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Sociedad e Interés General - 03-08-2022 / 07:08
FALLECE EL 3 DE AGOSTO DE 1823, EN BUENOS AIRES

Lujos de princesa, romance de película y muerte precipitada: la vida de Remedios de Escalada

Lujos de princesa, romance de película y muerte precipitada: la vida de Remedios de Escalada
Entre caminos de silencio y olvido una lápida todavía recuerda su existencia. Remedios de Escalada forma parte del panteón patrio que cobija el Cementerio de la Recoleta porteño. Su memoria se resguarda junto a la de los que, como ella, dejaron su vida por este suelo.
El 03 de agosto de 1823, en Buenos Aires, fallece María de los Remedios Carmen Rafaela Feliciana de Escalada y de la Quintana​ -más conocida como Remedios de Escalada-. Fue la esposa del Libertador general José de San Martín y madre de su hija Mercedita.
 
Fue parte de una de las familias más acaudaladas de Buenos Aires y decidió dejarlo todo para acompañar a su esposo.
 
Desde pequeña, Remedios cumplió el rol de toda niña pudiente. Cada domingo acompañaba a su madre, Tomasa de la Quintana, a misa. Allí lucían ante todos sus prendas más finas, combinadas con elegantes zapatos de raso. En ocasiones especiales desplegaban bordados de oro y plata.
 
En 1814, el matrimonio se trasladó a Mendoza. La realidad de Remedios cambió por completo y los lujos a los que estaba acostumbrada desaparecieron. La pareja vivió sencillamente en la capital provincial. Pese a que había sido criada prácticamente como una princesa, la joven se adaptó a la humildad de su nuevo hogar.
 
Remedios contrajo tuberculosis en Mendoza y agonizó en Buenos Aires con la esperanza de volver a ver a su esposo. Abatida y enferma, la muerte de su padre en 1822 fue un golpe demasiado duro. Mientras tanto, su salud empeoraba. Los médicos poco podían hacer por entonces y le aconsejaron que se trasladara al campo. Tomasa no lo dudó y llevó a todos a la quinta familiar. La mujer sostuvo a su hija con fuerza hasta el final, el 03 de agosto de 1823.
 
Entre caminos de silencio y olvido una lápida todavía recuerda su existencia. Remedios de Escalada forma parte del panteón patrio que cobija el Cementerio de la Recoleta porteño. Su memoria se resguarda junto a la de los que, como ella, dejaron su vida por este suelo.
 
La Opinión Popular
 
 
María de los Remedios Escalada nació en Buenos Aires, el 20 de noviembre de 1797, en una de las familias más acaudaladas de la ciudad. Rodeada de lujos, creció en una mansión em­plazada sobre la esquina oeste de las actuales calles Juan Domingo Perón y San Martín, en el centro porteño.
 
Según los hermanos británicos Robertson, amigos de su padre, aquella era una de las viviendas más suntuosas de Buenos Aires de principios del siglo XIX. "Famoso fue el salón de Escalada, en la mansión que alzaba sus encalados muros (...) las paredes estaban tapiza­das en damasco de seda, lujo desconocido por aquel entonces en Buenos Aires; en las amplias ventanas, colgaban pesados cortinados y el piso cubierto de gruesas alfombras importadas de Europa. Sobre las paredes, vistosos espejos venecianos y severas pinturas procedentes del Alto Perú y Quito, y el am­biente, solemne y señorial, se veía impregnado por el perfume de los pebeteros", detallaron.
 
Desde pequeña, Remedios cumplió el rol de toda niña pudiente. Cada domingo acompañaba a su madre, Tomasa de la Quintana, a misa. Allí lucían ante todos sus prendas más finas, combinadas con elegantes zapatos de raso. En ocasiones especiales desplegaban bordados de oro y plata.
 
Durante los días de frío, desde su carruaje camino a alguna actividad social, Remedios podía ver a sus vecinos sentados al sol buscando no congelarse. La mayoría sólo contaba con un brasero, como mucho. A diferencia del suyo, los hogares no tenían casi muebles y se vivía muy humildemente.
 
En aquella época las diferencias sociales se marcaban hasta con horarios: "Se desayunaba chocolate o café con leche -relató Mariquita Sánchez de Thompson-, con pan o tostadas de manteca o bizcochos. Nada de tenedor. Se comía a las doce en las casas pobres, a la una en las de media fortuna; las más ricas a las tres y cena de diez a once. (...) La mejor azúcar era de La Habana. No había mejor. La sal blanca tampoco se conocía. En las casas finas llevaban los terrones y los secaban al sol, para tener en los saleros lo que ahora se tiene sin trabajo y mejor".
 
Remedios era una verdadera privilegiada en un mundo marcadamente desigual. Su padre, don Antonio José de Escalada, fue uno de los personajes salientes de la Revolución de Mayo y estuvo presente en las míticas reuniones del Cabildo. La adoraba sin medida y consintió todos sus caprichos.
 
La muchacha conoció a José de San Martín en una de las fiestas que daba su familia: los presentó Carlos de Alvear. Con 14 años quedó prendada de aquella mirada capaz de trazar naciones y decidió aceptarlo. La negativa familiar ante la relación fue inmediata, pues se trataba de un completo desconocido sin fortuna. Pero Escalada terminó accediendo.
 
Aun así, doña Tomasa jamás aceptó a su yerno. Lo hizo víctima desde el principio de los mayores desprecios. Se refirió a él en todo momento como "soldadote" o "plebeyo" y no cruzaban palabras.
 
La boda se llevó adelante de manera privada, el 12 de noviembre de 1812, siendo testigos "entre otros - dice la partida original- el sargento mayor de granaderos a caballo, don Carlos de Alvear, y su esposa Carmen Quintanilla".
 
Al casarse y vincularse con los Escalada, San Martín llevó a cabo su primera conquista: una posición que atrajo a sus filas un cuadro de oficiales envidiable. Entre ellos, sus hermanos políticos Manuel y Mariano. Todos querían ser parte del naciente Regimiento de Granaderos a Caballos. A su vez, apellidos como Necochea, Lavalle, Olavarría y otros dieron brillo a la formación.
 
En 1814, el matrimonio se trasladó a Mendoza. La realidad de Remedios cambió por completo y los lujos a los que estaba acostumbrada desaparecieron. La pareja vivió sencillamente en una casa de la actual calle Corrientes de la capital provincial. Pese a que había sido criada prácticamente como una princesa, la joven se adaptó a la humildad de su nuevo hogar. Incluso lejos de incomodarse o reclamar, Remedios colaboró con la empresa sanmartiniana organizando eventos para recaudar fondos y generó vínculos fundamentales con las familias más importantes.
 
Fueron los años más felices en la vida de ambos. Generalmente, al caer la tarde, luego de un día laborioso, solían visitar los locales ubicados en la famosa Alameda mendocina. Allí, entre café y chocolates, trataban de manera amena con los habitantes. La vida tenía mucho más para ofrecerles. En 1816, mientras su marido gestaba la mayor hazaña americana, en el vientre de Remedios crecía Merceditas. La niña llegó al mundo el 24 de agosto de aquel año.
 
Cuando el Ejército finalmente se marchó, en enero de 1817, toda esa felicidad se desvaneció para siempre. Desde entonces, Remedios vio a su marido esporádicamente, antes o después de alguna victoria. Dos años más tarde el general la hizo regresar al lado de sus padres. Los motivos son aún un misterio.
 
Remedios para entonces estaba muy enferma de tuberculosis y agonizó en Buenos Aires con la esperanza de volver a ver a su esposo. Abatida y enferma, la muerte de su padre en 1822 fue un golpe demasiado duro. Mientras tanto, su salud empeoraba. Los médicos poco podían hacer por entonces y le aconsejaron que se trasladara al campo. Tomasa no lo dudó y llevó a todos a la quinta familiar. La mujer sostuvo a su hija con fuerza hasta el final, el 3 de agosto de 1823.
 
San Martín se encontraba entonces en Mendoza y escribió desolado a Nicolás Rodríguez Peña. Señaló que su ánimo estaba "agitado y su paz perturbada". "Uno puede conformarse con la pérdida de una mujer, pero no con la de una amiga", apuntó.
 
Pocos meses más tarde visitó la tumba de Remedios y dejó la leyenda que se puede leer hasta hoy: "Aquí descansa Remedios de Escalada, esposa y amiga del General San Martín".
 
Por Luciana Sabina
 
Fuente: Infobae 

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15-10-2025 / 19:10
Juan Perón había surgido a la vida política dos años antes, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, y había dignificado al obrero otorgando derechos vulnerados desde siempre. Unidos en el odio a Perón y defendiendo sus intereses, el frente oligárquico logra aislarlo, despojarlo de todos su cargos forzando su renuncia y recluirlo en la isla de Martín García. Parecía que una vez más en nuestra historia, los que más tenían, los que hacían las  leyes, los que vivían del trabajo ajeno, imponían su voluntad omnipotente.
 
Pero los trabajadores argentinos reaccionan y en la mañana del lunes 16 de octubre de 1945, los dirigentes de la CGT se entrevistan con presidente Edelmiro J. Farrell, al cual le trasmite su preocupación por la situación del coronel Perón, así como que algunos gremios han empezado a salir a la calle reclamando por su libertad. También le expresan la preocupación reinante en la clase trabajadora ante las versiones de los diarios acerca del nuevo gabinete que estaría integrado por hombres de la oligarquía y del conservadorismo.
 
Por su parte, la Unión Obrera Local- expresión sindical del Partido Comunista-sostiene que "desautoriza las versiones a favor de una huelga inminente lanzadas por un grupo afecto al gobierno desplazado y por elementos nazis que pretenden obstruir el camino de las elecciones libres".
 
A su vez, el Partido Socialista denuncia "la maniobra encaminada a confundir la opinión de los trabajadores y crear factores de perturbación y anarquía...tentativa de los dirigentes entregados a la dictadura implantada por el ex secretario de Trabajo y Previsión".
 
Los partidos de "izquierda" de la oligarquía, más que confundidos, no saben de donde sale esa "chusma" peroniana, como la denominan despectivamente, que nada tiene que ver con el modelo de obrero de sus libros y manuales, pulcro y atildado, con el que están acostumbrados a tratar.
 
A la tarde se conoce la decisión de la Central Obrera: por 16 votos contra 11, "la CGT, en defensa de las conquistas obtenidas y las por obtener y considerando que éstas se hallan en peligro ante la toma del poder por las fuerzas del capital y la oligarquía, declara un Paro General en todo el país por el término de 24 horas, que se hará efectivo el día jueves 18 de octubre, a partir de la cero hora".
 
Comienza así, el devenir histórico por el cual los trabajadores argentinos se introducen por primera vez y para siempre en la escena política nacional, para terminar con la semicolonia pastoril y construir una nación moderna e independiente, y lo hacen con un movimiento popular que tiene como eje al proletariado. En nuestro país nada volvería a ser igual.
 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista 
Escribe Blas García 

15-10-2025 / 09:10
Encabezando la reacción oligárquica, el general Eduardo Jorge Ávalos y el almirante Héctor Vernengo Lima, de Ejército y Marina respectivamente, pidieron al presidente Edelmiro J. Farrell que destituyese a Juan Perón por su política popular y obrerista. Este fue detenido y llevado a la isla prisión de Martín García.
 
El 15 de octubre de 1945, el capitán Miguel Ángel Mazza, médico y amigo personal de Perón, entrevista al presidente Farrell y le entrega su informe acerca del deterioro de la salud de Perón"lo cual obliga imprescindible e impostergablemente a un examen clínico y de laboratorio en un ambiente hospitalario". Farrell asiente, en principio, a la solicitud, pero envía a Mazza para que formule la misma petición ante el ministro de Guerra, general Ávalos.
 
El médico sabe que su argumento es un arma poderosa: las Fuerzas Armadas no pueden cargar con la responsabilidad, frente al pueblo, de que Perón enferme gravemente, con peligro de muerte, a causa de su detención, la cual, según los informes oficiales, procura protegerlo ante amenazas contra su vida.
 
Horas después, ya en su consultorio, Mazza es citado por el almirante Vernengo Lima quien opone reparos a lo que considera excesiva buena voluntad de Farrell. A la Armada le disgusta la posibilidad de flexibilizar el control sobre Perón y además, mantiene dudas acerca de la veracidad de la información médica. El traslado de Perón provoca diversas reuniones y tarda en definirse.
 
Por su parte, la embajada yanqui celebra la detención del Coronel: "Perón está fuera del juego políticamente hablando, sin apoyo palpable en el Ejército y muy poco del sector gremial colaboracionista".
 
Pero los imperialistas yanquis se equivocan. Disconformes con la medida, amplios sectores populares comienzan a movilizarse en todo el país para exigir y reclamar la libertad del que comenzaba a ser su Líder. Lo hicieron como clase obrera, utilizando el medio de lucha de los proletarios: la paralización de actividades.
 
El 15 de octubre se declara la huelga revolucionaria por tiempo indeterminado en todos los ingenios tucumanos. Asimismo, en Berisso, al impulso combativo de Cipriano Reyes, los trabajadores de la Carne comienzan a movilizarse. Y la cúpula de la Central Obrera, ante los reclamos de los gremios del interior, convoca al Comité Central Confederal para el martes 16 de octubre, a las 18 horas, en Buenos Aires, organismo al cual proponen declarar una huelga general en todo el país.
 
Va madurando el histórico 17 de octubre.
 
Escribe Blas García

Las jornadas de Octubre: Hasta el 18 de octubre, relataremos, día por día, los acontecimientos y eventos más importantes acaecidos en octubre de 1945, y que culminarán en el histórico 17.     

13-10-2025 / 20:10
13-10-2025 / 20:10
13-10-2025 / 19:10
El domingo 14 de octubre de 1945, la situación del coronel Juan Perón es incierta. Se encuentra detenido en la prisión de la isla de Martín García, traicionado por sus camaradas de armas, los militares nacionalistas, y cuando aún no se ha producido la reacción obrera y popular en su defensa.
 
El diario "La Época" informa que el planteo de la dirigencia política "democrática" de entregar el gobierno a la Corte Suprema significaría la asunción, como presidente, de Roberto Repetto, gran amigo del oligarca Robustiano Patrón Costas y de otros fuertes empresarios azucareros del Norte.
 
Ese mismo día 14, el general Eduardo Jorge Ávalos visita al dirigente comunista Victorio Codovilla en el Departamento de Policía. Pocas horas antes de que el jerarca stalinista recuperase la libertad, Avalos mantuvo una larga plática con él, de la cual sólo trascendió esta información: El dirigente comunista habría dicho: "Hemos cometido un error en no haber apoyado antes a este gobierno. Temo que ya sea tarde".
 
El historiador Rodolfo Puiggros se refiere a esta entrevista y comenta que, por supuesto, "al decir este gobierno, Codovilla se refería al que representaba Avalos, es decir, que para el secretario general del Partido Comunista los militares dejaban de ser nazifascistas por el mero hecho de haber detenido a Perón". 
 
Mientras, en Martín García, Perón escribe dos cartas. La primera, al general Avalos, donde afirma que "soy todavía un oficial superior del Ejército en actividad y desconozco el delito de que se me acusa".  La segunda es una nueva carta a Eva, caracterizada por las expresiones cariñosas hacia su compañera, donde le habla de su proyecto de alejarse de la acción pública. Lo que constituiría, según algunos ensayistas peronistas, un nuevo intento de despistar a quienes revisasen la correspondencia.
 
Escribe Blas García

Las jornadas de Octubre: Hasta el 18 de octubre, relataremos, día por día, los acontecimientos y eventos más importantes acaecidos en octubre de 1945, y que culminarán en el histórico 17.    

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