La Opinión Popular
                  01:08  |  Jueves 25 de Abril de 2013  |  Entre Ríos
El clima en Paraná
Groucho Marx dijo: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". En ese punto, Javier Milei es marxista.
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Entre Ríos - 16-01-2023 / 10:01
PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL

El demencial crimen clasista, racista y derechista de Báez Sosa

El demencial crimen clasista, racista y derechista de Báez Sosa
Máximo Thomsen; Luciano, Ciro y Lucas Pertossi; Ayrton Viollaz; Enzo Comelli; Matías Benicelli y Blas Cinalli, ocho jóvenes ostentando una frialdad monstruosa. En el juicio, el país entero contempla sus rostros imperturbables, con los ojos reflejando un vacío oscuro. Parecen no entender nada, ni siquiera pueden darse cuenta de que, aunque no lo sintieran, les convendría mostrar algún dolor, dar alguna señal de arrepentimiento, argumentar algo que pudiera atenuar lo aberrantes que resultan las imágenes del crimen cometido, lo estremecedoras que son las descripciones de la violencia que descargaron en ese ataque de los ocho contra Fernando Báez Sosa, un desconocido que no los estaba atacando ni resultaba una amenaza para ellos.
Este 18 de enero se cumple un nuevo aniversario del demencial asesinato de Fernando Báez Sosa, golpeado hasta la muerte por un grupo de jugadores de rugby a la salida de un boliche de Villa Gesell. Hay aniversarios que no merecen pasar desapercibidos, porque pueden servir de estímulo para que la sociedad reflexione. ¿Por qué asesinan a Fernando? ¿Por qué su piel era oscura, por qué su tonada era distinta, por qué era paraguayo, por qué venía de una familia trabajadora? Existe en este crimen un marcado sesgo clasista, racista y derechista, que tuvo como trágica consecuencia la muerte de un chico que tenía 18 años y se preparaba para estudiar abogacía.
 
Esta violencia sin causa tiene nombre y apellido: Máximo Thomsen; Luciano, Ciro y Lucas Pertossi; Ayrton Viollaz; Enzo Comelli; Matías Benicelli y Blas Cinalli, todos de entre 21 y 23 años. Son todos "pibes bien", musculosos, jóvenes, bronceados y con las mejores pilchas, que golpean hasta matar a un muchacho al que le gritan "negro de mierda". Un crimen cobarde y monstruoso de quienes tienen todos los privilegios sociales, culturales y de género. Son chicos de clase alta o media alta deshabitados de cualquier vestigio de conciencia y sensibilidad, la empatía yace tapada en algún lugar recóndito de sus cerebros. "A este negro me lo voy a llevar de trofeo", le escuchó decir la testigo Tatiana Caro a uno de los Pertossi.
 
Los asesinos pertenecen a los sectores más pudientes, forman parte del "ABC 1" de la sociedad, y desataron todos los grados conocidos de violencia en contra de un chico que estaba más abajo en los escalones sociales: Fernando era hijo de un portero de edificio y de una cuidadora de ancianos, que dejaron su Paraguay natal por falta de oportunidades, las cuales vinieron a buscar a la Argentina. Aquí nació Fernando. Y aquí, en un hecho tan bestial como antinatural en términos etarios, murió Fernando antes que ellos.
 
Estos rugbiers planificaron la golpiza. Viajaron cientos de kilómetros y alquilaron casas en la costa para pegar. Pegaron, ocho contra uno,  con saña y odio. En lo que se manifiesta como una soberbia de clase alta, de machismo violento de un ambiente medieval y derechista, el desprecio por lo otro, por el pobre, se sintieron habilitados a pegar. Y lo hicieron hasta matar a Fernando. No hay atenuante alguno: lo asesinan gritando "matalo al negro".
Le estamparon un lema anti peronista, racista y clasista, por ser morocho y pobre. En Argentina, las clases acomodadas asocian el color de la piel con la condición social, relacionan ser pobre con ser "negro" y peronista.


En la ejecución del asesinato, hacen una barrera para que amigos o personas ajenas no puedan acceder y auxiliar a Fernando. Tienen rencor y odio. Filman mientras pegan y solo frenan para sumarse a "pegar al negro". Hay una clara responsabilidad compartida de todos ellos: hacen un cerco para que nadie pueda defenderlo, niegan lo sucedido, buscan falsos culpables y mantienen el silencio cómplice, la "omertá", ante lo que hicieron.

La furia patotera de algunos rugbiers, que transforma la agresividad del deporte regulada por el fair play en violencia imbécil y criminal, ha causado muertes en Argentina, sin contar los miles de jóvenes lesionados que milagrosamente se salvaron del asesinato, aunque no de la internación y el padecimiento de graves secuelas, a veces de carácter irreversible. El fenómeno es recurrente y representa un mal endémico de nuestra sociedad. ¿Quién no recuerda ejemplos locales de este flagelo, de experiencias personales sin trascendencia mediática donde se ha sido víctima o testigo? En ningún otro deporte se reitera con tanta asiduidad esta praxis de muchos golpeando a uno solo, casi siempre en forma indefensa.
 
A esta altura, queremos aclarar que no estamos generalizando y reconocemos que no todos los jóvenes que practican rugby son clasistas, racistas y violentos, propensos a salir de parranda en patota, emborracharse y drogarse, acosar o violar mujeres y propinar palizas bestiales - muchas veces letales - a quienes se les antoja. Para nada. No corresponde hacer generalizaciones. Tampoco afirmamos que el rugby sea violento, racista o clasista en sí, per se. Pero algo pasa en el rugby que no pasa en otros deportes. La sociabilidad rugbier - con su culto de la virilidad agonal y gregaria, de la fuerza física y la rudeza, con la repetición de prácticas de borracheras y bromas pesadas, las disputas y bravuconadas - es en muchos casos violenta, no hay vuelta que darle. Aunque hay muchas excepciones y la mayoría de quienes juegan este deporte no salen de noche a golpear a la gente, lo cierto es que algo pasa en el rugby que no pasa en otros deportes.
 
El crimen brutal de Fernando debería servir para discutir estas prácticas sociales que cobijan un trasfondo discriminador y violento, del mismo modo que contribuir a cortar una racha de impunidad y desinterés social frente a hechos similares, que siempre nacen acompañados por comunicados anodinos y cómplices de clubes de rugby que avalan o encubren el derecho al desprecio social de los que se creen dueños de todo. Esta vez estos rugbiers fueron demasiado lejos y el crimen brutal no quedará impune. Hay conciencia social de que no es deseable, ni normal, ni tolerable que estos rugbiers golpeen y maten, por el solo hecho de ser violentos con plata a un pibe por el solo hecho de ser pobre y de piel oscura.
 
Finalmente, estos rugbiers expresan y ejemplifican con sus praxis la ideología política violenta de la derecha instalada en sectores de la sociedad, que en parte se originan en colegios privados y clubes de zonas residenciales acomodadas, donde los prejuicios conservadores prevalecen sobre las ideas progresistas y la sensibilidad social, lugares en los que lo económico y la procedencia familiar tiene más peso, en las argumentaciones y construcciones sociales, que los valores democráticos y el Estado de Derecho. Hay sectores que creen que ellos son superiores porque son rubios y de ojos claros, ricachones, seudoaristócratas de ideología retrograda, anti feministas, "pro vida", racistas, clasistas y xenófobos, tal vez votantes del PRO y admiradores de Milei, Bullrich y Macri. Y lo preocupante es que hay un "clima de época" donde esos sectores de derecha no vacilan en recurrir a la violencia para atacar a gobiernos democráticos e imponer por la fuerza sus programas neoliberales.
 
El golpe de Estado y el intento de asesinato a Evo Morales en Bolivia, el asalto al Capitolio en Estados Unidos por partidarios del presidente saliente Donald Trump, el fallido ataque contra la vida de Cristina que la justicia no investiga, la destitución de Pedro Castillo en Perú, el asalto al Palacio del Planalto perpetrado por las hordas fascistas de Jair Bolsonaro, el intento de asalto al Parlamento alemán, son los ejemplos recientes más resonantes de violencia política de derecha, pero no los únicos. Es que en los últimos años se consolidó un bloque social que se ha dejado seducir por ideas extremas y por la violencia como herramienta política. Lo que es una problemática general y no se trata de hechos aislados.
 
La Opinión Popular
 

El demencial crimen clasista, racista y derechista de Báez Sosa  
 
El Frente de Todos presentó el proyecto para el proceso de destitución de la Corte
 
"Los 16 están firmes". La aseveración de un diputado oficialista llegó apenas terminó la primera reunión grupal de toda la tropa del Frente de Todos que integra la comisión de Juicio Político en la Cámara de Diputados. En el encuentro virtual, la conducción del FdT comenzó a definir la estrategia frente al proceso de destitución de los cuatro jueces de la Corte Suprema y, de paso, aprovechó para dejar asentado su control sobre la mayoría de la comisión. El proyecto basado en el documento presentado por el Presidente y 11 gobernadores fue suscripto por los y las diputadas del FdT.
 
La derecha política y mediática macrista está furiosa por la decisión del presidente Alberto Fernández de avanzar con el juicio político a la Corte Suprema de Justicia y salió en patota a defender lo que considera "su" propio poder del Estado. No les falta razón, si algo ha quedado en claro los últimos años es que el poder judicial ha mutado en partido judicial macrista y como tal forma parte de la alianza que nuclea a las fuerzas políticas derechistas y conservadoras.
 
Es que la ofensiva colonizadora que lanzó el gobierno de Mauricio Macri con el auxilio de su engendro, la "mesa judicial", dio sus frutos y logró que buena parte del aparato tribunalicio hoy responda dócilmente a los mismos intereses políticos y económicos que representa Juntos por el Cambio. Hay ejemplos a manos llenas de esta cooptación política, abundan los fallos y resoluciones de tribunales de todos los fueros y todas las instancias beneficiando en forma ostensible los intereses de las corporaciones empresarias en perjuicio de consumidores y trabajadores.
 
Pero los casos emblemáticos fueron los protagonizados por la Corte. Primero con el avasallamiento del Consejo de la Magistratura -exhumando una ley derogada hace 16 años- para sentar en su presidencia al titular de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, quien se convirtió así en juez y parte. Y más tarde con una resolución en favor del centralismo porteño y en desmedro del sistema federal en materia de coparticipación. En ambos casos, y con evidente saña anti constitucional, pasando por arriba leyes del Congreso.
 
La derecha vuelve a mostrar así sus dientes y su escaso apego a la democracia. Su facción política -Juntos por el Cambio- boicoteando el debate en el Congreso y amenazando con paralizar su actividad en lo que constituye un golpe contra el Poder Legislativo; su facción mediática -encabezada por Clarín y La Nación- con su especialidad: los titulares extorsivos y las mentiras. Ambos aliados simulan olvidar que el juicio político es un mecanismo constitucional y que la Corte compró todos los números para ganarse el "premio".
 
Lo que más temen no es el resultado final, porque es bien sabido que el FdT no tiene los votos suficientes en el Congreso como para garantizar que el juicio político llegue a buen puerto. Lo que en verdad los inquieta es el debate que ya empezó a generarse en la arena política sobre las verdaderas razones que justifican la aplicación de este instrumento constitucional.
 
Los obscenos mensajes telefónicos entre Silvio Robles, mano derecha del supremo Rosatti, y el ministro de Rodríguez Larreta, Marcelo D'Alessandro, son un muestrario de la impúdica relación entre el máximo tribunal del país y el macrismo. ¿Hay más información que todavía no salió a la luz y que puede comprometer a estos, u otros, protagonistas aún no involucrados? Provoca risa el "repudio al espionaje ilegal" que lanzó la dirigencia de JxC. Es como si Patricia Bullrich repudiara la violencia policial, Menem las privatizaciones, Clarín las fake-news o Videla los golpes de Estado.
 

El demencial crimen clasista, racista y derechista de Báez Sosa  
 
Juntos por el Cambio apuesta a hundir el barco con todos adentro
 
El 2023 se avizora desde Argentina como un año tan tranquilo como una audiencia conciliatoria entre Shakira y Piqué. La inflación volvió a subir, la sequía amenaza con retacear los escasos dólares, la actividad se reduce y el FMI pretende cobrar lo que brutalmente le prestó a Mauricio Macri. Lejos de ser un instrumento para potenciar el desarrollo, la oposición nacional viene comportándose como un ancla que dificulta cualquier posibilidad de avanzar.
 
Es que la interna de Juntos por el Cambio derivó en una competencia por ver quién es más anti peronista, lo que llevó a ese espacio a una oposición puramente destructiva. Enfrascado en un su interna, Juntos por el Cambio apuesta a hundir el barco con todos adentro.
 
En el principal frente opositor pesa el antecedente del mal gobierno de Macri y de las recientes escuchas que revelaron una relación promiscua entre el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta y la Corte Suprema y de paso confirmaron las muy fundadas sospechas de corrupción macrista que había detrás del negocio del acarreo de vehículos y la concesión de estacionamientos en la CABA.
 
Como no pueden hacer mucho por generar expectativas con sus candidatos ni mucho menos mostrar algo parecido a un programa de gobierno, ponen todo su esfuerzo en complicarle la vida a un gobierno que ya tiene suficientes complicaciones.
 
El pedido de juicio político se da en el marco de una serie de fallos polémicos de la Corte que preside Rosatti. Esos fallos han sido cuestionados porque en un caso intervino en la conformación de los bloques legislativos, tarea que les compete exclusivamente a los legisladores. El otro fallo cuestionado por la mayoría de los gobernadores además del gobierno nacional fue la decisión de cambiar los porcentajes de coparticipación, en favor del Puerto de Buenos Aires y en menoscabo de las provincias.
 
Contando con la Asamblea Legislativa, la Cámara de Diputados de la Nación sesionó solo 15 veces durante 2022 y ahora está virtualmente trabada por el macrismo, lo que impide que se traten proyectos que impulsa el área de Economía y que en muchos casos responden a necesidades de distintos sectores, como el nuevo blanqueo de capitales, el monotributo tech, el régimen de fomento al desarrollo agroindustrial, entre otros.
 
La excusa que ponen desde la oposición para impedir el funcionamiento de esa Cámara es su rechazo al proyecto de juicio político a los ministros de la Corte Suprema que presentó el Ejecutivo nacional. Llamativamente a Juntos por el Cambio le sobran los números para impedir ese proyecto por la vía que corresponde, esto es votando de forma negativa en el recinto. Sin embargo prefieren no dar quórum.
 
Insólitamente, Juntos por el Cambio calificó un pedido formal de juicio político como una "agresión a la Corte". Esa calificación tiene una connotación antidemocrática, cuando no cómplice, porque el trámite está habilitado por la Constitución para evitar impunidad en el armado institucional republicano. La acusación, que es anti democrática es el fundamento de una decisión también antidemocrática: impedir el funcionamiento del Poder Legislativo.
 
"No daremos quórum si continúan las agresiones a la Corte", afirmó el radical agorilado Mario Negri. La frase tiene forma de chantaje y está amparada en la increíble la impunidad mediática que cubre a Juntos por el Cambio. Los supuestos campeones del "republicanismo" mantienen virtualmente cerrada la Cámara baja simplemente porque no quieren debatir el juicio político a la Corte ni cualquier otro proyecto. Y los grandes medios porteños los apañan.
 
Después de la filtración de los chats del tour al Lago Escondido quedaron en evidencia las conexiones mafiosas entre los supremos y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, lo que aportó una nueva perspectiva para entender otras decisiones, como el fallo a favor de Larreta en la disputa con el Gobierno nacional por el reparto de los fondos federales y también la sospechosa reticencia de los legisladores de Juntos por el Cambio a quitarle a los jueces algunos de los privilegios injustificados que mantienen, como no pagar impuesto a las ganancias, como sí lo hace el resto de los argentinos.
 
Por añadidura, mientras siga cerrado el Congreso, Juntos por el Cambio podrá mantener ocultas las profundas diferencias internas entre los representantes de la UCR, el PRO, Evolución y la CC, que votaron en forma diferenciada en varios proyectos como el Presupuesto o el Consenso Fiscal.
 
Y finalmente, el tercer motivo es simplemente negarle al Gobierno algunas de las herramientas que podrían ser de utilidad para encarrilar a la economía o para paliar problemas puntuales como la escasez de dólares. Lo que no parece importarle a la oposición, es que con eso no solamente están perjudicando al Gobierno sino también a la totalidad de los argentinos.
 

El demencial crimen clasista, racista y derechista de Báez Sosa  
 
Interna antiperonista al rojo vivo
 
Apalancado en la billetera grande que le otorga el manejo del distrito más rico del país, Horacio Rodríguez Larreta salió decididamente  a copar el centro de la escena de Juntos por el Cambio. Comenzó cooptando dirigentes del ala dura del PRO, como Waldo Wolff, y seduciendo a dirigentes genuflexos de la UCR, siempre más afines a acompañar que a encabezar.
 
Con el arranque de la temporada turística de verano, inició una campaña frívola a la vieja usanza, con fotos en la playa y recorridas por los principales puntos turísticos. El problema es que cuando la situación lo obliga a correrse un milímetro de las escenas controladas que monta su equipo de campaña, queda expuesto a la reacción de la gente, que casi siempre es negativa.
 
En Mar del Plata lo abuchearon y le reprocharon el fallo de la Corte (que después de los chats nadie ve como un organismo imparcial) que le saqueó el dinero al resto del país para entregárselo a la Ciudad de Buenos Aires, la más rica, la más opulenta y la más beneficiada históricamente por el gasto y la inversión de fondos públicos nacionales.
 
Acorralado por revelaciones que lo comprometen, y que seguirán siendo ventiladas a medida que avance la investigación previa al juicio político a los jueces de la Corte, Larreta por ahora sólo atina a esperar que pase la tormenta antes de que se le mojen las medias. Muy poco para un hombre que esperó cincuenta años este momento.
 
Larreta sacudió la interna y los demás también salieron a jugar. En las filas del PRO leyeron perfectamente el mensaje que dejó Mauricio Macri después de presentar en Mar del Plata el último libro que lleva su firma. Macri sigue sin definir si será o no candidato, más que sus convicciones personales lo atormenta la idea de perder con su otrora delfín o, peor todavía, con un radical rebelde. Sin embargo se encargó de recordar que todavía no se bajó de la competencia.
 
El presidente de la UCR, Gerardo Morales, convocó a una cumbre en Mar del Plata en la que esperaba poner las condiciones para elegir a un candidato radical. Pero Gustavo Valdés, Alfredo Cornejo y  Facundo Manes pegaron el faltazo, disconformes con los contactos cercanos entre el jujeño y Larreta.
 
Es que antes de la mencionada reunión, Morales se sacó una foto con el jefe de gobierno porteño y a muchos correligionarios no les seduce la idea de volver a ubicarse como vagón de cola del PRO. Una cosa es haber ido detrás de Macri en 2015, cuando era el mejor candidato del anti peronismo y otra muy distinta sería ir ahora detrás de una figura duramente cuestionada como Larreta. ¿Habrá tiempo en la UCR para intentar otra cosa? ¿Existe esa voluntad? ¿Hay algún radical con vocación de poder o sólo quieren conservar sus quioscos?
 

¿Por qué Bordet no acompañó el pedido de juicio a la Corte? 
 
Bordet y el desdoblamiento de las elecciones en Entre Ríos
 
Tras la última reforma electoral, la Legislatura de Entre Ríos dejó en manos del gobernador Gustavo Bordet dos alternativas para renovar los cargos locales: en forma separada o conjunta con las elecciones nacionales. En el primer caso, habría primarias el 30 de julio y generales el 24 de septiembre. En el segundo, los comicios provinciales serían en agosto y octubre junto a las nacionales.
 
Estaría descartado, y pese a algunas versiones en ese sentido provenientes de carpas K, que los comicios provinciales sean el mismo día que las primarias nacionales. Es políticamente inconveniente para el PJ, aunque jurídicamente realizable por imperio de la ley de simultaneidad de elecciones.
 
Si hay una pista de lo que Bordet pretende, marca que el mandatario desdoblará los comicios al igual que ocurrió en 2019. Es que el contexto actual es otro. En agosto de 2015, Cambiemos daba sus primeros pasos y eran pocos los que imaginaban que esa alquimia conservadora terminaría derrotando al peronismo y gobernando el país. "Ahora es jugar con fuego", admiten en el peronismo local.
 
Si la intención de Bordet hubiera sido unificar con las nacionales, no habría necesitado reforma del sistema electoral. La ley anterior lo facultaba a elegir ese camino. Pero, solapar los comicios provinciales con el nacional implicaba un peligro para el PJ entrerriano. En el plano nacional, Juntos por el Cambio fue votado en masa en 2021.
 
También se especula que el Gobernador buscó ganar tiempo. Si hubiese separado las elecciones con la ley anterior, el jueves 12 de enero tendría que haber firmado el decreto de convocatoria y, antes de que termine el verano, se deberían haber conformado las alianzas y las listas para las primarias de abril. Para saber si Bordet opta por una opción u otra hay que esperar al 27 de abril. Ese será el último día que tendrá para decidir el desdoblamiento. De seguir este sendero, el cierre de listas se concretará el 10 de junio.
 
Bordet no puede buscar su segunda reelección. En Entre Ríos rige el mismo sistema que para la presidencia de los Estados Unidos: 4 + 4 años y nunca más. Tiempo, entonces, es algo que necesita el oficialismo. Porque el PJ no tiene definida una candidatura competitiva para enfrentar al porteño Rogelio Frigerio.
 
El peronismo sostiene un sistema de posibilidades 3+1. Son tres los postulantes a gobernador: la vice Laura Stratta, el intendente de Paraná, Adán Bahl, y el de Concordia, Enrique Cresto. A ellos se suma, el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, colaborador de la gestión de Sergio Massa.
 
El Gobernador, además, ya dijo que estará en la boleta. Pero no en qué cuerpo. La intención del peronismo entrerriano es que vaya como candidato a primer diputado provincial. Así su imagen y su nombre aparecerán en las boletas de toda la provincia. La alternativa es que se postule a una diputación nacional. Bordet tiene parte de su familia en Buenos Aires.
 
Concluida su gestión provincial tendrá un ojo en Entre Ríos y otro en Buenos Aires, en la carrera política nacional. Es que Bordet, como otros gobernadores con los que habla, se imagina siendo una pieza clave de la conducción política que sucederá al Frente de Todos. Cerca de él reconocen que aspirar a la presidencia es casi utópico. La expectativa más realista es la de ser parte en un rol relevante de la reconstrucción del país.
 
Sobre ese objetivo, el gobernador dio algunos pasos en el arranque del año con el tema del juicio a la Corte Suprema. El volumen aún es modesto para incidir en el tablero nacional, pero cerca del titular de la Casa Gris se asegura que hay más de un par de gobernadores que dieron su compromiso de estar, aunque pidieron tiempo para acoplarse.
 
En ese lote se menciona al santafesino Omar Perotti y al sanjuanino Sergio Uñac. "Hay que darles margen a que resuelvan el juego en sus provincias y luego se sumarán", confían en el bordetismo. En ese polo aún en edificación se da como miembro posible al cordobés Juan Schiaretti y al radical Facundo Manes, aislado en Juntos por el Cambio.
 
El arma principal del bordetismo en campaña es la gestión. Mientras las cuestiones de la administración lo mantienen ocupado, Bordet ha decidido ponerse la campaña al hombro. Al fin y al cabo él sería el principal responsable del resultado electoral. Por eso empezó a caminar en territorio de la Capital, junto al intendente Adán Bahl, y tiene previsto recorrer sus circuitos siempre que las tareas de gobierno se lo permitan. Las tardes están reservadas para el interior.
 

El macrismo entrerriano apoya a la casta judicial en el saqueo porteño de los recursos provinciales 
 
El desafío de JxC es no chocar antes de la carrera final
 
Hijos del triunfo legislativo de 2021, Rogelio Frigerio y Pedro Galimberti generaron una especie de sociedad política impensada, no consolidada, pero competitiva con chances de hacer un buen papel en los comicios provinciales. El ex ministro del Interior de Macri se considera el gran ganador de las legislativas 2021. Si por él fuera, las elecciones deberían ser este domingo para aprovechar ese impulso. Por su parte, Galimberti cree que los comicios provinciales no se adelantarán. Y que, en el tiempo que falta, él logrará acercarse a Frigerio en las encuestas. Y el porteño afirma que está cada vez mejor en el interior.
 
Pero tiene algunos problemas, cuando el tiempo se consumió y la hora de las definiciones se acerca. Aquel compromiso de caminar "espalda con espalda" que ambos dijeron respetar comenzó a sumar algunos cortocircuitos. A Frigerio le cuesta procesar que su candidatura no es la única dentro del espacio anti peronista. Esa complejidad se acrecienta cuando se suma el tema de las listas a legisladores y el segmento Paraná, otra elección crucial que dependerá de la fecha en la que el PJ decida que se vote.
 
Frigerio construyó una relación sólida con dirigentes importantes de la UCR provincial, un activo indispensable para el macrismo entrerriano, carente de musculatura territorial en el interior. Pese a las dudas que se generaron para las legislativas de 2021, el resultado derrumbó un mito: los radicales sí votaron a Frigerio, un dirigente porteño nacido de las entrañas del peronismo menemista.
 
El esquema para fortalecer la candidatura de Frigerio se apuntaló, además, con su alineamiento nacional detrás de Rodríguez Larreta, precandidato presidencial del PRO. Frigerio también tiene diálogo con Patricia Bullrich, la otra precandidata "amarilla", aunque esa relación comienza a diluirse por efecto de la puja entre dos de las principales figuras del PRO.
 
Ahora, sin avances sobre quién terminará quedándose con la candidatura provincial en nombre de la alianza anti peronista, Frigerio y Pedro Galimberti parecen atrapados en una trampa que ellos mismo se construyeron: la indefinición. Esa situación, que para el diputado radical es una estrategia política de la UCR en sí respecto del PJ, sin embargo, tiene costos asociados.
 
El radical necesita un pez gordo en la nación que sea capaz de, al menos, neutralizar el firme respaldo del larretismo -y de todo su aparato del PRO- al porteño Frigerio. Galimberti alimenta la relación con Morales. Esta acción, sin embargo, habrá que bancarla con militancia en campaña; sabido es que nadie le regalará nada.
 
Lo que está en juego este año, a diferencia de 2021, es el territorio propio. Por efecto de la imposibilidad de repetir mandato de intendente que hayan repetido dos gobiernos consecutivos, deben darse las respectivas sucesiones, una etapa que en algunos casos hasta requerirá de internas locales. Y hay también nuevos candidatos a intendentes radicales que quieren saber quién los conducirá. Algunos comienzan a hacer saber que no les da lo mismo que sea uno de su propia raza o Frigerio.
 
Con el PRO entrerriano no hay problemas. Ese partido aún continúa con una dependencia total y directa de las decisiones que se toman en el puerto de Buenos Aires. Los alineamientos provinciales se han repartido en distintas canastas nacionales, aunque ninguna con identidad propia, todo un síntoma de la ausencia de liderazgos definidos de entrerrianos en la provincia. En lo que sí coinciden es en la pre candidatura de Frigerio.
 
El porteño no estaría dispuesto al toma y daca para las postulaciones a legisladores provinciales. Habría dicho que no tiene porqué ceder el espacio que ganó en las elecciones de 2021 ni le debe nada a nadie a cambio de su candidatura a gobernador. Además que Frigerio tiene entre ceja y ceja a algunos dirigentes radicales, en la provincia nadie tiene una fórmula para resolver las candidaturas a gobernador que elegirá la alianza opositora dentro de meses. 
 
A Frigerio y Galimberti le llega el momento de la definición real, y el desafío central es no chocar el auto competitivo que supieron construir antes que empiece de verdad la carrera por el poder.
 
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