Nacionales - 17-03-2023 / 10:03
PANORAMA EMPRESARIO SEMANAL
El Fondo Monetario Internacional en todas partes y al mismo tiempo
La relación con el Fondo Monetario volvió a meterse de lleno en las discusiones internas del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio. Al calor de la peor sequía del siglo XXI, que aún puede empeorar, y del colapso bancario que arrancó por Silicon Valley y terminó por golpear ni más ni menos que al Crédit Suisse, las dos fuerzas políticas mayoritarias reevalúan por estas horas sus posiciones respecto del sendero de ajuste al que se aferra Sergio Massa. Un salvavidas que todavía cree que lo puede depositar en el sillón de Rivadavia.
La relación con el Fondo Monetario volvió a meterse de lleno en las discusiones internas del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio.
Al calor de la peor sequía del siglo XXI, que aún puede empeorar, y del colapso bancario que arrancó por Silicon Valley y terminó por golpear ni más ni menos que al Crédit Suisse, las dos fuerzas políticas mayoritarias reevalúan por estas horas sus posiciones respecto del sendero de ajuste al que se aferra Sergio Massa. Un salvavidas que todavía cree que lo puede depositar en el sillón de Rivadavia.
El ministro de Economía dio rápido la contraorden cuando supo que la inflación de febrero había llegado al 6,6%, la más alta desde que asumió. Sus partidarios más entusiastas habían empezado a pintar paredes con la consigna "Massa es estabilidad", que quedó tímidamente fijada en un par de confines porteños.
Es el mismo atributo con el que parecía haberse metido en el bolsillo al establishment apenas tres meses atrás, cuando el zar siderúrgico Paolo Rocca le pidió a un auditorio repleto de empresarios Pymes que lo aplaudiera. "Vamos de a poco, del orden a la estabilidad", los invitaba a soñar por esos días.
Ahora, con pronóstico reservado para el dólar por la sequía y la barrera del 100% de inflación anual ya derribada, el peronismo todo y el ministro especialmente cayeron en la cuenta de que habrá que buscar otro eje de campaña.
Lo explicitó el viernes pasado Cristina Kirchner con su convocatoria a un acuerdo multipartidario "para nuestro principal desafío que va a ser revisar ese acuerdo" negociado el año pasado por Martín Guzmán. Y lo reforzó el lunes el propio FMI con un comunicado donde no ocultó su malestar ante lo que ya considera la crónica de un incumplimiento anunciado. La carta de intención, que se conocerá por estas horas, también reparte tirones de orejas.
El director de la consultora PxQ, Emmanuel Álvarez Agis, sumó nafta al fuego con un informe que distribuyó el martes por la mañana titulado "Ante la Peor Sequía del Siglo, el FMI nos Presta un Fósforo".
El exviceministro de Axel Kicillof, que un año atrás apoyaba la firma del Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF), escribió que "en lugar de operar para intentar morigerar los impactos negativos en actividad e inflación derivados de la sequía y el consecuente faltante de dólares, el comunicado de ayer sugiere agravar la recesión por la vía del ajuste fiscal y, en la misma operación, acelerar la inflación por la vía del aumento de tarifas".
El aspecto más pernicioso de la revisión trimestral del acuerdo que hizo el Fondo, a su juicio, fue no haber modificado la meta fiscal. "Eso implica que a pesar del impacto negativo de la sequía sobre la recaudación de derechos de exportación, el objetivo para 2023 sigue siendo un déficit primario de 1,9% del PIB", agregó.
Para alcanzar ese mojón, en realidad, Massa no solo tendrá que hacer recortes que compensen lo que no se recaude por retenciones sino también el gasto adicional que implique la moratoria previsional "imprevista" cuya aprobación irritó tanto al staff. En total, más de medio punto del PBI.
En el directorio del Banco Central, donde peor cayó la advertencia de un jugador con predicamento en el círculo rojo como Álvarez Agis, ayer lo corrían por derecha: "Si quiere más déficit, que el mago Emmanuel nos diga cómo lo financiamos".
¿La propia medicina?
Fue un economista de la oposición, aseguran tanto en el Palacio de Hacienda como en el Central, quien advirtió a los auditores del FMI sobre el gasto adicional que acarrearía la moratoria para que accedan a jubilarse quienes cumplan la edad para hacerlo pero no tengan los aportes. No sería la primera vez que ocurre. Lo desmienten en los gabinetes en las sombras que animan por separado Hernán Lacunza y Luciano Laspina, pero los contactos -informales- existen.
Y las deliberaciones sobre cuándo y cómo renegociar también, porque todos empiezan a advertir la envergadura de la crisis. No casualmente Gerardo Morales dijo que "reperfilaría todo" y Federico Pinedo admitió que la idea de Mauricio Macri era originalmente esa. El defaulteador siempre es el otro.
Claro que el Fondo no es igual de severo con todos y todas. Y a la hora de autoevaluarse tampoco es tan estricto como con sus deudores. Alcanza con pegarle una leída al balance de su ejercicio terminado en abril del año pasado. Sus acreencias con Argentina superan largamente su patrimonio (capital neto), que al cierre de ese ejercicio alcanzó los 28.426 millones de DEGs (U$S 37.806 millones). Si fuera un banco comercial ya habría sido intervenido, como el Silicon Valley Bank o el Signature Bank.
El organismo también evita beber de su propia medicina. En el mismo balance público declaró que las remuneraciones de su burocracia aumentaron casi 10% en el último ejercicio, de U$S 780 a 845 millones. Sus viáticos, además, prácticamente se duplicaron por la vuelta de las misiones presenciales tras la pandemia. Si bien sus seguros de retiro -históricamente privilegiados- son más modestos para los nuevos ingresantes al staff, la austeridad no empieza por la calle 19.
Lo que empieza a crecer en Washington es la inquietud ante un eventual incumplimiento o renegociación hostil. Quince días atrás, allá, un alto funcionario dedicado a la estrategia y revisión de acuerdos se ofuscó cuando un enviado de la CTA se animó a cuestionar la legalidad del préstamo que tomó Macri en 2018 en un seminario dedicado a debatir con actores de la sociedad civil. "No se violó ninguna regla del Fondo ni de Argentina", respondió parcamente.
Multiversos
Como en la ganadora del Oscar a la Mejor Película, quienes ahora procuran exhumar la discusión de un año atrás sobre pactar o no con el FMI deberán responder por sus decisiones pasadas. Máximo Kirchner, por ejemplo, admite que dio la orden a diputados de su espacio de retirarse de las comisiones donde el texto se debatió antes de bajar al recinto.
No lo apoyó abiertamente pero tampoco intentó obstaculizarlo. La propia Cristina, a su vez, descartó en julio de 2021 la alternativa de usar los DEGs que repartió el organismo entre sus socios para paliar los efectos de la pandemia y avaló que se aplicaran al pago de las cuotas que dejó como herencia Macri.
¿Podrán ahora madre e hijo hacer campaña por Massa mientras cuestionan el plan que aplica? ¿Acaso sus objeciones al pacto son el principio de una "guzmanización" del superministro?
Cerca suyo dicen que la relación está intacta y exhiben como trofeo las piruetas discursivas que ensayan para evitar criticarlo. También advierten que la organización juvenil que sacará músculo en las calles el 24 de Marzo empieza a ver menguado su poder. Un síntoma: Leandro Santoro, Matías Lammens y Graciana Peñafort lanzaron un "espacio autónomo" dentro del peronismo porteño sin preguntarle nada a Máximo ni a la flamante jefa de su agrupación, la también porteña Lucía Cámpora.
La otra gran pregunta pendiente es sobre las alternativas hoy y también las que había al momento de pactar. En un multiverso paralelo, por ejemplo, el Fondo podría haber aceptado lo que proponía en diciembre de 2021 el economista Daniel Kostzer, antiguo representante de Kicillof en el Banco Mundial. Era un pago en cuotas, ajustado a las normas habituales del FMI y a 10 años, pero no por el total sino por la porción de la deuda que le correspondía a la Argentina en función de su cupo. O sea, por unos U$S 22 mil millones.
"La negociación por el resto puede correr por canales separados, y durar mucho más tiempo, con la posible asistencia de aquellos países que apoyaron una medida fuera de reglamento para apoyar una determinada gestión, y de dudosa legalidad administrativa en su trámite", dijo el especialista en aquel momento a la revista Crisis. Incorporar a esos terceros actores es lo que hizo, por ejemplo, Sri Lanka con el Club de París. La garantía que ofrecieron sus socios para la deuda de esa isla es la del 65% de los accionistas del FMI.
Quienes calientan despachos en la Rosada y el Palacio de Hacienda ya no cuentan con tal variedad de conejos en la galera. Resta ver si alguien en el peronismo sí.
Por Alejandro Bercovich
Fuente: BAE Negocios