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Sociedad e Interés General - 03-08-2020 / 19:08
EL 04 DE AGOSTO DE 1976 LA MUERTE, A ENRIQUE ANGELELLI, "LO SORPRENDIÓ" EN UNA RUTA

Asesinato, disfrazado de accidente, de monseñor Angelelli, "el obispo de los pobres"

Asesinato, disfrazado de accidente, de monseñor Angelelli,
Enrique Ángel Angelelli, obispo de la Iglesia Católica. El 4 de agosto de 1976, el obispo de La Rioja volvía a la capital de la provincia desde Chamical, donde había oficiados una misa en memoria de dos sacerdotes asesinados por la dictadura. En un paraje su auto fue interceptado, lo mataron a golpes y montaron la escena de un falso accidente automovilístico.
 
El 04 de agosto de 1976, Enrique Ángel Angelelli, obispo de la Iglesia Católica, fue asesinado en La Rioja durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional por sus luchas sociales. El gobierno militar siempre habló de "accidente" automovilístico. 
 
Anuladas por el Congreso las leyes que consagraban la impunidad, en el 2005 se reabrió la investigación judicial. En abril de 2009 se realizó una necropsia. El informe médico legal ratificó que la causa de la muerte fueron las múltiples fracturas del cráneo.
 
En el relato de P. Arturo Pinto, único testigo directo, es mencionando que la camioneta que manejaba el obispo fue encerrada bruscamente por un Peugeot 404, en una maniobra que le provocó el vuelco.
 
Y se solicitó la imputación de catorce militares y policías, encabezados por el dictador Jorge Videla y el entonces comandante del 3er. cuerpo del ejército Luciano Benjamín Menéndez, como responsables mediatos del crimen para que finalmente se llegue a la condena de los asesinos.
 
La Opinión Popular



Asesinato, disfrazado de accidente, del obispo Angelelli
 El lugar del asesinato en la actualidad.



LA HISTORIA DE UN ASESINATO DISFRAZADO DE ACCIDENTE
 
"Hermana, no ha visto nada" 
 
Por Washington  Uranga
 
Enrique Angelelli había nacido en Córdoba el 17 de julio de 1923 y fue ordenado sacerdote en Roma el 9 de octubre de 1949.  Desde 1961, por decisión del entonces papa Juan XXIII, fue designado obispo auxiliar de Córdoba y desde 1968 el papa Pablo VI lo hizo titular de la diócesis de La Rioja. 
 
El 4 de agosto de 1976, después de muchos enfrentamientos con el poder y tras el asesinato de dos de sus curas, Juan de Dios Murias y Gabriel Longueville, la muerte lo sorprendió en una ruta riojana. 
 
El gobierno militar siempre habló de "accidente" automovilístico e incluso se echaron a correr rumores acerca de la impericia de Angelelli para manejar. 
 
Las autoridades de la Conferencia Episcopal anunciaron "investigaciones", pero nunca se apartaron de la versión oficial o bien dejaron, en todo momento, instaladas las dudas acerca de la muerte de una figura que ciertamente les resultaba molesta y que poco antes, en 1975, había afirmado que "ser hombres de la luz es no evadirnos de nuestra realidad y construir nuestra historia con los demás". 
 
Para Miguel Hesayne, obispo emérito de Viedma y uno de los que siempre defendieron la tesis del asesinato y del martirio, "de acuerdo a la documentación judicial, la certeza moral del asesinato de Enrique Angelelli ha logrado la certeza judicial a tal punto que la Corte Federal establece, en forma indudable, circunstancias que no pueden ser materia de controversia y califica judicialmente el caso Angelelli, en forma definitiva e incontrovertible, homicidio calificado". 
 
Para el obispo queda probado que "la camioneta (que conducía Angelelli y en la que también viajaba su secretario Arturo Pinto) fue encerrada por la izquierda al momento que se produce una explosión; que el cuerpo del obispo Angelelli quedó ubicado a veinticinco metros del lugar final de la camioneta, con el cuerpo extendido y los pies juntos, mostrando en ambos talones pérdida de la piel sin ningún indicio de golpes o contusiones en el resto del cuerpo.  Por eso, se infiere que fue arrastrado hasta el lugar mencionado por intervención de los autores del hecho; que la camioneta presentaba una goma desinflada, cuya cámara tenía un corte de trece centímetros, lo que no fue causa del vuelco, según la pericia mecánica practicada".
 
Todos estos datos abonan lo que Hesayne denomina "la patraña criminal del accidente provocado por una falsa maniobra que habría cometido el obispo Angelelli en ese momento". 
 
Pero el obispo de Viedma ofrece un testimonio más al hablar de "un hecho que hace poco tiempo se me ha transmitido" y que es "sumamente elocuente y que presume participación personal de las Fuerzas Armadas y de seguridad, directa o indirectamente, en el asesinato del obispo Angelelli".  Relata Hesayne "el testimonio de la religiosa enfermera diplomada que cumplía guardia en la morgue del hospital de la ciudad de La Rioja ese día de la muerte del obispo.  Le tocó limpiar el cadáver del obispo Angelelli y al darlo vuelta en la camilla, se sorprendió por un orificio muy hondo en la nuca del cadáver".  Sigue diciendo Hesayne que "ante la exclamación de sorpresa de la religiosa enfermera, dos oficiales de las Fuerzas Armadas y de seguridad que se encontraban de custodia, de inmediato la retiraron de lo que era su tarea habitual, ordenándole textualmente: "Hermana, usted no ha visto nada'".
 
Fuente: Página/12, 30/07/06

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Asesinato, disfrazado de accidente, de monseñor Angelelli,
Después del golpe militar del 24 de marzo a Angelelli sólo le quedaron dos alternativas: alejarse de La Rioja o morir. El obispo eligió quedarse.
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Mártires Riojanos. Los padres Gabriel Longeville y Carlos Murias, fueron secuestrados, torturados y acribillados el 18 de julio de 1976 en La Rioja. El laico Wenceslao Pedernera fue ametrallado en la puerta de su casa por un grupo de tareas que había ido a secuestrar a otro cura.
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Como cada 9 de Julio reivindicamos la lucha de las masas populares contra la permanente agresión política, económica y cultural neocolonial e imperialista, que busca disolver la identidad nacional y condenar a nuestra Patria a la condición de colonia dependiente como factoría de las metrópolis imperiales, mera proveedora de materias primas y alimentos baratos. 

El 09 de julio de 1816, el histórico Congreso, reunido en Tucumán, declara la independencia de las Provincias Unidas del Sur, que así rompe los lazos de dependencia con España y proclama la existencia de una nueva nación, libre e independiente. Lo hacía cuando la Santa Alianza, de Austria, Rusia y Prusia, promovía en Europa la restauración monárquica y combatía los movimientos liberales y democráticos.

Es el momento culminante de la gesta revolucionaria iniciada en 1810 y se realizó en Tucumán por el creciente malestar de los pueblos del interior contra Buenos Aires. Desde la supresión de la Junta Grande por el Primer Triunvirato en 1811 y hasta el Directorio de Carlos María de Alvear, la elite porteña había impuesto sus criterios centralistas, desconociendo el sentimiento federal de la mayoría del interior. La independencia, que se proclama en la sesión presidida por el sanjuanino Francisco Narciso de Laprida, es el fundamento a partir del cual José de San Martín impulsará la campaña para liberar Chile y luego Perú, consolidando la independencia argentina.

Las masas populares, con sus lanzas y su fuerte sentimiento de libertad, construyeron la Patria independiente con San Martín, las montoneras bravías del interior que nos legaron el federalismo, los ciudadanos revolucionarios de don Hipólito Irigoyen que cimentaron la democracia del Pueblo y las multitudes obreras movilizadas por Juan Perón que combatieron por la Justicia Social.
 
Invariablemente, la alternativa histórica fue siempre: independencia económica o subdesarrollo y miseria, e implica optar entre aceptar resignadamente la dependencia del país al FMI o luchar por la Liberación, por una Nación Justa, Libre y Soberana.
 
Tomamos el valiente ejemplo de San Martín que, para la Declaración de la Independencia, se impuso militarmente a los españoles y políticamente a aquellos sectores vinculados a la elite porteña que ya estaban negociando, tanto con el Imperio español como con el Reino Unido de Gran Bretaña, una nueva dependencia.
 
La nuestra es una historia de caudillos y masas populares. Los líderes pesaron profundo en los procesos. En 1816, San Martín, Belgrano, Güemes, Pueyrredón, Artigas, Juana Azurduy... Y la participación de las masas populares es una herencia del período independentista revolucionario, por la importancia que tempranamente tuvo la movilización popular, política y militar, en nuestra historia, desde la formación de las milicias urbanas para derrotar a los invasores británicos, y la voluntad del Pueblo que jugó un papel sin precedentes en la destitución de un virrey y el nombramiento de su sucesor.
 
Como decía don Arturo Jauretche"La historia es la política del pasado y la política es la historia del presente". Hoy, como siempre, peleamos por nuestra única, verdadera e irrenunciable independencia, evidenciando el aparato de colonización mental montada por los países centrales y sus operadores internos, como el macrismo y el mileismo, para perpetuar la dependencia.
 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista
Escribe: Blas García 

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