Nacionales - 23-02-2012 / 10:02
50 MUERTOS Y 676 HERIDOS QUE PUDIERON EVITARSE
Otra tragedia ferroviaria deja a la vista fallas en el control del Gobierno
Bomberos trabajan en el lugar para socorrer a las personas que han quedado atrapadas, en especial en los tres primeros vagones. Heridos reciben asistencia tras el accidente del tren en Buenos Aires, que dejó un saldo de 50 muertos. Para Schiavi “No parecía un accidente grave”, y aseveró: “No sabemos qué pasó en los últimos 40 metros”.
Una tragedia evitable. Un tren con unos 1.500 pasajeros, que viajan como ganado, no frenó y embistió el andén de la estación Once. El segundo vagón se incrustó en el primero y allí se produjeron las 50 muertes y centenares de personas heridas.
Responsable directo: la falta de controles estatales y de mantenimiento de los viejos vagones de la empresa concesionaria privada Trenes de Buenos Aires (TBA) cuestionada por dirigentes sindicales ferroviarios. La TBA, de los millonarios y poderosos hermanos Claudio y Mario Cirigliano, un grupo siempre favorecido por el calor del poder político, es una de las herramientas que diseñaron para recibir favores del Estado y subsidios por $150 millones anuales.
Como en cada crisis, la pirámide kirchnerista de responsabilidades se desintegró y recién ocho horas después del siniestro el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, en soledad, desarrolló un relato repleto de equívocos, errores y absurdos para despegarse del siniestro.
El Gobierno K buscó evadir la responsabilidad y brindó además escasa información de la tragedia. Schiavi, un ex macrista que obedece a De Vido y quedó en la cuerda floja, aseguró que no se detectaron fallas mecánicas, en una exposición pública en la que se negó a responder preguntas, intentó desligar responsabilidades al limitarse a declarar que este tipo de hechos son habituales en todo mundo.
Más allá de las causas que provocaron el accidente y el papel que le corresponde a la concesionaria privada TBA, los principales responsables por el estado de los ferrocarriles son los funcionarios del Gobierno K que tienen a su cargo la ejecución de la política de transporte.
El sistema ferroviario argentino desde hace varios Gobiernos y desde hace varias décadas necesita una reformulación total. El Gobierno K decidió montar un sistema ferroviario que se basa en dos pilares: tarifas regaladas y subsidios millonarios para compensar las pérdidas. ¿Y la inversión? De eso no se habla.
Aturdido por el impacto, el Gobierno K no descarta quitar la concesión.
La Opinión Popular
NI LA EMPRESA NI EL GOBIERNO DIERON EXPLICACIONES SUFICIENTES RESPECTO A POR QUÉ NO FRENÓ EL TREN AL LLEGAR A LA ESTACIÓN
Una tragedia ferroviaria en Once dejó 50 muertos, más de 600 heridos y evidencias sobre la falta de controles
Sólo el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, brindó una conferencia de prensa en la no respondió ninguna pregunta. TBA emitió un escueto comunicado
Pasadas las 17, la ex línea Sarmiento volvió a operar en Once, casi nueve horas después de que se desatara en esa terminal la tragedia que dejó 50 muertos y 676 heridos, el tercer accidente ferroviario más grave de la historia del país. A esa misma hora de la tarde, los familiares de posibles víctimas aún pedían ayuda por televisión y las redes sociales para encontrar a sus seres queridos.
Para entonces, el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, ya había brindado dos horas antes una conferencia de prensa y era atacado desde la oposición, mientras se especulaba con respecto de su continuidad en el cargo.
Los gremios responsabilizaron del accidente a la "desinversión" por parte de la concesionaria TBA, en manos de los hermanos Cirigliano, empresarios de línea directa con la Casa Rosada, pero el funcionario evitó la polémica y se limitó a prometer una rápida investigación. Por su parte, la empresa sólo emitió un comunicado para asegurar que "se están realizando tareas de investigación".
La de Schiavi fue la única voz oficial que se escuchó en el día, a pesar de la magnitud de la tragedia. Al mediodía, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner suspendió el acto que tenía agendado para las 19 en la Casa de Gobierno. El silencio en Balcarce 50 fue tan estricto que sólo el ex jefe de gabinete Aníbal Fernández envió sus condolencias por Twitter. A esa altura, el gobierno porteño ya había decretado dos días de duelo.
Minutos después, el vocero presidencial Alfredo Scoccimarro anticipó que Cristina Kirchner lo imitaría a nivel nacional y que además suspendería el carnaval organizado para el fin de semana en la Avenida 9 de Julio. Antes de los cruces políticos, las denuncias, las acusaciones, el dolor de los pasajeros y la angustia de sus familias; todo comenzó a las 8.32. Cuando ingresaba en el andén 2 de la estación de Once, el tren número 3.772 nunca frenó, por causas que están siendo investigadas, y terminó estrellado con el paragolpe de contención. En plena hora pico, viajaban 1300 pasajeros.
Con una brutal explosión, el segundo vagón de los ocho que conformaban la formación se incrustó seis metros dentro del primero. Lo peor pasó allí: además de los fallecidos por el impacto, otros pasajeros aguardaron hasta cuatro horas para ser liberados de entre los hierros por bomberos y policías.
Los 675 heridos fueron derivados a ocho hospitales porteños: Durand, Piñero, Pirovano, Álvarez, Zubizarreta, Ramos Mejía, Santojanni y Tornú. Según los testimonios, algunos, los de menor gravedad, lograron hacerlo por su propia cuenta; otros fueron auxiliados por vehículos particulares; pero
la mayoría fueron trasladados en ambulancias, en medio de un enorme operativo de médicos del SAME, bomberos y policías. El ministerio de Salud porteño confirmó, además, que 50 de los internados presentaban un cuadro grave.
Luego, comenzó el difícil peregrinar de los familiares. Los cuerpos de los 48 adultos y un menor de edad, de siete años, fueron a la morgue; según informó la Policía Federal.
Con esos trágicos números, el accidente de Once ya había ingresado a la historia negra del ferrocarril argentino como la tercera catástrofe, después de una ocurrida en Benavídez en 1970 y otra en Santa Fe. Es la más grave sufrida en la ciudad de Buenos Aires.
En medio del caos, uno de los primeros funcionarios en llegar a Once fue Schiavi quien brindó la primera información oficial. También se acercaron funcionarios porteños y miembros del juzgado de Claudio Bonadío, que investigará las causas del accidente: el magistrado ya pidió los videos, los reportes de velocidad y la "caja negra", donde se registran el diálogo que pudo haber tenido el maquinista con los operadores de control para saber si el tren presentaba desperfectos técnicos antes del accidente.
Pasadas las 16, en el microcine del Ministerio de Economía, en una conferencia de prensa sin preguntas, defendió al conductor de la formación que arribó a la estación a 20 kilómetros por hora. Schiavi destacó que era su "primer viaje del día", por lo que no estaba cansado, y que continuaba en terapia intensiva. Además, el Secretario prometió una "profunda investigación" y que no demoraría mucho. "Tenemos datos objetivos que nos va a llevar a saber en poco tiempo cuál es la verdad", aseveró.
Más allá de la información, la conferencia de Schiavi repercutió por dos desafortunadas frases (ver página 7) y lo dejó en la cuerda floja. "Primero el caos del SUBE y ahora esto", sentenció ayer un funcionario, en referencia al futuro laboral del ex jefe de campaña macrista. En la Rosada no se animaban a apostar por ningún pronóstico.
Poco después, los gremios Unión Ferroviaria y La Fraternidad apuntaron contra TBA. El delegado del primero de ellos, Rubén "Pollo" Sobrero, señaló que su sindicato "desde hace 8 años" que viene denunciando "ante distintos organismos de control el estado de los trenes, las vías y de las señales". Y recordó: "Habíamos anunciado una tragedia". En tanto, desde La Fraternidad, Omar Maturano denunció que hay vagones que datan "de la década del '60". Al reclamo para revisar la concesión se sumó la CGT (ver aparte) y varios dirigentes de todo el arco político.
Fuente: El Cronista