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“A muerte estoy con los jubilados. Lo que les hacen es una vergüenza. Yo defiendo a los jubilados ¿cómo no los voy a defender? Tenemos que ser muy cagones para no defender a los jubilados”. Diego Maradona
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Nacionales - 22-05-2023 / 10:05
EL PROBLEMA DE LAS PRESIDENCIAS DÉBILES PONE EN RIESGO LA DEMOCRACIA EN TODA LA REGIÓN

El desafío del Frente de Todos no es ganar la elección sino prepararse para gobernar

El desafío del Frente de Todos no es ganar la elección sino prepararse para gobernar
Trabajosamente, “hasta que duela”, como se decía en otros momentos, se cimentará esa unidad borgeana, adherida a fuerza de espanto e incontables horas de negociaciones no precisamente sobre asuntos que interpelan la sensibilidad social. El cruel arte de repartir, trastienda sucia pero necesaria de la praxis política que transita por esos días su temporada alta.
A medida que se acerca el momento de las decisiones más importantes, es más difícil disimular los recelos y el ruido entre los dos dispositivos cuya alianza sostiene en pie al Frente de Todos, el kirchnerismo y el Frente Renovador.
 
Trabajosamente, "hasta que duela", como se decía en otros momentos, se cimentará esa unidad borgeana, adherida a fuerza de espanto e incontables horas de negociaciones no precisamente sobre asuntos que interpelan la sensibilidad social. El cruel arte de repartir, trastienda sucia pero necesaria de la praxis política que transita por esos días su temporada alta.
 
De aquellos asuntos nada o casi nada puede informarse con certeza hasta bien pasada la hora del cierre de listas, como pueden atestiguar, cada dos años, miles de damnificados. Lo suyo no estuvo. Por eso, cuando todavía falta más de un mes para esa fecha marcada en el calendario, estas líneas intentarán evitar ese fárrago.
 
Por cálculo o necesidad (el costo de meses dedicados al autoboicot derrotista y/o el clamor estéril) las definiciones llegarán entrado junio. El 25 de mayo, si no hay un cambio de planes fuerte sobre la marcha, será una estación del proceso pero no su última parada.
 
Aunque demostró, una vez más, que incluso disminuida por la persecución mafiosa, un intento de asesinato y tres años de convivencia ruinosa en el poder, Cristina Fernández de Kirchner conserva la centralidad política en el peronismo, resultará difícil que esta vez el candidato surja exclusivamente de su lapicera; la coyuntura pide una opción que se construya más orgánicamente, de abajo hacia arriba.
 
Su bendición, si hubiera una sola fórmula o si decidiera apoyar explícitamente a una de cara a una eventual primaria, deberá llegar una vez que otros actores hayan movido sus piezas.
 
Quienes hablan con la vicepresidenta, un conjunto que cada vez tiene más elementos, interpretan de sus definiciones y silencios que ella todavía tampoco ha tomado una decisión. Que el silencio, por lo menos por ahora, no obedece al secreto sino a una instancia reflexiva y deliberativa.
 
No se trata solamente de elegir un candidato que pueda garantizar un piso alto para acceder a la segunda vuelta y poder ampliar su electorado de cara al ballotage. Deberá, además, promover a una persona capacitada para hacer frente al desafío más difícil, que no es ganar una elección sino gobernar.
 
El día más importante para el futuro de la Argentina no es el 13 de agosto ni el 22 de octubre ni el 19 de noviembre sino el 10 de diciembre, cuando asuma el próximo presidente, ponga a trabajar a su equipo y defina las medidas con las que intentará sacar al país de la complejísima situación en la que le tocará llegar a la Casa Rosada.
 
Eso, y su capacidad de poner rápidamente en marcha ese plan, es lo que va a determinar, en gran parte, el resultado de la disyuntiva principal: si va a tratarse del gobierno que logre sacar al país de la crisis o si va a ser un eslabón más en la cadena de impotencias.
 
Cada intento fallido tiene un costo elevado, en términos de poder. Pero no solamente de poder presente sino también de poder futuro. 
 

 
Cada vez que la democracia no está a la altura de las circunstancias, cada vez que la política democrática se demuestra impotente para afrontar los desafíos, para darle, en definitiva, a la sociedad, aquello que la sociedad, con todo derecho, espera de sus representantes, las secuelas no afectan solamente a los ejecutores de esas políticas sino que va despojando de poder a las instituciones que los encumbraron, haciendo aún más cuesta arriba la tarea de quienes los sucedan.
 
Prestemos un poco de atención a lo que está pasando a nuestro alrededor. En Brasil, Lula consiguió volver a la presidencia después de haber sido encarcelado tras una condena amañada, y para ganar las elecciones y poder gobernar armó una coalición mucho más amplia que el Frente de Todos.
 
Sin embargo, después de aplacar un intento de golpe de Estado en las primeras horas de su tercer mandato, sigue gobernando día a día, pisando arenas movedizas con cada medida que toma e incapaz, aún, de impulsar una agenda propia en el parlamento. Sin dudas es una presidencia débil.
 
Veamos lo que sucede en Chile o en Colombia, con dos gobiernos novedosos, que llevaron por primera vez  al poder a sectores de izquierda con agendas modernas, después de sendos procesos de emergencia de las demandas populares muy importantes.
 
En los dos casos, menos de dos años más tarde están teniendo enormes problemas para sostener las coaliciones que los llevaron al poder. En el caso de Gabriel Boric sufrió dos reveses electorales durísimos en el proceso constitucional; Gustavo Petro, por su parte, tuvo que salir a desmentir esta semana que hubiera un golpe de Estado en marcha.
 
En Ecuador, Guillermo Lasso tuvo que acudir a un mecanismo constitucional para disolver la asamblea legislativa ante la posibilidad de ser destituido por un juicio político. Intentará gobernar los próximos meses por decreto y difícilmente sea competitivo si decide presentarse a las elecciones anticipadas que convocó al cerrar el Congreso.
 
Perú sigue gobernado por un gobierno de facto o de legitimidad muy dudosa, apoyado en la represión de las fuerzas armadas y de seguridad, después de que se sucedieran seis presidentes distintos en los últimos siete años.
 
América del Sur, el continente que durante muchas décadas fue caracterizado por la ciencia política y la cultura popular como una zona de caudillos, presidencialismos fuertes, autócratas con mano de hierro y poco respeto por las instituciones, se ha convertido, con el correr de la última década, en tierra de democracias frágiles y ejecutivos débiles.
 
Con un problema adicional: en la memoria social permanece la idea de un responsable plenipotenciario que debe proveer y solucionar. Cuando no se corrobora esa provisión y nadie arregla lo que está roto, la culpa sigue siendo del Leviatán que ya no existe.
 
Cuando hablamos de democracias frágiles y ejecutivos débiles nos referimos a procesos en los que la política y las instituciones de representación popular pasan a tener, cada vez, un peso relativo menor a la hora de tomar decisiones importantes o estratégicas.
 
Como el poder no acepta vacíos, esas decisiones que no toman los representantes elegidos por el voto terminan en manos de otros, que casi siempre no fueron elegidos por nadie: una alianza entre sectores minoritarios de la sociedad, el poder judicial, aristocrático y a salvo de la voluntad del pueblo, las fuerzas de seguridad y/o armadas e intereses extranjeros.
 
La falta de representación a la hora de tomar decisiones tiene, a efectos prácticos, dos problemas que se retroalimentan. Por un lado se enajena el interés común en perjuicio de réditos privados y sectoriales, lo cual termina por deteriorar la calidad de vida de las mayorías.
 
Eso, a su vez, genera una mayor frustración con el sistema que se vuelca no contra los verdaderos autores intelectuales y beneficiarios del fraude sino contra el gobierno, en el cual la gente confió, al que la gente eligió y que no puede resolver esos problemas. Eso que CFK llama insatisfacción democrática pasa bastante por ahí.
 
El riesgo, muy presente, es el de una crisis sistémica que termine de llevarse los vestigios de la maltrecha democracia. Cuando se elige a un partido y los problemas no se resuelven y luego se opta por la oposición, que no solamente no resuelve los problemas sino que los agrava, y entonces se busca una tercera opción, quizás algo que está fuera del menú tradicional, por izquierda o por derecha, y tampoco, entonces es sólo cuestión de tiempo que la sociedad, que puede tener paciencia pero no es suicida, empiece a pensar que lo que está mal no son los partidos, los candidatos, sino todo el sistema democrático.
 
Cuando uno se encuentra en un pantano y no tiene ninguna salida a la vista, moverse en cualquier dirección puede parecer una buena idea pero lo más probable es que termines por hundirte.
 
Así, cuando la crisis es todo el horizonte que existe, cada vez van a ser más los que piensen que los frenos y contrapesos que hacen débil al gobierno son el motivo de la inmovilidad y el peligro de que la sociedad avale una salida no democrática es cada vez más fuerte. Ya saben cómo voltear gobiernos: lo hicieron en Brasil, Bolivia, Perú, Paraguay, Honduras. En algún momento van a aprender a retener el poder.
 
Esto nos trae de regreso a la Argentina. El 10 de diciembre va a asumir el gobierno un presidente que no va a tener número en un Congreso fragmentado, ni reservas en el Banco Central, con una inflación corriendo al 100 por ciento en el más optimista de los sueños de Sergio Massa, con una mayoría automática y autónoma en la Corte Suprema, la dirigente política más popular del país a un fallo de la cárcel, probables cuestionamientos a los resultados electorales (como en Bolivia, Brasil, Estados Unidos y Paraguay) y una sociedad que llevará, para entonces, un lustro de vivir de sobresalto en sobresalto.
 
Esa es la mala noticia para el peronismo. La buena es que en el revuelo, y sin haber hecho demasiados méritos para merecerlo, se encontró de repente, en pleno año electoral, a instantes del comienzo de la campaña, con la chance de salir triunfador de esa carrera.
 
Con una certeza: ganar las elecciones es infinitamente más fácil que lo que viene después. Para ganar no hace falta ni siquiera ser bueno sino, tan solo, ser un poco menos malo que los demás. Y los demás, esta vez, son una exhibición de atrocidades.
 
Si el Frente de Todos consigue ir armando, sobre la marcha, de manera coral, a veces un poco disonante pero siempre colectiva, un plan razonable para afrontar el desafío de gobernar la argentina, en la medida de lo posible pero contra todos los obstáculos, si logra convencer a la sociedad de que puede llevarlo a cabo, si muestra vocación de poder y deja de recostarse en el rol de víctima, si logra proyectarse, en fin, como el instrumento de las mayorías para transformarlo todo, la victoria estará más cerca.
 
El peronismo no tiene que enfrascarse en ganar la elección sino que debe prepararse para volver a gobernar.
 
Por Nicolás Lantos
 
Fuente: El Destape
 

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17-09-2025 / 09:09
Javier "el Loco" Milei es un mentiroso consuetudinario. Se dedica a "mandar fruta", hablar sin saber realmente del tema, exagerando, inventando o diciendo cosas sin sentido, con la intención de engañar. Todas las organizaciones especializadas en Educación, Jubilaciones y Discapacidad destruyeron los anuncios presidenciales sobre mejoras para esas áreas. Se basan solo en dibujos numéricos y ajustes encubiertos. Los gremios revelaron que el porcentaje del PBI dedicado a la enseñanza, que fue de 1,48 en 2023 y de 0,88 en 2025, baja al 0,75 en 2026. Los rectores aseguran que se congela el gasto universitario en sus peores niveles.
 
El discurso de Milei por el cual presentó el Presupuesto 2026 está plagado de números mentirosos y mensajes al "mercado", a los grandes empresarios y financistas. A los ricos. El presupuesto reduce fuertemente la partida destinada a cancelar deudas previsionales; mientras que la partida para pagar la deuda pública a los especuladores financieros crece un 20%. Hay deudas y deudas para el Gobierno.
 
Milei aseguró al presentar el Presupuesto 2026 que habrá un aumento del 17% de suba en términos reales (por encima de la inflación) en materia de salud, 8% en materia de educación, y 5% en jubilaciones y en pensiones por discapacidad. Además, anunció que se le asignará $4,8 billones a las universidades nacionales, lo que representa una suba nominal del 13% frente a una inflación proyectada del 10%.
 
Sin embargo, anteriormente, el Presidente reveló que el proyecto presenta "una regla de estabilidad fiscal": "si los ingresos caen o los gastos superan a lo previsto se deberán ajustar partidas para mantener el equilibrio fiscal". Es decir, cualquier variable proyectada en el Presupuesto que se modifique, como una inflación anual de 10% o un dólar debajo de $1.350, "obligará" a Milei a no cumplir con estos aumentos. Además, también lanzó que su proyecto estipula el "menor nivel de gasto sobre PBI de los últimos 30 años". Contradicciones que desnudan que sus promesas son incumplibles.
 
En las últimas semanas, el Gobierno libertario redujo en $40.267 millones las transferencias a las universidades nacionales. De esta manera, Milei terminará 2025 con una reducción del 9,4% real del presupuesto universitario con respecto a 2024 y del 32% frente a 2023. Para equiparar los gastos realizados el año pasado, el Gobierno debería invertir $4,6 billones en lo que resta de 2025 y $6,2 billones para igualar el nivel de 2023. Es decir, la promesa de $4,8 billones para el 2026 no absorbe la pérdida registrada.
 
Si bien Milei prometió que las jubilaciones aumentarán 5% por arriba de la inflación en 2026, no alcanza para equiparar lo perdido durante su gestión. En 2024, el recorte en dicha partida fue del 14%, y sin contar el bono para el haber mínimo cuyo monto está congelado hace 18 meses frente a una inflación superior al 100%.

Además, más allá de su promesa, si la inflación anual es más del 10% como se proyecta, ¿mantendrá el aumento de las jubilaciones 5% por encima de la inflación? "Si los gastos superan lo previsto se deberán ajustar partidas", afirmó en su discurso.

En otros rubros, las partidas presupuestarias en Educación acumulan un ajuste del 41% entre 2023 y 2025, según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA). El 8% anunciado por Milei queda chico. En cuanto a discapacidad, la ANDIS sufrió un recorte del 14%. Sobre este punto, Milei supone una suba del 5% real sobre las pensiones. El proyecto ensaya un recitado de mentiras expresadas en números que no cierran ni aseguran la continuidad de las áreas con normalidad. Lo peor todavía no pasó.

La Opinión Popular


16-09-2025 / 11:09
La bala entró. La derrota electoral en la provincia de Buenos Aires sacudió al Gobierno de Javier "el Loco" Milei de tal manera que se vio obligado a cambiar el tono discursivo. La administración libertaria se niega a modificar su brutal política económica de ajuste y motosierra, pero ayer el presidente brindó un discurso atípico: fue moderador, evitó los insultos, las provocaciones, anunció mejoras en el Presupuesto 2026 para los sectores más vulnerables y llamó a trabajar "codo a codo" con los Gobernadores.
 
Además, el jefe de Estado envió un mensaje a la población y aseguró que "lo peor ya pasó, no aflojemos". De esta manera, Milei acusó recibo del fuerte descontento social. Sin embargo, no fue la primera vez que el mandatario prometió que los momentos más difíciles quedaron atrás y que lo mejor estaba por venir.
 
El 10 de diciembre de 2024, el libertario afirmaba que ya habíamos "superado la prueba de fuego". "Estamos saliendo del desierto. La recesión terminó y el país finalmente ha comenzado a crecer. Gracias por confiar en este gobierno. Esto no quiere decir que hayamos llegado a puerto, pero sí quiere decir que podemos terminar el año con alivio y de que hemos dejado atrás lo peor", decía entonces en otra cadena nacional.
 
Un mes antes, el 11 de noviembre de 2024, decía exactamente lo mismo. "Hoy ya podemos decir que la recesión se terminó y de ahora en adelante todo lo que queda es crecimiento. De acá para adelante son todas buenas noticias", exclamaba. Pero lo frase no le pertenece exclusivamente a Milei. Años antes, en 2018, el entonces presidente Mauricio Macri también prometía frente al Congreso nacional que "lo peor" ya había pasado y vaticinaba años de crecimiento qué nunca llegaron.

Un Milei "sosegado" confirmó que profundizará el rumbo de ajuste fiscal exigido por el FMI. Y, tras una paliza electoral, La Libertad Avanza reflota la vieja promesa de que lo más difícil queda atrás. Sin embargo, y a pesar de algunas mejoras anunciadas, el Presupuesto 2026 es una ley de ajuste que no modifica los planes del Gobierno y del Fondo Monetario Internacional. Son mentiras, falsas promesas de aumentos para ganar las elecciones y más ajuste en jubilaciones, salud y educación.

En las calles, se manifestó el hartazgo total, hubo una ola de cacerolazos en el AMBA contra la cadena nacional de Milei. Desde Palermo y Recoleta hasta La Plata, cientos de personas en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires manifestaron su rechazo al Presidente mientras lanzaba el Presupuesto 2026. La sociedad no compró las mentiras de la cadena nacional y repentinamente salió a las ventanas y los balcones a manifestarse en contra de las medidas de ajuste del Gobierno anarco capitalista. La noche quedó marcada por una ola de cacerolazos en todo el AMBA.

El ruido metálico se convirtió en un grito unánime contra las políticas que solo traen más hambre, despidos y desesperación. "No se puede más, nos están matando de a poco", gritaban en Plaza de Mayo, donde las cacerolas parecían tambores de guerra. El fantasma de la crisis del 2001 sobrevoló la noche, con la misma bronca, la misma impotencia y las mismas calles llenas de familias cansadas.
 
El Gobierno de Milei, mientras tanto, respondió con silencio y un operativo de seguridad notorio en los puntos calientes. Sin embargo, la bronca ya no se calla con policías ni patrulleros. La pregunta que queda flotando es si este rugido metálico será apenas un desahogo pasajero o el comienzo de un estallido más grande que termine por arrinconar a la hermana coimera, al libertario desquiciado y a su nefasto plan neoliberal.
 
La Opinión Popular
 

15-09-2025 / 09:09
Un Gobierno anarco capitalista sin cuadros políticos y sin la más remota idea sobre el funcionamiento del Estado, se enfrenta a la profundización de su propia distopía tras la paliza electoral. La hermanísima copó el Ejecutivo y con Jamoncito, hasta acá, se demostraron como una unidad indivisible. El Gobierno está completamente en manos político-administrativas de Karina "el Jefe" Milei y se resolvió que sólo sea Luis "Toto" Caputo quien conduzca el único plan existente: pisar el dólar hasta las elecciones de octubre. No hay más que eso. No hay más certezas que ésas.
 
Respecto de la primera, podrían apuntarse dos observaciones. Una es que La Hermanísima Karina siempre estuvo a cargo de la ejecutividad gubernamental, excepción hecha de lo económico. La otra consiste en que, como fuere, no habría mayores novedades porque desde un comienzo la gestión fue un quilombo. Basta con repasar los centenares de funcionarios echados o renunciados, que supieron llegaron al promedio de uno por día.
 
Y esto tampoco sería novedoso, porque se corresponde con las características de un Gobierno arribado como tal sin la más mínima preparación institucional. Sin cuadros políticos. Sin la más remota idea sobre el funcionamiento del Estado. En otros términos conocidos, Javier "el Loco" Milei fue un armado del establishment, desde el panelismo televisivo y las redes, para segmentar parte de los votos peronistas y antiperonistas.
 
Pero el Frankestein adquirió una fuerza propia inusitada, a tono con endilgarle ese carácter de accidente insólito en la historia argentina. Y después no hubo nada que hacer. Así, el país quedó al arbitrio de unos Hermanos & Cía. exclusivamente relacionables con un escenario distópico. ¿Cuál es la noticia, entonces? Es que, tras el resultado electoral, la distopía se profundizó. Ya no hay Presidente, al menos por ahora, en su acepción de figura con aptitudes básicas para tomar decisiones autónomas. Milei está paralizado, totalmente fuera de eje.
 
Es así desde la noche del domingo pasado, cuando, aunque siga sin poder creerse, hasta último momento imaginó que perdía por muy poca diferencia. Incluso, de acuerdo con las mesas testigo del indescriptible Sebastián Pareja, pensó que llegarían a ganar por unos 8 puntos. Eran 50 de esas mesas, según pudo constatarse, de calidad irrelevante. Al aterrizar con los números reales entró en colapso (político, aclaremos, porque los diagnósticos psiquiátricos incumben a especialistas y nunca a la bartola periodística). Continúa en ese estado.
 
Se verá si para la cadena nacional de este lunes a la noche puede recomponerse como para dar una imagen atildada, llamémosle. Hablamos del continente, desde ya. El contenido será la provocación de redoblar su rumbo. La hermana, en consecuencia, asumió enteramente el rol presidencial. Y, hasta ahora sin visos de modificaciones, se cargó con desprecio todo intento de cambios siquiera por maquillaje.
 
El hazmerreír de una mesa política con los mismos rostros de la derrota y el nombramiento de un ministro de Interior que ya lo era de facto, tras el pase de Guillermo Francos a la Jefatura de Gabinete, es todo de ella. Es de ella -en todo caso, junto con el edecán de Francos- llamar al diálogo con los gobernadores mientras se vetan los fondos de ATN a las provincias, para no hablar de la "profunda autocrítica" que en simultáneo rechaza el financiamiento a las Universidades y la emergencia pediátrica Garrahan incluido.
 
Es de ella haberse animado a un acto de lanzamiento de LLA en Tucumán, ante un estadio cuyas tribunas debieron cubrir con lonas negras para ocultar el vacío; en el que brilló por su ausencia cualquier cántico de aliento y donde, en poco más de dos minutos de balbuceos, volvió a incurrir en el espectáculo de su terrorismo sintáctico. Sin más vueltas, he aquí la Presidenta real en ejercicio directo de la función.
 

14-09-2025 / 09:09
El miserable Gobierno anarco capitalista de Javier "el Loco" Milei no solo canceló los fondos destinados a las personas discapacitadas, a los inundados o a la ciencia, también se apropió de los dólares de los créditos internacionales otorgados específicamente para esas actividades. Solo en Discapacidad figuran 560 millones en divisas que nadie sabe a dónde fueron, con la excepción de dos viajes de Spagnuolo a Israel. El Gobierno libertario no explica dónde está la plata que debería ir a ciencia o discapacidad. La hipótesis del Congreso de que los fondos están en el Tesoro para contener el esquema cambiario.
 
Pocas horas después de la paliza electoral en la Provincia de Buenos Aires, Milei recibió en Casa Rosada al presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Ilan Goldfajn. El lunes al mediodía, ambos posaron para la foto junto a Luis "Toto" Caputo, Guillermo Francos y la motosierra de bronce que corona el despacho presidencial. El titular del organismo también había sido muy requerido para entrevistarse con dirigentes de la oposición, pero alegó estar muy ocupado.
 
Desde la comisión bicameral Revisora de Cuentas del Congreso, que conducen el diputado Miguel Pichetto (Encuentro Federal) y el senador Mariano Recalde (Fuerza Patria), querían citarlo para indagar en la letra chica de los créditos que el organismo le otorgó al país en los últimos meses.
 
La preocupación, que se hizo explícita en la última sesión de la comisión, es que muchos de esos fondos --cientos de millones de dólares-- en principio destinados a financiar obra pública y programas de inclusión como la discapacidad o la investigación científica, registran niveles de ejecución nulos o muy por debajo de lo pactado a la firma. Lo cual habilita la hipótesis de que el Gobierno desvía esos recursos hacia las cuentas del Tesoro para contener el actual esquema cambiario y favorecer la bicicleta financiera.
 
En lo que va del año, el Gobierno reconoció haber gastado unos 277 mil millones de pesos (algo menos de 250 millones de dólares) de lo que ingresó vía los distintos créditos de inversión del BID y otros organismos. En total hay unos 140 programas de desarrollo vigentes, desde los pautados para financiar el Progresar hasta la extensión y fortalecimieinto de la red de agua potable, pero el país hasta ahora vió poco y nada de esos fondos.
 
A esta altura del año (en ocho meses), los dos gobiernos anteriores (Cambiemos y Frente de Todos) ya habían ejecutado en promedio más de 1.500 millones de dólares. Es decir, la ejecución de Caputo es prácticamente del 20 por ciento de lo esperable. En paralelo, el Tesoro utilizó 500 millones de dólares para pisar el dólar en las semanas previas de la elección bonaerense.
 
El BID aprobó en julio de este año la "Estrategia País 2025-2028" para la Argentina, un paquete de apoyo financiero por un total de 10.000 millones de dólares (7.000 para el sector público y 3.000 para la inversión privada).
 
Si bien el organismo trabaja con todos los gobiernos y cada uno tiene una orientación específica, en este caso respalda a una administración que solo se preocupa por mantener el esquema cambiario-electoral, mientras tiene un desprecio palpable hacia la obra pública y pasa la motosierra por sectores sensibles. Lo contrario a lo que, a priori, buscan los organismos de crédito cuando apoyan a los países. Pese a todo, Goldfajn sigue apostando por Milei.
 

13-09-2025 / 10:09
Desde el 10 de diciembre de 2023, los auto percibidos libertarios (que en realidad son los nietos de la dictadura, los hijos del menemismo y los hermanos menores del macrismo), sembraron odio, represión, industricidio, desprecio, hambre, pobreza, deuda, desocupación, negacionismo, homofobia, racismo y misoginia.
 
Se vienen tiempos de derrota sin revancha, porque parece que no fue un gran plan dejar sin remedios a los pacientes oncológicos, vaciar de alimentos los comedores populares, pegarle a los jubilados, estafar con una criptomoneda y afanarle a los discapacitados. ¿Podían esperar otro resultado, los que por primera vez pisaron el conurbano, para decirle al pueblo, en campaña y sin intermediarios, "negros de mierda"? ¿Podían esperar otra cosa los que dijeron que la justicia social era una estafa?
 
Creyeron que la realidad, no era la única verdad y cocinaron su suicidio político, gritando desde aquella infame ficción del 17.000% de inflación, hasta el relato perverso con el que aseguran haber sacado a 12 millones de la pobreza. No podía terminar de otra manera una locura que comenzó exigiendo que más de tres tenían que pedir permiso para juntarse en una esquina. No podía terminar de otra manera aquel grito libertario el día de la asunción que clamaba "Po-li-cía, Po-li-cía".
 
Perdieron en las urnas, la motosierra, el protocolo anti-piquetes, el DNU 70/23, la Ley Ómnibus, la Ley Bases, el Pacto de Mayo y la Patria financiera. Perdió el presidente que eligió como enemigo público número uno, a un pibe autista de 12 años. Perdieron las desregulaciones ridículas y las importaciones suicidas. Perdieron la mesa de dinero del Toto Caputo, la crueldad de Patricia Bullrich, el cinismo de Pettovello, la violencia discursiva de Adorni, el verso de Francos y el afano a cuatro manos de los Menem.
 
Perdió un gobierno diseñado exclusivamente para el gran capital y el mercado. Perdieron Kueider, el pastor que convirtió los pesos en dólares y los hermanitos de la Suizo-Argentina. Perdieron De Loredo, el comisario conspirador y candidato, Tronco, la Avenida del Medio, los premios internacionales de plástico, Roberto Piazza, Fátima y Yuyito.
 
Perdieron los que se reunieron con Astiz y los que soñaron con intervenir la provincia de Buenos Aires. Perdieron Libra y el 3% de la coimera Karina. Perdió el Indec de Lavagna. Perdieron el Pacto de Acasusso, Macri, Ritondo, Santilli y Valenzuela. Perdieron Lilia, Benegas Lynch y la tarotista que no pudo ver la derrota.
 
Perdieron la soberbia de Pareja, los "héroes" del veto a jubilados, los periodistas que van a escuchar ópera a Olivos y los que se saben de memoria los diálogos de "Homo Argentum". Perdieron las redes sociales, las patotas tuiteras, el "pedo buzo", "comprá campeón" y "cárcel o bala". Y perdieron todos los gobernadores que, como Frigerio, hasta hace un ratito, fueron cómplices del desastre presente, acompañando en el Parlamento la construcción de un país irrespirable.
 
Ganó la unidad del peronismo. Ganaron los discapacitados, los expulsados del sistema, los que laburan por sueldos de miseria y la gran pelea de los jubilados. Ganaron la obra pública y la industria nacional. Ganaron el Garrahan, el Bonaparte, el Conicet, el INTA y el INTI. Ganó la Universidad pública. Ganaron los que "cagan en latas y pisan el barro". Le ganó el pueblo a la "gente de bien".
 
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