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Groucho Marx dijo: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". En ese punto, Javier Milei es marxista.
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Internacionales - 12-11-2019 / 08:11

Bolivia arde: la guerra en La Paz

Bolivia arde: la guerra en La Paz
El pueblo boliviano sale a enfrentar el golpe militar proyanqui. Barricadas, alambres de púas, policías apostados y carros militares. En eso se han convertido las calles de La Paz. En El Alto, partidarios de Evo Morales comenzaron la resistencia. El bloque golpista no consigue formar gobierno. Con su vida en peligro, Evo parte a México.
El pueblo boliviano sale a enfrentar el golpe militar proyanqui. Barricadas, alambres de púas, policías apostados y carros militares. En eso se han convertido las calles de La Paz. En El Alto, partidarios de Evo Morales comenzaron la resistencia. El bloque golpista no consigue formar gobierno. Con su vida en peligro, Evo parte a México.
 
Morales fue el mejor gobierno de la historia de Bolivia. Los datos socioeconómicos no dejan dudas sobre el antes y el después de sus 13 años de gobierno: redujo la pobreza, alfabetizó y recuperó los recursos naturales nacionalizados para su patria plurinacional, donde crecía el sueño de la integración de los pueblos originarios con los descendientes de los conquistadores.
 
La reiterada condición golpista de la derecha que odia a los indios, representada estos días por el empresario santacruceño Luis Fernando Camacho y los dirigentes políticos, como Carlos Mesa, es la alianza que define la esencia de los 188 golpes militares de la historia boliviana desde 1825. Y el golpe de estado contra Evo es el 189. Ningún país de Latinoamérica tuvo tantas interrupciones de su vida política. Ninguno.
 
Pocos se desangraron como Bolivia. Ninguno tuvo, como el de Evo, la persistencia popular de 13 años de gobierno, amado por las mayorías y odiado por las minorías racistas. Ninguno tuvo, como Bolivia, la marca más decisiva de sus razas ancestrales heridas en una conquista colonial brutal sobre su cultura y sus tierras, y ahora sobre sus riquezas naturales: a eso apunta el apoyo indisimulado de Donald Trump al golpe de Estado contra Morales.
 
El sentimiento supremacista blanco y golpista se explica muy bien en los intereses económicos que Camacho perdió de sus empresas de energía estatizadas por "el cholo"- como le dicen despectivamente los racistas criollos a Evo-, muy parecidos a los insultos de "choriplaneros" o "cabecitas negras" con que se trata en estas tierras a los peronistas.
 
Trump pudo haber dicho- porque Bolivia tiene el 70% de las reservas de litio de la Amazonía- antes de decidir la bendición del golpe de los militares y los fascistas de Camacho: "El litio es mío, mío, mío" y no de los chinos, como pensaba Evo, que estaba avanzando en un acuerdo con China para que la explotación de ese material sirviera para la etapa de industrialización de Bolivia.
 
Los yanquis vuelven, para terror nuestro, a sus viejas doctrinas militaristas de seguridad nacional que regó de dolor y sangre la patria latinoamericana en los años setenta. Si eso ocurre es porque el Lawfare y las fake news para derrocar gobiernos se gastaron infinitamente en la inútil persecución a Lula, a Dilma, a Cristina, a Rafael Correa...
 
Los argentinos, que inauguramos nuevo gobierno el 10 de diciembre con Alberto, estaremos rodeados de territorios en disputa, no sólo violentas por la rapiña de los recursos naturales, sino por la lucha por los derechos sociales, como en Chile; por el violento Bolsonaro, parido por elecciones amañadas luego de la cárcel injusta de Lula; por la furia intervencionista guerrera contra el pueblo venezolano.
 
La Opinión Popular

 
LA CIUDAD DE EL ALTO DEFIENDE A EVO MORALES EN MEDIO DE LA REPRESIÓN
 
En Bolivia solo existe el poder de las armas
  
No existe gobierno interino visible luego de más de 24 horas de consumado el golpe. Evo viajaba a México. Se despliegan acciones represivas y persecutorias.
 
El centro de La Paz se ha transformado en un escenario de barricadas, colas para comprar en los pocos negocios que abren, transporte detenido, vecinos apostados en las esquinas atravesadas por alambres de púas y chapas de zinc. Cerca de la Plaza Murillo, centro del poder político pasan grupos con cascos, escudos, máscaras antigás, banderas de Bolivia, contingentes de policías apostándose y pidiendo refuerzo a la Fuerza Armada Nacional (FAB).
 
Es lunes a la noche y corre un miedo: que baje la ciudad de El Alto. Las escenas vistas durante la tarde volvieron a recordar a muchos del centro y la zona sur de La Paz que la mitad del país que votó a Evo Morales existe y no se quedará de brazos cruzados.
 
Lo que se pensaba que pasaría en El Alto sucedió, y fueron miles de vecinos, en su gran mayoría de la nación aymara, que salieron a las calles a hacer frente al golpe de Estado, a defender el proceso de cambio, y algo muy profundo: la bandera whipala, que durante las horas de la ofensiva golpista fue quitada de instituciones y quemada en la calle por manifestantes de derecha.
 
Lo que sucedió no formaba parte del plan de quienes encabezan el golpe de Estado que, a estas horas, presenta más elementos de confusión y violencia que de proyecto planificado. Un elemento resulta claro: el objetivo central era derrocar a Evo Morales y perseguirlo, como denunció al hacer público que un oficial de la Policía Nacional Boliviana (PNB) tiene una orden de arresto ilegal contra su persona, se encuentra en un sitio desconocido.
 
La situación de Morales era ayer por la noche incierta. El canciller de México, Marcelo Ebrard, anunció que el ex- presidente estaba en un avión que lo llevaría a ese país.
 
Su seguridad personal es objeto de mucha preocupación en un contexto donde su casa fue asaltada por grupos violentos y donde no existe ninguna autoridad pública dentro de quienes realizaron el golpe. El estado de derecho ha sido roto y eso ha abierto las puertas a la impunidad absoluta de quien logre ejercer poder.
 
Durante el día, Morales envió mensajes desde su cuenta de Twitter para denunciar la represión en El Alto que se cobró varias vidas, entre ellas la de una niña, y para pedir no caer en enfrentamientos "entre hermanos". Por la noche, antes de subirse al avión, tuiteó: "Hermanas y hermanos, parto rumbo a México, agradecido por el desprendimiento del gobierno de ese pueblo hermano que nos brindó asilo para cuidar nuestra vida. Me duele abandonar el país por razones políticas, pero siempre estaré pendiente. Pronto volveré con más fuerza y energía". La propuesta de asilo en México será una salida posible para el presidente derrocado y bajo peligro.
 
 
Sin gobierno
  
En Bolivia, el bloque golpista no logró aún conformar gobierno. Luego de la renuncia de Evo Morales, el vicepresidente Alvaro García Linera, la presidenta del Senado, el vicepresidente, debería asumir la tercera al frente, Jeanine Añez, que aterrizó en Bolivia. Sin embargo, debería asumir con acuerdo del poder legislativo, donde en ambas cámaras tiene mayoría el Movimiento al Socialismo, es decir el partido que fue desplazado por la fuerza.
 
No existe entonces gobierno interino golpista visible luego de más de 24 horas de consumado el golpe de Estado. Existen en cambio poderes que se despliegan en acciones represivas y persecutorias, con los anuncios en redes sociales de Fernando Camacho, cara visible del ala civil del golpe, las acciones de la PNB y de la FAB.
 
Esta última emitió un comunicado el lunes en la noche bajo la lectura del comandante general Williams Kaliman: la FAB desplegará acciones de despliegue en las calles para acompañar a la PNB. No existe entonces gobierno formal, pero sí el poder de las armas.
 
El escenario no es como el que tenían previsto quienes encabezaron el golpe de Estado. La pregunta es en realidad: ¿tenían un escenario organizado que no fuera solamente derrocar y perseguir a Morales y los dirigentes del proceso de cambio?
 
El bloque golpista es heterogéneo, contiene sectores civiles, empresariales, policiales, militares, religiosos e internacionales. Esta última dimensión quedó expresada en la complicidad de la Organización de Estados Americanos (OEA) que no calificó a lo sucedido como golpe de Estado, y en las mismas declaraciones de Estados Unidos que presentó el derrocamiento como regreso a la democracia.
 
La conjunción de fuerzas que logró el golpe parece tener un objetivo claro: descabezar al proceso de cambio, desde sus funcionarios hasta los dirigentes políticos. Eso se ha traducido en las persecusiones, como dan cuenta las solicitudes de asilo en embajadas, centralmente en la de México.
 
Existe entonces una inestabilidad dentro de quienes condujeron la ofensiva, a la vez que una reacción que se pone en marcha, no solamente en El Alto -con un nivel fuerte de radicalidad- sino en varias partes del país.
 
Así, por ejemplo, la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb) anunció bloqueos en toda Bolivia en las carreteras troncales, "resistencia general al golpe de Estado en todo el país", así como la expulsión de dirigentes que se hicieron parte del derrocamiento.
 
La situación es más inestable que la promesa vendida por Camacho y quienes festejaron en la tarde y noche del domingo. Existe un país que negaron, despreciaron, a pesar de sus esfuerzos por mostrarse democráticos e inclusivos, y ese país comenzó a moverse, a impugnar, a enfrentar la restauración conservadora que busca una revancha.
 
Por el momento no existe, de manera visible, una dirección de los procesos de resistencia. Lo que resulta claro es que la decisión de quienes conducen el golpe será responder con represión en todas las escalas posibles. Ya en la noche del lunes se veían las tanquetas en las calles de La Paz y los vecinos que celebraron el derrocamiento y quema de whipalas ahora aplauden la militarización.
 
Por Marco Teruggi
Desde La Paz
 
Por María Seoane
 
Fuente: Página12
 

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