Nacionales - 03-06-2023 / 10:06
PANORAMA EMPRESARIO SEMANAL
Nada está cerrado hasta que todo lo esté
Como suele decirse en las negociaciones diplomáticas, nada está cerrado hasta que todo lo esté. Las definiciones en el frente financiero influyen sobre el cierre de listas y viceversa. Los plazos son casi idénticos, porque el próximo vencimiento con el FMI opera el 22 de junio, apenas 48 horas antes del plazo máximo para la presentación de candidaturas ante la justicia electoral.
El precario equilibrio macroeconómico que busca sostener Sergio Massa hasta las PASO es la plataforma indispensable para que el peronismo conserve chances de entrar en un balotaje de desenlace imprevisible, en el que Cristina Kirchner evalúa que podría retener el poder.
Por eso las gestiones del ministro de Economía para volver de China con los dólares que retacea el Fondo Monetario están tan íntimamente entrelazadas con la definición de las candidaturas de un Frente de Todos que terminó de purgar a su tercera pata y concentró las decisiones en la vicepresidenta y el jefe renovador.
Como suele decirse en las negociaciones diplomáticas, nada está cerrado hasta que todo lo esté. Las definiciones en el frente financiero influyen sobre el cierre de listas y viceversa. Los plazos son casi idénticos, porque el próximo vencimiento con el FMI opera el 22 de junio, apenas 48 horas antes del plazo máximo para la presentación de candidaturas ante la justicia electoral.
Y aunque haya maniobras distractivas para todos los gustos, ningún nombre está descartado. Ni siquiera el de la propia Cristina, que reclamó "comprensión de textos" a quienes le insisten con que sea ella quien encabece la fórmula pero que a la vez reparte señales ambivalentes puertas adentro.
La agenda de Massa es frenética, a tono con el abismo estanflacionario que se otea en el horizonte si se acaban las reservas. A poco de volver de Beijing partirá -por sexta vez como ministro- hacia Washington, donde espera cerrar con el Fondo una reprogramación al filo de ese vencimiento de fin de mes por casi U$S 2.700 millones.
Después irá a Brasil, donde Lula Da Silva también orejea sus cartas. Fuentes cercanas al ministro aseguraron que el vecino todavía puede extender un crédito que compense el déficit bilateral, que la sequía multiplicó. Ayer se supo que, solo hasta mayo, el desbalance negativo (U$S 2.500 millones) ya supera el de todo 2022 (que fue de 2.250 millones).
El kirchnerismo también recibió señales en ese sentido. La presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) de los BRICS, Dilma Rousseff, se las transmitió a Máximo Kirchner antes de que la delegación partiera de la futurista Shanghai para terminar de cerrar en Beijing la ampliación del swap de monedas con el Banco Popular chino.
Si bien recién en agosto el NDB debatirá el ingreso de Argentina y un posible rescate por la sequía, el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, todavía tiene en su escritorio la documentación para que el banco central brasileño haga efectivo un swap similar al vigente con China. Fuentes brasileñas estiman que podría ser por entre U$S 3.000 y 5.000 millones.
Son partidas de ajedrez simultáneas en un marco geopolítico que, si alguien lo pretendía ignorar, se hizo más que evidente durante la semana en que toda la dirigencia dirigió su mirada hacia Oriente. Un mundo donde el gasto en armamento creció en 2022 por octavo año consecutivo y batió su récord histórico por la guerra en Ucrania, según el Instituto para la Paz de Estocolmo.
Y donde la hegemonía del dólar empieza a ser desafiada seriamente, tal como mostraron Juan Gabriel Tokatlian y Mónica Hirst en un informe para la Fundación Friedrich Ebert: del 73% de las reservas internacionales de todo el planeta en 2001, el billete verde pasó a representar un 58%.
Corsos a contramano
La diferencia con la guerra fría del siglo XX es que ya no hay "campos de influencia" sino cadenas integradas globalmente. Así como se apuntan mutuamente con cañones y armas nucleares, China y Estados Unidos mantienen entre sí el mayor flujo comercial y financiero del mundo. Por eso resulta más llamativo que el Frente de Todos se haya inclinado tanto por uno de los contendientes y haya desaprovechado la cooperación con el otro. De las granjas de cerdos a Atucha III, de la producción de fertilizantes a la instalación de puertos, todo naufragó en medio de lobbies estadounidenses que en algunos casos fueron a puertas cerradas y en otros a plena luz del día.
El kirchnerismo, tal como se consignó en este panorama la semana pasada, acusa a tres funcionarios de ese fracaso a la hora de reeditar la tercera posición de Juan Perón. El primero es el eyectado Gustavo Beliz, quien boicoteó documentos y convenios con los que podrían haber avanzado algunas de esas inversiones chinas en el país. El segundo es Santiago Cafiero, el canciller cuya ausencia en la gira por China resultó casi tan inexplicable como que el ministro de Economía estrenase el nuevo avión presidencial. Y el tercero es el propio Presidente, que se volvió de Brasilia por segunda vez consecutiva con las manos vacías y no consiguió anotarse el poroto del swap, según el massismo por haber sostenido a Daniel Scioli en la embajada donde se abrazó con Jair Bolsonaro.
En Twitter, Cafiero se defendió de esa acusación con el curioso argumento de que participó en infinidad de reuniones que terminaron invariablemente en callejones sin salida. Pero el cuestionamiento de quienes lo defenestraron de la jefatura de gabinete también apunta a lo operativo. Se quejan de que en China hay apostados la mitad de diplomáticos argentinos que en Brasil y que en EE.UU, que las relaciones con el gigante asiático están subsumidas en la postergada Dirección de Asia y Oceanía y que Shanghai es considerado un destino "categoría C", donde cónsules y agregados solo se quedan dos años sin continuidad posible. "La Cancillería está hecha para un mundo que no existe más", protestan.
Nadie está exento de contradicciones. El embajador argentino en China, hermano del yerno de Cristina y hombre clave de la gira, Sabino Vaca Narvaja, sostuvo en enero de 2022 que para él lo mejor era cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario y no apostar a un salvavidas en yuanes. "A nadie le sirve que eso se dilate y está todo el Gobierno trabajando para resolverlo de la manera mejor posible para la sociedad argentina", le dijo aquella vez a ElDiarioAr.
Martín Guzmán, por ese entonces, se aprestaba a cerrar el pacto con el FMI que detonó la ruptura explícita y la renuncia del diputado Kirchner a la jefatura de la bancada. Pero antes, en agosto de 2020, había renegociado la cláusula del contrato del swap con China que decía que si se caía el acuerdo con el FMI, también se caía el swap. Un servicio que Cristina ni Massa piensan reconocerle, del mismo modo que todos se hacen los distraídos frente a las concesiones del tigrense a Washington, como la reciente concesión a título gratuito de la banda de 6 Ghz del espectro radioeléctrico al WiFi 6, en beneficio de los gigantes de Silicon Valley y en detrimento del protocolo 5G que tiene a la china Huawei como líder.
El Presidente se defiende con mejores armas que su canciller del reproche de quien lo encaramó al sillón de Rivadavia. Reivindica haber viajado a China, haber excluido de ese viaje deliberadamente a Beliz, de quien empezaba a sospechar que funcionaba de un doble agente, haber firmado la adhesión a la Franja y la Ruta y haberse levantado convaleciente de la cama en Bali, este verano, para no faltar a la reunión que tenía agendada con Xi Jinping.
Entre caníbales
Tal nivel de descomposición interna y una economía con el doble de inflación que en 2021, el mismo desempleo, ingresos informales 15% abajo e ingresos formales igual de deprimidos que entonces dejaría sin chances de reelegir a cualquier oficialismo que haya sido derrotado en las elecciones de medio término. Para peor, el segmento social más castigado por la inflación es la base electoral tradicional del peronismo. Por eso la apuesta es a la "elección de tercios" y a la canibalización opositora. La lógica es que pierde el que se equivoca.
Al menos ante el círculo rojo, Horacio Rodríguez Larreta parece haberse equivocado esta semana. Allí, su laudo a favor de Jorge Macri como candidato porteño por el Pro lo desautorizó severamente. "Se mostró como un subordinado de Mauricio. Se albertizó antes de asumir", bromeó uno de los empresarios que lo abrazó esta semana en un evento en la Bolsa de Comercio.
Patricia Bullrich, en cambio, viene afinando la puntería ante ese público. "A mí no me da todo lo mismo. No soy Larreta", les dijo en dos mesas distintas a petroleros y a financistas, que se fueron mejor impresionados que cuando habla de economía. Es la adversaria con la que Cristina se siente más cómoda confrontando. Sea el candidato Wado De Pedro, Axel Kicillof, Sergio Massa... o ella misma.
Por Alejandro Bercovich
Fuente: BAE Negocios