“Un país que destruye la Escuela Pública no lo hace nunca por dinero, porque falten recursos o su costo sea excesivo. Un país que desmonta la Educación, está gobernado por aquellos que pierden con la difusión del saber”. Ítalo Calvino
Focea en llamas, una ciudad en Anatolia Occidental a 40 kilómetros al noroeste de Esmirna, donde en junio de 1914 tropas irregulares turcas masacraron a la población (masacre de Focea) y los pocos sobrevivientes escaparon a Grecia.
El 14 de mayo de 1914, en Turquía, comienza el genocidio griego, un evento a los cuales se vieron enfrentados los griegos pónticos antes y durante la Primera Guerra Mundial. Fueron persecuciones, masacres, expulsiones y marchas de la muerte de las poblaciones griegas cristianas en la región histórica del Pontos, las provincias al sudeste del mar Negro en el Imperio otomano, durante los albores del siglo XX por la administración de los Jóvenes Turcos. De acuerdo a varias fuentes, el número de griegos muertos en la región póntica oscila entre 300.000 y 360.000.
La Opinión Popular
Civiles griegos lamentan sus parientes muertos en el incendio de Esmirna.
Se ha argüido que las matanzas continuaron durante el Movimiento Nacional Turco liderado por Mustafa Kemal Atatürk quien había organizado la lucha contra la invasión griega de la Anatolia occidental.
Hubo atrocidades tanto espontáneas como organizadas en ambos lados desde la ocupación griega de Esmirna, que conllevó masacres de la población civil turca, y después de 1919. Tanto los movimientos nacionales de Grecia como de Turquía masacraron o expulsaron a otros grupos étnicos bajo su control.
De acuerdo a diversas fuentes, la cifra oficial de griegos muertos en Anatolia fue de 300.000 a 360.000 hombres, mujeres y niños. El reconocimiento oficial de tales eventos es limitado, y el hecho de que estos incidentes constituyan un genocidio ha estado bajo debate.
El gobierno turco sostiene que al llamar estos actos «genocidio», el Gobierno griego «reafirma la tradicional política griega de distorsionar la historia». Turquía, del mismo modo, ha negado la veracidad histórica de los contemporáneos genocidios armenio y asirio.
Repercusiones
El artículo 142 del tratado de Sèvres, celebrado en 1920, llamó al régimen turco como "terrorista" y contuvo disposiciones para "reparar tan lejos como fuese posible los perjuicios cometidos contra personas en el curso de las masacres perpetradas en Turquía durante la guerra".
Este tratado nunca fue ratificado por el gobierno turco y al final fue reemplazado por el tratado de Lausana. Este último estaba acompañado por una "Declaración de amnistía", sin contener ninguna disposición con respecto al castigo de los crímenes de guerra.
En 1923, el intercambio de poblaciones entre Grecia y Turquía resultó la casi completa eliminación de la presencia étnica griega en Turquía y una situación similar de la presencia turca en la mayor parte de Grecia. De acuerdo al censo griego de 1928, 1.104.216 griegos otomanos llegaron a Grecia.