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Sociedad e Interés General - 23-05-2023 / 06:05
23 DE MAYO DE 1988

Se realiza la imponente Marcha Blanca, que reúne a miles de docentes de todo el país

Se realiza la imponente Marcha Blanca, que reúne a miles de docentes de todo el país
El paro docente iniciado en todo el país en marzo, en reclamo de mejoras salariales, y que se extiende por 42 días, llega su punto culminante con la Marcha Blanca. Miles de docentes, con sus guardapolvos blancos, atraviesan la Avenida 9 de Julio. Después de la convocatoria se levanta la extensa medida de fuerza. El 23 de mayo se recuerda como Día del Trabajador de la Educación. En la imagen: Los docentes marchan sobre la 9 de Julio, el 23 de mayo de 1988.
 
En aquellos días de marzo a mayo de 1988, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, la Ctera encaró un plan de lucha que derivó en 42 días de paro en reclamo de salario único, igual remuneración por igual trabajo, paritaria nacional docente, ley de financiamiento educativo y ley nacional de educación.
 
El conflicto escaló y en mayo no había acuerdo con el ministro de Educación, Jorge Federico Sabato. El 23 de mayo se convocó a la Marcha Blanca, que reunió a miles de docentes de todo el país. Tres columnas entraron a la ciudad de Buenos Aires y no pudieron llegar a la Plaza de Mayo. Después de nuclearse en el Congreso, el acto central se realizó en el Obelisco.
 
En recuerdo de aquella jornada, el 23 de mayo fue instaurado como el Día de las, los y les Trabajadores de la Educación por la Ctera. "No dejamos de enseñar, enseñamos a luchar", fue una de las consignas principales de aquel día. "Donde están los y las docentes, está la Patria", cierra un video.
 
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Como cada 9 de Julio reivindicamos la lucha de las masas populares contra la permanente agresión política, económica y cultural neocolonial e imperialista, que busca disolver la identidad nacional y condenar a nuestra Patria a la condición de colonia dependiente como factoría de las metrópolis imperiales, mera proveedora de materias primas y alimentos baratos. 

El 09 de julio de 1816, el histórico Congreso, reunido en Tucumán, declara la independencia de las Provincias Unidas del Sur, que así rompe los lazos de dependencia con España y proclama la existencia de una nueva nación, libre e independiente. Lo hacía cuando la Santa Alianza, de Austria, Rusia y Prusia, promovía en Europa la restauración monárquica y combatía los movimientos liberales y democráticos.

Es el momento culminante de la gesta revolucionaria iniciada en 1810 y se realizó en Tucumán por el creciente malestar de los pueblos del interior contra Buenos Aires. Desde la supresión de la Junta Grande por el Primer Triunvirato en 1811 y hasta el Directorio de Carlos María de Alvear, la elite porteña había impuesto sus criterios centralistas, desconociendo el sentimiento federal de la mayoría del interior. La independencia, que se proclama en la sesión presidida por el sanjuanino Francisco Narciso de Laprida, es el fundamento a partir del cual José de San Martín impulsará la campaña para liberar Chile y luego Perú, consolidando la independencia argentina.

Las masas populares, con sus lanzas y su fuerte sentimiento de libertad, construyeron la Patria independiente con San Martín, las montoneras bravías del interior que nos legaron el federalismo, los ciudadanos revolucionarios de don Hipólito Irigoyen que cimentaron la democracia del Pueblo y las multitudes obreras movilizadas por Juan Perón que combatieron por la Justicia Social.
 
Invariablemente, la alternativa histórica fue siempre: independencia económica o subdesarrollo y miseria, e implica optar entre aceptar resignadamente la dependencia del país al FMI o luchar por la Liberación, por una Nación Justa, Libre y Soberana.
 
Tomamos el valiente ejemplo de San Martín que, para la Declaración de la Independencia, se impuso militarmente a los españoles y políticamente a aquellos sectores vinculados a la elite porteña que ya estaban negociando, tanto con el Imperio español como con el Reino Unido de Gran Bretaña, una nueva dependencia.
 
La nuestra es una historia de caudillos y masas populares. Los líderes pesaron profundo en los procesos. En 1816, San Martín, Belgrano, Güemes, Pueyrredón, Artigas, Juana Azurduy... Y la participación de las masas populares es una herencia del período independentista revolucionario, por la importancia que tempranamente tuvo la movilización popular, política y militar, en nuestra historia, desde la formación de las milicias urbanas para derrotar a los invasores británicos, y la voluntad del Pueblo que jugó un papel sin precedentes en la destitución de un virrey y el nombramiento de su sucesor.
 
Como decía don Arturo Jauretche"La historia es la política del pasado y la política es la historia del presente". Hoy, como siempre, peleamos por nuestra única, verdadera e irrenunciable independencia, evidenciando el aparato de colonización mental montada por los países centrales y sus operadores internos, como el macrismo y el mileismo, para perpetuar la dependencia.
 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista
Escribe: Blas García 

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