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“Esta gloriosa Revolución Libertadora se hizo para que, en este bendito país, el hijo del barrendero muera barrendero”. Almirante Arturo Rial.
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Nacionales - 10-09-2022 / 10:09
EL DISCURSO DE ODIO ES LA ARENGA DE CAMPAÑA DEL MACRISMO

Odiemos y no Cambiemos: Juntos por el Cambio muestra su modo de entender la política

Odiemos y no Cambiemos: Juntos por el Cambio muestra su modo de entender la política
El discurso de odio es el discurso de campaña de Juntos por el Cambio. Ese discurso de simbolismos y exageraciones furiosas que identifica a Juntos por el Cambio abonó el atentado contra Cristina Kirchner. Es la consecuencia de ese discurso y negarlo es resistirse a cambiarlo.
"Odiaba a las judíos, nada más", dijo al describir a Sabag Montiel, el frustrado atacante de Cristina Kirchner, uno de sus amigos. "Es una persona tranquila, como cualquier otro, odiaba a los judíos, nada más". Todo el grupo de amigos del sicario es investigado por su posible participación en el atentado. Se presentaron espontáneamente para hablar en los medios y que todos vieran que son gente común, pacífica, solamente indignados por la situación económica. Claro, para ellos, odiar a los judíos o a cualquiera por motivos raciales no es violento.
 
Estos grupos de violentos y ultras pululan alrededor de Juntos por el Cambio para darle sustento al periodismo de guerra porteño que exalta esas demostraciones coléricas con guillotinas, horcas y bolsas mortuorias como si fueran expresiones populares, y al mismo tiempo esas demostraciones alimentan el clima que da sustento a la persecución judicial sobre la base de prejuicios como lo demostró el alegato sin pruebas de los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola.
 
La participación de estos grupos en las manifestaciones de Juntos por el Cambio, nunca a favor de nada, todas en contra de, y poniendo el eje de su furia en Cristina Kirchner, nunca ha sido objetada ni reprimida por los dirigentes de esa fuerza, quienes, por el contrario, aparecen en fotografías abrazados a estos personajes. Juntos por el Cambio y los medios hegemónicos porteños que marcan agenda han naturalizado y amplificado expresiones de violencia política.
 
Los personajes que son investigados por su posible participación en el atentado terrorista que puso al país al borde de un baño de sangre, fueron festejados alegremente en las marchas macristas cuando llegaban con su mensaje ultraviolento. Ellos le pusieron identidad a esas marchas.
 
El discurso de odio es el discurso de campaña de Juntos por el Cambio. Ese discurso de simbolismos y exageraciones furiosas que identifica a Juntos por el Cambio abonó el atentado contra Cristina Kirchner. Es la consecuencia de ese discurso y negarlo es resistirse a cambiarlo.
 

Juntos por el Cambio muestra su modo de entender la política
 
Odiemos y no Cambiemos
 
ParadojaEl rechazo de Juntos por el Cambio para participar en una declaración conjunta con el Frente de Todos, contra el discurso de odio y contra el atentado a Cristina Kirchner, no hizo más que confirmar que efectivamente sostienen el discurso de odio.
 
Frente al atentado que puso en riesgo la paz del país, no tendría que haber nada más importante que mostrar el repudio unánime de las fuerzas políticas que participan en democracia. El único motivo para no hacerlo fue porque el odio a Cristina Kirchner se los impidió. Juntos por el Cambio confirmó así que no puede o no quiere hacer política de otra forma.
 
Patricia Bullrich, aliada de hecho de Javier Milei y la única de la "casta" política que (otra falsa paradoja) ya está en abierta campaña electoral, no puede decir "kirchnerismo" sin acompañar esa palabra con un calificativo insultante. Y profiere turbias advertencias sobre el curso de la causa Vialidad.
 
La ex ministra de Seguridad de Mauricio Macri moviliza las simpatías de los grupos más extremistas, como Juventud Republicana o Revolución Federal y algunos de sus colaboradores se fotografiaron en el local de La Plata que lleva el nombre de un supremacista racial que asesinó a dos personas en Estados Unidos. Hasta último momento Bullrich ni siquiera repudió el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner.
 
Su más que seguro adversario en la interna del macrismo, el jefe de gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta, se encargó de hacer circular en los ámbitos de la política que, si gana, terminará con el discurso de odio y la persecución judicial a los adversarios políticos. Si ese mensaje es cierto o no, lo real es que participa con Bullrich en la competencia de los odiadores a Cristina que es un tema central en la interna de esa fuerza política.
 
 
El discurso de odio es el discurso de campaña
 
Ese discurso de simbolismos y exageraciones furiosas que identifica a Juntos por el Cambio abonó el atentado contra Cristina Kirchner. Es la consecuencia de ese discurso y negarlo es resistirse a cambiarlo. Ese mismo discurso de odio hizo circular que el atentado era un teatro creado por la víctima o que la pistola calibre 32 era una "pistolita de agua" o que se trata de un "loquito suelto".
 
Para ocultar la responsabilidad por el discurso de odio, Mauricio Macri denunció que lo habían amenazado en Twitter, donde todo el mundo se putea, se acusa y se difama. Y abrió una causa en el mismo juzgado que lleva el atentado contra Cristina Kirchner. No es equivalente y nuevamente se nota el esfuerzo por eludir la responsabilidad y no cambiar la violencia del discurso. Si no lo reconocen, no lo cambiarán. Y si no lo cambian, la situación puede repetirse y las consecuencias caerían sobre las vidas de miles de argentinos. Ya sucedió.
 
En Juntos por el Cambio han dicho también que el origen del discurso de odio se remonta a Néstor Kirchner. En una democracia tiene que haber debate, puja, disputa porque se expresan intereses e ideas diferentes. Eso no es violencia.
 
Si la derecha acusa al peronismo o al kirchnerismo de "intervencionista", "estatista", "demagogo", tampoco es un discurso de odio, son categorías de la política. Y cuando Néstor Kirchner debatía, siempre reconocía que su verdad era "relativa" y reconocía la existencia legítima de otras opiniones.
 
El discurso de odio es cuando se despolitiza al adversario y se incita al público en su contra con gritos de "chorra", "Muerte a la Cretina" o "hay que fusilar a todos los políticos" y se le acusa de todas las tragedias y maldades posibles. El discurso de odio crea prejuicios para no mostrar pruebas de sus acusaciones.
 
Al mantener el discurso de odio y confundirlo con el de Néstor Kirchner, queda expuesto un concepto autoritario de democracia, en la que todos deberían pensar lo mismo y el que piensa diferente debería ser aniquilado. Si una fuerza importante del sistema político tiene esa idea cerrada del funcionamiento en democracia, es casi imposible convivir con ella. Es el tipo de pensamiento que llevó a la espiral de violencia política que se disparó con el golpe del 55 que depuso a Perón y proscribió al peronismo.
 
 
La base social contra "los planeros, los vagos y los negros"
 
Hay una base social muy sensible a este discurso. Fernando D'Addario la describió bien en la contratapa del viernes en este diario. Son sectores de capas medias bajas arrojados a la pobreza, numerosos jóvenes de capas medias pobres que sólo encuentran trabajo en changas. Rechazan reconocerse como iguales a los otros trabajadores pobres sobre los que, en cambio, descargan su frustración y en los que ven la causa de sus problemas: "los vagos", "los planeros", "los negros". En vez de reconocer la injusticia del sistema que los explota o margina, enfocan el resentimiento hacia sus iguales.
  
El neoliberalismo hace pasar la violencia del sistema como una culpa personal y orienta esa frustración y el resentimiento hacia los otros pobres y hacia la política ("la casta", "son todos corruptos"). Se lo anula así como sujeto de cambio y se le cierra su acceso a los únicos recursos que tendría para transformar esa realidad que lo margina: la asociación solidaria con los otros pobres y la política como herramienta de sus intereses.
 
El individuo está en ese limbo hostil y aislado, en el que cada quien pelea contra todos y pierde siempre según sus méritos. Pero el neoliberalismo lo instala en ese purgatorio con la zanahoria de que si se esfuerza se convertirá en otro de los dueños del sistema. Entonces busca compartir los valores e intereses de los dueños del sistema y ya comparte sus enemigos: el pueblo organizado y la política. Y así queda a un paso de convertirse en su grupo de choque.
 
Por Luis Bruschtein
 
Fuente: Página12
 

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04-12-2025 / 08:12
Martillar el último clavo en el ataúd que encierra el cadáver del peronismo es una causa nacional que pronto cumplirá 80 años. Ahí, en 1946, radica la "cifra redonda", el año fundacional, tanto del peronismo como movimiento de masas como del antiperonismo como irrenunciable leit motiv de buena parte de la sociedad argentina. Y así venimos desde hace décadas, matando al peronismo, dándolo por finiquitado, y asistiendo a sus múltiples y polifacéticas resurrecciones.
 
Como un destino nacional inexorable; "el hecho maldito del país burgués" que definió John William Cooke. En ese itinerario pueden indentificarse 11 muertes del peronismo, 11 episodios que el antiperonismo festejó como un Mundial para, poco después, volver a empezar.
 
Pero, ¿qué sería del antiperonismo, buceando ya en profundidades ontológicas, si el peronismo realmente muriera? Si combatir al peronismo en todas sus formas -rechazarlo, denostarlo y condenarlo- es la razón de ser de tantos argentinos, ¿qué vendría después? ¿Qué verían al asomarse a ese abismo nietzscheano que nos habita y nos acecha cuando el monstruo de afuera ya no esté?
 
La flamante victoria de La Libertad Avanza generó todo tipo de conjeturas sobre el futuro de un peronismo enredado en la miseria de sus internas y carente de una propuesta alternativa, capaz de seducir a una ciudadanía desencantada. Lo llamativo es que este contexto crítico se replicó en varias ocasiones desde los años 50 a la fecha y generó los mismos efectos.
 
"Ahora sí, este es el fin del peronismo", es un título redactado en numerosas ocasiones, siempre listo y nunca definitivo. Será porque los intentos por "matar" al peronismo han adoptado distintas formas: la proscripción, la represión, la fragmentación interna, la debacle económica, la derrota electoral. Cada uno de esos embates reforzó, de una manera u otra, su condición de fenómeno político persistente.
 
Los siguientes 11 episodios -las 11 muertes- lo ejemplifican.
 
1) 26 de julio 1952. La que fallece es Eva Duarte, "Jefa Espiritual de la Nación" y estandarte del "primer peronismo", cuando el país -al decir de Félix Luna- era una fiesta. Después de Evita, ¿qué?, era la pregunta. Las pintadas celebratorias repartidas por Buenos Aires ("viva el cáncer") expresaban el anhelo de que esa muerte de carne y hueso fuera el simbólico inicio de otra muerte, la de Perón, la de su gobierno y la de todo lo que el peronismo representaba. Muchos lo creyeron así.
 
2) 16 de septiembre de 1955. Golpe de Estado. Revolución Libertadora (para los peronistas, la "fusiladora"). Es el comienzo de una gigantesca operación cultural: la desperonización de la Argentina. La proscripción del peronismo y el exilio de 18 años de su líder son la punta del iceberg. Se demuelen estatuas, se destruyen bustos, se queman cuadros, se borra todo vestigio de peronismo al punto de prohibir, por ley, que se lo nombre en público. Pero en lugar de matarlo, lo que lograron fue fortalecer la identidad, al punto de que el sólo hecho de ser peronista se convirtió en un acto de resistencia.
 

03-12-2025 / 10:12
No fue solo un giro diplomático: por primera vez desde el retorno de la democracia, Argentina votó en esta materia junto con EEUU e Israel, dos países cuestionados por graves violaciones a los derechos humanos y hasta genocidio, posicionándose, así como los tres únicos Estados en el mundo que se niegan a condenar el uso de la tortura.
 
El posicionamiento argentino desnuda la verdadera esencia del gobierno de Javier "el Loco" Milei, al cual la calificación de fascista no resulta exagerada, pues hubo incluso gobiernos de extrema derecha, que por vergüenza o compromiso, votaron afirmativamente condenando la tortura.
 
La resolución rechazada por Argentina fue promovida por el Comité contra la Tortura (CAT), órgano que días antes había publicado un informe crítico sobre la situación del país. Ese informe expresó su "profunda preocupación" por la persistencia de detenciones prolongadas en comisarías, prácticas policiales violentas, falta de controles judiciales efectivos y condiciones inhumanas en lugares de encierro.
 
El Comité recordó que los jueces y juezas penales son garantes últimos de la legalidad y dignidad de toda detención, y que el Estado argentino viola sus obligaciones cuando tolera celdas sin ventilación, superpobladas, sin colchones, sin agua potable, o cuando naturaliza golpizas, hostigamientos y traslados arbitrarios.
 
Nada de esto es nuevo: hace décadas que organismos de DDHH como el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) o la Comisión Provincial por la Memoria de la provincia de Buenos Aires, entre otros, advierten y condenan las prácticas sistemáticas que se dan en los contextos de encierro, que encuadran dentro de los "Tratos crueles, inhumanos o degradantes" tal como se define en el derecho internacional en materia de DDHH.
 
Sin embargo, lejos de reconocer la legitimidad de estas observaciones, el gobierno argentino reaccionó con un ataque político. El mismo día que se conoció el informe del CAT, se publicó en el sitio "Argentina.gob" la respuesta oficial, calificando al informe como "sesgado", bajo la acusación de haber omitido "graves abusos ocurridos durante el gobierno de Alberto Fernández".
 
Para el gobierno de Milei, el documento emitido por el CAT está "abiertamente influido por grupos militantes y organizaciones con marcada orientación kirchnerista" y "exhibe un sesgo ideológico incompatible con la imparcialidad que exige el sistema internacional de derechos humanos".
 
Resultaría gracioso, si no fuera tan trágico, que se etiquete de esa forma a un organismo técnico en el ámbito de las Naciones Unidas. Pero esa es la lógica del gobierno de La Libertad Avanza: quien denuncia abusos policiales o defiende garantías constitucionales es automáticamente sospechado de "zurdo" o "kuka".
 

03-12-2025 / 10:12
Karina "la Coimera" Milei sueña con que su hermano la elija como sucesora como hizo Néstor Kirchner con Cristina en 2007 en una maniobra que le permitió al kirchnerismo quedarse en el poder durante 12 años. "Hay que ir por la reelección de Javier Milei", aclaró en Mar del Plata, en el congreso libertario que encabezó frente a 300 personas, pese a que esperaban más de 700. Pero lo que no dijo es que ella se plantea como sucesora de su hermano, en el 2027 o en el siguiente turno electoral.
 
"Ella quiere que Milei la elija como sucesora, como hizo Néstor con Cristina", explicó un dirigente libertario al tanto de los planes de la hermana presidencial. En el mismo acto se difundió la creación de un "comité de disciplina" de La Libertad Avanza, que tendrá tolerancia cero a las individualidades. Entre los libertarios dijeron que el comité servirá como una suerte de Mazorca de Karina para tener a raya a todo el partido, en especial a los influencers como el Gordo Dan, el cabecilla de Las Fuerzas del Cielo que agrupa a los seguidores de Santiago Caputo.
 
Justamente el Gordo Dan ofició durante los primeros dos años de mandato de Milei como un guardián de la pureza libertaria y fue quien hizo echar a varios funcionarios que se corrieron de la línea. Karina quiere ser la única en detentar ese poder. Además, no quiere que los ministros, diputados y senadores vayan a la televisión sin su supervisión previa.
 
La visión policial de la política que despliega Karina ya es motivo de preocupación entre importantes dirigentes libertarios y llegó a impactar en el Congreso. "Patricia Bullrich le tiene terror a Karina", afirmó un importante dirigente libertario.
 
La hermana de Milei ahora tiene en mira el ministerio de Justicia como el próximo lugar para colonizar. Karina le pidió a Mariano Cúneo Libarona que se quedara en el ministerio luego de las elecciones pese a que ya había presentado una carta con su renuncia. El objetivo era darse un tiempo para definir su sucesor.
 
Ahora, Karina quiere que el puesto de Cúneo lo ocupe Santiago Viola. Viola es el apoderado de La Libertad Avanza y era su candidato para la secretaría Legal y Técnica antes de que Santiago Caputo acercara a María Ibarzábal Murphy, quien se ganó la confianza de Milei y es una pieza clave del gabinete. Pero los tiempos cambiaron y la obsesión de Karina por la Justicia creció desde el caso Libra y las coimas de la Andis, que la tienen en el centro de las investigaciones de la justicia federal.
 
Estos movimientos forman parte, según los libertarios, de un objetivo mayor para Karina, que es el de entrar a la fórmula presidencial en el futuro. Milei repite que su jefe es su hermana y por eso en el gobierno no descartan que Karina pida dar el salto en 2027.
 
La semana pasada, Karina se apersonó en el Senado para dar una demostración de poder en la Cámara en la que acaba de entrar Patricia Bullrich, otra de las figuras del gobierno con aspiraciones a entrar en la fórmula presidencial, pero que teme a la hermana de Milei.
 
Karina es la persona de este gobierno que tiene peor imagen, se la asocia a la corrupción. Su figura, cada vez más central dentro de la estructura de poder, es parte del debate sobre quién toma las decisiones en la gestión nacional. De hecho, las encuestas ya están evaluando la percepción sobre quién gobierna realmente: Javier Milei o su hermana, la secretaria general de la Presidencia.
 
La Opinión Popular
 

01-12-2025 / 09:12
En Diputados, con una impunidad ante la que vale detenerse, la legisladora macrista Marilú Quiroz organizó una jornada de seis horas contra "la obligatoriedad y compulsividad" de las vacunas, abarcando relacionarlas con el autismo. Vimos a un tipo que, a torso descubierto, se mostró imantado por efecto de la inoculación. En 2014 ya habían montado el mismo circo, en una actuación televisiva y con otro protagonista, y adjudicándoselo a otros factores. Los objetos metálicos "se le pegan al cuerpo", ratificaron esta vez tras varios intentos fallidos.
 
Lo más parecido a esto que se vio el jueves debe ser el conjunto de infradotados, vestidos de búfalo, que tomaron el Capitolio el 6 de enero de 2021. El acto, el de acá, fue autorizado por la presidencia de la Cámara de Diputados.
 
Al margen del espanto y las denuncias de toda autoridad científica, ya con siete niños muertos de sarampión y tos convulsa por no estar vacunados, se desconocen presentaciones judiciales o procederes de oficio. Hubo un delito. Un atentado contra la salud pública.
 
¿Hecho menor, por haberse tratado de un grupo de delirantes bien que ocupando parte del edificio parlamentario? ¿O símbolo gigantesco?
 
Basta recorrer por encima los temas dominantes de la agenda publicada para advertir el momento prácticamente bizarro de nuestra política. Es el accionar gubernamental, es la plancha desconcertante en que está sumida la oposición y son las consecuencias de ese estadio. ¿Será la calma o desviación temática que preceden a alguna tormenta o, acaso, un clima destinado a permanecer durante largo rato?
 
La guerra entre la AFA, el Gobierno y los medios oficialistas, operada desde el efectismo de un campeonato de escritorio y una formación de pasillo dando la espalda a los campeones, se lleva por varios cuerpos el conversatorio periodístico, digital y vaya a saberse si, también, masivo. Es de esos disparadores que invitan a la básica y poderosa pregunta de si no pasa nada más importante en el país.
 
Los títulos de casi toda la prensa ametrallan sin parar, incluso a través de "noticias" y variantes fragmentadas -sobre el mismo tópico- que se suceden una tras otra. Pocas veces se vio algo semejante, tan desembozado.
 
Hasta un imberbe percibiría que no destrozan a la AFA por sus desaguisados ni por arbitrajes escandalosos, que desde ya sobran. El centro indesmentible es privatizar la actividad futbolística hasta el extremo que sea posible, pero eso ni siquiera es mencionado de refilón por la militancia independiente de los bufones oficiales.
 
Desde el Presidente de la Nación hasta su ministra de Seguridad instalaron el asunto con rango de gravedad nacional. Se supone que una cosa es la pasión desenfrenada que el fútbol desata en Argentina. Y que otra, completamente distinta, es llevar el caso a una cuestión de Estado ligada a negociados formidables. Sólo se supone.
 

30-11-2025 / 12:11
La concentración de fachos en Plaza de Mayo para pedir por la libertad de los represores fue un fracaso. No fue nutrida ni contó con la asistencia de las caras más conocidas del reclamo pro-dictadura. Sus organizadores debieron levantar sus petates a las apuradas cuando un efectivo de la Policía Federal Argentina (PFA) se acercó para avisarles que estaba llegando la manifestación por Palestina, que los sextuplicaba en participantes.
 
El que recibió el mensaje fue Guillermo Sottovia, uno de los organizadores de la movida fallida, que dice ser piloto civil e hijo de un oficial de la Aeronáutica. A Sottovia no le quedó más remedio que agarrar el megáfono maltrecho que tenían e iniciar la retirada. -Nos tenemos que ir, no por cobardes, sino para demostrar que ellos son los violentos -dijo.
 
Hasta segundos antes, Sottovia había estado a los abrazos con Carlos Pampillón, el dirigente neonazi marplatense procesado por atacar un monumento a la Memoria, la Verdad y la Justicia. Pampillón palmeaba a algunos hombres con uniformes y los llamaba "héroes" mientras se abría paso por la Plaza de Mayo.
 
Asunción Benedit estaba contenta porque casi había más fotógrafos que concurrentes. Ella se había puesto un pañuelo negro en la cabeza como forma de identificarse: no solo en oposición a las Madres de Plaza de Mayo sino porque también dice estar de "luto" por los represores presos.
 
Según las estadísticas de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad (PCCH), hay 22 criminales de lesa humanidad presos en cárceles comunes y 63 en la Unidad 34 de Campo de Mayo, considerada una prisión VIP por sus comodidades.
 
Tanto Asunción como su hermano, el diputado nacional entrerriano Beltrán Benedit, suelen visitar a los condenados y procesados por secuestrar, torturar y desaparecer personas. Ella sostiene que no solo hay que pedirle al gobierno de Javier "el Loco" Milei por su libertad, sino también reivindicar su accionar represivo.
 
"La esperanza es lo último que se pierde", dijo la mujer que pululó por distintas organizaciones pro-dictadura. "De hecho podemos estar haciendo este reclamo. Si fuera con otro gobierno, ya estaríamos presos", concedió, aunque no esconde su desazón porque la administración de La Libertad Avanza (LLA) no hizo más para tener al genocida Alfredo Astiz y compañía fuera de las cárceles.
 
Conformaron un grupúsculo que se dio en llamar Unidos por la Sangre Derramada, pero, en realidad, lo que derramaron fueron peleas internas. Hasta hace diez días, Orlando González se presentaba como el coordinador general de la iniciativa. El tema se complicó cuando se contó quién era el personaje: un represor de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) condenado a prisión perpetua y que se encuentra en arresto domiciliario. Aficionado a la fotografía, el "Hormiga" González solía retratar a sus víctimas.
 
En Plaza San Martín se hicieron grandes actos para oponerse a las políticas de Memoria, Verdad y Justicia del kirchnerismo y para reclamar una amnistía general. Las concentraciones eran mucho más nutridas que las de este sábado en Plaza de Mayo. Pese a eso, con megáfono en mano, Sottovia afirmaba: "Tenemos poder ahora de cambiar la historia. Nunca se hizo un acto como éste". Patético.
 
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