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Nacionales - 26-09-2021 / 09:09
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

Gobierno del peronismo clásico: agenda reperfilada y gestión a paso redoblado

Gobierno del peronismo clásico: agenda reperfilada y gestión a paso redoblado
Esta semana se vio una reacción, tardía pero enérgica, del Frente de Todos, que parece atender a esa idea. En ese sentido puede leerse la intervención del gobierno por parte de un equipo de peronistas feos, sucios y malos, con Juan Manzur a la cabeza. No se trata solamente de un reflejo del “pejotismo” tradicional. Imagen: Presidente Alberto Fernández y jefe de Gabinete Juan Manzur.
Un dato pasó desapercibido después de las primarias del 12 de septiembre: el resultado, a nivel nacional, muestra un escenario en el que la oposición quedó en la zona de un triunfo en primera rueda en una elección presidencial. La Constitución indica que una fuerza con el 40 por ciento de los votos y más de diez puntos de diferencia sobre su rival más cercano accede al gobierno sin necesidad de ganar un ballotage. Los candidatos de Juntos por el Cambio, en todo el país, acumularon el 38,3 por ciento de los sufragios, mientras que el Frente de Todo sumó apenas el 29,5 por ciento. Demasiado cerca.
 
Es una novedad poderosa, que cambia varios parámetros que parecían fijados. El anti peronismo, a la luz de estos resultados, ya no es el partido del ballotage que planificaron Marcos Peña y Jaime Durán Barba. En tres ocasiones consecutivas consolidó un núcleo de apoyo de alrededor del 40 por ciento del electorado, mientras que al peronismo le cuesta hacer pie desde hace una década. Se pone en duda ese determinismo, la idea de que, en condiciones normales y si no pasa nada raro, por defecto gana el candidato justicialista. El mapa ahora muestra dos continentes de tamaño similar.
 
De alguna forma, es una consecuencia lógica de la deriva ditelliana que siguió la política argentina en los últimos años con el agrupamiento de las fuerzas competitivas en dos grandes coaliciones, a la derecha y a la izquierda del centro. Esa idea de alguna manera forma parte de la génesis política del kirchnerismo, desde 2003, y también está en el núcleo de la lavada identidad que le imprimió a su gobierno Alberto Fernández. Al priorizar la identidad ideológica a la vocación de hegemonía, el peronismo se pone en pie de igualdad con el anti peronismo. El gobierno gana sólo si la gente está bien. Hoy la gente no está bien.
 
No se trata de abandonar la agenda progresista sino de hacerla encajar en un proyecto de mayorías. A esta altura del partido parece innecesario aclarar que un derecho adquirido solamente vale mientras se tenga la fuerza, social y política, para sostenerlo, y que el avance de una derecha sobregirada pone en riesgo todas las conquistas de los últimos años y más también.
 
Tampoco es una carta blanca: hay principios, como los derechos humanos, que no se negocian, y proyectos, como la ley de etiquetado, que el peronismo debería impulsar independientemente de la opinión personal de un funcionario.
 
En cualquier caso, esta semana se vio una reacción, tardía pero enérgica, del Frente de Todos, que parece atender a esa idea. En ese sentido puede leerse la intervención del gobierno por parte de un equipo de peronistas feos, sucios y malos, con Juan Manzur a la cabeza. No se trata solamente de un reflejo del "pejotismo" tradicional. Este viernes, por ejemplo, mientras una columna de La Cámpora participaba de la marcha mundial contra el cambio climático, Andrés Larroque, secretario general de esa organización, homenajeaba a José Ignacio Rucci en Chacarita junto a Héctor Daer.
 
El segundo corolario de asumir que el peronismo perdió, al menos de manera temporal, su condición hegemónica, es comprender que la continuidad de la coalición es un requisito inexcusable para seguir siendo electoralmente competitivo. Es el Frente para la Unidad. Así lo entienden los socios principales y esa certeza fue el cemento que evitó que todo se cayera a pedazos en las horas más álgidas de la semana posterior a las PASO. 
 

 
La discusión no es acerca de los nombres, como quedó claro con el saldo de la crisis de gobierno, ni sobre el rumbo, porque no hay muchas alternativas al respecto.
 
La Argentina debe acordar con el Fondo Monetario Internacional porque la deuda que dejó Mauricio Macri es, literalmente, impagable: 18 mil millones de dólares el año que viene y otro tanto en 2023. El país necesita dólares producto de las exportaciones porque las reservas son escasas y no tendrá acceso al crédito por bastante tiempo.
 
El Estado durante la pandemia no pudo llegar a los informales, que requieren asistencia urgente. Una nueva corrida cambiaria agravaría severamente la situación de esos sectores. La estabilidad es además un requisito indispensable para el crecimiento económico sostenido en el tiempo.
 
Las diferencias, en todo caso, residen en hasta dónde se puede estirar la emisión como mecanismo de financiamiento de la ayuda a los más necesitados sin que eso derive en un estallido y una nueva crisis, que partiendo de los niveles actuales de pobreza y necesidad hundiría a la sociedad argentina en un pozo aún más profundo que el de 2001, 1989 o 2020, justo cuando están dadas las condiciones para volver a crecer, incluso en este marco de precariedad macro económica.
 
Este cronista carece de las herramientas para establecer ese punto, pero la prudencia parece un camino aconsejable teniendo en cuenta el riesgo.
 
Resulta, en ese sentido, interesante, la escucha atenta y completa de la entrevista que el ministro de Economía, Martín Guzmán, le dio a Víctor Hugo Morales el miércoles, el mismo día que el país desembolsó 1800 millones de dólares para pagar la primera cuota del préstamo del FMI a Macri, y que contiene matices y apreciaciones mucho más ricas que el título que le regaló a la prensa opositora.
 
Aunque sus estilos se encuentran casi en las antípodas, hay más en común entre el ministro y la vicepresidenta que lo que ellos mismos están dispuestos a reconocer. Pragmatismo.
 
En el debate público, a los dos les asiste parcialmente la razón. Está en lo cierto Guzmán cuando explica que el gasto creció por encima del nivel de la inflación. También CFK al señalar que el déficit fiscal es menor al que se había aprobado en el presupuesto. Explica el ministro que ese déficit se redujo por el aumento en la recaudación y por la reestructuración de la deuda.
 
No dice, para no avivar internas, que la subejecución del gasto también se debe a que muchos ministerios no ejecutaron el presupuesto asignado. Está expandido: entre los funcionarios más rezagados hay albertistas, de La Cámpora y del Frente Renovador.
 
Con la llegada de Manzur a la jefatura de Gabinete se sumó otro pragmático al equipo. Durante su primera semana en el cargo organizó su primera reunión de gabinete y obligó a los ministros a pasar en limpio y por escrito sus objetivos, ordenó la comunicación presidencial, y recibió a gobernadores, candidatos, intendentes y funcionarios.
 
Después de cada charla se despedía con la misma arenga: "Ganamo', ganamo', amigo". En su entorno aseguran que no se ve como un interino y que no piensa en irse en noviembre, como se especuló tras su nombramiento. Todo dependerá, a fin de cuentas, del resultado electoral.
 
El tucumano sabe que si logra enderezar la suerte electoral del oficialismo, sin pensar en una victoria pero sí en mejorar la situación relativa y cambiar las expectativas para los dos años que quedan por delante, podrá sentarse en la mesa chica del Frente de Todos, no como un delegado del presidente sino como un socio con acciones en su poder. Ya no serán tres, sino cuatro las patas que sostienen esa mesa. Desde ese lugar, reclamará que se escuche su opinión a la hora de tomar ciertas decisiones, desde la conformación del gabinete y la institucionalización de la alianza hasta las candidaturas de 2023.
 
Manzur es un dirigente con su propia agenda, sus propias, y copiosas, relaciones con el poder y sus propias aspiraciones políticas. Puede exhibir una impresionante carrera: fue secretario de Salud de La Matanza, viceministro de Salud de San Luis, ministro de Salud de Tucumán, vicegobernador de esa provincia, ministro de Salud de la Nación y fue electo dos veces gobernador tucumano. Cuenta con sponsors poderosos dentro y fuera del país. Tiene 52 años, tres menos que Horacio Rodríguez Larreta, y apenas dos más que Axel Kicillof y tres más que Sergio Massa. Nadie duda que piensa en ser presidente.
 
Está por verse cómo impacta su desembarco en Buenos Aires en el equilibrio de poder del Frente de Todos. A priori, todos tienen algo para perder. Fernández y Massa corren el riesgo de quedar opacados si el jefe de Gabinete comienza a acumular capital político. Cristina Fernández de Kirchner volvió a sentar a la mesa chica a un dirigente que trabajó activa y públicamente contra ella, con los riesgos que eso implica. Ninguno de los tres, a decir verdad, tenía otra opción. La disyuntiva de esta hora es: unidos, hegemónicos y estables o dominados. El margen de error es microscópico.
 
Por Nicolás Lantos
 
Fuente: El Destape 
 

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15-10-2025 / 11:10
Vergüenza ajena: el yanqui trató al presidente argentino como un perro faldero. Donald Trump necesita justificar el respaldo a Javier "el Roto" Milei, que necesita a su vez ese respaldo para llegar a las elecciones. Parte de la decadencia argentina se procesaba así en Washington y otra aquí, donde el enviado de la Casa Blanca, Barry Bennet, convenció a los gobernadores de Provincias Unidas y a la mayoría radical de sostener al gobierno.
 
Trump llegó agotado de su gira por Israel, donde pidió a la Justicia de ese país que se olvide de las causas por corrupción contra Benjamín Netanyahu y se arrogó el mérito por un triste acuerdo de paz tras haber respaldado el genocidio ejecutado a instancias de Netanyahu.
 
El presidente argentino, con su carpetita de apego bajo el brazo, no pudo ocultar su emoción cuando saludó a Trump en la puerta de la Casa Blanca. Lo miraba de reojo, nervioso, como si se sintiera bajo observación de una autoridad superior. Y se mostraba deseoso de agradar antes de levantar sus pulgares.
 
En Estados Unidos, Milei no es una figura respetada por todos. Su concierto en el Movistar Arena fue difundido por algunos medios locales y los más críticos lo trataron de "payaso" y otros de "poco serio". Las críticas le han llovido tanto desde los demócratas como también de algunos republicanos que responsabilizan a Milei por la crisis financiera para la que pide el rescate.
 
Por eso, Trump necesita justificar la ayuda a un país cuya economía está mal gobernada, según la opinión más extendida a nivel internacional. Mostrar a un presidente argentino obsequioso, agradecido y hasta servicial, fue parte de esa explicación y parte de la necesidad de Milei de mostrar el respaldo de Estados Unidos para aquietar los mercados hasta el 26 de octubre. Fue una forma de mostrar que ayudan a un aliado dispuesto a todo para seguir las políticas norteamericanas.
 
Del saludo en la puerta, se fueron de cabeza a una extensa conferencia de prensa en la que Milei agradeció por todo, desde la ayuda a Argentina hasta por el papel de Trump en la tragedia palestina y su respaldo a Netanyahu. Pero el discurso del argentino no fue traducido al inglés porque nadie mostró demasiado interés.
 
Después habló Trump largamente, mientras Milei lo escuchaba embelesado sentadito del otro lado de la mesa y de espaldas a los periodistas que hacían las preguntas. Junto a Trump estaba el gabinete de Estados Unidos, inclusive Pete Hegseth, el jefe del Pentágono quien debió explicar los múltiples obstáculos que puso a los periodistas que cubren temas militares en ese país. Junto a Milei, en el otro lado de la mesa, estaba parte del gabinete argentino, que funcionó como espectador de la larga conferencia que concedió el norteamericano.
 
Trump se refirió a cuestiones de política interna de la Argentina. Dijo que si perdía Milei iba a ganar "una persona de extrema izquierda" y agregó que el apoyo sería a favor de Milei si gana las elecciones, pero que, si las pierde, retirarían ese respaldo. Fue un discurso bizarro de campaña para la interna argentina formulado por el jefe de una potencia extranjera que ambiciona beneficios económicos extraordinarios como contrapartida de su respaldo ideológico a Milei.
 
Fue el mismo mensaje de Barry Bennet en Buenos Aires, a los radicales y otras fuerzas opoficialistas y en especial a los gobernadores que formaron Provincias Unidas, desde el cordobés Martín Llaryora, hasta el radical santafesino Maximiliano Pullaro. El guiño de Bennet coincidió con llamadas telefónicas del Ministerio del Interior, prometiendo respaldo financiero para después de las elecciones.
 

14-10-2025 / 16:10
En relación a la situación cambiaria y la tensión con el dólar que generó una fuerte venta de divisas por parte del Tesoro semanas antes del acuerdo con EE.UU., Javier "el Loco" Milei aseguró que habrá una "avalancha de dólares": "Nos van salir dólares por las orejas", ilustró, aunque no precisó cómo ocurriría eso, excepto cuando mencionó que sería por supuestas inversiones que llegarían gracias al interés por los recursos naturales que tiene el país. El estilo comunicacional de Milei reabre el debate sobre los límites entre la exposición constante y la prudencia necesaria para preservar la autoridad presidencial en tiempos de crisis.
 
Esta nueva mentira se suma a algunas de las frases y temas más controversiales que ha abordado como presidente, que incluyen desde: "No hay plata", utilizada frecuentemente para justificar el recorte del gasto público y el plan de ajuste fiscal. Hasta: "Si fuera cierta la frase de que no se llega a fin de mes, ustedes tendrían que caminar por la calle y estaría llena de cadáveres. ¿Alguien se puso a pensar en esa pelotudez?". Una falacia para negar la dificultad económica que enfrentan muchos argentinos. Y sin olvidar los insultos y descalificaciones directas a políticos, periodistas, sindicalistas y "empresaurios prebendarios", a quienes engloba bajo el término de "la casta".
 
En la política contemporánea, la comunicación presidencial de Milei se ha convertido en un arma de doble filo. Hablar de más puede generar consecuencias tan riesgosas como permanecer en silencio. En ciertos contextos, la sobreexposición del discurso puede restar credibilidad o amplificar conflictos menores que podrían haberse disipado con el tiempo.
 
Las insensatas declaraciones del presidente en defensa del narco José Luis Espert, tras su salida del Gobierno y sus denuncias públicas, reactivaron el debate sobre los límites del protagonismo comunicacional en la gestión. Al intervenir en una controversia de alcance limitado, el mandatario terminó trasladando la discusión al centro de la agenda política, con un impacto que excedió el caso en sí. En un escenario marcado por la tensión política y la sensibilidad social, cada palabra emitida desde el Poder Ejecutivo tiene repercusión inmediata. No solo por su contenido, sino también por el contexto y el momento en que se pronuncia. Una frase impulsiva o una defensa improvisada pueden derivar en interpretaciones adversas, que terminen debilitando la autoridad institucional.
 
En este tipo de situaciones, el silencio estratégico puede ser una herramienta más efectiva que la respuesta constante. Callar no siempre implica debilidad; en ocasiones, significa elegir los momentos adecuados para hablar, priorizando la estabilidad y la coherencia del mensaje presidencial. La figura del presidente gana solidez cuando interviene solo en temas de verdadero peso político o institucional.

El riesgo de hablar demasiado radica en convertir la palabra presidencial en un recurso cotidiano, banalizado. Cuando la máxima autoridad del país responde a cada controversia o disputa interna, el mensaje pierde jerarquía y se diluye el poder simbólico del cargo. La comunicación política requiere medir cada intervención como si fuese una jugada en un tablero complejo donde cada movimiento tiene efectos acumulativos.

El equilibrio entre comunicar y administrar el silencio es clave para sostener la legitimidad. Un liderazgo sólido se construye no solo con discursos, sino también con prudencia, mesura y capacidad para elegir cuándo es mejor no intervenir. Además, con el experimento anarco capitalista de Milei, que no se ha aplicado en ningún lugar del mundo, es imposible que en Argentina sobren los dólares y salgan por las orejas. Hasta ahora, lo único que ha hecho es aumentar la deuda externa e interna. Y la fuga de divisas.  

La Opinión Popular
 

14-10-2025 / 10:10
El doble femicidio de Luna Giardina (24) y Mariel Zamudio (56) es una tragedia que no puede leerse como un caso aislado. Su asesino, Pablo Laurta, no solo tenía denuncias previas por violencia de género: también era militante libertario, fundador de la agrupación Varones Unidos, y aliado ideológico de los exponentes de la "batalla cultural" del gobierno de Javier "el Loco" Milei, entre ellos Nicolás Márquez, biógrafo del presidente, y Agustín Laje, al frente de la Fundación Faro, think thank libertario. La vinculación no es solo por las fotos o saludos entre ellos, sino por sus esfuerzos por convocar a que los varones sientan supremacía sobre las mujeres. También se afirma que Laurta comparte las ideas de Milei.

En abril de 2018, Laurta organizó en Montevideo la presentación de El libro negro de la nueva izquierda, obra de Laje y Márquez. Laje, politólogo, es referente de la "batalla cultural". Márquez, abogado y biógrafo, comparte esa agenda. En aquel evento Laurta ofició de anfitrión, reforzando su perfil como activista libertario. Hoy, acusado de secuestrar a su hijo y de doble femicidio, su pasado político vuelve a quedar bajo la lupa. En 2018, tanto Marquez como Laje no se habían hecho de la fama que tienen ahora, sin embargo, ya disponían de un red internacional en connivencia con una parte del Estado que les permitía sentar las bases por la cruzada antifeminista que actualmente es parte del plan de gobierno en Argentina.

Laurta, con un marcado discurso de odio contra el feminismo, hizo de su violencia una bandera política. Negaba las denuncias en su contra, se victimizaba como "padre separado injustamente" y difundía el mito de las falsas denuncias, una narrativa misógina que hoy encuentra eco en el propio Congreso, impulsada por legisladoras libertarias y Carolina Losada. El femicida incluso organizó una charla junto a Laje y Márquez en el Parlamento uruguayo, donde se disertó contra el feminismo y la llamada "ideología de género". Las mismas ideas que él promovía fueron las que legitimaron su odio.

Mientras tanto, Luna había hecho todo lo posible por sobrevivir: denunció, se mudó, huyó del país, pero nadie la protegió. El sistema judicial la abandonó, y la política que debería defender a las mujeres eligió dar lugar a discursos que relativizan el machismo y ridiculizan el feminismo.

En ese contexto, resulta tan cruel como paradójico que el único proyecto presentado por una diputada de La Libertad Avanza en el Congreso sea el que agrava las penas por "falsas denuncias", un problema que, según estadísticas internacionales, representa menos del 0,1 por ciento de los casos.

El femicidio de Luna y Mariel no solo es un crimen, es una advertencia: cuando desde el poder se promueven teorías que niegan la violencia de género y se desfinancian las políticas de asistencia, los violentos se sienten impunes. Porque mientras Milei y su entorno celebran su "batalla cultural", las mujeres siguen siendo asesinadas cada 27 horas. Laje, el ideólogo libertario, salió a desligarse del detenido por el brutal crimen en Córdoba. Pero las fotos y los saludos con Laurta lo vinculan con él.


¿Hasta cuándo vamos a seguir contando mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres de parte de varones que las creen de su propiedad? Hace años venimos repitiendo que el machismo mata, que la violencia de género existe y que la impunidad y la negación libertaria de esta problemática estructural es la peor prevención.

La Opinión Popular



13-10-2025 / 08:10
Es difícil justificar, aunque pueda ser comprensible, que para animarse a una opinión haya alguna o mucha gente esperando "los detalles finos" de cómo el Tesoro estadounidense asumió la conducción económica argentina hasta límites jamás vistos.
 
Con mucho esfuerzo, podría entenderse que los especialistas del área aguarden la letra chica a fines de evaluar cuestiones técnicas en torno a una entrega de pies, manos y demases. Pero, de allí para abajo, todo es tan obvio -declaradamente obvio- que resulta una violación del sentido común ponerse a aguardar mayores precisiones.
 
¿Qué es lo que debe esperarse para saber en qué radica un comunicado en inglés de Scott Bessent, como reemplazo de toda información oficial del gobierno argentino? Acá en el Virreinato nadie dice nada. Arteche permanece en silencio. ¿Qué pretenden hurgar respecto de que el nuevo ministro de Economía haya hablado del compromiso de sacarse a China de encima?
 
¿Quién puede tomarse en serio que el Tesoro de los Estados Unidos compra pesos a sólo canje de solidaridad geopolítica? ¿Cuántos zombies persisten sin asimilar que el mercado te funde y el Estado (el de los Estados Unidos) te salva? ¿Quién queda, con honestidad intelectual, para llamarle "éxito" a un programa económico que requiere de intervención extranjera directa, luego de haberse comido un blanqueo, un préstamo del FMI, un refuerzo del mismo organismo y parte de toda una cosecha?
 
¿Cuánto dura hoy la memoria de los pueblos para registrar cómo termina lo que siempre terminó exactamente de la misma manera, desde el primer préstamo del FMI en 1958 y excepción hecha de cuando Néstor Kirchner los mandó con los condicionamientos a otra parte? ¿Cuánta más data se requiere desde que el nuevo embajador Lamelas habló derecho viejo, ante su comisión evaluadora, de ir a Argentina "provincia por provincia" para supervisar y controlar hacia dónde enfocarán el perfil productivo?
 
Si Bessent dice que "estamos comprando barato" porque la Argentina anda de regalo, ¿qué es lo que después venderán caro? ¿Lo que hasta Paul Krugman sindicó como el rescate para los socios del amigazo, ex administrador de fondos buitre y colaborador de los bonistas atrapados aquí, con papeles basura, a quienes ahora les construyeron una autopista para salirse urgente?
 
¿Con cuáles y cuántos dólares que Argentina no produce ni emite se afrontarán los que ya se fumó el bloque de Caputo Toto? ¿Con los que Bessent aclara que sólo estarán si a Jamoncito le va bien en las elecciones, porque el swap no es otra cosa que una efigie para tener en la vidriera por si las moscas? Por razones de pudor profesional, uno evita hasta donde puede el uso de lenguaje panfletario. Pero a veces, como ésta, ni puede, ni quiere, ni debe.
 
¿Qué más hace falta para que el entramado mediático que ampara al oficialismo no se anime, siquiera, a interrogar tímidamente sobre el entreguismo bizarro? ¿Son tan grandes los sobres? ¿La cobardía? ¿Las cabezas colonizadas? ¿Los intereses e influencia del grupo de medios y aledaños más grande de nuestro Estado Libre Asociado, que se endeudó en unos mil millones de dólares por la compra de Telefónica?
 
Guillermo Francos declaró este viernes que no cree que sea como dice Bessent. Que no le parece que hayan negociado expulsar a China a como dé lugar, más tarde o más temprano. ¿Que no cree, dice Francos? ¿El Jefe de Gabinete no sabe lo que transa su Gobierno y nadie le repregunta?
 

12-10-2025 / 10:10
La derecha libertaria del cipayo Javier Milei suele vender la fantasía de que existe la posibilidad de ser una colonia yanqui próspera. Es una visión que trae interrogantes: el modelo neocolonial, ¿fracasa por impericia del imperio o por la voracidad de las élites económicas? Para ello hay que dejar de lado cualquier sentimiento de orgullo nacional. Hay que cambiar la frase de San Martín "seamos libres que lo demás no importa nada" por "seamos esclavos prósperos que lo demás no importa nada".
 
El espejismo es el siguiente: si uno se vuelve obediente de la potencia dominante, los norteamericanos motorizan miles de millones de dólares en inversiones que generan empleo y prosperidad. Un buen punto de partida entonces es analizar la situación económica y social de países de la región que llevan muchos años de alineamiento total con Estados Unidos. Si poner bases militares estadounidenses trajera bienestar, Colombia debería ser el país más próspero del planeta. Tiene siete bases en su territorio. Ahora gobierna una expresión de la izquierda nacionalista colombiana, Gustavo Petro, pero después de más de dos décadas de gobiernos de derecha. 
 
¿Colombia es próspera? Un dato local: entre 2010 y el 2022 la cantidad de colombianos que viven en Argentina se multiplicó por siete. Pasó de 17 mil a 111.000. Se suele poner el foco en el crecimiento de los migrantes venezolanos para retratar la catástrofe social del gobierno de Nicolás Maduro -asediado por EE UU-, pero se oculta lo que pasa con la diáspora colombiana porque ha sido gobernada por la derecha. Los colombianos prefieren venir a la "infernal" Argentina porque pueden estudiar en la universidad pública y conseguir trabajo. Nada más y nada menos.
 
Otro país que estuvo absolutamente doblegado, y a lo mejor se justifica por su pequeño tamaño, es Honduras. En la década de 1980 fue la base de entrenamiento militar contra la revolución sandinista en Nicaragua. Los militares argentinos fueron para enseñar a torturar. En Honduras está la base de Soto Cano (Palmerola) desde 1982.
 
Estados Unidos la utiliza para que aterricen los aviones con los hondureños que Donald Trump deporta con su política de acusar a los migrantes por la falta de empleo y la delincuencia. Ahora gobierna Honduras Xiomara Castro, que conoce bien la injerencia gringa que motorizó el golpe de Estado contra su esposo Manuel Zelaya en 2009. ¿Honduras es próspero? El PBI per cápita es la cuarta parte del argentino.
 
Otro país con bases de EE UU es El Salvador. En este caso el modelo de intervención es más parecido al que se está proponiendo para Tierra del Fuego, una base de operación conjunta ubicada en Comalapa, cerca de la frontera con Honduras y Guatemala. La excusa ya no es la del siglo pasado, la batalla contra el comunismo, ahora es contra el narcotráfico.
 
Es muy difícil no afirmar que la lucha contra el narco es una excusa cuando se cruza información. En Colombia -se dijo- los americanos tienen siete bases. En mayo de este año la DEA presentó un informe en el que sostiene que el 80% de la cocaína que se consume en Estados Unidos se produce en Colombia. ¿Para qué sirven las bases entonces? ¿La famosa guerra fracasa o en realidad no hay ninguna guerra y se utiliza para intervenir? ¿Qué haría todo ese despliegue de fuerzas de seguridad y militares si no existiera el narcotráfico?
 
Los yanquis nunca apostaron a impulsar el desarrollo económico y social en la región. Los motivos son varios, entre otros porque el desarrollo puede colaborar con que se forme un bloque que genere un poco de contrapeso a la hegemonía de EE UU en el continente. Un buen ejemplo es México, que comparte 3000 kilómetros de frontera con EE UU. Ha mejorado su situación los últimos siete años bajo un gobierno que no practica el alineamiento automático con Washington, todo lo contrario de los espejitos de colores que la derecha vende.   
 
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