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“Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores… y hacer que nuestros simpatizantes lo repitan en todo momento”. De Joseph Goebbels a Javier Milei
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Entre Ríos - 05-04-2021 / 10:04
PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL

Intendentes opositores no tienen en cuenta que la segunda ola acecha

Intendentes opositores no tienen en cuenta que la segunda ola acecha
Entre Ríos está en la agenda nacional por algunos hechos que indican mal manejo para afrontar la pandemia. En Crespo, gobernada el radical Darío Schneider, se realizó una muy polémica fiesta en el “Club de los Abuelos” para más de 500 personas, autorizada por el municipio. Las imágenes de la bailanta, poblada de adultos mayores, causó preocupación e indignación. En Santa Elena, el macrista Daniel Rossi, que llegó al gobierno de la mano de un partido vecinal, autorizó y estuvo presente en una fiesta para 3.000 personas en las cuales estuvieron ausentes todos los protocolos contra el coronavirus.
El test positivo de Alberto Fernández fue la rotunda confirmación de que, tras la Semana Santa, viene el verdadero vía crucis de la segunda ola de la pandemia, reinstalada como eje vertebral de la realidad. La esperanza de una normalidad con clases, producción y vida social decanta otra vez en la pesadilla de la suba de casos y la ocupación de camas con respirador como principal insumo.
 
El aumento de contagios de coronavirus en la provincia, llevará a anunciar nuevas medidas restrictivas que indefectiblemente serán polémicas, por el perjuicio económico que podrían ocasionar a sectores que aún no pudieron recuperarse del 2020. Es una decisión penosa y el gobernador Gustavo Bordet lo sabe. Por eso, en charlas reservadas con la Casa Rosada se habría planteado que haya un acompañamiento económico desde el Estado nacional para controlar los daños.
 
El IFE que contuvo a los desocupados, las ATP que sostuvieron los ingresos de los asalariados privados y los ATN que evitaron el año pasado la insolvencia de las provincias ya no estarían dentro de las posibilidades del Gobierno nacional. El incremento de la disponibilidad de vacunas y la ilusión de un aprendizaje colectivo son los únicos datos que alientan contra pronósticos de desastre inminente. 
 
Pero, Entre Ríos está en la agenda nacional por algunos hechos que indican mal manejo para afrontar la pandemia. En Crespo, gobernada por el intendente de Cambiemos, el radical Darío Schneider, se realizó una muy polémica fiesta en el "Club de los Abuelos" para más de 500 personas, autorizada por el municipio. Las imágenes de la bailanta, poblada de adultos mayores, causó preocupación e indignación. En 2020, Schneider fue el primero en salir contra la cuarentena. Y el intendente de Santa Elena, el macrista Daniel Rossi, que llegó al gobierno de la mano de un partido vecinal, autorizó y estuvo presente en una fiesta para 3.000 personas en las cuales estuvieron ausentes todos los protocolos contra el coronavirus.
 
Lo más grave de estos escandalosos episodios es que no se trataron de fiestas clandestinas, sino de eventos permitidos por las autoridades municipales. La falta total de control y la repercusión mediática que tiene la violación masiva de medidas para afrontar la peste generan mensajes confusos que contribuyen a la relajación social y complican la estrategia sanitaria ante la segunda ola que se avecina.
 
A la recurrente disyuntiva pandémica entre salud y economía se suma el posicionamiento talibán de la oposición ante los comicios, que enturbia aún más su relación con el Gobierno. Saben que más restricciones profundizarán el mal humor social de los entrerrianos, lo que tendrá un costo político en el año electoral y lo aprovecharán.
 
Por eso, el sector más gurka de la oposición, minoritario pero ruidoso, plantea que todo lo que hace el oficialismo, en la lucha contra el Covid, es irregular, sospechoso o delictivo. Convocaron al rechazo de todas las medidas de protección, despreciaron la Sputnik V denunciándola como un veneno y ahora hacen campaña poniendo en duda toda la metodología de vacunación. La grieta política tiene el poder atroz de banalizar hasta los temas más decisivos.
 
La Opinión Popular
 

Intendentes opositores no tienen en cuenta que la segunda ola acecha

Pulseada política siempre latente en el AMBA
 
Dos días después de que la ministra de Salud, Carla Vizzotti, reconociera en conferencia de prensa que el país empezaba a transitar una segunda ola de coronavirus, el propio presidente Alberto Fernández se contagió a pesar de estar vacunado con ambas dosis de la Sputnik V.
 
El contagio del presidente obligó a suspender la importante reunión presencial que iba a mantener con el jefe de Gobierno porteño. Era un encuentro referencial para el resto del país. Quedaron así en suspenso seguras limitaciones en varias actividades motivadas por el elevado número de casos que se registran tanto en CABA como en la provincia de Buenos Aires.
 
Se sabe que el gobernante porteño no comparte cualquier idea o iniciativa que conduzca a un cierre algo similar al del año pasado. En cambio, las limitaciones que se apliquen, por más leves que sean, le servirían al oficialismo para buscar acelerar la vacunación en virtud de la llegada al país de muchas más dosis de vacunas en los últimos días.
 
No tardaron en aparecer los epidemiólogos en pantuflas que pueblan las redes sociales para hablar de la supuesta inutilidad de la vacuna rusa Sputnik V, lo que obligó a los especialistas del mundo real a hacer las aclaraciones pertinentes.
 
Los médicos ya lo venían diciendo desde hace bastante tiempo pero el contagio presidencial obligó a repetirlo: ninguna de las vacunas ofrece inmunidad total sino que elevan la resistencia al contagio y, si aun así este se produjera, evitan que la enfermedad genere un cuadro severo.
 
La información suministrada por el Laboratorio Gamaleya indica que una de cada diez personas vacunadas con ambas dosis de la Sputnik se volverá a contagiar y no es raro que el Presidente esté dentro de ese 10% dada su intensa agenda de trabajo que incluye viajes y reuniones.
 

Intendentes opositores no tienen en cuenta que la segunda ola acecha 
 
Segunda ola con poco margen
 
Lamentablemente Alberto no es el único contagiado de coronavirus. Las cifras oficiales registran más de 10 mil casos diarios en todo el país y en las últimas 24 horas 83 personas fallecieron de Covid. La segunda ola no es una novedad nacional, ya azotó o está azotando a la mayoría de los demás países del mundo, incluso a los que avanzaron mucho más que Argentina en la vacunación.
 
La particularidad del caso argentino es que aquí el rebrote llega en un momento de extrema fragilidad económica y después de una extensa cuarentena que dejó agotados los ánimos de la sociedad, así como las arcas públicas.
 
Después del esfuerzo fiscal que significó costear la IFE, el ATP y el refuerzo en la asistencia social durante buena parte del año pasado, el Gobierno nacional ya no tiene margen para afrontar un nuevo "paquete coronavirus", mucho menos para disponer medidas de aislamiento social que afecten la recuperación de la economía que el año pasado se desplomó un 10%.
 
Países que enfrentaron la primera ola con cuarentenas más cortas, lo que en muchos casos provocó el colapso de sus sistemas de salud, hoy pueden "darse el lujo" de endurecer las medidas de distanciamiento social frente al nuevo ataque del virus.
 
En Argentina eso sería mucho más difícil, porque la gente ya no está dispuesta a cumplir con medidas de aislamiento social, en muchos casos ni siquiera respetan las normas más básicas de distanciamiento, sanitización y uso del barbijo. Y la economía tampoco lo soportaría sin sufrimiento.
 
El gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta se niega a tomar medidas de restricción de circulación frente al salto de casos de coronavirus, pero a la vez se prepara para recibir un aluvión de contagiados. En un instructivo interno, ordena a los hospitales públicos suspender todas las operaciones, los turnos y los estudios de laboratorio que no sean urgentes o por Covid.
 
En ese contexto, todas las fichas Gobierno nacional están puestas en el operativo de vacunación. Para acelerar su avance se dispuso postergar la aplicación de las segundas dosis y así cubrir a la mayor cantidad de gente posible con al menos una aplicación. La buena noticia en ese frente es que el suministro de vacunas ahora sí está fluyendo con mayor rapidez.
 

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Números que duelen
 
El optimismo que pudiera haber generado la recuperación de la actividad y de la recaudación impositiva en el país, chocó esta semana contra el índice más abrumador: el de pobreza. A pesar de la multimillonaria inversión del Estado nacional para asistir a la población durante la pandemia, los números muestran que la larga cuarentena, que vino agudizar la crisis económica que el país arrastra desde 2018, tuvo un efecto devastador.
 
En el segundo semestre del año pasado, el índice de pobreza que mide el Indec llegó a 42% y el de indigencia a 10,5%. Respecto a la segunda mitad de 2019, la pobreza aumentó 7 puntos porcentuales. Si se extrapola a todo el país ese índice -el Indec solo lo mide en 31 aglomerados urbanos- se puede estimar que a fines del año pasado había alrededor de 19,4 millones de argentinos debajo de la línea de pobreza, 3,2 millones más que el año anterior.
 
La pobreza es un problema endémico de la Argentina en los últimos 47 años. La pobreza estructural, con el peronismo, en 1974 era del 4% y fue la más baja de la historia contemporánea.
 
Los militares gorilas, con su política económica neoliberal, la triplicaron en tan sólo cuatro años y la llevaron al 12% en 1980. Luego aceleraron el desastre (guerra de Malvinas mediante) y entregaron el gobierno, en 1983, con una pobreza estructural del 26,3%.  A partir de allí no hubo retorno y el país nunca pudo perforar el piso del 25%, siempre según datos oficiales del Indec.
 
La pobreza coyuntural tuvo altas y bajas, con las tragedias conocidas con el neoliberalismo menemista del 88/91 y el neoliberalismo de radicales y protomacristas, en la Alianza delarruista del 2001, en que llegamos al 65 y al 75% de argentinos pobres, respectivamente.
 
El gobierno de Néstor Kirchner bajó la pobreza a menos del 30% y esta, durante los gobiernos peronistas de Néstor y Cristina, osciló entre el 25 y el 30%. Lo dramático es que en los últimos tiempos, con el neoliberalismo macrista, se pasó a una pobreza estructural del 27% al 35%.
 
Con la llegada de la pandemia, que vino agudizar la crisis económica que el país arrastra desde 2018, la cifra se acrecentó hasta el 42% actual con un efecto devastador. Pero lo que es evidente es que con el neoliberalismo la pobreza aumentó drásticamente, y con el peronismo bajó.
 
Los procesos de baja de la pobreza coinciden con un incremento del PBI, asociado a una suba del empleo privado. Mientras que en los períodos de rápido crecimiento de la pobreza siempre aparece el mismo enemigo: la inflación.
 

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Tranquilidad e incertidumbre
 
La economía enfrenta un panorama de relativa calma, con datos alentadores como el record de liquidación de divisas de exportación alcanzado en marzo, nada menos que 2.700 millones de dólares, la cifra más alta para ese mes en los últimos 18 años.
 
Además el viernes próximo comenzará la cumbre entre el Banco Mundial y el FMI durante la cual se definirá la fecha de entrega de los fondos correspondientes a los derechos especiales de giro (DEG), de los cuales a Argentina le corresponderían poco más de 4.300 millones de dólares, de acuerdo a su participación accionaria en el Fondo.
 
El ministro de Economía, Martín Guzmán, indicó que esos recursos se destinarían a engrosar las reservas líquidas del Central que de esa manera podría llegar al segundo semestre en alrededor de 10.000 millones de la divisa yanqui.
 
El aspecto negativo sigue siendo la inflación. Aun con el dólar aferrado al cepo, los múltiples acuerdos con los formadores de precios y los millonarios subsidios destinados a planchar tarifas, el primer trimestre cerrará en torno a los 12 puntos de inflación. Mucho para un Gobierno que se había propuesto mantenerla por debajo de los 30 puntos este año y demasiado para los enflaquecidos salarios.
 
El componente de incertidumbre lo aporta el riesgo de que la segunda ola del coronavirus obligue a retroceder en las medidas preventivas de distanciamiento social, lo que sería un duro golpe a la actividad económica, y la postergada negociación con el FMI para "reperfilar" los vencimientos impagables que dejó el crédito electoral que el organismo multilateral le dio a Macri para que pudiera ser reelegido.
 

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No olvidar el tema electoral
 
Otro asunto en el que el Covid-19 tiene fuerte incidencia es el referido a las elecciones de este año. Al menos es el argumento que esgrime el oficialismo a nivel nacional. La intención del Frente de Todos es postergar un mes tanto las primarias abiertas (PASO) como las generales. Setiembre y noviembre en vez de agosto y octubre.
 
La reunión del martes en el Ministerio del Interior, en la que participaron los macristas Cristian Ritondo y Jorge Macri, parece haberle dado solidez a la iniciativa. Hubo sorpresa y algún enojo en Juntos por el Cambio porque sus respectivos presidentes, entre ellos Bullrich y Cornejo, se enteraron por los medios del cónclave.
 
Muchos dan por descontado el acuerdo para la postergación electoral, pero lo correcto es que esa decisión la tome el Congreso. Y la mesa de conducción de Juntos por el Cambio (Pro, UCR y Coalición Cívica) también debería expresarse previamente para dar respaldo a sus legisladores.
 
Puede favorecer al peronismo una postergación para especular con un acomodamiento de la economía de aquí a setiembre. Los recientes datos sobre la pobreza no lo ayudan políticamente, pero hay una fuerte apuesta a la recuperación económica y a una baja inflacionaria, además del estímulo que para los sectores más necesitados sigue teniendo la ayuda social.

 
El 38% de los encuestados por el Centro de Opinión Pública (COPUB) de la Universidad de Belgrano considera que el Frente de Todos será el ganador de las próximas elecciones legislativas. En tanto, el 31% opina que Cambiemos se llevará el triunfo. El resto o bien opta por otros partidos opositores o no responde sobre el particular.

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Nuevo avance del coronavirus en la provincia
 
El nuevo avance del coronavirus, con su preocupante rebrote actual, tiende a generar un escenario de alarma, en el gobierno de Gustavo Bordet, muy parecido al del año anterior para esta misma época.
 
Si bien desde fines de marzo de 2020 la exigencia de una cuarentena estricta tenía como finalidad darle tiempo al sistema de salud para poder equipar mejor las terapias intensivas, principalmente, en esta oportunidad el nivel de preocupación entre las autoridades provinciales también es alto por la seria amenaza que significa la segunda ola de Covid-19, que comienza a hacerse sentir en el país y se superpone con la hasta ahora lenta vacunación.
 
Después del fin de semana largo, seguramente se irán viendo los resultados a través de los números de contagios, que ya vienen en ascenso en el país y la provincia desde hace varios días. Bordet probablemente tenga una idea más firme del escenario provincial después de la comunicación que tiene prevista con los principales intendentes.
 
Como ya se sabe, hay bastante consenso entre los jefes comunales para aplicar restricciones en la actividad nocturna, pero también en algunas prácticas puntuales y en las reuniones sociales. Un criterio unificador sería lo más razonable para que en toda la provincia se sepa cuáles son los horarios en los que la circulación se restringe y qué actividades deberán mermar.
 
Habrá que renovar precauciones. Se piensa en un parate de ciertas actividades durante dos meses, con posibilidad de que sea menos si la curva de contagios acompaña. No se evalúa cerrar las aulas: el gobierno tomó debida nota del impacto negativo que eso generó el año pasado y continuará con el sistema de burbujas. ¿Cuenta con el apoyo de la mayoría de los gremios docentes para eso? Se verá.
 
Luego de las medidas que restringieron el horario de circulación, podría avanzarse ahora en el cierre de actividades recreativas, gastronómicas, artísticas y de ocio. Sólo se mantendrían las actividades industriales, productivas, de construcción y de rubros que hacen al funcionamiento de la maquinaria económica agro exportadora. Una suerte de regreso a la Fase 3, pero más light.
 
Lo más probable es que las casi seguras restricciones no afecten a la industria y el comercio en general. Se mantiene la idea del Gobernador de no ir hacia un cierre importante de actividades, pese a lo cual hasta ayer en la Casa Gris nadie arriesgaba algún pronóstico.
 

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Comicios provinciales
 
Este tema no pasa inadvertido para la gestión de Bordet. Es el Gobernador el que debe decidir si mantiene el calendario que fija la legislación electoral provincial o si unifica las legislativas provinciales con las nacionales. Dejó trascender que acataría la decisión que tome Frente de Todos a nivel nacional.
 
En el contexto de segunda ola en que transcurrirá el calendario electoral, que aún no está definido pero ya domina por entero la realidad política, el Covid promete acompañar de principio a fin los ocho meses que coinciden con el tiempo que falta hasta las elecciones legislativas, que el peronismo planea en septiembre (PASO) y noviembre (Generales).
 
Justo en el momento en que la clase política se entrega por entero al frenesí del armado electoral, las listas y la rosca, la realidad no ofrece elección: todo indica que la distancia entre las preocupaciones ciudadanas y las inquietudes de la clase política alcanzará dimensiones inéditas en los próximos meses.
 
Con el manejo de la pandemia como principal elemento de la campaña, la evidente decisión de mantener la proximidad política con el Gobierno nacional y en simultáneo conservar la mejor relación institucional posible pasa, de ser un objetivo, a un imperativo para Bordet: una crisis sanitaria como la que se teme no deja lugar para otra cosa. Tampoco lo permite la realidad de las cuentas provinciales, y en la Casa Gris consideran que los entrerrianos no lo admitirían.
 
Cómo resolverá la oposición todas esas indefiniciones en el marco de una campaña devorada por la pandemia es otra incógnita. La grieta tiene el poder atroz de banalizar hasta los temas más decisivos, y en la primera ola esto incluyó a las cuestiones claves: el distanciamiento, las vacunas, los muertos y la vacunación.
 
Cómo convencerán la Nación y la Provincia a la hora de tomar las medidas sanitarias que inexorablemente deberán aplicar sobre una población que deslegitimó los discursos sanitarios es un verdadero misterio. En medio de una campaña electoral, esto será determinante para el manejo de la pandemia. Y para el resultado de las elecciones.
 
Pero mientras los meses electorales llegan, Bordet tiene, con la nueva ola de pandemia, renovados motivos para estar muy activo con lo que le consumió la mayor parte del tiempo de gestión el año pasado y lo que más rédito político le dejó. No es poco.
 
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Denunciaron una fiesta oficial, sin barbijos ni protocolos, realizada por el municipio macrista de Gualeguay. El evento duró tres días, con cierres musicales en cada jornada. El sábado hubo una banda de comparsa. Estaba desbordado de gente, nadie tenía barbijos y todos amontonados.
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Gustavo Bordet pidió evitar la realización de fiestas que son completamente innecesarias. “Se está conversando con intendentes para evitar que se puedan generar aglomeraciones, fiestas y eventos que hagan peligrar la situación sanitaria”, afirmó el gobernador e insistió en que se debe reducir la circulación innecesaria de personas para evitar contagios de covid.
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