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El clima en Paraná

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“Esta gloriosa Revolución Libertadora se hizo para que, en este bendito país, el hijo del barrendero muera barrendero”. Almirante Arturo Rial.
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Nacionales - 19-06-2020 / 11:06
TODOS REPITEN LO MISMO, EL QUE PIENSA... PIERDE

Los mantras de la derecha macrista boba

Los mantras de la derecha macrista boba
En un reducido repertorio de palabras están todas las respuestas y los análisis de lo que ocurre en el país. Ofrecen objeciones rápidas a cualquier cuestión. Estos análisis de bricolaje explican la presencia de alguien tan torpe (discursiva y políticamente, incluso bastante más que Macri) como Patricia Bullrich al frente del PRO y para quien la realidad no es un obstáculo para decir lo que sea. Ella representa como nadie ese ideal de no pensar.
En la derecha macrista boba se manejan con un arsenal de pocas palabras (Venezuela, Cristina, instituciones...) y con eso van por la vida escribiendo, editorializando y declarando. Así se ahorran pensar y hacen todo lo posible para que tampoco lo haga la gente.
 
Y el relato sería más o menos así: Alberto tiene buenas intenciones (esto, post Vicentín, empieza a ponerse en entredicho) pero está irremediablemente sometido a la influencia nefasta de Cristina, quien es presentada como una bruja maléfica a la que ayudan los integrantes de esa versión local de Kaos que es La Cámpora. Lo cual, más temprano que tarde, llevará al país a convertirse en Venezuela.
 
Los primeros síntomas se ven cuando se denuncia la transformación de Alberto en un ser cada vez más autoritario. Es más, parte del relato es marcar jalones de ese camino que lo llevará a convertirse en Maduro. La megalomanía se verifica en la permanente alusión a planes conspirativos uno de cuyos principales objetivos sería la aniquilación del periodismo independiente.
  
Este cuentito se repite todos los días, sin respetar feriados ni fiestas de guardar. Con más o menos palabras, con tonos épicos (como los de Leuco y su amigo Fernández Díaz), más machacones como Ricardo Roa y Laura Di Marco, más sobreactuados como los de Majul (quien cansa hasta a los propios foristas de La Nación), más pretendidamente desapasionados como los de Van Der Kooy y Morales Solá.
 
Se trata de simplificar, de quitar todo matiz, por eso ese relato es productivo, se escribe y se editorializa. Es su fábrica y su producto. Un producto compuesto de un repertorio estable de diez palabras: instituciones, justicia, Cristina, impunidad, Cámpora, república, dura (aplicable a toda forma de manifestación opositora), kirchnerismo, democracia y, otra vez Cristina. Basta con hacer girar la tómbola y ver qué combinatoria surge. Así queda a disposición un artículo o un editorial listo para ser emitido.
 

 
A esta lista se ha agregado el fantasma del comunismo, que fue lanzado por Miguel Pichetto cuando le enrostró marxismo a Kiciloff y luego declaró que, de ganar el Frente de Todos, quien tuviera más de una propiedad la perdería a manos del Estado. El anticomunismo elemental es una especialidad de la derecha peronista maccarta, que es de donde proviene el ex senador.
 
Como sea, la cosa prendió en una parte de la población, que sale a  cacerolear contra la cuarentena como un episodio más de la lucha patria contra el comunismo. Esta nueva incorporación es la frutilla del postre: el plan inteligente de medios y oposición (que a esta altura ya son lo mismo) es generar un sentido común bobo y resignado y hasta feliz de no preguntarse nada.
 
En ese repertorio de palabras están todas las respuestas y los análisis de lo que ocurre en el país. Ofrecen objeciones rápidas a cualquier cuestión. Estos análisis de bricolaje explican la presencia de alguien tan torpe (discursiva y políticamente, incluso bastante más que Macri) como Patricia Bullrich al frente del PRO y para quien la realidad no es un obstáculo para decir lo que sea.
 
Ella representa como nadie ese ideal de no pensar. Detrás de todo esto hay una república con instituciones pero sin ciudadanos. Una democracia estúpida que ya no quiere avanzar, detenida en ese diagnóstico de las diez palabras explicativas que parecen haberse quedado para siempre.
 
 
 
 
El que piensa... pierde
 
La realidad no es un obstáculo para decir lo que sea. Diez palabras alcanzan para tener todas las respuestas y los análisis; ofrecen una zona de confort analítico y soluciones rápidas a cualquier cuestión.
 
Se manejan con un arsenal de pocas palabras (Venezuela, Cristina, instituciones...) y con eso van por la vida escribiendo, editorializando y declarando. Así se ahorran pensar y hacen todo lo posible para que tampoco lo haga la gente. Por ahora no les va tan mal.
 
En una entrevista para el canal de La Nación, José Del Río le preguntó a Santiago Cafiero si no le preocupaba el avance de La Cámpora. El jefe de Gabinete respondió lo que hubiera dicho cualquier persona con un conocimiento mínimo de cómo funciona la política: que se trata de una agrupación que forma parte del Frente de Todos y que aporta ideas y dirigentes a la coalición. Fue una contestación previsible.
 
Es más, Del Río asentía con la cabeza cuando lo enfocaba la cámara. Las razones de esa pregunta innecesaria pueden ser en principios dos, un poco de jueguito para la tribuna (mirá lo que se atreve a preguntar, es un periodista incisivo, sin dudas, se enfrenta al poder sin temor a las represalias) pero por otro lado habla de una especie de microclima periodístico, que alimenta prácticamente todo lo que se dice y escribe en ciertos medios.
 
 
El relato
  
Una versión entre megalómana e infantil del escenario político nacional. El relato sería más o menos así: Alberto tiene buenas intenciones (esto es variable y, post Vicentín, empieza a ponerse en entredicho) pero está irremediablemente sometido a la influencia nefasta de Cristina, quien es presentada como una bruja maléfica a la que ayudan los entusiastas integrantes de esa versión local de Kaos que es La Cámpora. Lo cual, más temprano que tarde, llevará al país a convertirse en Venezuela.
 
Los primeros síntomas se ven cuando se denuncia la transformación de Alberto en un ser cada vez más autoritario. Es más, parte del relato es marcar jalones de ese camino que lo llevará a convertirse en Maduro. La megalomanía se verifica en la permanente alusión a planes conspirativos uno de cuyos principales objetivos sería la aniquilación del periodismo independiente.
 
El caso extremo fue Luis Majul, quien sostuvo que la denuncia por espionaje ilegal era una maniobra de Cristina para tener acceso a sus mails y así vengarse de la difusión de las escuchas de la vicepresidenta.
 
 
Las diez palabras
  
Este cuentito se repite todos los días, sin respetar feriados ni fiestas de guardar. Con más o menos palabras, con tonos épicos (como los de Leuco y su amigo Fernández Díaz), más machacones como Ricardo Roa y Laura Di Marco, más sobreactuados como los de Majul (quien ha empezado a fastidiar hasta a los propios foristas de La Nación), más pretendidamente desapasionados como los de Van Der Kooy y Morales Solá.
 
Se trata de simplificar, de quitar todo matiz, por eso Del Río puede preguntar lo que le preguntó a Cafiero. Por otro lado, ese relato es productivo, se escribe y se editorializa con estas peripecias. Es su fábrica y su producto.
 
Un producto compuesto de un repertorio estable de diez palabras: instituciones, justicia, Cristina, impunidad, Cámpora, república, dura (aplicable a toda forma de manifestación opositora), kirchnerismo, democracia y, otra vez Cristina. Basta con hacer girar la tómbola y ver qué combinatoria surge. Así queda a disposición un artículo o un editorial listo para ser emitido.
 
 
El comunismo
  
A esta lista se ha agregado el fantasma del comunismo. Fantasma que fue lanzado por Miguel Pichetto cuando le enrostró marxismo a Kiciloff y luego declaró que, de ganar el Frente de Todos, quien tuviera más de una propiedad la perdería a manos del Estado.
 
El anticomunismo básico es una especialidad de la derecha peronista maccarta, que es de donde proviene el exsenador y que se encuentra también en Guillermo Moreno, quien critica la expropiación porque «el peronismo no es marxista».
 
Interesante revisionismo histórico, la expropiación de La Prensa o la creación del IAPI fueron decisiones del costado zurdo de Perón. Como sea, la cosa prendió en una parte de la población, que vive salir y cacerolear contra la cuarentena como un episodio más de la lucha patria contra el comunismo. Y que logró una amplificación importante a través de los medios, sobre todo y sorprendentemente de los más oficialistas, como C5N.
 
Esta nueva incorporación termina de ser la frutilla del postre: el plan inteligente de medios y oposición (que a esta altura ya son lo mismo) es generar un sentido común bobo y resignado y hasta feliz de no preguntarse nada.
 
En ese repertorio de palabras están todas las respuestas y los análisis de lo que ocurre en el país. Ofrecen una zona de confort analítico. Respuestas rápidas a cualquier cuestión. Un ejemplo evidente es el del tema de la inseguridad. La solución de la integración social y de la instauración de una sociedad más justa suena improbable y de muy largo plazo.
 
El balazo por la espalda es una solución inmediata y visible. Por eso un derechista contumaz como Eduardo Feinmann podía usar el latiguillo de «uno menos» ante cada delincuente abatido por la policía. No es una solución pero tiene todo el aspecto de serlo.
 
  
El ideal de no pensar
 
Estos análisis de bricolaje explican la presencia de alguien tan torpe (discursiva y políticamente, incluso bastante más que Macri) como Patricia Bullrich al frente del PRO y para quien la realidad no es un obstáculo para decir lo que sea, como cuando un periodista le recordó que Pedro Cahn sabía mucho más que ella de cuarentenas respondió: «qué importa que sepa más».
 
Ella representa como nadie ese ideal de no pensar. Ni siquiera llega al cinismo de Alfredo Cornejo, para quien los que no existen no son los límites de la realidad, sino los ideales democráticos más elementales.
 
Detrás de todo esto hay un ideal deseado de ciudadanía en el cual la participación sea inexistente. Una república con instituciones pero sin ciudadanos. Una democracia estúpida que ya no quiere avanzar, detenida en ese diagnóstico de las diez palabras explicativas que parecen haberse quedado para siempre.
 
Por Marcos Mayer
 
Fuente: Socompa
 

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01-12-2025 / 09:12
En Diputados, con una impunidad ante la que vale detenerse, la legisladora macrista Marilú Quiroz organizó una jornada de seis horas contra "la obligatoriedad y compulsividad" de las vacunas, abarcando relacionarlas con el autismo. Vimos a un tipo que, a torso descubierto, se mostró imantado por efecto de la inoculación. En 2014 ya habían montado el mismo circo, en una actuación televisiva y con otro protagonista, y adjudicándoselo a otros factores. Los objetos metálicos "se le pegan al cuerpo", ratificaron esta vez tras varios intentos fallidos.
 
Lo más parecido a esto que se vio el jueves debe ser el conjunto de infradotados, vestidos de búfalo, que tomaron el Capitolio el 6 de enero de 2021. El acto, el de acá, fue autorizado por la presidencia de la Cámara de Diputados.
 
Al margen del espanto y las denuncias de toda autoridad científica, ya con siete niños muertos de sarampión y tos convulsa por no estar vacunados, se desconocen presentaciones judiciales o procederes de oficio. Hubo un delito. Un atentado contra la salud pública.
 
¿Hecho menor, por haberse tratado de un grupo de delirantes bien que ocupando parte del edificio parlamentario? ¿O símbolo gigantesco?
 
Basta recorrer por encima los temas dominantes de la agenda publicada para advertir el momento prácticamente bizarro de nuestra política. Es el accionar gubernamental, es la plancha desconcertante en que está sumida la oposición y son las consecuencias de ese estadio. ¿Será la calma o desviación temática que preceden a alguna tormenta o, acaso, un clima destinado a permanecer durante largo rato?
 
La guerra entre la AFA, el Gobierno y los medios oficialistas, operada desde el efectismo de un campeonato de escritorio y una formación de pasillo dando la espalda a los campeones, se lleva por varios cuerpos el conversatorio periodístico, digital y vaya a saberse si, también, masivo. Es de esos disparadores que invitan a la básica y poderosa pregunta de si no pasa nada más importante en el país.
 
Los títulos de casi toda la prensa ametrallan sin parar, incluso a través de "noticias" y variantes fragmentadas -sobre el mismo tópico- que se suceden una tras otra. Pocas veces se vio algo semejante, tan desembozado.
 
Hasta un imberbe percibiría que no destrozan a la AFA por sus desaguisados ni por arbitrajes escandalosos, que desde ya sobran. El centro indesmentible es privatizar la actividad futbolística hasta el extremo que sea posible, pero eso ni siquiera es mencionado de refilón por la militancia independiente de los bufones oficiales.
 
Desde el Presidente de la Nación hasta su ministra de Seguridad instalaron el asunto con rango de gravedad nacional. Se supone que una cosa es la pasión desenfrenada que el fútbol desata en Argentina. Y que otra, completamente distinta, es llevar el caso a una cuestión de Estado ligada a negociados formidables. Sólo se supone.
 

30-11-2025 / 12:11
La concentración de fachos en Plaza de Mayo para pedir por la libertad de los represores fue un fracaso. No fue nutrida ni contó con la asistencia de las caras más conocidas del reclamo pro-dictadura. Sus organizadores debieron levantar sus petates a las apuradas cuando un efectivo de la Policía Federal Argentina (PFA) se acercó para avisarles que estaba llegando la manifestación por Palestina, que los sextuplicaba en participantes.
 
El que recibió el mensaje fue Guillermo Sottovia, uno de los organizadores de la movida fallida, que dice ser piloto civil e hijo de un oficial de la Aeronáutica. A Sottovia no le quedó más remedio que agarrar el megáfono maltrecho que tenían e iniciar la retirada. -Nos tenemos que ir, no por cobardes, sino para demostrar que ellos son los violentos -dijo.
 
Hasta segundos antes, Sottovia había estado a los abrazos con Carlos Pampillón, el dirigente neonazi marplatense procesado por atacar un monumento a la Memoria, la Verdad y la Justicia. Pampillón palmeaba a algunos hombres con uniformes y los llamaba "héroes" mientras se abría paso por la Plaza de Mayo.
 
Asunción Benedit estaba contenta porque casi había más fotógrafos que concurrentes. Ella se había puesto un pañuelo negro en la cabeza como forma de identificarse: no solo en oposición a las Madres de Plaza de Mayo sino porque también dice estar de "luto" por los represores presos.
 
Según las estadísticas de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad (PCCH), hay 22 criminales de lesa humanidad presos en cárceles comunes y 63 en la Unidad 34 de Campo de Mayo, considerada una prisión VIP por sus comodidades.
 
Tanto Asunción como su hermano, el diputado nacional entrerriano Beltrán Benedit, suelen visitar a los condenados y procesados por secuestrar, torturar y desaparecer personas. Ella sostiene que no solo hay que pedirle al gobierno de Javier "el Loco" Milei por su libertad, sino también reivindicar su accionar represivo.
 
"La esperanza es lo último que se pierde", dijo la mujer que pululó por distintas organizaciones pro-dictadura. "De hecho podemos estar haciendo este reclamo. Si fuera con otro gobierno, ya estaríamos presos", concedió, aunque no esconde su desazón porque la administración de La Libertad Avanza (LLA) no hizo más para tener al genocida Alfredo Astiz y compañía fuera de las cárceles.
 
Conformaron un grupúsculo que se dio en llamar Unidos por la Sangre Derramada, pero, en realidad, lo que derramaron fueron peleas internas. Hasta hace diez días, Orlando González se presentaba como el coordinador general de la iniciativa. El tema se complicó cuando se contó quién era el personaje: un represor de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) condenado a prisión perpetua y que se encuentra en arresto domiciliario. Aficionado a la fotografía, el "Hormiga" González solía retratar a sus víctimas.
 
En Plaza San Martín se hicieron grandes actos para oponerse a las políticas de Memoria, Verdad y Justicia del kirchnerismo y para reclamar una amnistía general. Las concentraciones eran mucho más nutridas que las de este sábado en Plaza de Mayo. Pese a eso, con megáfono en mano, Sottovia afirmaba: "Tenemos poder ahora de cambiar la historia. Nunca se hizo un acto como éste". Patético.
 
La Opinión Popular
 

29-11-2025 / 10:11
Con un señor en cueros haciendo equilibrio para que no se le caiga un pedazo de fierro que sostenía en sus grandes pectorales flácidos empezó en el Congreso la reunión antivacunas que convocó la diputada oficialista Marilú Quiroz.
 
El hombre quedó "imantado" por las vacunas, según denunciaron, mientras el Senado retrasaba, hasta que ingresen los nuevos senadores, la discusión sobre la incorporación de la rionegrina oficialista Lorena Villaverde, ya rechazada por la comisión de Asuntos Constitucionales por sus antecedentes vinculados con el narcotráfico.
 
El INDEC retocó los índices de crecimiento para ocultar que el país está en recesión desde principios de año. Pero cuando se habla con los industriales, parecen vacas que van al matadero al balbucear que igual respaldan a este gobierno "porque es el único que se preocupó por la macro".
 
La pobreza de pensamiento de la clase empresarial produce hasta molestia física. Cuestionan aspectos como los antivacunas o la corrupción del famoso tres por ciento, pero no pueden ver que se intenta cambiar la matriz productiva y que el primer paso es el industricidio.
 
Aplauden como focas un proyecto de reforma laboral que atrasa 200 años las relaciones de trabajo, mientras tienen que cerrar sus propias empresas. Esta semana Whirlpool cerró la fábrica de Pilar, que había inaugurado hace tres años con una inversión de 50 millones de dólares.
 
Desde noviembre de 2023, cerraron más de quince mil empresas. Las patronales del campo pensaban que tenían la vaca atada pero ahora, con un dólar barato, tienen que afrontar insumos inflacionados, rutas abandonadas e inundaciones y sequias sin asistencia.
 
"Unos 220 obreros quedaron en la calle por el cierre de Whirlpool" adujo el periodista. El economista oficialista Miguel Boggiano, hijo de un ex juez de la Corte menemista, explicó: "Pero ahora tenés a 850 mil que van a comprar más barato el lavarropa". Aplazado el economista Boggiano, porque los desocupados y los que tienen bajos salarios dejaran de comprar lavarropas, heladeras, televisores, bicicletas, motos, etc., etc. Sin comprar nada de eso, la mayoría de los argentinos no llega a fin de mes con lo que gana.
 
Con este proyecto de país, industriales y comerciantes se van al bombo o se ajustan y los patrones rurales se achican. En contrapartida, las tecnológicas, extremistas del discurso anti Estado, reciben subsidios. El capital concentrado trata de volcarse a la energía, la minería y la timba financiera, que son los únicos que crecieron realmente. Y el INDEC funciona como vaselina con dibujos de los índices de crecimiento, de inflación o de consumo, para que el infierno parezca paraíso.
 
El Gobierno que salió airoso de las elecciones de medio término, ahora se dirige a cobrar el premio. Un Consejo de Mayo inútil, que no resuelve nada, pensado para una foto mentirosa que quiera dar la imagen de "diálogo", anunció que antes de fin de año el gobierno enviará al Congreso un proyecto de Reforma Laboral, que no tuvo consenso ni fue aprobado por ese Consejo por el nivel esclavista que propone para los trabajadores.
 

28-11-2025 / 10:11
El presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Ricardo Diab, alertó por el cierre de empresas en Argentina, y entre las principales causas detalla la baja en el consumo y la apertura de importaciones que impulsa el gobierno de Javier "el Loco" Milei. Diab mencionó el reciente cierre de Whirlpool, que dejó a 220 personas sin trabajo, y el de la láctea La Suipachense señalando que estas no son "grandes empresas" pero si son significativas.
 
Vale recordar que la CAME tomó partido por Milei antes del balotaje con Sergio Massa, apoyó públicamente el mega DNU del presidente en diciembre de 2023 sobre la desregulación total de la economía y respaldó junto a otras cámaras de grandes empresas el endeudamiento de Luis Caputo ante el FMI.
 
En primer lugar, el presidente de CAME sostuvo que la baja en el consumo "hace que el comercio en sí mismo no demande a la industria producto por este mismo motivo. Nosotros solicitamos otras alternativas de incentivo al consumo, en lo que tenía que ver con los planes de cuota a largo plazo que dio en un momento facilidades en la forma de estirar el salario".
 
Sin embargo, indicó que no tuvo éxito porque el Estado no interviene en las cuestiones de los privados: "Si los bancos no acceden, no aceptan o las plataformas de tarjeta, es muy difícil llevarlo a cabo". A esto se le suma la apertura de importaciones: "Muchas empresas ven que no son competitivas con respecto a productos que vienen fundamentalmente de China". El empresario señaló que incluso en rubros como el alimenticio se observa un aumento de productos importados que compiten con los nacionales.
 
Aunque el comercio internacional es "imprescindible", para Diab en el crecimiento económico en tecnología y materias primas, ciertos sectores nacionales no logran ser competitivos, lo que "lleva al cierre". Observó, además, que la tendencia es "creciente", al punto que empresarios que no tenían entre sus proyectos ser importadores, ahora lo están analizando.
 
El dirigente también destacó el impacto de la carga tributaria en la competitividad de las empresas argentinas. "Si sabemos que automáticamente cualquiera de nuestros productos tiene un 50% de impuesto, ya partimos de una situación impositiva muy difícil de resolver", afirmó, y comparó la situación con otros países que tienen menores cargas o distintos estilos de producción.
 
En cuanto al mercado laboral, Diab fue contundente al señalar que "en línea genérica, no hay actividad que esté demandando empleo". Explicó que, aunque una adecuación de la legislación laboral es necesaria, no será suficiente "si no hay demanda productiva". El presidente de CAME reconoció que, si bien la gente no consume porque "no tiene salarios buenos", las propias empresas, en especial las PyMEs, están imposibilitadas de mejorar esos salarios sustancialmente debido a la falta de rentabilidad y la fragilidad del contexto económico.
 
La industria nacional, a contramano de los datos que promociona el Gobierno de Milei, sigue en un pozo del que no puede salir. "Estamos inmersos casi en un círculo negativo donde los mismos que declamamos no lo podemos llevar a cabo fácilmente", afirmó. Además, el dirigente mencionó que, si bien han dialogado con el Gobierno, "el Estado hoy no interviene absolutamente en nada que tenga que ver los privados".
 
La Opinión Popular
 

27-11-2025 / 10:11
El industricidio avanza gracias a las políticas neoliberales de Javier "el Loco" Milei y Luis "Toto" Caputo. Ya pasó un mes de aquellas elecciones legislativas donde Milei logró un triunfo que hizo crecer la soberbia de su gobierno, lo cual impulsa la reforma laboral que propone. No obstante, se enfrenta a un panorama complicado que lo desafía por completo.

A un mes de la "Argentina" violeta, se acumulan los despidos en fábricas ante la apertura de importaciones. Whirlpool cerró la planta de Pilar inaugurada en 2022 y despidió a sus 220 trabajadores. Asimismo, el consumo continúa en caída libre mientras que diciembre se avecina con nuevos aumentos que sigue golpeando más de un bolsillo. Por su parte, el salario continúa congelado y no hay sueldo que aguante.

Sin embargo, el Gobierno anarco capitalista hace vista ciega y avanza a fondo por la reforma laboral. Tal es así que el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, reunió este miércoles (26/11) en Casa Rosada a los miembros del Consejo de Mayo y, pese a la falta de consensos, anunció que la administración libertaria enviará el proyecto al Congreso el próximo 9 de diciembre.

Si los tiempos avanzan como pretende Milei, la reforma laboral se debatirá al filo o durante la Navidad y Año Nuevo anticipando semanas difíciles para aquellos trabajadores que perdieron su empleo, lo que se intensificó en los últimos días luego de la victoria electoral de La Libertad Avanza, donde nada cambió para la economía real pese al rescate del INDEC.

Las pálidas continúan y están a la vista de todos los argentinos. Sin ir más lejos, los datos del último informe de CEPA, que abarca hasta agosto, sostienen que desde que Milei inició su gestión, por día cierran 30 empresas y, en total, se destruyeron 276.000 puestos de trabajo registrados. "Creer o reventar", dice la frase.

Por su parte, el INDEC que conduce Marco Lavagna quedó en el centro de una nueva polémica por una sugestiva corrección de los datos del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) para evitar que la economía entre en recesión técnica. El organismo que en septiembre la actividad económica tuvo un incremento de 0,5% en comparación con agosto, un dato mucho mejor que el estimado por las consultoras privadas que preveían una caída de entre 0,1% y 0,3%. Dibujando los números, el gobierno logró evitar ese título negativo pese que el tercer trimestre fue el más afectado por la inestabilidad económica consecuencia de las elecciones.

En tanto, los principales bancos y consultoras nacionales e internacionales recortaron sus previsiones de crecimiento para la economía argentina en 2026. Según el relevamiento de FocusEconomics, el Producto Bruto Interno se expandirá menos de la estimación previa. El ajuste refleja un escenario menos optimista y expone el desgaste del discurso libertario, que hasta ahora muestra más promesas que resultados.

El relato libertario remacha que la economía empieza a mostrar signos de recuperación, pero la realidad en las góndolas y en los bolsillos cuenta otra historia. El consumo masivo sigue estancado, sin el menor atisbo de mejora en la segunda mitad del año. Los datos publicados por el Indec este miércoles son contundentes: las ventas en supermercados cayeron a nivel intermensual y ya suman seis meses consecutivos de baja hasta septiembre. El golpe al consumo es tan fuerte que, en la comparación interanual, las ventas también retrocedieron. El ingreso de productos importados que compiten con los de fabricación nacional, el dólar barato y el encarecimiento de los costos productivos alientan la desindustrialización y el desempleo.

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