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Sociedad e Interés General - 01-12-2022 / 06:12
1º DE DICIEMBRE DE 2001, ÚLTIMO INTENTO DE DOMINGO CAVALLO PARA SOSTENER LA CONVERTIBILIDAD

El Corralito: medida urgente y transitoria por 90 días que demolió el gobierno de la Alianza

El Corralito: medida urgente y transitoria por 90 días que demolió el gobierno de la Alianza
El ministro de Economía, Domingo Cavallo, anuncia restricciones para acceder al dinero en los bancos. Solamente se podrán extraer hasta 250 pesos por semana durante 90 días. El manotazo de ahogado para tratar de salvar a la agonizante convertibilidad es bautizado como “Corralito”. Sube el descontento popular: es el comienzo de la cuenta regresiva hacia los incidentes que terminarán con el gobierno de Fernando de la Rúa.
Como suele suceder con el neoliberalismo en la Argentina, el anuncio vino disfrazado. Se trató de un congelamiento total de los depósitos, pero Domingo Cavallo señaló que se iba a la "bancarización".
 
Fue el inicio del fin de la convertibilidad y golpeó con fuerza al pequeño y mediano ahorrista, así como a jubilados, constituyendo uno de los últimos manotazos de ahogado de una cantidad de medidas puestas en marcha desde fines del 2000, en un momento de fenomenal crisis financiera.
 
El 01 de diciembre de 2001, el entonces ministro de Economía, Cavallo anunciaba una medida que imponía una restricción para el retiro de efectivo de los bancos. Se trataba de lo que pasaría a la posteridad con el tristemente célebre nombre de "Corralito".
 
Esa medida determinó que todos los depósitos en dólares quedaban atrapados dentro del sistema y no podía retirarse en efectivo -con un límite de extracción de 250 pesos por semana-, aunque sí podían realizarse operaciones siempre que el dinero no saliera del sistema financiero, como una compra o una venta vía transferencia que no implicara algún giro de dinero al exterior.
 
El Gobierno recortó así el uso libre de los depósitos bancarios, incluso en el caso de los sueldos. En medio de una corrida bancaria, Cavallo dispuso limitar el retiro de dinero de los bancos. Tenía otras alternativas de menor daño. Eligió la peor.
 
De esta manera, respondió a la crisis desatada por la fuga de depósitos. Dijo que esta medida duraría 90 días. Hoy se cumplen 20 años de esa decisión que marcó el principio del fin de la convertibilidad, del gobierno de la Alianza y del presidente radical Fernando de la Rúa.
 
Por Carlos Morales para La Opinión Popular
 
 
«Se trata de una medida de urgencia y transitoria, que consiste en la limitación de retiro de dinero en efectivo. En 90 días terminará». Domingo Cavallo, encendido y con tono firme, se dirigía una vez más al país desde el microcine del Ministerio de Economía para anunciar un paquete de medidas.
 
El creador de la convertibilidad lanzaba su plan final para sostener el uno a uno, un programa en el que él mismo ya no creía. No estuvo sólo en la defensa. El 1 de diciembre de 2001, desde un programa periodístico, Fernando de la Rúa con su ya clásico tono lento y cansino (parodiado hasta el hartazgo esos días) confiaba en que «la medida fue comprendida y bien recibida, ya que la gente entendió que era necesaria». Veinte días después, con el «corralito» en plena vigencia, el radical abandonaba la casa de Gobierno en helicóptero.
 
La medida fue implementada a través del Decreto 1.570/01, y la validez se extendía hasta la finalización de la fase internacional del canje de deuda pública, estimada en tres meses. Esta operación nunca se completó, pero el denominado «corralito» provocó la ira de los argentinos, que con manifestaciones populares provocaron la renuncia del presidente.
 
El «corralito» se basaba en nuevas reglas de funcionamiento del sistema financiero:
 
-No se podían retirar más de 250 pesos o dólares en efectivo por semana de cuentas bancarias por parte del titular. La restricción sería levantada en 90 días.
- Las extracciones podían hacerse en pesos o dólares.
- Se mantenía el tipo de cambio 1 a 1.
- No había restricciones a los movimientos entre cuentas.
- Se podían comprar bienes (automóviles, inmuebles, computadoras, etc.) a través de transferencias bancarias.
- Se prohíben las transferencias al exterior.
 
En algunas oficinas se diseñaron varios mecanismos para saltar el «corralito», en el caso de cuentas importantes. Así, se organizaron compras masivas de acciones de empresas argentinas cotizantes en Wall Street, títulos públicos con demanda de los propios tenedores fuera del país, transferencias de acciones de empresas que no coticen de manera abierta con compradores fraguados, etcétera.
 
Para el resto del público, empezó a surgir una red de «amparos» judiciales, con singular amplitud de acción en provincias (Chaco, La Rioja y Formosa). El mecanismo era simple. Se abría una cuenta en esas provincias, se transferían los dólares o los pesos, se recurría a un estudio de abogados «especializados» y ciertos jueces de esas provincias agilizaban el retiro obligatorio. Esta acción vía amparos continuó firme aún cuando De la Rúa ya no habitaba Olivos y había sido reemplazado por Eduardo Duhalde.
 
La solución oficial no fue encontrada desde la Justicia, sino con otras maniobras. El entonces titular de la AFIP, Alberto Abad, comenzó a citar a los beneficiarios de los fallos judiciales de los amparos para verificar si el dinero que se retiraba estaba declarado en Bienes Personales y Ganancias. Santo remedio.
 
La aplicación de la medida tuvo momentos mediáticamente casi bizarros. Cavallo fue a defender su creación al programa de Susana Giménez. Convencido de las bondades del «corralito», contestaba preguntas de los televidentes de la diva.
 
En un momento, surgió el cuestionamiento de una seguidora que no había podido utilizar la tarjeta de débito para una compra menor que 10 pesos (piso para operaciones que no sean al contado). La conductora preguntó por qué no era obligatorio para compras menores. Cavallo ensayó una serie de explicaciones sin mayor rigor hasta que reconoció que «no sé por qué no es obligatorio».
 
Después, Cavallo fue nuevamente consultado por una cadena de TV brasileña sobre si estaba arrepentido por haber decidido el «corralito». «Faltó inteligencia y sagacidad política», reconoció, pero aseguró que no estaba arrepentido.
 
 
La historia continuó
 
El 9 de enero de 2002, el entonces ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, anunció la ampliación para la autorización de los retiros de efectivo a 1.500 pesos en el caso de las cuentas sueldo y a 1.200 para el resto de las cajas de ahorro. En un escueto discurso, el ex funcionario dijo que el nuevo límite involucraba al 96% de los trabajadores». Antes, Duhalde había decidido la salida de la convertibilidad y ubicado en 1,4 peso el valor del dólar.
 
Oficialmente, el «corralito» terminó con Roberto Lavagna, el segundo ministro de Duhalde, que anunció el 2 de diciembre de 2002 la finalización de las restricciones y la liberalización de los depósitos retenidos por alrededor de 21.000 millones de pesos, ex dólares. La medida fue acompañada por controles cambiarios, por los cuales no se permitió a ninguna persona o empresa adquirir más de 100.000 dólares.
 
El 28 de diciembre de 2006, la Corte Suprema avaló la pesificación y reprogramación de los depósitos, ordenando para un caso la devolución de los fondos a razón de 1,4 peso por dólar depositado más la inflación minorista que hubo en el período y una tasa de interés anual del 4%. La cuenta dio 3,08 pesos por dólar, más o menos la cotización oficial en ese momento. 
 
Por: Carlos Burgueño
 
Fuente: ambito.com 

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Cavallo hizo famosa una foto poniendo a la par un peso y un dólar.
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Ahorristas protestando por la imposición del corralito en diciembre de 2001.
26-07-2024 / 08:07
El 26 de julio es un día de recordación para todos los sectores populares, porque ese día murió de cáncer y a los 33 años,  esa gran revolucionaria que fue María Eva Duarte, Eva Duarte, Eva Perón, o Santa Evita y que quiso ser llamada simplemente Evita.

Querida por el Pueblo hasta el misticismo y odiada por la oligarquía hasta la profanación de su cadáver, legó a su Patria una extraordinaria obra de justicia social, los derechos de los trabajadores y de la mujer, y el ejemplo de su fuerte compromiso militante por el bienestar de los pobres.

Tuvo el derrotero de vida de una heroína predestinada a la grandeza, que consiguió sobreponerse al espanto de la niñez y la juventud para alcanzar la cima rompiendo con todos los mandatos sociales de la época. De origen humilde, migró a la ciudad de Buenos Aires a los 15 años donde se dedicó a la actuación, alcanzando renombre en el teatro, el radioteatro y el cine. En 1943 fue una de las fundadoras del sindicato de la Asociación Radial Argentina (ARA), siendo elegida presidenta. En 1944 conoció a Juan Perón, entonces secretario de Estado.

Participó activamente en la generación de la histórica movilización revolucionaria del proletariado argentino el 17 de octubre de 1945 y en la campaña electoral de 1946 que permitió el triunfo popular. Con el Pueblo en el Gobierno, impulsó y logró la sanción en 1947 de la ley de sufragio femenino. Tras lograr la igualdad política entre los hombres y las mujeres, buscó luego la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida con el artículo 39 de la Constitución de 1949.

En 1949 fundó el Partido Peronista Femenino, el que presidió hasta su muerte. Desarrolló una amplia acción social a través de la Fundación Eva Perón, dirigida a los sectores más pobres. La Fundación construyó hospitales, asilos, escuelas, impulsó el turismo social creando colonias de vacaciones, difundió el deporte entre los niños, otorgó becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promocionó a la mujer en diversas facetas. Adoptó una posición activa en las luchas por los derechos sociales y laborales y se constituyó en vínculo directo entre Perón y los sindicatos. 

Los gorilas oligarcas la despreciaron tanto que no lograron más que agigantar sus logros y volver más férrea la defensa popular. Su voz, sus discursos, su joven belleza y su rebeldía quedaron para siempre en el corazón de todo un pueblo. Inmortal, intocada por la muerte, agigantada en su martirio por el cáncer y el robo su cuerpo, es un mito que el tiempo se encarga de tener siempre vigente, aquí en su Patria y en el mundo.
 
Como a todos los grandes líderes populares de la historia, el odio la envolvió y la siguió más allá de la muerte. Sus enemigos, la antipatria y la oligarquía, ejecutaron la macabra y enfermiza venganza de profanar y secuestrar su cadáver.

Ni siquiera así, y prohibiendo nombrarla, sus enemigos pudieron arrancarla de la memoria y el cariño popular. El odio de la oligarquía y el amor del pueblo son parte del mismo fenómeno, escindido en dos efectos antagónicos; uno y otro se alimentan recíprocamente.

Evita sigue viva, mas revolucionara, más mujer, más combativa que nunca. Ya volvió, en los albores de los años ´70, como símbolo y bandera revolucionaria, en un periodo de grandes transformaciones políticas y sociales, en Argentina y en toda Latinoamérica, para sumar a vastos sectores juveniles a la militancia por el retorno de Juan Perón.

Evita reaparece siempre en su ejemplo, para que pongamos en práctica los valores que nos legó, como bien lo recordara el poeta José María Castiñeira de Dios en "Volveré y seré millones".

Reivindicando a Néstor Kirchner
Escribe: Blas García 

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