitución de 1949.

En 1949 fundó el Partido Peronista Femenino, el que presidió hasta su muerte. Desarrolló una amplia acción social a través de la Fundación Eva Perón, dirigida a los sectores más pobres. La Fundación construyó hospitales, asilos, escuelas, impulsó el turismo social creando colonias de vacaciones, difundió el deporte entre los niños, otorgó becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promocionó a la mujer en diversas facetas. Adoptó una posición activa en las luchas por los derechos sociales y laborales y se constituyó en vínculo directo entre Perón y los sindicatos. 

Los gorilas oligarcas la despreciaron tanto que no lograron más que agigantar sus logros y volver más férrea la defensa popular. Su voz, sus discursos, su joven belleza y su rebeldía quedaron para siempre en el corazón de todo un pueblo. Inmortal, intocada por la muerte, agigantada en su martirio por el cáncer y el robo su cuerpo, es un mito que el tiempo se encarga de tener siempre vigente, aquí en su Patria y en el mundo.
 
Como a todos los grandes líderes populares de la historia, el odio la envolvió y la siguió más allá de la muerte. Sus enemigos, la antipatria y la oligarquía, ejecutaron la macabra y enfermiza venganza de profanar y secuestrar su cadáver.

Ni siquiera así, y prohibiendo nombrarla, sus enemigos pudieron arrancarla de la memoria y el cariño popular. El odio de la oligarquía y el amor del pueblo son parte del mismo fenómeno, escindido en dos efectos antagónicos; uno y otro se alimentan recíprocamente.

Evita sigue viva, mas revolucionara, más mujer, más combativa que nunca. Ya volvió, en los albores de los años ´70, como símbolo y bandera revolucionaria, en un periodo de grandes transformaciones políticas y sociales, en Argentina y en toda Latinoamérica, para sumar a vastos sectores juveniles a la militancia por el retorno de Juan Perón.

Evita reaparece siempre en su ejemplo, para que pongamos en práctica los valores que nos legó, como bien lo recordara el poeta José María Castiñeira de Dios en "Volveré y seré millones".

Reivindicando a Néstor Kirchner
Escribe: Blas García 

26-07-2024 / 08:07
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