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“A muerte estoy con los jubilados. Lo que les hacen es una vergüenza. Yo defiendo a los jubilados ¿cómo no los voy a defender? Tenemos que ser muy cagones para no defender a los jubilados”. Diego Maradona
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Nacionales - 22-10-2021 / 11:10
PANORAMA EMPRESARIO SEMANAL

Guerra de guerrillas y polvorín social, el escenario optimista para 2022

Guerra de guerrillas y polvorín social, el escenario optimista para 2022
El Frente de Izquierda promete engrosar su bancada. Y aunque no sean decisivos dentro del recinto, lo son afuera. Con el temido diciembre cada vez más cerca. Se palpó en el Puente Pueyrredón durante toda la semana.
Todos y todas creen que la inflación volvió al superar en septiembre el 50% interanual (marcó 52,5%, apenas por debajo del 53,8% con el que se despidió Mauricio Macri) por tres razones:
 
1) La violenta disparada global post-pandemia de los fletes y de insumos difundidos como aluminio, vidrio, plástico, papel y cartón, que empujó incluso la inflación mayorista de Alemania hasta el 14,2%, su récord desde 1974.
2) La emisión de pesos para financiar el gasto, que según el diagnóstico oficial alimenta la brecha cambiaria y con ella las expectativas de devaluación.
3) La recomposición de márgenes de ganancia por parte de grandes fabricantes y comercializadores de alimentos, que aprovechan el repunte del consumo y su poder de mercado para recuperar lo perdido durante la recesión.
 

 
Anteayer, a su regreso de Washington, Martin Guzmán almorzó con Roberto Feletti. El ministro de Economía y el nuevo secretario de Comercio conversaron durante más de dos horas sobre el congelamiento por 90 días de 1.430 productos de la canasta básica que había ordenado la tarde anterior el recién llegado, tras una semana de negociaciones infructuosas para anunciarlo junto a supermercadistas y fabricantes de alimentos.
 
Ni Guzmán ni Feletti son entusiastas defensores del instrumento, pero ambos confían en que la tregua puede bloquear al menos uno de los tres motores que hoy empujan la inflación casi hasta el récord en 28 años que dejó el tándem Dujovne-Sandleris-Lacunza en 2019.
 
El diagnóstico es compartido en el equipo económico, aun en medio de las internas paralizantes que lo cruzan desde el bofetón de las PASO. Opinan parecido tanto los dos comensales del miércoles como Matías Kulfas y su archienemiga Débora Giorgi, a quien el ministro de Desarrollo Productivo debió tolerar que Feletti trajera consigo, mezcla de venganza del tercer kirchnerismo con confirmación de los rumores de que Daniel Scioli lo reemplazará después de noviembre.
 
Todos y todas creen que la inflación volvió al superar en septiembre el 50% interanual (marcó 52,5%, apenas por debajo del 53,8% con el que se despidió Mauricio Macri) por tres razones:
 
1) La violenta disparada global post-pandemia de los fletes y de insumos difundidos como aluminio, vidrio, plástico, papel y cartón, que empujó incluso la inflación mayorista de Alemania hasta el 14,2%, su récord desde 1974.
 
2) La emisión de pesos para financiar el gasto, que según el diagnóstico oficial alimenta la brecha cambiaria y con ella las expectativas de devaluación.
 
3) La recomposición de márgenes de ganancia por parte de grandes fabricantes y comercializadores de alimentos, que aprovechan el repunte del consumo y su poder de mercado para recuperar lo perdido durante la recesión.
 
La tregua por 90 días, consideran, no reemplaza a una estrategia integral contra la inflación pero puede emparchar el tercer agujero de la manguera por el que no dejan de perder poder adquisitivo los salarios. El problema es que precisamente ahí se dirime la puja distributiva cuando la economía crece y nadie va a renunciar sin pelear a los márgenes recuperados.
 
Menos ante una gestión que todos perciben grogui y con una oposición que promete otro giro de 180 grados si vuelve al poder en 2023. Es lo que explica las airadas negativas de la Coordinadora de Industrias Alimenticias (COPAL) y de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) ante algo que todos los gobiernos piden -y que incluso pidió el anterior- cuando suena la alarma de las góndolas.
 
 
Terroristas y conspiradores
  
El platense José Sbattella, patriarca de los economistas heterodoxos en la universidad donde estudiaron Guzmán y los Kirchner, reclama modales más rudos. Ayer, por radio, el antiguo militante de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) dijo que "desabastecer es un acto de terrorismo" y que "la lucha de los gobiernos populares contra el autoritarismo empresario" requiere que se apliquen las leyes de modo más taxativo.
 
Su voz remite a épocas más audaces del kirchnerismo, en la primera década del siglo, aunque tampoco entonces se imponía con nitidez ante otras más conservadoras. En el cuartel general del grupo Clarín, por ejemplo, todavía recuerdan que Sbattella había vetado como jefe del ente antimonopolios la fusión Cablevisión-Multicanal, apoyado en investigaciones de la entonces fiscal Alejandra Gils Carbó. Un veto que finalmente consiguieron revertir, el último día de la presidencia de Néstor Kirchner, gracias a los buenos oficios de Guillermo Moreno.
 
La situación hoy es muy diferente. La derrota de las PASO fue tan sorpresiva y violenta que redefinió roles y equilibrios dentro del Frente De Todos. El trasvasamiento del poder recién empezó a insinuarse con el aterrizaje en la Casa Rosada de Juan Manzur, que se le coló a Sergio Massa en la carrera hacia el sillón de Rivadavia con un claim de marca parecido al suyo, y con la resignación de Axel Kicillof de tres sillas en su gabinete para que los intendentes no lleguen a 2023 "conspirando con la oposición", como cuchichean en La Plata.
 
Si la derrota es todavía peor el 14 de noviembre, como sugieren las mismas encuestas que erraron en septiembre, todos saben que son fusibles. Lo que habrá en juego en ese caso es mucho más un cambio de nombres en el gabinete.
 
Pero si el oficialismo logra recortar la diferencia, parte del equipo económico confía en su propia continuidad. A Guzmán, por ejemplo, todos lo imaginan en su puesto hasta la firma del acuerdo con el Fondo Monetario para renegociar la deuda que dejó como herencia Macri. Lo que está en debate es si también va a pilotear la negociación permanente que sobrevendrá con Washington después, en caso de que se firme.
 
El peronismo prefigura una especie de guerra de guerrillas, con choques cada tres meses con los hombres de negro que envíe Georgieva para supervisar el cumplimiento de las metas del programa que se pacten antes de marzo, fecha del primer vencimiento impagable.
 
Alberto Fernández sabe que le van a exigir un ajuste fiscal adicional al ya ejecutado este año sobre partidas presupuestarias sensibles como las de jubilaciones, salarios públicos o prestaciones del PAMI. También que le van a plantear una flexibilización laboral, un tarifazo para achicar la cuenta de subsidios y un control más estricto de la emisión de pesos. Es lo que incluyó el staff del Fondo en todos los acuerdos firmados bajo la gestión de Kristalina Georgieva, apenas distinguibles de los de Christine Lagarde.
 
En la Rosada, no obstante, aseguran que no tienen por qué seguir esa hoja de ruta. "Ellos nos van a amenazar con que no desembolsan y nosotros les diremos que entonces no les pagamos. Ahí está nuestra ventaja frente a la situación de Macri, que necesitaba los fondos frescos para sostener la fuga de divisas, o frente a la de (Fernando) De la Rúa, que los pedía para poder ejecutar el presupuesto. Nosotros los necesitamos solo para pagarles a ellos mismos", distinguió ante BAE Negocios uno de sus estrategas.
 
 
Bajo el puente
 
La amenaza de patear el tablero, indispensable en cualquier negociación donde se procure correr los límites que marca la contraparte, luce poco creíble luego de las promesas de acuerdo "sí o sí" que se oyeron de boca de Manzur en Wall Street y en el almuerzo de la semana pasada con un puñado de empresarios top. Y sin embargo, es algo que puede ocurrir incluso sin que lo decida el Presidente.
 
¿Quién garantiza que el oficialismo vaya a reunir los votos para aprobar el acuerdo en el Congreso, como se comprometió a hacerlo Fernández apenas asumió? ¿Y si algunos de los propios le retacean los votos y tiene que apoyarse en los de la oposición de derecha para avalar el pacto? ¿Qué clase de cogobierno surgiría de un contubernio así?
 
No es La Cámpora la que amaga con ejercer ese veto al ajuste del FMI en el Congreso sino las organizaciones sociales, que contienen en los barrios el polvorín de la pobreza extrema. A Juan Grabois, por ejemplo, le responderán tres diputados después del 10 de diciembre. También el Frente de Izquierda promete engrosar su bancada. Aún marginales, son votos que pueden inclinar la balanza en un contexto de atomización. Y aunque no sean decisivos dentro del recinto, lo son afuera. Con el temido diciembre cada vez más cerca.
 
Se palpó en el Puente Pueyrredón durante toda la semana. Lo aterroriza a Juan Zabaleta, que se vio forzado a recibir ayer a los grupos piqueteros más duros después de que amenazaran con acampar y dormir en la puerta de Desarrollo Social, sobre la 9 de Julio. No es para menos. Como se vio hace 20 años, no hay volumen político que alcance cuando estalla el recipiente que lo contiene.
 
Por Alejandro Bercovich
 
Fuente: BAE Negocios
 

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25-10-2025 / 10:10
En el contexto de una furiosa batalla mundial por el control de chips, de tecnología de baterías de litio y nuevas fuentes de energía, la designación de Pablo Quirno como canciller, un economista sin experiencia en la diplomacia, pero relacionado estrechamente con el fondo de inversiones JP Morgan, dio pistas sobre las garantías requeridas a cambio de la intervención financiera del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
 
El diario The Wall Street Journal publicó que el apoyo de Estados Unidzos a Javier Milei se basa en el interés por conseguir nuevas fuentes de aprovisionamiento de uranio. El uranio argentino está en la mira. "Ha quedado dolorosamente claro que Estados Unidos se ha vuelto demasiado dependiente de fuentes poco fiables de minerales, productos y manufacturas críticas, todas ellas esenciales para nuestra seguridad nacional", explicó a mediados de octubre de este año Jamie Dimon, cabeza de este grupo que especula con bonos en Wall Street y en todo el mundo.
 
Dimon formuló estas declaraciones al presentar el informe Security and Resiliency Initiative, el ambicioso programa de inversiones del JP Morgan. En ese comunicado, Dimon se refirió concretamente a la estrecha ligazón de la institución financiera que dirige, con la seguridad nacional y los intereses económicos de los Estados Unidos. No es una empresa alejada de la política, sino que sus metas coinciden abiertamente con las de Estados Unidos como potencia hegemonista.
 
El concepto de "poco fiables", aludió básicamente a China, Rusia y otros países asiáticos. Cuando el presidente estadounidense Donald Trump anunció que aplicaría aranceles abusivos a los productos chinos, la respuesta de los agredidos fue suspender las compras de soja y la venta de tierras raras. China compraba el 50 por ciento de la soja norteamericana y los abastecía con la mayor parte de las tierras raras que insume la industria electrónica.
 
Con una política de defensa del interés nacional, Argentina tiene posibilidades de inserción en ese escenario tan complejo porque, además de la producción de alimentos, tiene riqueza en el litio que consumen las baterías de la industria electrónica y además tiene reservas de uranio y un desarrollo nuclear propio con capacidad de exportación de reactores con tecnología desarrollada en el país.
 
El concepto de "poco fiables" para la seguridad nacional de los Estados Unidos le agrega otra condición a cualquier negociación con el JP Morgan en las áreas que ellos han definido, como el litio y la energía nuclear. El concepto implica que los Estados Unidos tienen que tener control sobre "esos productos esenciales para nuestra seguridad nacional".
 
Argentina es un país independiente, no es otra estrella en la bandera de los Estados Unidos. Además, es un país democrático. Mañana puede cambiar el gobierno. La pregunta es cuáles serían entonces las medidas que exige el JP Morgan para que sean "fiables" las concesiones que haga la política entreguista de este gobierno.
 
Estados Unidos está perdiendo suministros estratégicos a manos de sus competidores y parece decidido a reemplazarlos por otras fuentes en América Latina. Y para eso necesita impedir el desarrollo local de industrias que incorporen valor agregado a sus riquezas naturales.
 
En esa visión del mundo, en la que América Latina funcionaría como una cantera de materias primas para salvar al hegemón de su decadencia, resulta inconcebible, y hasta lesivo para ellos, que Argentina desarrolle una industria nuclear de punta y competitiva. El país tiene grandes reservas de uranio sobre todo en la provincia de Chubut, y también en Mendoza, Río Negro, La Rioja y Salta.
 

24-10-2025 / 07:10
Donald Trump, JP Morgan y el FMI apuntalan un modelo anarco capitalista que se derrumba. Con el dólar contenido artificialmente y un salto en el endeudamiento, el gobierno de Javier "el Loco" Milei llega arrastrándose a las elecciones legislativas. El capital extranjero y el gran empresariado local preparan una nueva ofensiva contra los trabajadores. La confusión es mayúscula; la desconfianza, también. Solo el voto al peronismo puede enfrentar este proyecto de saqueo y entrega.
 
A solo días de las elecciones legislativas del 26 de octubre, el nuevo informe de Trespuntozero marca una tendencia clara de recuperación del voto peronista, en contraste con el estancamiento del oficialismo libertario. Según los datos, Fuerza Patria (FP) alcanza el 46,2 por ciento de intención de voto nacional, frente a un 40 por ciento de La Libertad Avanza (LLA). Milei llega al 26 de octubre sostenido solo por los yanquis.
 
El sondeo, realizado en seis provincias clave (Buenos Aires, CABA, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Tucumán) más un muestreo nacional complementario, deja ver que la gestión de Javier Milei acumula un 54 por ciento de imagen negativa y apenas un 42 por ciento positiva, con caídas en casi todos los distritos principales
 
En la provincia de Buenos Aires, Jorge Taiana (FP) se consolida con el 47,1 por ciento, superando a Diego Santilli (LLA), que apenas llega al 38,7 por ciento. En Santa Fe, la candidata peronista Caren Tepp achicó la distancia con el libertario Agustín Pellegrini, situándose en un 32 por ciento frente al 34,6 por ciento, en un distrito históricamente adverso para el PJ
 
Para la Casa Rosada, Córdoba es otra vez la madre de todas las batallas. Si ganan la provincia mediterránea pueden evitar el papelón de presentarse como la fuerza que representa la iniciativa privada y perder en el corazón productivo del país real (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe).

El estudio también revela un dato clave: el 73,3 por ciento del electorado afirma tener "muchas ganas" de ir a votar, lo que podría favorecer a los espacios opositores tras un año de malestar social y ajuste económico. "El 50 por ciento de los argentinos llega a fin de mes usando ahorros o endeudándose", advirtió Raúl Timerman, quien señaló que la pérdida del poder adquisitivo es el principal motor del voto castigo.

La encuesta expone un creciente desencanto con el modelo económico libertario, que se refleja tanto en los indicadores de gestión como en la caída de intención de voto en Córdoba, Mendoza y Tucumán. En palabras de Timerman, "la adhesión al peronismo aumentó discretamente, la de LLA se estancó y lo que se redujo fue el universo de indecisos".

Los datos consolidan una tendencia que preocupa al desquiciado Milei en la recta final: la elección se nacionalizó alrededor del malestar económico, y los números muestran que su narrativa de recuperación pierde fuerza frente al voto opositor. Es horrible todo lo que está pasando y se huele el miedo en el oficialismo. El caos consume a un gobierno sin plan y sin cabeza. El Presidente no conduce. Nadie conduce. La anarquía, de novedad virtuosa pasó a virus letal. 

La Opinión Popular
 

23-10-2025 / 08:10
En el ocaso de una campaña sin épica, Javier "el Cipayo" Milei enfrenta el miedo más grande de su propio gobierno: quedar sin el tercio legislativo que sostiene su poder político seudo democrático. El que hace un año prometía "refundar la Argentina", llega a la elección del 26 de octubre devaluado, aislado y con un discurso cada vez más errático, mientras las encuestas anticipan una caída que podría dejar a La Libertad Avanza sin capacidad de defensa en el Congreso.
 
Consultado por Guillermo Andino sobre qué consideraría un "buen resultado", el presidente no habló de ganar ni de convencer, sino de sobrevivir: "Uno que me asegure un tercio en la Cámara, que es una pared de defensa", admitió Milei, resignado a celebrar un empate como si fuera un triunfo. Esa "pared" es lo único que separa al Gobierno anarco capitalista del colapso institucional. Sin ese tercio, el oficialismo perdería poder de veto sobre leyes opositoras, vería caer sus DNU y hasta quedaría a tiro de un eventual juicio político, algo que hoy se comenta en voz baja en despachos peronistas y radicales.
 
Según un informe elaborado por el politólogo Gonzalo Taboada, el Gobierno solo mantendría control con un 39 por ciento de los votos, cifra que nadie se anima a pronosticar. En el escenario más optimista, Milei llegaría a 104 diputados sumando el PRO y algunos gobernadores aliados; pero con un resultado más realista, cercano al 32 por ciento, el oficialismo quedaría a merced de bloques provinciales y de una oposición fortalecida, con 109 bancas y capacidad de bloquear cualquier iniciativa presidencial.
 
En el peor escenario, con un 30 por ciento o menos, La Libertad Avanza ni siquiera lograría conformar el tercio propio ni sumando al PRO, lo que significaría una catástrofe política. "Una elección de 30 por ciento o menos es el número del abismo", señaló Taboada. "En ese escenario el Gobierno dependería de los árbitros, perdería autonomía y quedaría sin margen de maniobra".
 
La situación no sorprende a quienes observan el deterioro del poder libertario. El desquiciado Milei, que se soñó emperador, terminó mendigando apoyo a Donald Trump, mientras su ministro de Economía intenta contener una recesión que ya acumula dos años consecutivos, con inflación persistente y un dólar que sigue escalando.
 
A la crisis económica se suma una soledad política creciente. Karina "la Coimera" Milei se atrincheró en la Secretaría General, Santiago Caputo perdió influencia y el vínculo con los gobernadores aliados se tensó al extremo. El PRO ya no se comporta como socio, sino como tutor de un Gobierno que no logra ordenar su propia tropa.
 
La estrategia electoral del oficialismo se limitó a campañas de miedo, spots improvisados y discursos cargados de enojo, sin propuestas ni respuestas ante el descontento social. Milei dejó de hablar de "reformas estructurales" para conformarse con conservar la silla presidencial y evitar el aislamiento total.
 
"Pasar de un balotaje con 55 por ciento a una legislativa que arranque con un 20 y pico sería un golpe devastador", reconoció un operador libertario que, en privado, admite que el Gobierno festejará si logra un empate técnico. La foto final podría marcar un antes y un después. Si Milei no alcanza el tercio, su relato de liderazgo "anticasta" trucho quedará pulverizado y su futuro político dependerá de los mismos actores a los que prometió "dinamitar". La elección del domingo, más que una prueba electoral, será un plebiscito sobre su propia capacidad de gobernar.
 
La Opinión Popular
 

22-10-2025 / 11:10
A cinco días de las elecciones legislativas de medio término, la economía argentina volvió a quedar atrapada en un torbellino de tensiones cambiarias y el Banco Central debió volver a intervenir para que el dólar mayorista no superara el techo de la banda de flotación.
 
Ni las intervenciones del Tesoro de Estados Unidos, ni la firma del swap con Washington, ni el anuncio de una recompra de bonos alcanzaron para calmar la incertidumbre del mercado, que se mueve bajo una sola lógica: cubrirse como sea ante el riesgo electoral, aun pagando precios récord por el dólar y desarmando posiciones en acciones y bonos soberanos.
 
El sueño de Javier "el Cipayo" Milei de conseguir un megacrédito internacional empieza a tambalearse. Los gigantes financieros de Wall Street pusieron el freno y exigen garantías concretas antes de liberar los 20 mil millones de dólares prometidos. En la Casa Rosada, el discurso libertario suena fuerte, pero los bancos no compran humo: quieren saber quién paga si el país vuelve a tropezar con su historia de impagos.
 
El plan oficial buscaba armar una línea de financiamiento para reforzar reservas y dar aire al Gobierno, pero el entusiasmo se pinchó rápido. Desde el JP Morgan hasta el Citi, todos coincidieron en algo: Argentina necesita mostrar activos reales o un respaldo estatal sólido, algo que Milei se resiste a ofrecer en su cruzada contra el "Estado elefante".
 
La tensión se siente en los despachos. Mientras el ministro Luis "Toto" Caputo negocia contrarreloj, los operadores financieros miran los indicadores y ven lo mismo que los argentinos: un déficit que sigue sin cerrarse y un dólar que sube como fiebre sin Paracetamol. Cada día sin definición profundiza la desconfianza y pone más presión sobre el presidente, que esperaba anunciar el acuerdo como una victoria política.
 
Para los banqueros, el problema no es ideológico sino contable. Quieren garantías, y las quieren por escrito. Sin eso, los 20 mil millones seguirán siendo una promesa tan etérea como las teorías de "mercado libre" que Milei repite frente a los micrófonos. En el país ya se habla de "default técnico disfrazado de negociación", y los rumores empujan los bonos argentinos a la baja.
 
Desde su entorno intentan minimizar la situación, pero las fuentes financieras son tajantes: el préstamo no está cerrado y no lo estará hasta que el Gobierno muestre números concretos. Entre tanto, en los pasillos del poder ya suena un murmullo incómodo: "Si ni los bancos le creen, ¿Quién va a prestarle a la Argentina?"
 
El Banco Central tuvo que vender divisas de las reservas, ya casi exhaustas, para que la demanda mayorista no hiciera volar el techo de la banda cambiaria. Los anuncios oficiales pasan desapercibidos.
 
La Opinión Popular
 

21-10-2025 / 11:10
El yanqui Donald Trump hizo un demoledor diagnóstico sobre la desatrosa situación económica en la Argentina para justificar el "rescate" al gobierno anarco capitalista de Javier "el Cipayo" Milei, un tema que le está generando muchas críticas internas. "No tienen nada, están muriendo", afirmó el presidente. Con ese análisis, el swap no alcanzó, caen las acciones y el dólar quedó a 1% de la banda.
 
Cuestionado por una periodista por la posibilidad de que EEUU compre carne argentina, una medida que perjudicaría a los productores estadounidenses como ya pasó con la soja, Trump se ofuscó y respondió: "Señorita usted no sabe nada de esto, Argentina está luchando por su vida". "Están luchando por su vida. A Argentina no los beneficia en nada. ¿Entiendes lo que eso significa? No tienen dinero, no tienen nada. Están luchando muy duro por sobrevivir, están muriendo", justificó Trump. Lo dijo a pesar de que no se vean cadáveres en las calles.
 
Trump dijo que intentará ayudar a la Argentina a "sobrevivir en un mundo libre" porque le "gusta" el presidente Milei. "Creo que está intentando hacerlo lo mejor que puede, pero no hagas que parezca que lo están pasando bien, están muriendo. Están muriendo", lanzó. Se trata de la segunda vez en menos de una semana que el presidente de EEUU intenta ayudar al chupamedia Milei, pero lo termina hundiendo.
 
El martes pasado, durante la reunión en la Casa Blanca, le reiteró el apoyo, pero advirtió que está atado al resultado de las elecciones del 26 de octubre. "Si pierde, no seremos generosos con la Argentina", dijo Trump generando un desplome en los mercados. El gobierno de Milei tuvo que salir a aclarar por todos lados que se refería a las elecciones de 2027, pero Trump reiteró en sus redes que se refería a las de medio término. Días después, Milei se enojó con un periodista que le preguntó sobre esa frase y enojado respondió que fue malinterpretada por el Grupo Clarín.
 
Las palabras del mandatario yanqui obligaron a una rápida reacción oficial. El vocero presidencial, Manuel "Cara de Piedra" Adorni, buscó relativizar el impacto y pidió "entender el contexto". Sin embargo, terminó admitiendo que "claramente no somos un país al que le vaya bien", al enumerar inflación mensual del 2%, riesgo país en torno a los 1.000 puntos y un clima electoral enrarecido.
 
El Banco Central (BCRA) firmó el acuerdo de swap con EE. UU. por U$S 20.000 millones. A pesar del anuncio, el riesgo país se ubicó por encima de los 1000 puntos, los ADRs de empresas argentinas cayeron hasta 5% y el dólar cerró en $1495. Otro anuncio de la Secretaría de Finanzas, de toma de deuda con el JP Morgan, hizo revertir algo la caída de bonos. No alcanzó con el Tesoro, se suman los "bancos internacionales amigos" al saqueo y la rapiña.
 
Mientras Trump describió a la Argentina como un país "sin dinero" y "peleando por sobrevivir", la respuesta libertaria se redujo a relativizar el golpe y aceptar, a medias, el diagnóstico externo. Como sea, el mercado parece ya no creer en las promesas de ayuda de Trump y espera hechos concretos. Ni siquiera las intervenciones de Scott Bessent comprando pesos han logrado frenar la volatilidad del dólar.
 
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