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“Esta gloriosa Revolución Libertadora se hizo para que, en este bendito país, el hijo del barrendero muera barrendero”. Almirante Arturo Rial.
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Nacionales - 29-08-2021 / 09:08
JAVIER MILEI, EL TRABAJO Y EL MÉRITO

¿Quiénes son los libertarios?

¿Quiénes son los libertarios?
Uno de los dirigentes principales de este espacio en la Argentina, Javier Milei, ha construido un personaje público, caracterizado por su grosería y su desinhibición a la hora de hablar, además de su comportamiento iracundo. Esto último no es secundario ni anecdótico: el personaje busca encarnar en un tipo social que abunda más entre nosotros de lo que querríamos reconocer. El pequeño-burgués encolerizado es un personaje arquetípico en el capitalismo.
La derecha de la derecha se hace llamar como los "libertarios", una corriente que ha surgido (o resurgido) en los últimos años en numerosos países. Consideran sus adherentes que el mundo del clímax neoliberal que conquistó el mundo con la caída del régimen soviético y desmontó de modo radical las prácticas del estado de bienestar para suplantarlas por las más radicales "democracias de mercado" no es la consumación de la libertad.
 
Todavía hay estados, hospitales y escuelas públicas, policía estatal... ¡Hasta sindicatos hay! Es decir, la "libertad" del neoliberalismo todavía no es plena. Todavía funciona, aunque degradado y acechado, el mito del contrato social.
 
Uno de los dirigentes principales de este espacio en la Argentina, Javier Milei, ha construido un personaje público, caracterizado por su grosería y su desinhibición a la hora de hablar, además de su comportamiento iracundo.
 
Esto último no es secundario ni anecdótico: el personaje busca encarnar en un tipo social que abunda más entre nosotros de lo que querríamos reconocer. El pequeño-burgués encolerizado es un personaje arquetípico en el capitalismo; la literatura revolucionaria de principios del siglo pasado previno contra el infantilismo revolucionario.
 
Es decir, contra esa impaciencia que considera que siempre es un buen momento para una buena revolución. La novedad es que esa impaciencia -o una parte de ella- hoy ha cambiado de signo; es de derecha neoliberal.
 
Y la palabra clave es "libertad". La felicidad del individuo (la única que existe según su canon) es incompatible con el orden estatal y demanda achicar tanto como sea posible el espacio de lo público. Parecería ser -así lo fue siempre- el territorio exclusivo de las clases pudientes, de los que no necesitan el hospital público ni corren el riesgo de caer en la escuela pública, como lo formuló secamente Macri.
 
El sentido de la injusticia del orden político es trasladado desde su lugar histórico -la demanda de igualdad, el ejercicio de la solidaridad- hasta su nuevo sitio, el de la "meritocracia". Es decir, la demanda es que lo público no intervenga (o intervenga en la mínima medida posible en la trayectoria de las personas). Hoy está claro el público de esta plataforma política. Que convoca sectores juveniles. Que no se aloja exclusivamente entre los más ricos.
 

 
Hasta ahora no ha merecido mucho análisis el surgimiento de una alianza electoral "a la derecha de la derecha". Y el hecho de que en esta elección, la expectativa de votos que se le asigna en los sondeos propios alcanza para constituirse en una preocupación de la coalición de derecha que gobernó el país recientemente.
 
Ciertamente, "Cambiemos" no fue una derecha moderada. Su catastrófica experiencia en el gobierno no se debió, sin duda, a su "moderación" en la aplicación de un programa rigurosamente enmarcado en la lógica neoliberal: endeudamiento brutal y vertiginoso, crecimiento en flecha de la desocupación, cierre de empresas, debilitamiento de la industria, política exterior incondicionalmente asociada a Estados Unidos son, para nombrar las más destacadas y evidentes, señas características de los gobiernos neoliberales.
 
Así fue la política de Martínez de Hoz durante la dictadura cívico-militar, del menemismo y de la Alianza. Todas terminaron en situaciones gravemente críticas; también la de Macri.
 
 
Qué es la política para los libertarios
 
La ilustración más clara de este ideal libertario es la descarga neurótica que suele producirse en el individuo de clase media cuando habla de los beneficiarios de la solidaridad estatal. En ese punto exacto está el atractivo de este neoliberalismo ultra.
 
"Yo tengo que levantarme temprano todos los días y estos negros de m... ganan la misma plata que yo". Y el cuadro de la "cosmovisión" se cierra y completa con el juicio "contra la política". ¿Qué es para los "libertarios" la política? Es una industria o un comercio como cualquier otro. La mercadería que se transa son los votos.
 
Con los votos se consiguen cargos. Con los cargos es más fácil conseguir votos: por lo menos no hay que perder tiempo trabajando, alcanza con conseguir un lugar en alguna cámara del congreso o, algo más modesto, figurar en alguna plantilla estatal: vida próspera y segura sin necesidad de trabajar.
 
Muchos millones de dólares (muchísimos más en la imaginación antipolítica que en la realidad efectiva) se van desde la iniciativa individual creadora e inteligente para guarecerse en la política. Si a eso se le agrega el grave estado económico y social en el que "los políticos" dejaron siempre al país, la teodicea cierra de manera perfecta.
 
Francois Dubet, en su famoso texto "Por qué preferimos la desigualdad (aunque digamos lo contrario)" analiza el comportamiento de las clases medias urbanas desde una perspectiva muy original.
 
¿Por qué el conocimiento público de la extraordinaria concentración de riqueza en pocas manos no insubordina a los sectores medios contra esa oligarquía global? Es porque están muy lejos, son invisibles para el ciudadano común.
 
También podrían ser invisibles los pobres en la medida en que el capitalismo neoliberal los segrega en barrios populares y villas de emergencia. Pero no. Los pobres existen: son los mendigos, los sucios, los que amenazan la seguridad de los buenos, los que, llegado el caso, pueden matar "por un par de zapatillas".
 
Por eso, la vida suele pasar por la distinción. Por ser "diferentes" a ellos. Por el barrio en que vivimos, la escuela en la que estudiamos, nuestra cultura. Y, claro, por nuestra honradez. Porque trabajamos y no necesitamos de la política. Más bien necesitamos que los políticos nos dejen en paz.
 
Hasta ahora quienes nos adjudicamos la condición de democráticos, nacionales y populares, todo lo que hemos venido haciendo respecto de este discurso es la prédica de nuestro escándalo contra esa gente que no aprecia como nosotros el valor de la igualdad.
 
Sería interesante buscar la forma de establecer una conversación política respetuosa y empática (claro, hasta donde se pueda). No son argumentos vacíos los argumentos que esgrimen, aunque sean equivocados. El valor del trabajo y del mérito no son neoliberales.
 
Toda la infraestructura histórica de los partidos populares argentinos consiste en la defensa del valor del trabajo -"digno y bien remunerado", como se decía y se dice en los documentos sindicales y populares.
 
Y el mérito no es una mentira, las personas no somos iguales en el sentido de objetos intercambiables. El esfuerzo, la formación de capacidades y talentos individuales, el estudio, la investigación no constituyen egoísmo burgués. Son nuestra historia política.
 
Son de la tradición peronista, radical, de izquierda. Son de los padres de la mayoría de nosotros que supieron hacerse un lugar en el mundo a fuerza de trabajo (ayudados en muchos casos por el estado peronista).
 
La degradación del mundo del trabajo, el desempleo, la precarización, la caída del salario son parte de un plan criminal y colonialista siempre acompañado por la oligarquía local.
 
Cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia, su obsesión era que todos los días disminuyeran las prestaciones estatales por efecto de que nuevos hombres y mujeres conseguían empleo. Eran los tiempos de la crisis de la primera alianza. Y fue la segunda la que nos hizo retroceder en el empleo y en la producción y la que condenó al desempleo a masas de personas.
 
La solidaridad con las personas que sufren los efectos de las políticas neoliberales es una necesidad para un país que se pretenda digno. El estado la canaliza y la hace efectiva para evitar dolores mayores. Y también para preservar la paz social.
 
Dicho todo esto, en nuestro horizonte tiene que estar una sociedad de trabajadores y trabajadoras en las que los ingresos sociales a cargo del estado, apunten a cubrir necesidades del desarrollo individual y colectivo y no a asegurar -en el mejor de los casos- la alimentación básica.
 
Por Edgardo Mocca
 
Fuente: El Destape
 

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04-12-2025 / 08:12
Martillar el último clavo en el ataúd que encierra el cadáver del peronismo es una causa nacional que pronto cumplirá 80 años. Ahí, en 1946, radica la "cifra redonda", el año fundacional, tanto del peronismo como movimiento de masas como del antiperonismo como irrenunciable leit motiv de buena parte de la sociedad argentina. Y así venimos desde hace décadas, matando al peronismo, dándolo por finiquitado, y asistiendo a sus múltiples y polifacéticas resurrecciones.
 
Como un destino nacional inexorable; "el hecho maldito del país burgués" que definió John William Cooke. En ese itinerario pueden indentificarse 11 muertes del peronismo, 11 episodios que el antiperonismo festejó como un Mundial para, poco después, volver a empezar.
 
Pero, ¿qué sería del antiperonismo, buceando ya en profundidades ontológicas, si el peronismo realmente muriera? Si combatir al peronismo en todas sus formas -rechazarlo, denostarlo y condenarlo- es la razón de ser de tantos argentinos, ¿qué vendría después? ¿Qué verían al asomarse a ese abismo nietzscheano que nos habita y nos acecha cuando el monstruo de afuera ya no esté?
 
La flamante victoria de La Libertad Avanza generó todo tipo de conjeturas sobre el futuro de un peronismo enredado en la miseria de sus internas y carente de una propuesta alternativa, capaz de seducir a una ciudadanía desencantada. Lo llamativo es que este contexto crítico se replicó en varias ocasiones desde los años 50 a la fecha y generó los mismos efectos.
 
"Ahora sí, este es el fin del peronismo", es un título redactado en numerosas ocasiones, siempre listo y nunca definitivo. Será porque los intentos por "matar" al peronismo han adoptado distintas formas: la proscripción, la represión, la fragmentación interna, la debacle económica, la derrota electoral. Cada uno de esos embates reforzó, de una manera u otra, su condición de fenómeno político persistente.
 
Los siguientes 11 episodios -las 11 muertes- lo ejemplifican.
 
1) 26 de julio 1952. La que fallece es Eva Duarte, "Jefa Espiritual de la Nación" y estandarte del "primer peronismo", cuando el país -al decir de Félix Luna- era una fiesta. Después de Evita, ¿qué?, era la pregunta. Las pintadas celebratorias repartidas por Buenos Aires ("viva el cáncer") expresaban el anhelo de que esa muerte de carne y hueso fuera el simbólico inicio de otra muerte, la de Perón, la de su gobierno y la de todo lo que el peronismo representaba. Muchos lo creyeron así.
 
2) 16 de septiembre de 1955. Golpe de Estado. Revolución Libertadora (para los peronistas, la "fusiladora"). Es el comienzo de una gigantesca operación cultural: la desperonización de la Argentina. La proscripción del peronismo y el exilio de 18 años de su líder son la punta del iceberg. Se demuelen estatuas, se destruyen bustos, se queman cuadros, se borra todo vestigio de peronismo al punto de prohibir, por ley, que se lo nombre en público. Pero en lugar de matarlo, lo que lograron fue fortalecer la identidad, al punto de que el sólo hecho de ser peronista se convirtió en un acto de resistencia.
 

03-12-2025 / 10:12
No fue solo un giro diplomático: por primera vez desde el retorno de la democracia, Argentina votó en esta materia junto con EEUU e Israel, dos países cuestionados por graves violaciones a los derechos humanos y hasta genocidio, posicionándose, así como los tres únicos Estados en el mundo que se niegan a condenar el uso de la tortura.
 
El posicionamiento argentino desnuda la verdadera esencia del gobierno de Javier "el Loco" Milei, al cual la calificación de fascista no resulta exagerada, pues hubo incluso gobiernos de extrema derecha, que por vergüenza o compromiso, votaron afirmativamente condenando la tortura.
 
La resolución rechazada por Argentina fue promovida por el Comité contra la Tortura (CAT), órgano que días antes había publicado un informe crítico sobre la situación del país. Ese informe expresó su "profunda preocupación" por la persistencia de detenciones prolongadas en comisarías, prácticas policiales violentas, falta de controles judiciales efectivos y condiciones inhumanas en lugares de encierro.
 
El Comité recordó que los jueces y juezas penales son garantes últimos de la legalidad y dignidad de toda detención, y que el Estado argentino viola sus obligaciones cuando tolera celdas sin ventilación, superpobladas, sin colchones, sin agua potable, o cuando naturaliza golpizas, hostigamientos y traslados arbitrarios.
 
Nada de esto es nuevo: hace décadas que organismos de DDHH como el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) o la Comisión Provincial por la Memoria de la provincia de Buenos Aires, entre otros, advierten y condenan las prácticas sistemáticas que se dan en los contextos de encierro, que encuadran dentro de los "Tratos crueles, inhumanos o degradantes" tal como se define en el derecho internacional en materia de DDHH.
 
Sin embargo, lejos de reconocer la legitimidad de estas observaciones, el gobierno argentino reaccionó con un ataque político. El mismo día que se conoció el informe del CAT, se publicó en el sitio "Argentina.gob" la respuesta oficial, calificando al informe como "sesgado", bajo la acusación de haber omitido "graves abusos ocurridos durante el gobierno de Alberto Fernández".
 
Para el gobierno de Milei, el documento emitido por el CAT está "abiertamente influido por grupos militantes y organizaciones con marcada orientación kirchnerista" y "exhibe un sesgo ideológico incompatible con la imparcialidad que exige el sistema internacional de derechos humanos".
 
Resultaría gracioso, si no fuera tan trágico, que se etiquete de esa forma a un organismo técnico en el ámbito de las Naciones Unidas. Pero esa es la lógica del gobierno de La Libertad Avanza: quien denuncia abusos policiales o defiende garantías constitucionales es automáticamente sospechado de "zurdo" o "kuka".
 

03-12-2025 / 10:12
Karina "la Coimera" Milei sueña con que su hermano la elija como sucesora como hizo Néstor Kirchner con Cristina en 2007 en una maniobra que le permitió al kirchnerismo quedarse en el poder durante 12 años. "Hay que ir por la reelección de Javier Milei", aclaró en Mar del Plata, en el congreso libertario que encabezó frente a 300 personas, pese a que esperaban más de 700. Pero lo que no dijo es que ella se plantea como sucesora de su hermano, en el 2027 o en el siguiente turno electoral.
 
"Ella quiere que Milei la elija como sucesora, como hizo Néstor con Cristina", explicó un dirigente libertario al tanto de los planes de la hermana presidencial. En el mismo acto se difundió la creación de un "comité de disciplina" de La Libertad Avanza, que tendrá tolerancia cero a las individualidades. Entre los libertarios dijeron que el comité servirá como una suerte de Mazorca de Karina para tener a raya a todo el partido, en especial a los influencers como el Gordo Dan, el cabecilla de Las Fuerzas del Cielo que agrupa a los seguidores de Santiago Caputo.
 
Justamente el Gordo Dan ofició durante los primeros dos años de mandato de Milei como un guardián de la pureza libertaria y fue quien hizo echar a varios funcionarios que se corrieron de la línea. Karina quiere ser la única en detentar ese poder. Además, no quiere que los ministros, diputados y senadores vayan a la televisión sin su supervisión previa.
 
La visión policial de la política que despliega Karina ya es motivo de preocupación entre importantes dirigentes libertarios y llegó a impactar en el Congreso. "Patricia Bullrich le tiene terror a Karina", afirmó un importante dirigente libertario.
 
La hermana de Milei ahora tiene en mira el ministerio de Justicia como el próximo lugar para colonizar. Karina le pidió a Mariano Cúneo Libarona que se quedara en el ministerio luego de las elecciones pese a que ya había presentado una carta con su renuncia. El objetivo era darse un tiempo para definir su sucesor.
 
Ahora, Karina quiere que el puesto de Cúneo lo ocupe Santiago Viola. Viola es el apoderado de La Libertad Avanza y era su candidato para la secretaría Legal y Técnica antes de que Santiago Caputo acercara a María Ibarzábal Murphy, quien se ganó la confianza de Milei y es una pieza clave del gabinete. Pero los tiempos cambiaron y la obsesión de Karina por la Justicia creció desde el caso Libra y las coimas de la Andis, que la tienen en el centro de las investigaciones de la justicia federal.
 
Estos movimientos forman parte, según los libertarios, de un objetivo mayor para Karina, que es el de entrar a la fórmula presidencial en el futuro. Milei repite que su jefe es su hermana y por eso en el gobierno no descartan que Karina pida dar el salto en 2027.
 
La semana pasada, Karina se apersonó en el Senado para dar una demostración de poder en la Cámara en la que acaba de entrar Patricia Bullrich, otra de las figuras del gobierno con aspiraciones a entrar en la fórmula presidencial, pero que teme a la hermana de Milei.
 
Karina es la persona de este gobierno que tiene peor imagen, se la asocia a la corrupción. Su figura, cada vez más central dentro de la estructura de poder, es parte del debate sobre quién toma las decisiones en la gestión nacional. De hecho, las encuestas ya están evaluando la percepción sobre quién gobierna realmente: Javier Milei o su hermana, la secretaria general de la Presidencia.
 
La Opinión Popular
 

01-12-2025 / 09:12
En Diputados, con una impunidad ante la que vale detenerse, la legisladora macrista Marilú Quiroz organizó una jornada de seis horas contra "la obligatoriedad y compulsividad" de las vacunas, abarcando relacionarlas con el autismo. Vimos a un tipo que, a torso descubierto, se mostró imantado por efecto de la inoculación. En 2014 ya habían montado el mismo circo, en una actuación televisiva y con otro protagonista, y adjudicándoselo a otros factores. Los objetos metálicos "se le pegan al cuerpo", ratificaron esta vez tras varios intentos fallidos.
 
Lo más parecido a esto que se vio el jueves debe ser el conjunto de infradotados, vestidos de búfalo, que tomaron el Capitolio el 6 de enero de 2021. El acto, el de acá, fue autorizado por la presidencia de la Cámara de Diputados.
 
Al margen del espanto y las denuncias de toda autoridad científica, ya con siete niños muertos de sarampión y tos convulsa por no estar vacunados, se desconocen presentaciones judiciales o procederes de oficio. Hubo un delito. Un atentado contra la salud pública.
 
¿Hecho menor, por haberse tratado de un grupo de delirantes bien que ocupando parte del edificio parlamentario? ¿O símbolo gigantesco?
 
Basta recorrer por encima los temas dominantes de la agenda publicada para advertir el momento prácticamente bizarro de nuestra política. Es el accionar gubernamental, es la plancha desconcertante en que está sumida la oposición y son las consecuencias de ese estadio. ¿Será la calma o desviación temática que preceden a alguna tormenta o, acaso, un clima destinado a permanecer durante largo rato?
 
La guerra entre la AFA, el Gobierno y los medios oficialistas, operada desde el efectismo de un campeonato de escritorio y una formación de pasillo dando la espalda a los campeones, se lleva por varios cuerpos el conversatorio periodístico, digital y vaya a saberse si, también, masivo. Es de esos disparadores que invitan a la básica y poderosa pregunta de si no pasa nada más importante en el país.
 
Los títulos de casi toda la prensa ametrallan sin parar, incluso a través de "noticias" y variantes fragmentadas -sobre el mismo tópico- que se suceden una tras otra. Pocas veces se vio algo semejante, tan desembozado.
 
Hasta un imberbe percibiría que no destrozan a la AFA por sus desaguisados ni por arbitrajes escandalosos, que desde ya sobran. El centro indesmentible es privatizar la actividad futbolística hasta el extremo que sea posible, pero eso ni siquiera es mencionado de refilón por la militancia independiente de los bufones oficiales.
 
Desde el Presidente de la Nación hasta su ministra de Seguridad instalaron el asunto con rango de gravedad nacional. Se supone que una cosa es la pasión desenfrenada que el fútbol desata en Argentina. Y que otra, completamente distinta, es llevar el caso a una cuestión de Estado ligada a negociados formidables. Sólo se supone.
 

30-11-2025 / 12:11
La concentración de fachos en Plaza de Mayo para pedir por la libertad de los represores fue un fracaso. No fue nutrida ni contó con la asistencia de las caras más conocidas del reclamo pro-dictadura. Sus organizadores debieron levantar sus petates a las apuradas cuando un efectivo de la Policía Federal Argentina (PFA) se acercó para avisarles que estaba llegando la manifestación por Palestina, que los sextuplicaba en participantes.
 
El que recibió el mensaje fue Guillermo Sottovia, uno de los organizadores de la movida fallida, que dice ser piloto civil e hijo de un oficial de la Aeronáutica. A Sottovia no le quedó más remedio que agarrar el megáfono maltrecho que tenían e iniciar la retirada. -Nos tenemos que ir, no por cobardes, sino para demostrar que ellos son los violentos -dijo.
 
Hasta segundos antes, Sottovia había estado a los abrazos con Carlos Pampillón, el dirigente neonazi marplatense procesado por atacar un monumento a la Memoria, la Verdad y la Justicia. Pampillón palmeaba a algunos hombres con uniformes y los llamaba "héroes" mientras se abría paso por la Plaza de Mayo.
 
Asunción Benedit estaba contenta porque casi había más fotógrafos que concurrentes. Ella se había puesto un pañuelo negro en la cabeza como forma de identificarse: no solo en oposición a las Madres de Plaza de Mayo sino porque también dice estar de "luto" por los represores presos.
 
Según las estadísticas de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad (PCCH), hay 22 criminales de lesa humanidad presos en cárceles comunes y 63 en la Unidad 34 de Campo de Mayo, considerada una prisión VIP por sus comodidades.
 
Tanto Asunción como su hermano, el diputado nacional entrerriano Beltrán Benedit, suelen visitar a los condenados y procesados por secuestrar, torturar y desaparecer personas. Ella sostiene que no solo hay que pedirle al gobierno de Javier "el Loco" Milei por su libertad, sino también reivindicar su accionar represivo.
 
"La esperanza es lo último que se pierde", dijo la mujer que pululó por distintas organizaciones pro-dictadura. "De hecho podemos estar haciendo este reclamo. Si fuera con otro gobierno, ya estaríamos presos", concedió, aunque no esconde su desazón porque la administración de La Libertad Avanza (LLA) no hizo más para tener al genocida Alfredo Astiz y compañía fuera de las cárceles.
 
Conformaron un grupúsculo que se dio en llamar Unidos por la Sangre Derramada, pero, en realidad, lo que derramaron fueron peleas internas. Hasta hace diez días, Orlando González se presentaba como el coordinador general de la iniciativa. El tema se complicó cuando se contó quién era el personaje: un represor de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) condenado a prisión perpetua y que se encuentra en arresto domiciliario. Aficionado a la fotografía, el "Hormiga" González solía retratar a sus víctimas.
 
En Plaza San Martín se hicieron grandes actos para oponerse a las políticas de Memoria, Verdad y Justicia del kirchnerismo y para reclamar una amnistía general. Las concentraciones eran mucho más nutridas que las de este sábado en Plaza de Mayo. Pese a eso, con megáfono en mano, Sottovia afirmaba: "Tenemos poder ahora de cambiar la historia. Nunca se hizo un acto como éste". Patético.
 
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