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Sociedad e Interés General - 22-02-2021 / 17:02

Crisólogo Larralde: Siempre radical, defendiendo sus ideas con coraje civil y talento político, más acostumbrado a las derrotas que a las victorias

Crisólogo Larralde: Siempre radical, defendiendo sus ideas con coraje civil y talento político, más acostumbrado a las derrotas que a las victorias
Crisólogo Larralde.
 
Crisólogo Larralde nació en Quilmes en enero de 1901. Padre obrero, madre empleada doméstica. Quilmes entonces era un barrio apacible, con sus mansiones y residencias a la orilla del río, con sus arboledas y sus chicos jugando en las calles, pero también con sus barrios obreros, sus casuchas miserables, sus inquilinatos humillantes.
 
Larralde se crió en el ambiente de los pobres y allí aprendió el abecedario de los luchadores. Hijo de inmigrantes vascos e italianos, conoció de chico la cultura del trabajo y la afición por los libros. También aprendió, en ese ambiente proletario, de la dignidad de los trabajadores, del valor de un sindicato, de una biblioteca, de una sala de teatro, de una imprenta donde publicar ideas y proclamas.
 
Se afilió a la UCR a los 18 años y hasta su último día fue radical, yrigoyenista y defensor insobornable de los desposeídos. Nunca dejó de ser en el fondo un anarquista defensor a ultranza de la libertad y de los derechos de los ciudadanos.
 
Larralde fue candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires en las míticas elecciones del 5 de abril de 1931, cuando los conservadores convocaron a un comicio experimental con la certeza de que la UCR estaba reducida a su mínima expresión. Los radicales asistieron con la fórmula Pueyrredón-Guido y ganaron de punta a punta. A los conservadores entonces no se les ocurrió nada mejor que anular esos comicios.
 
Durante los años de la denominada década infame, Larralde sufrió cesantías (trabajó entre 1920 y 1930 en la cancillería) persecuciones y calabozos; también alguna que otra garroteada de la famosa policía brava del régimen. En 1940 fue electo senador provincial junto con Balbín. Ambos renunciaron a los cargos debido al escandaloso fraude perpetrado por el gobierno.
 
Junto con Alende, Lebensohn Balbín organizan la corriente interna renovadora en provincia de Buenos Aires con el objetivo de derrotar al unionismo radical. En 1945 fue uno de los firmantes de la célebre Declaración de Avellaneda. Como muchos radicales de su generación no estuvo de acuerdo con la Unión Democrática, aunque eso no le impidió ser candidato a vicegobernador por su partido. También, a diferencia de otros correligionarios, tuvo su propia interpretación del 17 de octubre de 1945.
 
Larralde fue presidente de su partido, candidato a vicepresidente en 1954, a gobernador y vice de su provincia en varias ocasiones y uno de los artífices del artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Murió en su ley, en un acto de campaña, rodeado de trabajadores y correligionarios, predicando en una tribuna sus verdades. Fue el 23 de febrero de 1962, en un acto proselitista celebrado en la localidad bonaerense de Berisso.

 
Larralde, a diferencia de otros correligionarios, tuvo su propia interpretación del 17 de octubre de 1945. Para Larralde esa manifestación no era un aluvión zoológico o bandas de desclasados y lúmpenes manipulados por un militar demagogo.
 
Escribió entonces "...el ciudadano que escribe este artículo, hijo de una inmigrante que trabajó como sirvienta y de un obrero que perdió hace ocho años su vida mientras conducía un carro, declara que en esa multitud que desfiló el 17 de octubre encontró a gente del pueblo. El autor de este artículo se encontró a sí mismo en los niños de zapatillas rotas y mal vestidos. Él también conoció, con sus cinco hermanos, el hacinamiento de una sola habitación y la promiscuidad del inquilinato. El 17 de octubre salió el pueblo a la calle y produjo un acto de adhesión al coronel Perón, creyó que las llamadas conquistas sociales corrían peligro de desaparecer y afirmó su derecho a mantenerlas vivando al coronel Perón".


Su compresión del 17 de octubre no le impidió ser un duro e intransigente opositor al peronismo en el poder. Siempre le reprochó a Perón no ser coherente en sus objetivos de justicia social y siempre repudió sus objetivos dictatoriales y fascistizantes.
 
Consultado sobre el tema, alguna vez declaró: "El marxismo dijo: la libertad es un prejuicio burgués; el fascismo sostuvo que la libertad es un cadáver putrefacto en el Estado; el peronismo dice: la libertad no sirve para comer... nosotros decimos que la libertad es lo único que sirve...".
 
Siempre radical, siempre defendiendo sus ideas con coraje civil y talento político, siempre leal a sus ideas, más acostumbrado a las derrotas que a las victorias. Cuando murió tenia sesenta años; comenzó a desaparecer un perfil de dirigente político, de líder radical, en una Argentina que también empezaba a cambiar para bien y para mal.
 
El gobierno de Frondizi había convocado a elecciones para el 18 de marzo de 1962 y Larralde era el candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires.
 
Se sabe que amigos y familiares le advirtieron sobre los riesgos de una candidatura para un hombre cuya salud dejaba mucho que desear. Todo en vano. A Crisólogo esos detalles menores no lo iban a detener. Político a tiempo completo, radical apasionado, no iba a renunciar a representar a su partido en una campaña electoral que se anunciaba reñida.
 
Antes de llegar a Berisso, Larralde estuvo en La Plata y desde allí marcharon en caravana hacia esa localidad cuyo nombre evocaba movilizaciones y luchas obreras. El palco se levantó en las esquinas de calle Montevideo y Guayaquil, palcos levantados entonces por militantes de boina blanca, palcos donde los dirigentes radicales hablaban a una multitud que asistía fascinada y con la convicción laica de un acto religioso, palcos donde la política vibraba en el aire en un tiempo en el que la televisión recién estaba dando sus primeros pasos.
 
Larralde subió a la tribuna alrededor de las diez y media de la noche. Comenzó a hablar y un silencio hondo, profundo, lo acompañó desde la primera frase; él siempre despertaba la atención del auditorio. Suponemos que hoy esos discursos nos sonarán algo retóricos, pero en aquellos años un político, y en este caso un político radical, era un hombre que hablaba al corazón y la inteligencia; el público se entusiasmaba escuchando ideas políticas y palabras emotivas referidas a esas aguerridas tradiciones radicales, tradiciones de luchas, de comicios entreverados, de defensa a veces con una pistola en la mano de las urnas amenazadas por los fraudulentos de turno, y de amistades y rivalidades forjadas en esas intensas patriadas radicales.
 
Quince minutos duró el último discurso de Larralde. El infarto lo derribó sin contemplaciones. Murió en su ley, repito, rodeado de sus correligionarios, trabajadores en su gran mayoría, en una campaña electoral de hacha y tiza, rodeado de las banderas y símbolos radicales. Su amigo y correligionario, Ricardo Balbín, lo despidió en el cementerio de Avellaneda. "Él sabía que se iba...", dijo el Chino, recordando el momento en que antes de hablar, le dejó a su hijo algunos papeles que tenía en el bolsillo.
 
Larralde escribía, siempre lo hizo. Escribía poemas y manifiestos políticos. Durante años publicó sus notas en el periódico anarquista "Libertad", de Avellaneda. Los anarquistas. Siempre mantuvo relaciones con ellos. Esa relación con el pensamiento ácrata se inició en su infancia, porque su padre era anarquista, trabajador y libertario.
 
Entre los papeles que Crisólogo dejó a su hijo, había borroneados algunos poemas. Este es el fragmento de uno de ellos: "Andar sin trabas, ser libre, combatir para los otros. La vida, la hermosa vida, sólo se realiza cuando la vamos dando paulatina, totalmente, por la vida del hombre ignorado, por el hermano que nos desconoce. Y entonces por creer, por querer impenitentes, incurables utopistas, ya no somos viejos, ni nos invade el polvo, ni el corazón afloja, simplemente nos gastamos como las piedras que ruedan mucho y siguen siendo piedras con vetas de luz y dureza de juventud".
 
Por Rogelio Alaniz
 
Fuente: ellitoral.com

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17-10-2025 / 18:10
17-10-2025 / 18:10
17-10-2025 / 09:10
El coronel Juan Perón estaba preso. Nada se oponía a la restauración oligárquica y al retorno a la fraudulenta y corrupta Década Infame, interrumpida por la irrupción de la Revolución de Junio de 1943. Pero en ese momento la clase obrera se movilizó y desde ese instante se convertiría en un actor determinante del proceso político nacional.
 
Nadie la conocía aun. Carecía de antecedentes. Venía de abajo, del subsuelo de la Patria, y su marcha fue irresistible. Si había demorado en aparecer, lo cierto es que nadie pudo, desde entonces, olvidarlo jamás.
 
En la madrugada del 17 de octubre de 1945 comenzó una movilización de la clase trabajadora en los barrios populares del oeste de Capital Federal así como de las zonas industriales de sus alrededores.
 
Los obreros no ingresaban a trabajar en las fábricas y talleres e iban recorriendo los establecimientos vecinos, incitando a abandonarlos a quienes se encontraban en ellos, para luego marchar coreando consignas en favor de Juan Perón, por las calles principales hacia el centro de la Capital Federal.
 
Aquel 17 de octubre los trabajadores dejaron sus herramientas, apagaron las máquinas de sus talleres y fabricas, se subieron al tranvía o al ómnibus y se fueron a la Plaza de Mayo. Estaban dispuestos a dar la vida por Perón. Un nuevo ciclo histórico se iniciaba en la Argentina.
 
El 17 de octubre de 1945 marcó un antes y un después en la historia de nuestro país: más de un millón de trabajadores, coparon la Plaza de Mayo para exigir la liberación del que ya entonces consideraban su líder: el coronel Perón, quien desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, había instrumentado numerosas medidas que favorecieron a los obreros, sentando las bases de la movilidad social ascendente y permitiéndoles integrarse a un país que, hasta entonces, no los reconocía.
 
Setenta y ocho años después, recordamos aquella expresión de lealtad mutua: de los trabajadores hacia su líder, pero también de Perón hacia ellos, al visibilizarlos y, una vez en el poder, haber seguido defendiendo sus derechos. Sin arriar nunca las banderas del trabajo, la dignidad y la justicia social.

 
Escribe Blas García  

17-10-2025 / 09:10
El 17 de Octubre de 1945, Juan Perón fue rescatado de la cárcel por la masiva movilización de la clase trabajadora, exponiendo así la falencia del anciano régimen oligárquico antinacional -rapaz y parasitario- y la caducidad de los viejos partidos políticos seudo democráticos, sobrepasados por el proletariado, que de ahora en más, podía obtener reivindicaciones que ya no se pedían, se reclamaban, porque ya no se confiaba en la buena voluntad de los sectores dominantes sino en la propia fuerza de los trabajadores.

Ese día resurge la Argentina profunda, el subsuelo de la Patria sublevado, y reaparece para continuar escribiendo la historia de las masas populares, una secuencia que va desde las lanzas primero -con las montoneras federales del interior-, el voto después -con el radicalismo yrigoyenista- y por último los sindicatos obreros -con el peronismo-. Tres momentos en los que el Pueblo lucha para realizarse con el federalismo, la soberanía política y la democracia social.

Como consecuencia de la actuación revolucionaria de las masas populares el 17 de octubre de 1945, el justicialismo llega al poder y produce transformaciones en todos los ámbitos de la realidad del país. La Revolución Nacional, de Eva y Juan Perón, rompió con el modelo semicolonial dependiente, logrando la independencia económica, la justicia social y permitiendo importantes conquistas a los sectores populares. Una Nueva Argentina con el Pueblo de protagonista.

La terrible reacción gorila de la vieja Argentina oligárquica y autoritaria, en el golpe de septiembre de 1955, dan la medida de la trascendencia revolucionaria del peronismo. Cómo los movimientos nacionales antecesores: el federalismo de Rosas y el radicalismo de Yrigoyen; solo se alcanzaron conquistas transitorias y fueron derrotados por la estructura de la injusticia y la dependencia. Revolución y contrarrevolución.

A partir de 1955, la exclusión política del peronismo produjo un proceso de Resistencia que ampliaría su perfil. Aglutinó, representó y canalizó a todas las rebeldías y críticas contra el sistema económico, social y político, crecientemente ineficaz y en el cual era el único actor apartado. En esta lucha, el peronismo constituyó el agrupamiento de las fuerzas populares y proletarias, mientras que el régimen militar se identificaba con los intereses de la oligarquía, la burguesía entreguista y los partidos liberales.

Todos estos esfuerzos son partes de un mismo combate, en la que todavía no se han alcanzado triunfos definitivos. Corsi e ricorsi, la Patria aparece como un proyecto inacabado que debemos realizarlo plenamente hoy cuando el capitalismo globalizado pretende desembarazarse de las limitaciones que, a lo largo del siglo XX, le impusieran los Estados Nacionales y los movimientos sociales encabezados por la clase trabajadora, para aplicar sus políticas neoliberales de injusticia social.

Las medidas económicas impulsadas por Javier Milei y Luis Caputo están inspiradas en el más crudo neoliberalismo, que fue iniciado durante la Revolución Fusiladora, continuadas por la dictadura de Jorge Rafael Videla y por los votos en los gobiernos de Carlos MenemFernando de la Rua, Mauricio Macri y Javier Milei. Este tipo de recetas conservadoras y reaccionarias, que aumentan la injusticia quitando derechos sociales y agrandan la dependencia con el fuerte endeudamiento, siempre fracasaron, provocando resistencias populares y revueltas sociales. 


Por eso, como integrantes del Movimiento Nacional y Popular que cambió la historia política argentina, volvemos a levantar, como en 1945, el cuestionamiento del sistema neoliberal económico y social injusto y la necesidad de dar la pelea para cambiarlo. Con el peronismo, seremos una Nación independiente, y si nos sacamos la dependencia del capital financiero y del FMI volveremos al desarrollo económico. Caso contrario, podría retornar el neoliberalismo apátrida y seguiremos hundiéndonos aun más en la pobreza y la dependencia. 
La cuestión sigue siendo la misma, patria o colonia. El legado de la lucha continúa, hoy contra una de las formas mas crueles, brutales y salvajes de capitalismo, la de Javier Milei.


 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista 
 Escribe: Blas García 

 

15-10-2025 / 19:10
Juan Perón había surgido a la vida política dos años antes, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, y había dignificado al obrero otorgando derechos vulnerados desde siempre. Unidos en el odio a Perón y defendiendo sus intereses, el frente oligárquico logra aislarlo, despojarlo de todos su cargos forzando su renuncia y recluirlo en la isla de Martín García. Parecía que una vez más en nuestra historia, los que más tenían, los que hacían las  leyes, los que vivían del trabajo ajeno, imponían su voluntad omnipotente.
 
Pero los trabajadores argentinos reaccionan y en la mañana del lunes 16 de octubre de 1945, los dirigentes de la CGT se entrevistan con presidente Edelmiro J. Farrell, al cual le trasmite su preocupación por la situación del coronel Perón, así como que algunos gremios han empezado a salir a la calle reclamando por su libertad. También le expresan la preocupación reinante en la clase trabajadora ante las versiones de los diarios acerca del nuevo gabinete que estaría integrado por hombres de la oligarquía y del conservadorismo.
 
Por su parte, la Unión Obrera Local- expresión sindical del Partido Comunista-sostiene que "desautoriza las versiones a favor de una huelga inminente lanzadas por un grupo afecto al gobierno desplazado y por elementos nazis que pretenden obstruir el camino de las elecciones libres".
 
A su vez, el Partido Socialista denuncia "la maniobra encaminada a confundir la opinión de los trabajadores y crear factores de perturbación y anarquía...tentativa de los dirigentes entregados a la dictadura implantada por el ex secretario de Trabajo y Previsión".
 
Los partidos de "izquierda" de la oligarquía, más que confundidos, no saben de donde sale esa "chusma" peroniana, como la denominan despectivamente, que nada tiene que ver con el modelo de obrero de sus libros y manuales, pulcro y atildado, con el que están acostumbrados a tratar.
 
A la tarde se conoce la decisión de la Central Obrera: por 16 votos contra 11, "la CGT, en defensa de las conquistas obtenidas y las por obtener y considerando que éstas se hallan en peligro ante la toma del poder por las fuerzas del capital y la oligarquía, declara un Paro General en todo el país por el término de 24 horas, que se hará efectivo el día jueves 18 de octubre, a partir de la cero hora".
 
Comienza así, el devenir histórico por el cual los trabajadores argentinos se introducen por primera vez y para siempre en la escena política nacional, para terminar con la semicolonia pastoril y construir una nación moderna e independiente, y lo hacen con un movimiento popular que tiene como eje al proletariado. En nuestro país nada volvería a ser igual.
 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista 
Escribe Blas García 

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