Nacionales - 10-09-2021 / 10:09
PANORAMA EMPRESARIO SEMANAL
El gran malentendido y las expectativas módicas
Los más poderosos hombres de negocios del país palpitan las PASO con una mezcla de desdén y perplejidad, conscientes de que -salvo un batacazo imprevisto- influirán poco sobre el rumbo de una economía maltrecha pero con chances de recuperarse rápido.
Los más poderosos hombres de negocios del país palpitan las PASO con una mezcla de desdén y perplejidad, conscientes de que -salvo un batacazo imprevisto- influirán poco sobre el rumbo de una economía maltrecha pero con chances de recuperarse rápido.
Si pudieran adelantar el tiempo, irían directo a la segunda mitad de noviembre para ver qué condiciones consigue imponer el Fondo Monetario en la renegociación de la deuda que dejó como herencia Mauricio Macri.
El micromundo de la política, en cambio, se prepara para unos comicios donde los combates más encarnizados son los internos. Y no solo en la oposición, que define sus candidaturas de noviembre entre las alternativas que compiten el domingo, sino también en el oficialismo, donde las listas únicas esconden una batalla campal por el timón durante la segunda mitad del mandato.
Los inversores extranjeros desconfían de las encuestas pero a la vez se tientan con un país regalado. Todos quieren entrar en el punto más bajo de la curva de precios y por eso muchos se subieron al raid alcista del último mes y medio, lapso durante el cual el índice S&P Merval trepó un 20%. Desde mayo, las acciones ya acumulan una suba del 50%, más del doble que la inflación. Pero todavía están, en términos reales, entre 30 y 50% por debajo de lo que valían antes de las PASO de 2019.
Aquella vez, la política tendió una trampa caza bobos que todavía tiene escaldados a los dueños del capital. Una encuesta del economista Luciano Cohan para la consultora Elypsis que daba ganador a Macri con el 38% y asignaba un 37% al binomio de los Fernández disparó un tsunami de compras de bonos y acciones el viernes previo a la elección, que potenció el lunes siguiente el desplome de los activos y la devaluación del peso ante el resultado contrario.
El yerro fue tan brutal que destacó incluso en la confusión general de los encuestadores: al final fue 47% a 32% a favor del Frente de Todos.
Esa historia terminó de cerrarse recién meses más tarde, cuando empezó la pandemia. Cohan, subsecretario de Programación Macroeconómica del Ministerio de Hacienda, ya había avisado aquel agosto que abandonaría la consultora fundada por Eduardo Levy Yeyati, asesor de varios ministerios durante el macrismo y hoy decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Di Tella.
El mismo día que se publicó la encuesta, Levy Yeyati intuyó una traición por cómo había impactado el sondeo en el mercado: si Cohan la pegaba, se llevaba la gloria a su nueva consultora, y si fallaba, la que quedaba manchada era Elypsis.
Al final ocurrió lo segundo. Pero la mancha fue tan grande que Cohan debió huir de Elypsis un mes antes de lo previsto y no se llevó ningún cliente. Y Levy Yeyati terminó por cerrar. Con la excusa del ASPO, echó a los cinco economistas que todavía colaboraban con él y rescindió el alquiler del PH en la calle Miñones que había ocupado durante años.
Te amo te odio dame más
La paradoja ahora es que, como quedó en suspenso la negociación con el Fondo, nadie tiene muy claro cómo impactará un eventual revés para el oficialismo sobre el precio de los activos. El raíd alcista de estas semanas no respondió a las encuestas que anticiparon ese resultado adverso (otra vez, de dudosa metodología) sino a la certeza de que el Gobierno firmará, de uno u otro modo, el pacto con el Fondo que le marcará la cancha en la segunda parte del mandato.
A esa paradoja se le suma el malentendido histórico entre el establishment y el kirchnerismo, que Cristina Fernández no consiguió y quizá nunca consiga obturar, por prejuicios mutuos muy enraizados. Un desencuentro que Máximo Kirchner y Wado de Pedro se propusieron superar aquella noche, ya en pandemia, en la que fueron a cenar a la casa del difunto Jorge Brito de la mano de Sergio Massa.
Una cena en la que también estuvieron el financista polirrubro Marcelo Mindlin y el contratista Hugo Dragonetti, hoy dos de los más activos entre los optimistas, aun cuando Mindlin le vendió Edenor a José Luis Manzano, Daniel Vila y Mauricio Filiberti.
La pregunta en esos círculos es una sola y no remite a 2019 sino a 2002. ¿Está para entrar? ¿Está para arrancar algo nuevo y aprovechar el rebote? Todo luce tan incierto que hay tantas respuestas como tomadores de decisiones. Y ahí entra a tallar el rechazo epidérmico del empresariado a Cristina, que parecía haberse disuelto en el Frente de Todos pero que los tropiezos albertistas de estos dos años reavivaron.
Uno de los puentes rotos es el de la Unión Industrial, donde Daniel Funes de Rioja empieza a sentirse entrampado por Techint, que lo aupó a la presidencia pero lo empujó a la vez a una guerra sin cuartel que no responde a lógicas de negocios sino estrictamente político-partidarias. A ese holding apuntó Axel Kicillof cuando dijo, el día de la industria, que "a veces los empresarios que uno ve en la televisión hablando de la situación económica, que dicen que representan a la industria nacional, no son empresarios ni nacionales".
A Funes de Rioja le preocupa que la institución pierda su razón de ser, porque cámaras sectoriales como la automotriz, la textil y la metalúrgica son recibidas cotidianamente por funcionarios de todos los niveles para gestiones puntuales que, a diferencia de las de la central fabril, fructifican rápido. Algunas empresas empiezan a replantearse si vale la pena pagar la cuota mensual de 200 mil pesos para sostenerla.
Sopa de letras
El interrogante también es válido porque el Presupuesto 2022 no augura un futuro inmediato venturoso. A las proyecciones que publicó en exclusiva esta columna la semana pasada y que serán ratificadas el martes, cuando se conozca el proyecto oficial (34% de inflación y dólar oficial a $135), esta semana se sumó la del crecimiento del PBI.
Según pudo confirmar BAE Negocios en las más altas fuentes del equipo económico, el texto prevé una mejora de apenas el 3,5%, menos de la mitad de lo que se recuperará este año y todavía sin conseguir volver al nivel de 2018. Algo también lógico si se da por hecho que habrá más ajuste de la mano del Fondo.
La proyección conservadora de Martín Guzmán, aun cuando está por encima de las expectativas del mercado (2,5%, según el REM del Banco Central), llama la atención por su contraste con lo que proyectan otros actores del Frente.
Sergio Massa les dijo a varios de los empresarios que lo frecuentan que el año que viene la economía va a crecer otro 9%, por encima del 8% que Guzmán prevé para 2021. "Incluso podríamos crecer 10%, pero me dejo un margen de un punto para las cagadas que podamos hacer nosotros", bromeó con uno de ellos.
El jefe de Diputados se muestra muy optimista y siempre cerca de Máximo Kirchner, con quien se cruzan chistes en público pero también en privado.
El "tajaí" que le dedicó anteayer risueño el hijo de la vicepresidenta tiene un antecedente inmediato: el mes pasado, después del acto en el estadio único de La Plata que compartieron casi los mismos protagonistas, Massa grabó un audio en un reducido grupo de Whatsapp que comparte con Axel Kicillof, De Pedro, Leopoldo Moreau, Carlos Bianco, "Rodra" Rodríguez y el propio Máximo.
Era el primer verso de la letra que entonaban los camporistas en 2014, después de la ruptura del Frente Renovador con el Frente para la Victoria: "No pasa nada / si todos los traidores se van con Massa / siempre te sigo / somos los soldados del Pingüino".
Massa, justamente, trajo de Washington los últimos avances con el Fondo. Pero, de vuelta, los plazos no están claros: Cristina no quiere hablar del tema hasta después del 14 de noviembre, el Congreso tiene que aprobar las negociaciones y la capital estadounidense se cierra por Navidad la tercera semana de diciembre.
¿Llegará a tiempo el pacto para evitar el segundo vencimiento de U$S 1.900 millones que opera ese mes? ¿Habrá pacto? Todo indica que sí, pero el plazo puede estirarse. Mientras siga abierta esa incógnita, hasta las expectativas módicas de Guzmán serán exageradas para los inversores. La mayoría insiste con que el miedo le seguirá ganando a la codicia.
Y sin embargo, ahí está la tentación. ¡Qué barato que está todo! Para el que tiene dólares, claro. Especialmente si se los compró a $45, antes de las últimas PASO.
Por Alejandro Bercovich
Fuente: BAE Negocios