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Groucho Marx dijo: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". En ese punto, Javier Milei es marxista.
Por Luis Rappoport, economista, miembro del Club Político Argentino - 18-09-2012 / 18:09

Opción para kirchneristas que aman la verdad

Opción para kirchneristas que aman la verdad
Se suele especular sobre dos escenarios políticos posibles, tanto si exista o no la reelección de Cristina. Pero se olvida que podría haber otra variable: que los que hoy expresan su convicción honesta con el "modelo" inicien la batalla por la transparencia.
 
Si elegimos la reelección, seguirán las mentiras aunque sepamos que la pobreza no es del 6,5%, la inflación no es del 9.5% ni el producto crece como dicen. También seguirán los ilícitos sin que jueces independientes cumplan su función.
 
Si no hay expectativas de reelección, el nuevo gobierno del 2015 se diferenciará del actual: terminará con las mentiras estadísticas y aplicará castigo a algunos responsables de la destrucción del INDEC. Estimulará condenas a los funcionarios actuales que serán el equivalente al enjuiciamiento a Menem y a María Julia.
 
 
Pero hay otro escenario imaginable. Debería iniciarse antes de las elecciones. Los que dicen defender el crecimiento con equidad son los que deben diferenciarlo de las mentiras y los ilícitos. Ellos deberían asumir su responsabilidad cívica: enjuiciar al gobierno de Kirchner. Exigir el respeto del fallo de la Corte y que se devele hoy el destino de los millones de Santa Cruz.
 
Y si resulta que el ex presidente fue un ladrón, condenarlo públicamente y exigir la devolución de lo robado. Exponer también el misterio YPF de la sociedad entre Ezkenazi y los Kirchner. Enjuiciar públicamente al vicepresidente por el caso Ciccone. Y terminar con las estadísticas falsas.

Opción para kirchneristas que aman la verdad
 
Un chiste inglés cuenta un diálogo en el Comité de Disciplina de un club. Es más o menos así:
-Mr. Morrison (presidente): Estamos reunidos para analizar la expulsión de Mr. Cleveland.
-Mrs. Smith (miembro informante): Se lo acusa de orinar en la pileta.
-Mr. Cleveland (en su defensa): Mrs. Brown, Mr. Flannery y Lady Rose Miller orinan en la pileta. Y nadie quiere expulsarlos ...
-Mr. Morrison (presidente): Pero Mr Cleveland, ninguno de ellos lo hace todas las mañanas, en el horario de los niños y desde el trampolín ...
 
Cuando surge el tema de la corrupción y la mentira, los defensores del Gobierno usan el argumento de Mr. Cleveland: "otros políticos en el mundo mienten y roban". Cierto. Pero sólo en la Argentina la mentira está sistemáticamente organizada para sustituir las estadísticas públicas.
 
Sólo en la Argentina un gobierno desobedece a la Corte Suprema para evitar que un procurador investigue el destino de millones de dólares que esperan rendición. Y sólo en la Argentina el Estado subordina la producción de energía a la protección de los intereses de un amigo, y compromete -por esa vía- el equilibrio comercial externo.
 
Como en el club inglés, debemos decidir cuál es el límite. Nuestra fuerza es el voto. Veamos las opciones que se abren.
 
Si elegimos la reelección, seguirán las mentiras aunque sepamos que la pobreza no es del 6,5%, la inflación no es del 9.5% ni el producto crece como dicen. También seguirán los ilícitos sin que jueces independientes cumplan su función. Continuará esta "oligarquía política", tan similar a la vieja oligarquía que el peronismo supo enfrentar.
 
Mentira y corrupción están naturalizadas por nuestra sociedad que, en su momento, naturalizó el terrorismo de Estado. Nos rebelamos ante la delincuencia y no vemos que hay una frontera sutil entre cleptocracia y narcocracia. Y una Presidenta que ampara los ilícitos del vicepresidente o reivindica el truchaje -al estilo de Mr. Cleveland y fuera del horario de protección al menor- no es un buen ejemplo para limitar la delincuencia alimentada con el paco.
 
La reelección es como la ley de autoamnistía de Bignone, con que los militares quisieron ganar su impunidad.
 
Si no hay expectativas de reelección. Por un tiempo, aquellos funcionarios y jueces corruptos vivirán en tensión. Los primeros intentarán robar lo no robado y, por el otro lado, borrar las pruebas. Los segundos tratarán de "dormir" causas a la espera de señales: si se prefigura un futuro de impunidad, protegerán a los cortesanos y asegurarán su propio reciclaje. Si hay señales de una posible penalización -aunque sea parcial-, usarán las causas dormidas para negociar.
 
El nuevo gobierno del 2015 se diferenciará del actual: terminará con las mentiras estadísticas y aplicará algún castigo a algunos responsables de la destrucción del INDEC. Estimulará algunas condenas a los funcionarios actuales que serán el equivalente al enjuiciamiento a Menem y a María Julia.
 
No será una alegría volver a ver a un Presidente -o a un vicepresidente- entre rejas, en particular si no se acompaña con la voluntad de terminar con la oligarquía política, tanto ajena como propia. Habrá una amarga nota de humor: el vicepresidente encarnará un nuevo aporte de la vieja UCD a la reparación de la "moralidad" pública.
 
Pero hay otro escenario imaginable. Debería iniciarse antes de las elecciones.
 
Lo interpretarían los kirchneristas que expresan su convicción con el "modelo", si tienen suficiente dignidad para saber que la ética del Che Guevara, o la de Eva Perón, no amparaba la riqueza robada al pueblo.
 
Los que dicen defender el crecimiento con equidad son los que deben diferenciarlo de las mentiras y los ilícitos. Ellos deberían asumir su responsabilidad cívica: enjuiciar a Néstor Kirchner. Exigir el respeto del fallo de la Corte y que se devele hoy el destino de los millones de Santa Cruz.
 
Y si resulta que el ex presidente fue un ladrón, condenarlo públicamente y exigir la devolución de lo robado. Exponer también el misterio YPF de la sociedad entre Ezkenazi y los Kirchner. Enjuiciar públicamente al vicepresidente por el caso Ciccone. Y terminar con las estadísticas falsas.
 
Evitar que convicciones honestas se ensucien con mentiras: mostrar la verdad de las cifras antes que el nuevo gobierno.
 
Abandonar especulaciones sobre enemigos, ciertos o imaginarios, y actuar con las cartas abiertas, no aceptar el descargo de Mr. Cleveland.
 
La verdad, aunque sea dolorosa, siempre es reparadora.
 
Fuente: Clarín

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