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Sociedad e Interés General - 30-11-2022 / 06:11
30 DE NOVIEMBRE

La iglesia San Miguel de Paraná cumple años

La iglesia San Miguel de Paraná cumple años
En la imagen, la iglesia San Miguel, patrimonio histórico nacional. Foto: Blas García para La Opinión Popular
El 30 de noviembre se cumple otro aniversario de la colocación de la piedra basal de la iglesia San Miguel de Paraná, templo matriz de Entre Ríos, íntimamente relacionado con la historia de la ciudad y en particular con el "barrio del tambor" donde se levantó, habitado entonces por afroamericanos.
 
La construcción de la iglesia se decidió a principios de 1836, cuando se resolvió crear la plaza Alvear y abrir un camino entre el centro y el puerto viejo, pero la obra se demoró durante décadas debido a los problemas políticos y militares de la época. Finalmente, el templo fue inaugurado y bendecido en 1883. 
 
El templo fue construido por iniciativa del cura Antolín Gil y Obligado, quien propuso un proyecto en 1822 dando cuenta de la necesidades religiosas del barrio del candombe (o del tambor).
 
El edificio pudo ser construido gracias al aporte del vecindario y la ayuda oficial del por entonces gobernador Lucio Mansilla. La obra comenzó el l 14 de mayo de ese año.
 
Luego del retiro de Gil y Obligado, el presbítero Francisco Dionisio Álvarez tomó a su cargo la construcción de la Iglesia. En ésa época la calle Buenos Aires se llamaba San Miguel, y hacia allí se encontraba el frente.
 
La capilla Norte, esta primera construcción, se encuentra actualmente detrás del altar mayor, a modo de contrafrente de la iglesia mayor con frente a la actual calle Carlos Gardel.
 
En el año 2000, la capilla fue declarada Monumento Nacional por decreto 1.2981. En su interior se encontraba una pila para agua bendita de procedencia misionera.
 
Varios años después, cuando se proyectó la construcción de la plaza Echagüe - actualmente Carlos Maria de Alvear - y el paseo de la Alameda de la Federación debieron modificarse los planos originales. La Iglesia constaría de tres naves y dos torres mientras que su frente daría a la plaza, como es actualmente.
 
En 1836 el General Echagüe y su esposa Manuela Puig de Echagüe fueron los encargados de colocar la piedra fundamental y de actuar como padrinos, durante la misma ceremonia en que fue bendecido el templo por el presbítero Álvarez. Sin embargo, por diversas causas el edificio tardó en concluirse.
 
En 1873 se terminó con la construcción de la Iglesia, aunque las torres fueron edificadas posteriormente.
 
El templo cuenta con bellas obras de arte como la imagen ubicada en el altar mayor, realizada por el escultor genovés Commendatore Doménico de Carli, tallada en mármol blanco; las pinturas del techo realizadas por el italiano Fino y las dos figuras del presbiterio hechas aproximadamente en el año 1950 por el italiano radicado en Paraná Carlos Castellán y el entrerriano Juan Carlos Migliavaca.
 
La calle, que se llamó "Alameda de la Federación", fue "Rivadavia" pero desde hace poco ha recuperado su nombre anterior. Debido a la apertura de esa calle, inicialmente un camino de carretas entre el puerto Viejo y el centro, fue necesario cambiar la orientación de la iglesia, que ya existía y era casi el único edificio en el "barrio el candombe" llamado así por estar habitado fundamentalmente por negros incluso hasta principios del siglo XX.
 
Más tarde, ese barrio de Paraná se llamó "El Colmenar" nombre que todavía algunos recuerdan, porque allí, frente al actual Colegio Nacional, había una cooperativa con ese nombre, una de las primeras de nuestro país. 

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Como cada 9 de Julio reivindicamos la lucha de las masas populares contra la permanente agresión política, económica y cultural neocolonial e imperialista, que busca disolver la identidad nacional y condenar a nuestra Patria a la condición de colonia dependiente como factoría de las metrópolis imperiales, mera proveedora de materias primas y alimentos baratos. 

El 09 de julio de 1816, el histórico Congreso, reunido en Tucumán, declara la independencia de las Provincias Unidas del Sur, que así rompe los lazos de dependencia con España y proclama la existencia de una nueva nación, libre e independiente. Lo hacía cuando la Santa Alianza, de Austria, Rusia y Prusia, promovía en Europa la restauración monárquica y combatía los movimientos liberales y democráticos.

Es el momento culminante de la gesta revolucionaria iniciada en 1810 y se realizó en Tucumán por el creciente malestar de los pueblos del interior contra Buenos Aires. Desde la supresión de la Junta Grande por el Primer Triunvirato en 1811 y hasta el Directorio de Carlos María de Alvear, la elite porteña había impuesto sus criterios centralistas, desconociendo el sentimiento federal de la mayoría del interior. La independencia, que se proclama en la sesión presidida por el sanjuanino Francisco Narciso de Laprida, es el fundamento a partir del cual José de San Martín impulsará la campaña para liberar Chile y luego Perú, consolidando la independencia argentina.

Las masas populares, con sus lanzas y su fuerte sentimiento de libertad, construyeron la Patria independiente con San Martín, las montoneras bravías del interior que nos legaron el federalismo, los ciudadanos revolucionarios de don Hipólito Irigoyen que cimentaron la democracia del Pueblo y las multitudes obreras movilizadas por Juan Perón que combatieron por la Justicia Social.
 
Invariablemente, la alternativa histórica fue siempre: independencia económica o subdesarrollo y miseria, e implica optar entre aceptar resignadamente la dependencia del país al FMI o luchar por la Liberación, por una Nación Justa, Libre y Soberana.
 
Tomamos el valiente ejemplo de San Martín que, para la Declaración de la Independencia, se impuso militarmente a los españoles y políticamente a aquellos sectores vinculados a la elite porteña que ya estaban negociando, tanto con el Imperio español como con el Reino Unido de Gran Bretaña, una nueva dependencia.
 
La nuestra es una historia de caudillos y masas populares. Los líderes pesaron profundo en los procesos. En 1816, San Martín, Belgrano, Güemes, Pueyrredón, Artigas, Juana Azurduy... Y la participación de las masas populares es una herencia del período independentista revolucionario, por la importancia que tempranamente tuvo la movilización popular, política y militar, en nuestra historia, desde la formación de las milicias urbanas para derrotar a los invasores británicos, y la voluntad del Pueblo que jugó un papel sin precedentes en la destitución de un virrey y el nombramiento de su sucesor.
 
Como decía don Arturo Jauretche"La historia es la política del pasado y la política es la historia del presente". Hoy, como siempre, peleamos por nuestra única, verdadera e irrenunciable independencia, evidenciando el aparato de colonización mental montada por los países centrales y sus operadores internos, como el macrismo y el mileismo, para perpetuar la dependencia.
 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista
Escribe: Blas García 

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