La Opinión Popular
                  11:42  |  Jueves 25 de Abril de 2013  |  Entre Ríos
El clima en Paraná
Groucho Marx dijo: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". En ese punto, Javier Milei es marxista.
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Entre Ríos - 28-09-2020 / 11:09
PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL

Caída de la actividad económica en Paraná

Caída de la actividad económica en Paraná
Los datos de la realidad, los testimonios de los empresarios y la opinión de los funcionarios coinciden en señalar que Paraná viene sufriendo una caída en la actividad económica, en un proceso que se inició hace dos años y que ahora está causando daño en los sectores comerciales y productivos. Foto: Blas García para La Opinión Popular
Los datos de la realidad, los testimonios de los empresarios y la opinión de los funcionarios coinciden en señalar que Paraná viene sufriendo una caída en la actividad económica, en un proceso que se inició hace dos años y que ahora está causando daño en los sectores comerciales y productivos.
 
El declive macrista se acentuó en 2020 con la llegada de la pandemia y las medidas de aislamiento, que frenaron en forma abrupta la ya golpeada economía local. Durante el segundo trimestre de este año la actividad disminuyó un 30% respecto al mismo periodo del año anterior. La caída acumulada de la economía desde el segundo trimestre de 2018 hasta abril-junio 2020, es de un 25%, un cuarto del producto bruto.
 
Las ramas con mayor nivel de caída son la actividad inmobiliaria, hotelería, restaurantes y servicio doméstico. Las escrituras de compraventa cayeron 90% interanual en el segundo trimestre; en tanto que hotelería, bares y restaurantes un 70%.
 
Por sus características, Paraná encuentra un soporte durante las crisis en su administración pública, educación y salud pública, que permiten mantener la demanda agregada. Sin embargo, en esta ocasión el soporte no ha funcionado porque la pandemia llevó a la necesidad de restringir la oferta (industria y negocios cerrados, restricciones para circular) lo que explica las caídas en los sectores industriales, comerciales, de construcción y transporte.
 
Representantes de distintos sectores empresarios del sector inmobiliario, construcción, comercio, aludieron a los distintos factores que precipitaron la crisis. Entre otros mencionaron la extensa cuarentena de seis meses que paralizó obras y que es un verdadero golpe para muchos emprendimientos; y a la crisis general que obligó al cierre de muchos comercios y que pone al resto contra las cuerdas.
 
Uno de los rubros más afectado es el inmobiliario, con una caía del 90% en las compraventas de propiedades. Durante parte de la cuarentena, el Registro de la Propiedad se encontraba cerrado, razón que explica parte de este valor. Sin embargo, no hay que olvidar el elevado valor en dólares de las propiedades, el nulo acceso al crédito para vivienda y la merma de la actividad comercial y de ingresos de la ciudad como factores explicativos adicionales.
 
Asimismo, otros sectores también sufrieron un impacto devastador en su actividad y son los ligados a la vida social, como hotelería y restaurantes (-70%) y servicios comunitarios y domésticos (-60%). Asimismo, un sector muy ligado al inmobiliario, la construcción también debió frenar la actividad durante el segundo trimestre del año, y experimentó una caída de 60%.
 
Los problemas que plantea esta recesión son de enorme magnitud y el empresariado puede dar fe de ello. Comercios, industrias y servicios luchan por sobrevivir y proyectarse hacia un futuro mejor. Está claro que hacen falta medidas crediticias, impositivas y de otro tipo de estímulos que debieran promoverse cuanto antes.
 
No se trata de propiciar programas declarativos, sino muy concretos y surgidos de acuerdos de reactivación. Es de esperar que el Estado asista a tantos pequeños y medianos empresarios que, optimizando su gestión, podrán resurgir y darle nuevamente plenitud a la actividad económica de Paraná.
 
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Caída de la actividad económica en Paraná
 
Agotamiento por larga cuarentena
 
Después de haber acompañado en forma masiva las decisiones del gobierno de Alberto Fernández resulta evidente el agotamiento de una larga cuarentena que prácticamente ya no se respeta. Es el cansancio por un lado y al mismo tiempo el miedo a contagiarse. Es la mezcla que se produce en la calle. A los que se suman los que tienen la necesidad de trabajar.
 
Al principio de la cuarentena, transgredirla era una cuestión ideológica. Ahora es más por cansancio. Muchos de los que salen a la calle, en su fuero interno piensan que no tendrían que hacerlo. Son mundos opuestos: el de estas actitudes sociales, el de las marchas de los anticuarentena, el de la población de riesgo que mantiene las precauciones contra el contagio y el de los trabajadores de la salud desquiciado por el nivel de contagio y muerte.
 
Pero ese escenario de mundos tan separados y opuestos, da una resultante mayoritaria de confusión y temor, ya sea por la enfermedad, como por la situación laboral y económica. No es un panorama cómodo para el Gobierno, cuando las cifras de contagios y muerte se han disparado en todo el país.
 
Cada uno de esos mundos tiene su reclamo. Resulta enervante escuchar a algún dirigente de la oposición decir estupideces como "recuperar la libertad" cuando se refieren a la cuarentena. Otros reclaman trabajar o recuperar una rutina con sus seres queridos. Y el mundo de la salud, el de los enfermos y el de la población de riesgo, a su vez exige lo contrario.
 
Si se satisface uno, se perjudica al otro, cualquiera sea la elección. La contradicción estimula una decisión perversa a favor de la inercia de la mayoría hacia el levantamiento de las precauciones, como de alguna manera hace el gobierno de Larreta en CABA.
 
Esta decisión tiene un núcleo de crueldad que lleva implícito el consejo que le dio Mauricio Macri al presidente Fernández: "que se mueran los que tengan que morirse": mayores de 60 años, o menores de esa edad con diabetes, obesidad, cardíacos, asmáticos, inmunodeprimidos o con otras enfermedades y trabajadores de la salud.
 
En ese panorama de riesgo y confusión, al Gobierno sólo le queda una actitud muy contenedora que proteja y resguarde al máximo a los trabajadores de la salud, que mantenga la cuarentena de la población de riesgo y que permita que la población que sale de la cuarentena para socializar o trabajar, mantenga las medidas de precaución y no las abandone por imitación o comodidad.
 
Un sector de la dirigencia de Juntos por el Cambio, que no tiene responsabilidad de gobierno, ha preferido mirar para otro lado. Sus conductas políticas las alejan cada vez más de la salud de la población y de la convivencia democrática.
 
Son los que demonizaron al adversario y lo presentaron como delincuente para promover un discurso de odio hacia los que no piensan como ellos. También justifican una línea de actitudes antidemocráticas, como la designación irregular de jueces adictos o un esquema de espionaje sistemático sobre la sociedad. Si no están dispuestos a convivir en forma democrática, esto solamente puede desembocar en violencia o en situaciones golpistas.
 
Mauricio Macri, cada vez que habla, profundiza la grieta, pero a su vez es un tapón que obtura el crecimiento de otras referencias de la oposición o de otra manera de mirar la relación entre la grieta y la oposición. Cuanto mayor sea la grieta, mejor les irá a Macri y macristas gurkas, del tipo de Patricia Bullrich.
 

Caída de la actividad económica en Paraná
 
Duro mensaje de Alberto a la oposición y a los grandes medios
 
El presidente Alberto Fernández manifestó un fuerte discurso contra la oposición y los grandes medios porteños de comunicación por las mentiras que construyen alrededor del enfoque de su gestión y afirmó que "desestabilizar la democracia argentina solo puede ser producto de la locura de alguien".
 
Sus dichos se dieron en Paraná. Allí, el máximo mandatario rechazó la idea de "desestabilización", dijo que "no cree semejante cosa" y advirtió sobre "posiciones muy extremas que vienen de la oposición" macrista, a las que catalogó como "muy irracionales".
 
"Creo que algunos medios están muy enojados con nosotros por otros motivos y que muchas veces esos medios no dicen la verdad, la tergiversan de acuerdo a sus necesidades empresariales", remarcó Fernández. Todos los motivos son válidos, desde inventarles cuentas en el extranjero, denunciar casos de corrupción inexistentes, etc.
 
Sin embargo, aclaró que no busca dar lugar a esos conflictos: "La verdad no tengo ganas de perder tiempo ni pelearme con los medios, ni con los periodistas, ni con los locos que piensan que la Argentina después de todo lo que vivió puede adherir a la idea desestabilizar la democracia".
 
"Hay muchas posturas que no ayudan a la democracia. Pero la gente lo ve. Y cuando llegue el momento de votar va a castigar a los que maltratan tanto a la democracia, no al Gobierno que fue elegido hace 9 meses", enfatizó el jefe de Estado. Y agregó: "Nosotros no entramos por la ventana, entramos porque casi el 49% de la gente nos votó".
 
Por último, el Presidente habló de la necesidad de respetar los resultados electorales: "Si tengo una tranquilidad es que no he hecho nada más que cumplir con mi palabra de campaña. A algunos no les gustará porque le hubiera gustado ganar a él, pero no ganó. En democracia, el que gana gobierna y el que pierde por lo menos se opone legalmente".
 
En el Gabinete nacional ya bajó la orden, en boca de Santiago Cafiero, de estar más activos en la defensa del Presidente, a quien consideran "bajo asedio" de un sector de la oposición -enrolada en Juntos por el Cambio- y de los grandes medios de comunicación. La mirada política confluye, así, con la línea histórica del kirchnerismo.
 
Además, son varios los gobernadores, intendentes y sindicalistas que piensan que Fernández debería encaramarse en la presidencia del Partido Justicialista.
 

Caída de la actividad económica en Paraná
 
El PJ se abroquela en defensa de Alberto y la democracia
 
La operación macrista de acoso y el intento de derribo del Gobierno es cada día más difícil de ocultar. Los tiempos se han acelerado, dado que Alberto no retrocede. Por el contrario y, más allá de errores y vacilaciones, señala un rumbo definido y en distintos frentes. Entre otros:
 
- La negociación exitosa con los acreedores privados;
- La advertencia al FMI de que no hay espacio para un ajuste sobre trabajadores activos y en retiro;
- El tratamiento en el Congreso de la contribución extraordinaria sobre las grandes fortunas;
- La recuperación del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses;
- El rechazo de los pliegos de los jueces que Macri nombró a dedo;
- La decisión de defender los dólares imprescindibles para el funcionamiento de la economía;
- El ajuste a su costo real de las remesas a la Ciudad de Buenos Aires por el traspaso de la Policía Federal;
- El impulso a las causas por el espionaje ilegal realizado por el anterior gobierno;
- El incremento en la inversión en salud, vivienda e infraestructura contenida en el presupuesto para el año próximo;
- La prórroga de la prohibición de despidos y la doble indemnización.
 
Si en la Argentina hubiera un golpe de Estado exitoso contra el gobierno peronista, los diarios del día siguiente hablarían de transición, de unidad y de preservar las instituciones. La mayoría de los canales de noticias le darían voz solamente a los conspiradores y callarían las denuncias sobre la ilegalidad de los acontecimientos.
 
La oposición política no quebraría lanzas para defender la democracia. Los gobiernos de la región, como Brasil y Bolivia, no tardarían en reconocer la "legitimidad" de las autoridades de facto. Estados Unidos tampoco. Si todo llega a consumarse, revertirlo será una tarea difícil.
 
De ahí la urgencia, más actual que en ningún otro momento desde la década del '80, de que todos aquellos que estén comprometidos con el estado de Derecho, políticos, sindicalistas, empresarios y referentes de la sociedad civil, medios y comunicadores, de todos los colores políticos, dejen de lado cualquier diferencia para trazar una línea y renovar el compromiso del Nunca Más.
 
Es un escenario todavía lejano, a solo nueve meses de las elecciones que Alberto ganó con holgada mayoría, con una gestión que a pesar de la doble crisis: de la economía y el coronavirus, consigue sostener la calma social, con algunos números que invitan a pensar en una incipiente recuperación y con el apoyo de las dos cámaras del Congreso, las centrales obreras y una enorme mayoría de los gobernadores.
 

Caída de la actividad económica en Paraná
 
Panorama provincial complicado
 
No hay un solo indicador social, económico ni de calidad de vida que no haya caído en 2020. No hay modo alguno de que a un gobierno le vaya bien cuando la inmensa mayoría de la población se siente en caída libre: así fueron los primeros nueve meses de la segunda gestión de Gustavo Bordet.
 
La Casa Gris fue circunscribiendo la acción política a una pulseada siempre desigual contra variables cada vez más descontroladas: la pandemia, la parálisis productiva que carcome los ingresos privados y públicos, los acreedores con los que deberá negociar y la creciente angustia ciudadana.
 
La semana que pasó concentró, como ninguna otra, todas esas variables en rojo: el número de casos por coronavirus y la confirmación de que el desempleo pega más fuerte. Hay miles personas desocupadas en la ciudad Capital y alrededores, a tono con la explosión de cuentapropismo desesperado.
 
En lo que resta del mes, la administración nacional y también la provincial tendrán una radiografía acerca del impacto socioeconómico de la pandemia de covid-19: el dato de desocupación de la primera mitad del año (que se sostendrá al alza y por encima de los dos dígitos) y el informe de pobreza (afectaría a cerca de la mitad de la población).
 
Las consecuencias políticas de una crisis de esta magnitud son ineludibles. Es una situación desgastante, que va resolviendo las crecientes necesidades de la gestión provincial, pero que desdibuja de modo paulatino la representación política del peronismo provincial y lo condena al silencio. Las elecciones de 2021 suponen un desafío insalvable para esa estrategia. Los límites políticos están cada vez más a la vista.
 
Dos datos de la realidad local contienen en parte los efectos políticos de esta tormenta. El primero es que nadie en la oposición local capitaliza -todavía- las pérdidas del oficialismo. Tanto en el radicalismo como en el PRO, las internas agotan buena parte de las energías y por el momento no se vislumbra nada que pueda asemejarse a un liderazgo claro.
 
El segundo es que la gestión de Adán Bahl en la Municipalidad de Paraná -donde se incuba su proyecto a futuro- no suma problemas adicionales a la Provincia: transcurre sin sobresaltos, sobrellevando la falta de recursos con una intensa dinámica operativa y esquivando de modo permanente las definiciones políticas.
 

Caída de la actividad económica en Paraná
 
Problemas que inquietaban a los vecinos y autoridades
 
Seis meses pasaron desde que se desencadenó la pandemia por la enfermedad covid-19 y la emergencia sanitaria subrayó en los municipios entrerrianos los problemas que ya inquietaban a los vecinos y autoridades. Con el paso de los meses, se acentuaron dos de las cuestiones que ya venían desvelando a los jefes municipales: el aumento de la pobreza y la sequia en las finanzas estatales.
 
La situación de las ciudades y, como consecuencia, sus agendas tienen matices y distintas prioridades. En las hojas de Paraná y en las de los distritos que la rodean el tema excluyente por estos días es la pandemia y cómo afrontar el aumento sustancial de contagios. Las poblaciones del Área Metropolitana están padeciendo la circulación y el intercambio permanente de vecinos. El 70% de las personas que se contagiaron desde marzo a la fecha viven ahí.
 
En las últimas semanas hubo algunos sordos entredichos entre jefes municipales y funcionarios del área capital, por la gestión de la pandemia. Algunos de ellos, habían coincidido en cuestionar falta de controles y de medidas en la Capital.
 
Como contrapartida, funcionarios paranaenses habían respondido las críticas y afirmado que la Capital no podía restringir más porque tiene características particulares al ser el centro de las actividades administrativas y económicas de la provincia.
 
Apuntaron a que hay otras urbes que no cuentan con la infraestructura como para atender la demanda de los habitantes y que atender a esas necesidades es una sobre exigencia para la de Paraná. Más allá de la polémica, todos saben que lo peor está por venir y esperan poder atender la situación con la asistencia especial de la Provincia.
 
En un segundo plano, aunque latente y también anotada como prioritaria, aparece las problemáticas que alcanzan a todos los otros distritos: la delicada situación social. Quienes están a cargo de las administraciones más alejadas de la Casa Gris vienen advirtiendo sobre el aumento alarmante de la pobreza.
 
Sostienen que si bien la asistencia provincial y nacional fueron amortiguadores clave en la primera etapa de aislamiento, ya no dan abasto. Los comedores y merenderos proliferan en los barrios por la demanda de comida. Los intendentes están en la primera línea a la hora de recibir los reclamos de la calle y tratan de paliar los pedidos repartiendo mercadería o ayudando a pagar servicios.
 
La desocupación y el empleo en negro registran índices altos desde hace años y esa tendencia parece afianzarse dramáticamente. Tanto las previsiones de los organismos internacionales como de los nacionales presagian más pobreza y una mayor caída de la economía.
 
La Provincia y los municipios reconocen que la distribución del dinero nacional y provincial, mediante las leyes de coparticipación no es justa y que el sistema está desactualizado, pero la mayoría prefiere mantener las reglas como están. No quieren moverse de allí porque en estos meses escasísimos está garantizando el pago de los salarios de los empleados públicos.
 
La cantidad de empleos en el Estado hace que este ítem sea medular para mantener la paz social y los que están dentro de ese acuerdo financiero, hacen malabares. Reclamar una nueva Ley de Coparticipación y modificar los números significaría mover los porcentajes y nadie está dispuesto a perder ni un centavo.
 
La cuestión de los recursos toca otro de los problemas en la provincia. La necesidad de implementar operativos durante la pandemia evidenció aún más la escasez de policías y de vehículos. La inseguridad debe mantener a raya, sobre todo en urbes donde hay pocos agentes.
 
Lo que vendrá en la provincia después de la pandemia no es una incógnita. La crisis económica y social ya es palpable en los distintos municipios. La situación empobrece y desvela a los vecinos y se impone en la agenda de los intendentes.
 

Caída de la actividad económica en Paraná
 
Hay una certeza y muchas incertidumbres
 
Gustavo Bordet no proyecta por ahora efectuar cambios en la primera línea del funcionariado. La segunda línea se ha desempeñado bien en la coyuntura, pero todos dentro de una pandemia que ha cambiado la perspectiva de cualesquiera.
 
Una parte de la estructura funcional sigue en aislamiento. Algunos asumiendo que, por distintas razones, componen lo que se conoce como el grupo de riesgo a contraer el virus si se exponen públicamente. Sin embargo, estos funcionarios reciben visitas periódicas del gabinete provincial e incluso de sus pares para coordinar acciones.
 
En varios casos, estos funcionarios han tenido que abandonar la cuarentena para cumplir gestiones puntuales, que requerían su presencia. El Estado debe seguir funcionando. Algunos, desde que arrancó la pandemia, ya se ha sometido a varios hisopados, muchos negativos. Otros han delegado parte de su tarea en sus segundos.
 
La Casa de Gobierno prácticamente ha sido blindada sanitariamente. Sucede que varios empleados y funcionarios que prestan servicio en el histórico edificio han contraído el virus. Todos los que tienen que ir, exteriorizan la cara de espanto y extreman cuidados para retornar a sus casas sin la enfermedad.
 
La combinación entre el desapego de la gente a las normas sanitarias y un Estado que no controla dispara las muertes y los contagios de coronavirus en la provincia. A pesar de los datos alarmantes, hay gente que desobedece, que no se maneja con distancia, desdeña el barbijo, comparte mates y picos de cervezas; organiza fiestas clandestinas; hace turismo aunque esté prohibido...
 
A la Provincia y al Municipio capitalino no le queda otra estrategia que buscar febriles entre los ciudadanos y, en caso de hallarlos, aislarlos para que no se propague más el virus. En el interior, el plan es sostener a intendencias bajo el contagio por conglomerado, aislando a los positivos y a sus contactos estrechos para que no suba la cifra de casos.
 
Eso se sostendrá por un par de semanas, el plazo que el equipo epidemiológico proyecta como de fuerte riesgo para los contagios. Sin embargo, hay otros profesionales que sostienen que la etapa puede extenderse dos meses más. Es decir, terminar el año en aislamiento social, preventivo y obligatorio. Es una posibilidad, que forma parte de las incertidumbres mencionadas.
 
En la misma línea están las preocupaciones acerca de las políticas que adoptará la gestión provincial para la recuperación de una provincia con déficit fiscal por el mayor gasto sanitario y por la sostenida recesión económica. Bordet debería gestionar fondos internacionales para la ejecución de obras de infraestructura a lo largo de los próximos tres años. No hay demasiado margen para acrecentar la inversión pública con fondos propios. Y dependerá, más que nunca, de la ayuda de la Casa Rosada.
 
En Educación, todo estará pendiente de las decisiones que se adopten a nivel nacional; en Economía, se esperan también novedades de Buenos Aires para cerrar el cronograma salarial hasta fines de año. Las complicaciones asoman para Gobierno por los reclamos de los gremios estatales y docentes en paritarias para definir un aumento salarial acorde a la inflación acumulada, que el Gobierno considera que es de difícil cumplimiento.
 
Este 2020 cerrará con un déficit fiscal que condicionará el rumbo de 2021, un año electoral en el que el Gobernador se jugará parte de su futuro, más allá de 2023. Ese año, las urnas darán su veredicto.
 
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