La Opinión Popular
                  16:34  |  Miercoles 24 de Abril de 2013  |  Entre Ríos
El clima en Paraná
Groucho Marx dijo: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". En ese punto, Javier Milei es marxista.
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Entre Ríos - 12-09-2022 / 10:09
PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL

Es hora de cortar con el odio, la intolerancia y la violencia

Es hora de cortar con el odio, la intolerancia y la violencia
Imágenes como la de la vicepresidenta colgada en una horca, una guillotina con el logo del Frente de Todos y bolsas en el frente de la Casa Rosada con fotos de los rostros de funcionarios del oficialismo no sólo que no fueron repudiadas, sino que también en muchos casos fueron alentadas y justificadas por los grandes medios y figuras políticas opositoras, que encontraron en las redes un espacio de resonancia y difusión.
El terrible intento de asesinato de la vicepresidenta, Cristina Fernández, generó una respuesta inmediata por parte de todos los actores de la sociedad. Sectores populares, dirigentes políticos, instituciones y comunicadores se pronunciaron al respecto. Nadie sabe qué habría pasado si el atentado hubiese tenido éxito, pero no hay dudas de que la consecuencia habría sido una escalada de violencia imparable, de impredecibles consecuencias sociales. La tentativa de magnicidio se debe analizar en el contexto marcado por el odio al peronismo y la vulneración del consenso democrático de 1983 provocado por el suceso.
 
Se ha naturalizado la violencia contra el peronismo, porque desde la hora cero de su surgimiento el peronismo la sufrió, ya que el anti peronismo fue odiador, violento, terrorista y golpista desde su origen. La noche del  17 de octubre de 1945 es asesinado Darwin Passaponti, el primer mártir del peronismo. Grupos antiperonistas intentaron un golpe de Estado el 28 de septiembre de 1951 y comandos civiles atentaron con bombas contra una masiva manifestación en la plaza de Mayo, el 15 de abril de 1953.​
 
El 16 de junio de 1955, militares y civiles antiperonistas intentaron asesinar a Juan Perón, bombardeando plaza de Mayo y matando más de 300 personas y dejando heridas a otras 800. El 16 de septiembre de 1955, el golpe oligárquico de la revolución "Libertadora" llenó las cárceles de peronistas con detenciones arbitrarias, además de discriminación política y proscripciones electorales. También los fusilamientos en los basurales de José León Suarez, el 9 de junio de 1956, una masacre realizada de manera clandestina e ilegal contra civiles peronistas.
 
Y el 24 de marzo de 1976 perpetraron un golpe cívico-militar con el objetivo de poner fin al Estado de Bienestar fundado por Juan Perón y al Proyecto Nacional y Popular concebido por el justicialismo. Para instalar el neoliberalismo, el anti peronismo concretó, mediante el Terrorismo de Estado, una matanza con miles de desaparecidos. La inmensa mayoría de las víctimas fueron jóvenes, militantes de la clase trabajadora y peronistas.
 
Con la vuelta a la democracia en 1983, el hastío por la violencia dictatorial y el acuerdo de los grandes partidos políticos implicó un consenso en el cual el respeto a la vida del adversario era un límite infranqueable. La violencia política se fue desterrando, superando hechos de violencia y repudiando intentos de golpes y desestabilización institucional. Esto fue acatado durante años y en las excepciones que hubo el costo del asesinato político fue alto y la condena unánime. Este acuerdo pos dictatorial se quiebra con el intento de magnicidio contra Cristina pero tiene un antecedente en la muerte de Santiago Maldonado en agosto de 2017.
 
La legitimación acrítica del accionar violento de la represión por parte del macrismo; el espionaje a los familiares de la víctima; la defensa explícita de la Gendarmería; implicaron un quiebre significativo para el funcionamiento político argentino. Con Maldonado se revirtió el concepto de las fuerzas de seguridad ajustadas al accionar democrático y se comenzó a justificar que se puede reprimir, con víctimas fatales, sin consecuencias políticas de gravedad. No pasó mucho tiempo para que fuera asesinado, en el mismo contexto, Rafael Nahuel. Luego vinieron manifestaciones con pedidos de muerte, guillotinas para adversarios, horcas y bolsas mortuorias, amenazas en redes sociales, vandalización y ataque con explosivos a locales partidario del Frente de Todos. No es menor que el PRO no haya sido parte del consenso democrático de 1983, y no parece sentirse interpelado por el mismo.
 
El odio en la política no es monopolio de un partido. Hay expresiones de odio en todas las ideologías, incluyendo el peronismo. Sin embargo, no todos los odios son iguales. Hay odios que se convierten en violencia, pasan "de los dichos a los hechos".  
 

La derecha política no ha tenido una sola víctima en estos 40 años de democracia, ni siquiera un genocida. Ninguna fuerza de seguridad, ningún grupo militante ni tampoco ningún "loco suelto" atentaron nunca contra la vida de dirigente alguno de la alianza opositora, de sus periodistas afines o de los integrantes de las organizaciones de derecha.
 
Los muertos pertenecen todos al campo popular, sean las decenas de asesinados en la represión del 20 de diciembre de 2001, la desaparición de Jorge Julio López, los asesinatos de Mariano Ferreyra, Maldonado o Nahuel. En suma, aunque es cierto que la radicalización ha ido reforzándose mutuamente, el discurso de odio solo se transforma en violencia, en atentado a la vida del oponente, en una sola dirección: desde la derecha hacia el campo popular.
 
El vocablo "facho" es un término que sintetiza la idea del gorila derechista que no sólo odia al pueblo y a sus organizaciones sino que, además, lo combate violentamente. Esta especie es cada vez menos marginal en Argentina, por más que sigan siendo una minoría. Es difícil calificar ya de marginal a sectores que incluyen a la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, quien no condenó el atentado y el odio es su discurso de campaña, Javier Milei quien no hizo ninguna declaración, o personajes como Fernando Iglesias, Martín Tetaz o Amalia Granata, entre otros que, pese a ser representantes legislativos, no repudiaron el magnicidio, sino que aparecieron en los medios planteando dudas sobre el mismo.
 
Este in crescendo de la violencia política es resultado de la escalada odiadora, en los grandes medios porteños y en las redes sociales, y es la vía que conduce al intento de magnicidio. Sin embargo, hay una muy importante diferencia entre el permanente odio al peronismo, a quien se le acusa de todas las maldades posibles, y su transferencia con violencia a los dirigentes, el límite mínimo que los consensos pos dictadura habían sostenido como condición de convivencia y que el atentado contra Cristina quebró. ¿Qué democracia es posible con quienes no aceptan el respeto a la vida del adversario y no están dispuestos ni siquiera a repudiar un intento de asesinato?
 
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Sergio Massa y el dólar soja
 
Acontecimientos de extrema gravedad hicieron que desde el 1º de agosto, cuando comenzó el juicio por la causa Vialidad, la agenda de la política y de los grandes medios porteños se corriera de la economía hacia otros ejes. Con todos mirando para otro lado, Sergio Massa pudo avanzar en una agenda que implicó arriar banderas históricas del kirchnerismo sin que ello implique profundizar la interna en la alianza gobernante.
 
En poco más de un mes de mandato, el súper ministro achicó subsidios, recortó partidas presupuestaria y le otorgó al campo sojero un beneficio con el que ni el más optimista de los productores de esa oleginosa hubiera soñado en la era preMassa del Gobierno nacional.
 
Por ofensas mucho menores al discurso K, Guzmán fue declarado persona non grata, su gestión se volvió inviable  y terminó revoleando una renuncia que desembocó en la crisis política y económica más severa que enfrentó este Gobierno hasta ahora. Pero en la dinámica insondable de la política, lo que ayer era pecado hoy puede ser virtud sin que nadie se despeine.
 
Como en el fútbol, mandan los resultados y nadie cuestiona al técnico cuando gana aunque el equipo no juegue como le gusta a la gente. Y esta semana Massa consiguió ganar un partido chivo aunque el campeonato todavía parece un sueño lejano.
 
Con el dólar a 200 pesos para los sojeros, el tigrense reconoció la derrota del Gobierno nacional en la puja que mantenía con «el campo», uno de los villanos más recurrentes de los K, pero a cambio de semejante claudicación se llevó unos 2.000 millones de dólares en liquidaciones de exportaciones en solo una semana.
 
Con lo operado en los primeros cinco días de vigencia del nuevo régimen para la exportación de soja, la meta de 5.000 millones de dólares en liquidaciones que propuso el ministro de Economía para septiembre dejó de ser un disparate para convertirse en una marca que muy probablemente se supere.
 
Lo agradece el Banco Central, que tuvo un poco más de margen para financiar importaciones y pudo aumentar sus debilitadas reservas en 866 millones de dólares. Ayuda el almanaque, la cercanía de la primavera levanta las temperaturas y reduce la demanda de energía. En agosto las importaciones en ese rubro cayeron en 1.000 millones de dólares frente a julio y seguirán por la misma vía en los próximos meses.
 
Con estos resultados, el Gobierno abandona la zona crítica de las reservas netas por 1.400 millones de dólares. Avanza así en un paso fundamental para la estabilización macroeconómica y para el cumplimiento de la próxima revisión trimestral del FMI, para cuando Argentina se había comprometido a alcanzar los 6.400 millones en reservas.
 
El dólar blue bajó 11 pesos en comparación al cierre de la semana pasada y el oficial aumento 2%, lo que hizo que la brecha entre el oficial y el paralelo perforara el piso de 100% y se ubicara en el parámetro del 90%.
 

Es hora de cortar con el odio, la intolerancia y la violencia 
 
Gobernadores inquietos
 
La crisis política nacional y la situación económica no se han resuelto y siguen al tope de las preocupaciones de los gobernadores, tanto oficialistas como opositores. Las inquietudes se multiplican, naturalmente, donde están los distritos más pobres e históricamente desfavorecidos. En los últimos dos meses, los cambios de nombres y en la estructura del Poder Ejecutivo Nacional fueron cuantiosos y eso genera inquietud en los mandatarios.
 
Las medidas anunciadas primero por la ex ministra Silvina Batakis y después por su reemplazante Sergio Massa profundizaron la incertidumbre. Puertas adentro del oficialismo se mencionan dos palabras asociadas con la nueva gestión en Economía serían: tarifazo y ajuste. Aunque ambos son términos prohibidos en el universo discursivo del peronismo en general, los gobernadores no se preocupan por buscar eufemismos. Saben que ambas cuestiones generan rechazo social y que serán los primeros recibir el castigo de los ciudadanos.
 
Las alarmas se encendieron en estos días por dos hechos concretos. Por un lado, aún no está claro el impacto real que tendrá la llamada segmentación tarifaria en los bolsillos y el ánimo social y por el otro, los movimientos en torno al programa Potenciar Trabajo.
 
En reuniones de gobernadores, la cuestión tarifaria se impuso por sobre las que estaban previstas. Los gobernadores, incluido Bordet, insistieron en el reclamo por una tarifa diferenciada de noviembre a marzo, que permita un consumo superior sin perder subsidios. Sucede que hay distritos en los que aún en invierno el aire acondicionado es una necesidad.
 
Enviaron una nota a Massa y a la Secretaría de Energía, para reclamar subsidios diferenciales y obras de infraestructura para reforzar el sistema y que este no colapse por la demanda estacional. Señalaron las asimetrías con el AMBA, que concentra el 40% de los subsidios de energía. "Esta distorsión resulta a todas luces injusta e insoportable para nuestros comprovincianos", reclamaron textualmente en la misiva.
 
Las obras públicas están también en la nómina de intranquilidades. Si bien la idea inicial del massismo era que cada Gobierno elabore una lista con las más prioritarias en cada área, la iniciativa fue abandonada porque los jefes de las provincias quieren que se cumpla con todas las inversiones comprometidas. Señalan que la mayoría de las promesas, incluso, ya fueron anunciadas.
 
En Paraná, en la Casa Gris multiplican las gestiones en Buenos Aires para asegurar los trabajos que están en marcha o próximos a iniciarse. En los pasillos locales dan por descontado que la buena relación de Bordet con Alberto es una garantía para destrabar cualquier inconveniente. Especulan, sin embargo, que no habrá nuevas obras más allá de las ya previstas.
 
El otro asunto es que hay incertidumbre respecto de si se ajustará en lo social. Resulta que el Ministerio de Desarrollo Social tuvo que dar marcha atrás con la incompatibilidad de dos planes de contención clave: el Potenciar Trabajo (tiene como objeto mejorar las condiciones de empleabilidad de quienes trabajan en la economía popular) y el Progresar (acompaña la terminalidad educativa). El Potenciar Trabajo, advierten en el PJ local, es administrado por los movimientos sociales y el rechazo a la medida se vio en las calles.
 
A esta situación la siguieron muy de cerca las autoridades de todas las provincias. Los mandatarios provinciales se preparan para los meses que siguen porque perciben que todos los fondos están en observación. Entrerrianos que frecuentan la Rosada advierten que la discusión que viene dentro del peronismo no es otra que dónde ajustar.
 
Según escucharon en Capital Federal, Massa tendría en carpeta la idea de revisar la situación de cada distrito y, eventualmente, dejar de enviar determinadas partidas a provincias que no tienen déficit y que podrían obtenerlos, por ejemplo, de créditos. La realidad es que los mandatarios sienten que si no reaccionan ahora podrían enfrentar consecuencias en el año electoral.
 

¿Dirigentes macristas entrerrianos aplauden un juicio sin pruebas? 
 
Cambiemos para no cambiar
 
Para estos temas, el Gobierno entrerriano sabe que con el principal frente opositor no pueden contar, sólo se activa en campañas electorales. La mesa política de Juntos por Entre Ríos no volvió a reunirse desde hace meses. Como agua y aceite, los sectores que más votos reunieron en los últimos comicios nacionales y que encabezan el porteño Rogelio Frigerio (PRO) y el entrerriano Pedro Galimberti (UCR) avanzan en paralelo, sin puntos de contacto, hacia el 2023. El resto de los socios políticos menores se enteran por los medios de las novedades aliancistas.
 
La UCR, columna vertebral del armado, está dividida. En las reuniones hay autocrítica, reproches y pocas definiciones. Varios sectores radicales ya anunciaron que apoyarán a Frigerio para la gobernación.
 
Hay dirigentes que consideran que Galimberti pretende apurar definiciones que la UCR no está en condiciones de tener aún. Los más duros creen que apuestan a las próximas provinciales y no a las nacionales y que apuntan a romper finalmente el armado.
 
En el grupo de los intendentes radicales descartan de plano no querer ganar el año que viene y aseguran que estarán en JxC. Saben que hay sectores del partido que no se alinearán ahora, pero creen que será cuestión de tiempo porque, según afirman, tienen números muy positivos de Galimberti.
 
La acción de Frigerio es tomada como hostil desde una parte del radicalismo porque consideran que les plantaron una posible competencia en su territorio cuando aún no hay definiciones nacionales.
 
La coalición opositora no sabe aún cómo definirá su candidato a gobernador, compiten entre sí y todos desconfían de todos. Sin un esquema claro y aceptado por todas las partes, la unidad no está garantizada.
 

Es hora de cortar con el odio, la intolerancia y la violencia 
 
Discursos de odio en Entre Ríos
 
Los dirigentes políticos de la provincia no son ajenos a un proceso nacional que crece aceleradamente en torno del insulto y la descalificación. Cuando las palabras de los referentes se parecen más a un tuit apurado que a una reflexión, se crea un campo fértil para el insulto y la descalificación. Y estamos ante un discurso de odio antidemocrático.
 
En Entre Ríos, desde la recuperación democrática hasta hoy, por suerte no sobran ejemplos de odio, especialmente en tiempos que no había redes sociales. Aunque es momento de revisar actitudes (basta pensar lo que habría significado el asesinato de la vicepresidenta) nada indica que este sea el inicio de un nuevo período de reflexión ni en el país ni en la provincia.
 
En mayo del año pasado, un reducido grupo de manifestantes opositores realizó un escrache de odio frente a la casa del gobernador Gustavo Bordet. Luego del escrache, el grupo de legisladores nacionales del Frente de Todos se solidarizó y se expresó en contra "de cualquier manifestación violenta por resultar atentatoria de la democracia".
 
Los legisladores por Entre Ríos, Carolina Gaillard, Mayda Cresto, Blanca Osuna, Marcelo Casaretto y Edgardo Kueider expresaron su repudio a los ataques e intimidaciones sufridas por Bordet. Una de las voces en contra de este tipo de manifestaciones fue la de Gaillard quien, justamente, recibió un ataque similar el año pasado, en casa de sus padres, cuando se discutía en el Parlamento la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).
 
Recientemente hubo otro discurso que fomenta el odio que pasó a la acción. El ultra derechista Equipo Republicano, venido desde Buenos Aires, fue autor en Paraná del ataque en Tribunales a los abogados del ex gobernador Sergio Urribarri. "Son acciones que rozan el fascismo", dijo el gobernador Bordet al repudiar el escrache por parte de personas que reivindicaban a la ex procuradora Adjunta, Cecilia Goyeneche. "Los abogados no pueden ser escrachados por el solo hecho de cumplir con su función, me parece algo insólito e inaudito", expresó.
 
El ataque que Entre Ríos sufrió el año pasado Bordet de parte de un grupo de activistas opositores, es hijo directo de ese discurso de odio. No querían expresar su oposición frente al tratamiento sanitario de la pandemia sino agredir al gobierno y a sus funcionarios. Fue la consumación en la acción agresiva de un discurso que transmite odio.
 
Hay (o debería haber) para los medios de comunicación un límite que las redes sociales no aplican. La difusión de ciertas declaraciones, como los epítetos (esa "palabra que tienen una función caracterizadora de personas o cosa, según la RAE) despreciativos, no ayuda. El ataque es la consecuencia directa de este odio encarnizado. No es extraño entonces que, sin agresiones, Bordet gane espacio y sume apoyos.
 
Si el intento de asesinar a Cristina se toma como el síntoma de que hubo un límite que se sobrepasó hace tiempo, debemos revisar el discurso de odio. La violencia no puede ser intrínseca de la política y cualquier mención despreciativa del peronismo o de los peronistas es discriminatoria, racista y, por lo tanto, componente de un discurso de odio.
 
Hay en la derecha de Entre Ríos, aun en la más democrática, un discurso en las redes sociales repleto de desprecio frente al peronismo, cuya existencia quieren eliminar. Es como los que reciben beneficios sociales del Estado, a quienes llaman "planeros" pero sólo si son de los sectores más postergados; jamás le pondrían ese sustantivo al turista que ganó con el Previaje, ni al empresario al que le subsidiaron una parte de los gastos en salarios.
 
Es historia conocida que Juntos por Entre Ríos perdió la última elección a gobernador a manos del actual mandatario, que le sacó más de 20 puntos de diferencia, por oponerse a todo. Montó su campaña sobre un estilo provocador y así le fue.
 
El entonces gobernador apostó por un discurso de concordia. Y el resultado está a la vista. Desbancó al anti peronismo sin necesidad de agraviar, y eso que en su fuerza no faltan los agresores de Twitter. No es que el gobernador no tenga su carácter, se trata de que, cuando hace política, se aleja de los discursos de odio. Y no les ha ido mal.
 
El vértigo en el que se desenvuelven los acontecimientos nacionales es tan dinámica que esta semana, que ya nunca más volverá, comenzó con el discurso del odio y empieza a despedirse con la intención de diálogo de Bordet. La historia demuestra que sin grandes declamaciones, sin bravatas por twiter y sin declaraciones vacías en tono elevado se puede llegar al diálogo fructífero y a construir consensos por el bien común de la provincia.
 
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