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Sociedad e Interés General - 02-05-2022 / 09:05
1º DE MAYO DE 1851: “PRONUNCIAMIENTO” QUE FUE UNA GUERRA INTERNACIONAL DISFRAZADA DE ENFRENTAMIENTO CIVIL “ENTRE ARGENTINOS”

Justo José de Urquiza, al servicio del Brasil

Justo José de Urquiza, al servicio del Brasil
Justo José de Urquiza.
Se conoce como "Pronunciamiento de Urquiza" el documento firmado por el entonces gobernador de la Provincia de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, publicado el 01 de mayo de 1851, mediante el cual dicha provincia que había sido signataria del Pacto Federal que veinte años antes constituyó la Confederación Argentina, aceptaba la renuncia presentada por Juan Manuel de Rosas al manejo de las relaciones exteriores de las provincias, reasumiendo su plena soberanía para entenderse con el resto de las naciones.
 
Ese pronunciamiento era parte de un pacto, suscripto por Entre Ríos, Corrientes, la República Oriental del Uruguay y el Brasil, con el objetivo de declarar la guerra, no contra la Argentina, sino contra Rosas. El ejército argentino que debía dirigirse a Río de Janeiro para definir la hegemonía sudamericana, apuntó en cambio hacia los campos de Caseros y puso fin al gobierno de Rosas, disimulándose lo que fue en realidad una guerra internacional por un enfrentamiento civil "entre argentinos"; uno de cuyos bandos contaba con importante apoyo extranjero.
 
Luego de Caseros, Urquiza ingenuamente pensó que podría congeniar su origen federal y provinciano y presidir el país desde Buenos Aires. No habrá de lograrlo toda vez que vueltos los viejos unitarios de sus respectivos lugares de exilio, no tardaron en deshacerse del instrumento al que interiormente siempre despreciaron, y al que sólo utilizaron para ejecutar el trabajo sucio.
 
 
Para comprender el paso dado por el caudillo entrerriano como primera pieza de un rompecabezas que culminaría con el derrocamiento de Rosas debe mirarse el cuadro de situación general. Uruguay estaba dividido por su guerra civil: Montevideo se había convertido en la base de operaciones de ingleses y franceses contra la Confederación Argentina, con el apoyo explícito de los emigrados unitarios. En tanto que el resto del territorio oriental reconocía a Manuel Oribe como legítimo presidente constitucional, quien además de la adhesión de la mayoría del pueblo oriental, era apoyado por Rosas y los federales.
 
En ese contexto, el puerto de Montevideo, en donde los unitarios exiliados habían conspirado contra la Confederación con el apoyo explícito de ingleses y franceses interesados desde hacía años en forzar la apertura de los ríos interiores a sus buques mercantes, a partir de la firma de los tratados de paz celebrados con esas potencias, comenzaba a languidecer ante un futuro poco promisorio una vez que las naves de guerra europeas dejasen el estuario del Plata.
 
Debe tenerse en cuenta que Inglaterra y Francia habían reconocido finalmente la soberanía argentina sobre sus ríos interiores y pusieron por escrito su compromiso de retirar sus fuerzas del Río de la Plata.
 
A partir de 1850 cobran notoriedad dos piezas más en el rompecabezas: el Brasil y Justo José de Urquiza.
 
El gobernador de Entre Ríos, que lo había sido durante los últimos diez años, período durante el cual nunca exteriorizó demasiados pruritos por el dictado de una constitución escrita, y que jamás abjuró de su condición de federal leal a Rosas y a la Confederación, era también el estanciero más importante de la Mesopotamia y como tal, uno de sus principales clientes era la capital de la República Oriental del Uruguay, a la que suministraba mercaderías a pesar de los bloqueos.
 
El historiador Vicente Sierra nos explica: "El gobierno de Buenos Aires sabía perfectamente que en las maniobras especulativas del comercio entrerriano el más interesado era Urquiza. Contaba para ello con una organización comercial representada en Buenos Aires por el catalán Esteban Rams y Rubert, encargado de vender lo importado y comprar oro, y con otro representante en Montevideo, Antonio Cuyás y Sampere, encargado de adquirir mercaderías extranjeras y vender el oro adquirido en Buenos Aires, además de la carne que Urquiza enviaba desde su provincia." (Historia de la Argentina, tomo IX, 1972).
 
El detalle de los negocios no siempre transparentes de Urquiza -piénsese que se pudo constatar que cueros y carnes provenientes de sus estancias llegaron a alimentar y pertrechar tropas francesas e inglesas mientras la Confederación se hallaba en guerra con esos países- se conocieron, precisamente por las memorias de uno de sus agentes comerciales, Antonio Cuyás y Sampere, a quien además le tocó representar al entrerriano en algo más que negocios especulativos, como se verá. Este detalle permite considerar a las fuentes como objetivamente válidas.
 
A este panorama, se suma la vieja inquina que el Imperio del Brasil guardaba hacia la Confederación: la humillación del triunfo de Ituzaingó (1827) seguía vigente, al igual que sus apetencias por llevar la frontera sur hasta el Plata, a lo que se agregaba que para un país esclavista como el Brasil de mediados del siglo XIX, la huida masiva de esclavos hacia la Argentina, lugar en el que con solo pisar su suelo conseguían la anhelada libertad, había dejado de ser un tema menor.
 
Alguien podría poner en entredicho que la caída de Rosas al frente de la Confederación Argentina fuese, hacia 1851, una prioridad en la política exterior del Imperio del Brasil, toda vez que más allá de los elementos señalados precedentemente, la guerra contra Rosas llevada a cabo por las dos principales potencias económico-militares de la época, Inglaterra y Francia, había concluido en un rotundo fracaso para éstas. ¿Por qué motivo habría de cambiar nuestro vecino del Norte su aparente neutralidad ante dicha contienda?
 
La principal razón fue puesta sobre el papel por el propio canciller brasileño, Paulino José Soares de Souza, quien al redactar la Memoria del Ministerio por él presidido correspondiente a 1851, apuntó: "Desembarazado el general Rosas de la intervención [la intervención anglo-francesa en nuestros ríos], afirmado su poder en el Estado Oriental, fácil le sería comprimir el movimiento entonces en estado de embrión, de las provincias argentinas que después le derribaron; reincorporar el Paraguay a la Confederación, y venir sobre nosotros con fuerzas y recursos mayores, y que nunca tuvo, y envolvernos en una lucha en que habíamos de derramar mucha sangre" (Vicente Quesada, citado por Sierra).
 
Pareciera quedar en claro que para la cancillería de Brasil, el tema de fondo sería, ni más ni menos, la definición del país que habría de tener la preponderancia sobre el resto del continente. No en vano, se enviaría subrepticiamente, meses antes del "pronunciamiento" de Urquiza a un diplomático de enorme valía, Duarte Da Ponte Ribeiro, en un periplo que lo llevaría por Paraguay, Chile, Perú y Bolivia, destinos en los que intentaría garantizar una neutralidad de cada uno de dichos estados ante una eventual guerra argentino-brasileña que, a semejanza de la de 1827, decidiese el futuro de Sudamérica.
 
Pero para la diplomacia imperial no había que aparecer como hostilizando abiertamente a la Argentina, y para ello era preciso conseguir al hombre indicado.
 
Nos dice Fernando Sabsay que "el 24 de enero de 1851 Cuyás [representante comercial de Urquiza en Montevideo] se apersonó al jefe de la legación brasileña en Montevideo para proponerle en nombre de Urquiza una alianza tendiente a expulsar a Oribe del Estado Oriental" (Rosas, el federalismo argentino, 1999).
 
El receptor de dicha oferta extendería la propuesta de Urquiza a un levantamiento generalizado contra Oribe en la Banda Oriental y contra Rosas del otro lado del río. Pero la condición preliminar impuesta sería que Urquiza debería "pronunciarse" públicamente contra Rosas, disimulando como quisiera su actitud.
 
Para el mes de marzo de 1851 las tratativas estaban ya bastante enderezadas a la formación de un ejército "grande" que definiera la situación en el Plata.
 
Tras el "pronunciamiento" público contra Rosas, que fue recibido con una mezcla de desazón e incredulidad por las propias tropas entrerrianas y correntinas, Urquiza no defraudó a sus mandantes tras bambalinas y firmó a nombre de Entre Ríos dos tratados internacionales durante el resto de aquel fatídico 1851, cuyos compromisos "nacionalizó" tras hacerse cargo del manejo de las relaciones exteriores de todas las demás provincias en febrero de 1852.
 
El primero de ellos fue suscripto el 29 de mayo, entre el gobierno de la ciudad de Montevideo, la Provincia de Entre Ríos y el Imperio del Brasil y su objetivo explícito fue despejar a las fuerzas del general Manuel Oribe del territorio oriental. De todas formas, contaba con una cláusula secreta según la cual si a raíz de la lucha contra Oribe, Rosas declarara la guerra a alguno de los firmantes del pacto, esa alianza se transformaría automáticamente en una alianza contra el "tirano" del Plata.
 
Logrado el primer objetivo, esto es, unificar al Uruguay con el color del Partido Colorado, se firmó el segundo pacto, en noviembre de aquél año, suscripto ahora por Entre Ríos, Corrientes, la República Oriental del Uruguay y el Brasil, con el objetivo de declarar la guerra, no contra la Argentina, sino contra Rosas.
 
El ejército argentino que acaso debía dirigirse a Río de Janeiro para definir la hegemonía sudamericana, apuntó en cambio hacia los campos de Caseros y puso fin al gobierno de Rosas, disimulándose lo que fue en realidad una guerra internacional por un enfrentamiento civil "entre argentinos"; uno de cuyos bandos contaba, curiosamente, con importante apoyo extranjero.
 
Luego de Caseros, Urquiza ingenuamente pensó que podría congeniar su origen federal y provinciano y presidir el país desde Buenos Aires. No habrá de lograrlo toda vez que vueltos los viejos unitarios de sus respectivos lugares de exilio, no tardaron en deshacerse del instrumento al que interiormente siempre despreciaron, y al que sólo utilizaron para ejecutar el trabajo sucio.
 
El hacendado entrerriano aceptará recluirse en su provincia, en la que nunca será molestado por las autoridades nacionales. Será usufructuario, hasta su asesinato en 1870, de los atributos externos y el folklore del viejo partido federal, pero ya totalmente vaciado de contenido y cómplice por omisión de los nuevos dueños del poder a partir de la llegada de Mitre a la presidencia.
 
Por Pablo Yurman
Profesor, director del CEHCA
 
Fuente: Infobae 

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15-10-2025 / 09:10
Encabezando la reacción oligárquica, el general Eduardo Jorge Ávalos y el almirante Héctor Vernengo Lima, de Ejército y Marina respectivamente, pidieron al presidente Edelmiro J. Farrell que destituyese a Juan Perón por su política popular y obrerista. Este fue detenido y llevado a la isla prisión de Martín García.
 
El 15 de octubre de 1945, el capitán Miguel Ángel Mazza, médico y amigo personal de Perón, entrevista al presidente Farrell y le entrega su informe acerca del deterioro de la salud de Perón"lo cual obliga imprescindible e impostergablemente a un examen clínico y de laboratorio en un ambiente hospitalario". Farrell asiente, en principio, a la solicitud, pero envía a Mazza para que formule la misma petición ante el ministro de Guerra, general Ávalos.
 
El médico sabe que su argumento es un arma poderosa: las Fuerzas Armadas no pueden cargar con la responsabilidad, frente al pueblo, de que Perón enferme gravemente, con peligro de muerte, a causa de su detención, la cual, según los informes oficiales, procura protegerlo ante amenazas contra su vida.
 
Horas después, ya en su consultorio, Mazza es citado por el almirante Vernengo Lima quien opone reparos a lo que considera excesiva buena voluntad de Farrell. A la Armada le disgusta la posibilidad de flexibilizar el control sobre Perón y además, mantiene dudas acerca de la veracidad de la información médica. El traslado de Perón provoca diversas reuniones y tarda en definirse.
 
Por su parte, la embajada yanqui celebra la detención del Coronel: "Perón está fuera del juego políticamente hablando, sin apoyo palpable en el Ejército y muy poco del sector gremial colaboracionista".
 
Pero los imperialistas yanquis se equivocan. Disconformes con la medida, amplios sectores populares comienzan a movilizarse en todo el país para exigir y reclamar la libertad del que comenzaba a ser su Líder. Lo hicieron como clase obrera, utilizando el medio de lucha de los proletarios: la paralización de actividades.
 
El 15 de octubre se declara la huelga revolucionaria por tiempo indeterminado en todos los ingenios tucumanos. Asimismo, en Berisso, al impulso combativo de Cipriano Reyes, los trabajadores de la Carne comienzan a movilizarse. Y la cúpula de la Central Obrera, ante los reclamos de los gremios del interior, convoca al Comité Central Confederal para el martes 16 de octubre, a las 18 horas, en Buenos Aires, organismo al cual proponen declarar una huelga general en todo el país.
 
Va madurando el histórico 17 de octubre.
 
Escribe Blas García

Las jornadas de Octubre: Hasta el 18 de octubre, relataremos, día por día, los acontecimientos y eventos más importantes acaecidos en octubre de 1945, y que culminarán en el histórico 17.     

13-10-2025 / 20:10
13-10-2025 / 20:10
13-10-2025 / 19:10
El domingo 14 de octubre de 1945, la situación del coronel Juan Perón es incierta. Se encuentra detenido en la prisión de la isla de Martín García, traicionado por sus camaradas de armas, los militares nacionalistas, y cuando aún no se ha producido la reacción obrera y popular en su defensa.
 
El diario "La Época" informa que el planteo de la dirigencia política "democrática" de entregar el gobierno a la Corte Suprema significaría la asunción, como presidente, de Roberto Repetto, gran amigo del oligarca Robustiano Patrón Costas y de otros fuertes empresarios azucareros del Norte.
 
Ese mismo día 14, el general Eduardo Jorge Ávalos visita al dirigente comunista Victorio Codovilla en el Departamento de Policía. Pocas horas antes de que el jerarca stalinista recuperase la libertad, Avalos mantuvo una larga plática con él, de la cual sólo trascendió esta información: El dirigente comunista habría dicho: "Hemos cometido un error en no haber apoyado antes a este gobierno. Temo que ya sea tarde".
 
El historiador Rodolfo Puiggros se refiere a esta entrevista y comenta que, por supuesto, "al decir este gobierno, Codovilla se refería al que representaba Avalos, es decir, que para el secretario general del Partido Comunista los militares dejaban de ser nazifascistas por el mero hecho de haber detenido a Perón". 
 
Mientras, en Martín García, Perón escribe dos cartas. La primera, al general Avalos, donde afirma que "soy todavía un oficial superior del Ejército en actividad y desconozco el delito de que se me acusa".  La segunda es una nueva carta a Eva, caracterizada por las expresiones cariñosas hacia su compañera, donde le habla de su proyecto de alejarse de la acción pública. Lo que constituiría, según algunos ensayistas peronistas, un nuevo intento de despistar a quienes revisasen la correspondencia.
 
Escribe Blas García

Las jornadas de Octubre: Hasta el 18 de octubre, relataremos, día por día, los acontecimientos y eventos más importantes acaecidos en octubre de 1945, y que culminarán en el histórico 17.    

12-10-2025 / 19:10
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